Providencia. Eran las 19.30 horas del martes 26 de marzo y las puertas del teatro Nescafé de las Artes se abrían para recibir a los primeros espectadores de una cita que profundizaría en la situación actual en la que se encuentra Chile en términos medio ambientales, los desafíos que se presentan ad portas de celebrarse en el país la COP25, y la necesidad de ser más conscientes y estar conectados con nuestro entorno.

Se trataba de una nueva fecha de Encuentros El Mercurio en la que esta vez, participarían los protagonistas de la serie Naturalistas realizada por Ladera Sur y el equipo de Wild Chile. Ellos son: Javier Simonetti, biólogo de la U. de Chile y miembro de la Academia Chilena de Ciencias; Guy Wenborne, fotógrafo profesional; Nicolás Lagos, Msc. en Áreas Silvestres y Conservación de la Naturaleza y miembro de la ONG Alianza Gato Andino; María de los Ángeles Medina, arquitecto y co-fundadora de MICRA; Pablo Osses, destacado geógrafo y académico Instituto de Geografía UC; Geraldine MacKinnon, destacada ilustradora botánica, y Florencia Ortúzar, abogada ambiental en Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). Todos ellos naturalistas del siglo XXI, quienes serían los encargados de traspasar sus visiones –desde sus diversas áreas de especialidad– la premisa titulada “La naturaleza primero, un nuevo trato con el entorno”.

Con un público de más de 500 personas y moderado por Martín del Río, fundador de Ladera Sur, junto a René Araneda, destacado productor de documentales sobre naturaleza, el Encuentro El Mercurio-Ladera Sur invitó a los presentes a ser agentes activos del cambio que Chile –y el mundo– requiere; a reflexionar sobre qué significa para nosotros la naturaleza, el rol que jugamos en el planeta y la importancia de sopesar los pros y contras de cualquier acción que pueda influir en el medio ambiente, tomando en cuenta la importancia de la protección de ésta.

En el siguiente video, encontrarán la conferencia completa:

Durante el encuentro hubo algunas preguntas realizadas por integrantes del público que no alcanzaron a ser respondidas, pero tal como nos comprometimos ese día, les pedimos a los Naturalistas que respondieran algunas de ellas. Aquí están las preguntas del público y sus respectivas respuestas:

Si mañana el gobierno dijera «ya, vamos a hacer un nuevo trato» (nueva política medioambiental) ¿Podría decir cada panelista cuál es a su juicio la política pública más importante que hay que incluir en este nuevo trato?

Florencia Ortúzar: Chile podría acelerar la descarbonización de su matriz energética, comprometiéndose al cierre de todas las centrales termoeléctricas a carbón antes del 2020. Las cinco plantas más viejas, todas sobre 50 años, deberían cerrarse dentro de tres años por ser las menos eficientes y las más contaminantes. De ese modo, el gobierno de Chile daría un ejemplo sólido de acción climática ambiciosa en vísperas de la COP25. Estaría cumpliendo además con el plazo que dio la comunidad científica, en el informe más reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), para lograr el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París: mantener el aumento de la temperatura promedio del planeta por debajo de los 1.5 °C, respecto a los niveles de la era preindustrial. Según ese informe, necesitamos cambios sin precedentes dentro de la próxima década para lograr la meta, siendo uno de ellos la conversión de la matriz energética a una limpia. El compromiso de descarbonización ya existe en un pacto que el gobierno firmó con las industrias dueñas de las termoeléctricas a carbón, pero los plazos y condiciones de la promesa quedaron en manos de los privados, quienes deben proponer un calendario al respecto, dentro del primer trimestre de este año. Seguramente el esperado calendario será más laxo de lo que necesitamos. Por eso el gobierno debería tomar la oportunidad de liderar y trabajar con las industrias para descarbonizar la matriz dentro de una década, cumpliendo así con el plazo señalado por la ciencia.

Nicolás Lagos: Creo que hay muchas políticas públicas que pueden aportar a mejorar la relación que tenemos con la naturaleza, pero si hay que escoger sólo una, creo que sería realizar un cambio en la Constitución, en la que se le entregue a la naturaleza un derecho constitucional que garantice su protección a perpetuidad. No puede ser que aún se le siga considerando como un recurso o un bien, y en el caso del agua que se rija por las leyes del mercado, y que no exista ninguna garantía de que estos cuenten con una protección en el largo plazo. En un mundo ideal quizás lo mejor sería que exista una conciencia humana tal que ni siquiera sea necesario esto, que la gente mire como su deber el proteger el medio ambiente. Pero mientras eso no sea así, sería útil un cambio en la Constitución.

María de los Ángeles Medina: Creo que una buena forma de iniciar un nuevo trato, sería empujar una política en torno a: disminuir el consumo de agua industrial, optimizar la producción de alimentos y fortalecer la protección de áreas silvestres. Todas en un marco que garantice la participación de comunidades locales, pueblos originarios y el apoyo del conocimiento científico.

El acceso desigual al agua no sólo vulnera derechos esenciales de las personas, en términos prácticos, la falta de agua está eliminando formas de vida y culturas, historias que nos han formado y que sin ellas, nos empobrecemos todos. Y preservar la diversidad de comunidades, humanas y no humanas, es una forma concreta de resguardar conocimiento.
Por su parte, la necesidad de alimentos es proporcional al aumento de población y las tierras agrícolas son la principal amenaza para los ecosistemas naturales. Los monocultivos y los pesticidas que se utilizan para ellos, fragmentan de manera irreversible los ecosistemas naturales o definitivamente, los elimina. Contar con una política que genere incentivos para la optimización del uso del suelo, la producción local y el desarrollo de la investigación alimentaria, podría ser una estrategia concreta de resguardar superficies silvestres y saludables. Finalmente, la red de áreas silvestres protegidas, públicas y privadas, es la única red de territorios con la posibilidad de preservar nuestra naturaleza, nuestro «capital ecológico» y una fuente de incalculable valor para dar respuestas innovadoras a los desafíos que enfrentamos. Es urgente contar con una normativa ambiental que proteja los límites de estos territorios, garantice incentivos y fondos de manejo sostenible y entregue a las comunidades locales y científicas, atribuciones y fondos para interactuar con ellos. En gran medida, de concretarse la creación del Servicio de Biodiversidad y áreas Protegidas (SBAP), estos objetivos podrían ser una realidad. Hoy, el SBAP es nuestro acceso a un mejor trato con la biodiversidad.

Pablo Osses: En mi opinión debemos tomarnos en serio el tema de los recursos hídricos, con regulaciones de extracción y usos, sin duda tratamiento post aprovechamiento. Otro elemento importante es la quema de combustibles fósiles, avanzar hacia transportes eléctricos y mixtos –pedrestre, bici, vehículo, metro– y reducir la quema de petróleo y sus derivados además de la leña.

¿Cómo podemos levantar temas relevantes aprovechando la oportunidad de la COP 25 que se realizará en Chile, y así lograr un «Acuerdo de Santiago»?

María de los Ángeles Medina: Vincular más a al ciencia con la industria creativa, con el arte, con el diseño, con las plataformas ciudadanas.  Creo que el giro en “U” del que habló la Flora, se ha intentado producir desde los datos, desde la evidencia, pero la historia nos ha demostrado que las decisiones humanas son mucho más emotivas que intelectuales. Leemos la realidad desde sesgos que construimos a lo largo de la vida. Transformar la forma en que tomamos decisiones, requiere transformar esos sesgos y eso no sólo tienen que ver con datos, tiene que ver con militancias ideológicas y emocionales, con lealtades comunitarias. ¡Dejemos que arte y la tecnología hagan la pega!

Nicolás Lagos: La oportunidad que tenemos como ciudadanos para levantar estos temas es la de ir al evento, pararse afuera y manifestarse. Creo que es la manera más eficiente de tener alguna posibilidad de ser escuchado y visibilizado.

La crisis ambiental es grave y tenemos mucha evidencia de esto. ¿En qué hemos fallado en transmitir esto a los tomadores de decisiones?  

Pablo Osses: Hemos fallado en que aún es un «problema de otros» o de unos pocos afectados y que se pueden callar y omitir con unos pocos pesos. Por lo tanto pocos afectados reales=pocos votos=no solución.

Guy Wenborne: Creo que no hemos fallado en transmitir el mensaje ecológico, el tema es que muchos de los tomadores de decisiones están atados de manos y se refugian en apegarse a la norme o son parte del sistema que se aprovecha de la naturaleza para su negocio. Lo que hay que hacer es cambiar las normas y esto tiene un costo directo en lo que llamamos «desarrollo actual» o «negocio actual». incide en el empleo y las industrias.

Nicolás Lagos: Hemos fallado en que justamente esa transmisión de información es inexistente. No existe el puente (o los que ya existen son escasos o inefectivos) entre quienes manejan esta evidencia de crisis ambiental, que son los científicos, y los tomadores de decisión. Y es que el mundo de la ciencia no está acostumbrado a comunicar, ni mucho menos a ser parte en la elaboración de políticas públicas que pudieran afectar la naturaleza que estudian. La comunicación ocurre entre científicos, a través de revistas publicadas en inglés, idioma que no es el local, en un lenguaje extremadamente técnico y en revistas que muchas veces hay que pagar para leer. De esta manera es muy difícil que el mensaje realmente llegue y que genere los cambios necesarios.

¿Cree usted que la Ley R.E.P podrá traer beneficios concretos al medio ambiente en un corto plazo?

Guy Wenborne: Tengo dudas de que realmente haya la voluntad de hacer las cosas de una manera inteligente a largo plazo con la naturaleza primero… ver para creer.

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