Hace unos días el fotógrafo de National Geographic y cofundador de la ONG Sea Legacy, Paul Nicklen, compartió en sus redes sociales un desolador registro que mostraba a un oso polar famélico y moribundo. Junto a él, Nicklen escribió: «Todo mi equipo de Sea Legacy estaba luchando contra las lágrimas y emociones mientras grabábamos a ese oso polar moribundo. Es una escena devastadora que aún me atormenta, pero sé que debemos compartir lo bello y lo desgarrador si queremos derribar la apatía. Así es como se ve la  hambruna. La atrofia de los músculos. Sin energía. Es una muerte lenta y dolorosa. Cuando los científicos dicen que los osos polares estarán extintos en los próximos 100 años, pienso en la población global de 25.000 osos polares muriendo de esta manera».

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Al preguntarle por qué no hicieron nada para ayudar al oso polar, Nicklen explicó: «Por supuesto que (esa idea) cruzó por mi mente. Pero no ando por ahí con una pistola tranquilizadora o con 180 kg de carne de foca», e incluso si lo hubiese hecho, señaló Nicklen, sólo habría prolongado la miseria del oso. (Además alimentar osos polares en Canadá es ilegal).

Las imágenes grabadas en la isla de Baffin, en el ártico canadiense, dieron la vuelta al mundo y generaron gran revuelo a nivel internacional, sobre todo por la situación en la que hoy se encuentra esta especie, catalogada como Vulnerable por la IUCN. Se estima que no existirían más de 26.000 osos polares en el mundo y que la mayor amenaza que hoy enfrentan son el retroceso y derretimiento de las masas de hielo en el Ártico, producto del cambio climático.

Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Washington, evidenció que en los últimos 35 años en el territorio donde habitan 17 de las 19 subpoblaciones de osos polares en el mundo, la cantidad total de días cubiertos de hielo había disminuido entre 7 a 19 días por década entre 1979 y 2014. Y que la concentración de hielo en cada una de las zonas del circulo ártico donde habitan los osos polares, había disminuído durante la temporada de verano –cuando los osos polares de trasladan a tierra firme a la espera de que la capa de hielo se recupere o vuelva a congelarse–.

Estas alteraciones en su hábitat ya han comenzado a afectar a los osos polares, los cuales no sólo han comenzado a moverse desde las zonas de hielo hacia tierra firme antes, manteniéndose por más tiempo en tierra firme y extendiendo de forma poco saludable su temporada de ayuno. Sino que también ha comenzado a obstaculizar su caza, que de por sí ya tiene bajas tasas de éxito: menos del 2% de las cazas de osos polares son efectivas. 

Por lo mismo, diversos expertos han alertado que para 2050 el 30% de la población de osos polares habrá desaparecido debido a los cambios en su hábitat, lo que ha llevado a la especie a convertirse en la cara visible de los efectos del cambio climático en el medio ambiente.

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