La Patagonia es, sin duda, uno de los lugares más bellos, salvajes, indescifrables y fascinantes del mundo. Campos de hielo, bosques, pampas, y agua en todas sus formas y colores, dan vida a un lugar donde el hombre no es más que un mero espectador.

Y dentro de la vastedad de la Patagonia, la zona de Coyhaique encanta por la variedad de sus paisajes y atractivos, por la infinidad de paseos que ofrece, la vastedad de sus bosques, pampas, lagos y ríos que le dan forma, y porque la ciudad misma se ha transformado en un polo turístico, gastronómico y cultural único en este rincón del planeta.

©Francisco Píriz
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En este recorrido tuvimos la oportunidad de conocer uno de los caminos más bellos de la zona, y que en general es muy poco transitado. Tiene la particularidad que, a diferencia de Coyhaique, donde predominan las pampas, el viento y la soledad, acá de a poco nos vamos internando en los profundos bosques y rincones de nuestra cordillera, con paisajes que, de verdad, hacen que uno se sienta demasiado pequeño.

©Francisco Píriz
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Desde Coyhaique la ruta no debe tener más de 60 kilómetros, y en general está en buen estado. Aunque hay partes con “eventos” y calamina que hacen algo molesto el transitar, en general es un camino apto para cualquier vehículo. La forma más fácil de acceder a él es tomando el desvío que lleva a Villa Frei y al lago Elizalde.

Villa Frei es un poblado pequeño, muy sencillo y último lugar donde podrán aprovisionarse. La gente, como en toda la zona, es encantadora. Tanto, que al necesitar una botella de pisco el carnicero fue a buscar una a su casa para darnos, ya que en el almacén no quedaban. Hasta acá el camino está pavimentado, pero se mantiene de ripio en muy buen estado.

Camino a lago Elizalde. ©Francisco Píriz
Camino a lago Elizalde. ©Francisco Píriz

Lentamente la ruta comienza a dejar atrás las eternas pampas coyhaiquinas para internarse en bosques y montañas, donde el agua se transforma en absoluta protagonista: riachuelos, lagos, ríos y bellísimas cascadas acompañan todo el camino.

Lago Elizalde. ©Francisco Píriz
Lago Elizalde. ©Francisco Píriz

De repente aparece el espectacular lago Elizalde, uno de los lagos más bellos de la zona. El camino bordea sólo una parte ínfima del lago, pero en varios puntos se puede apreciar su imponente belleza. Si pueden, pidan permiso en las Cabañas Lago Elizalde para hacer una caminata de 5 minutos a la orilla del lago y a una caída de agua muy bonita. También pueden parar el auto y bajar a la playa.

Lago Elizalde. ©Francisco Píriz
Lago Elizalde. ©Francisco Píriz

El camino pronto se desvía, dejando atrás el lago Elizalde e internándose por varios kilómetros en la Reserva Nacional Cerro Castillo. En esta parte el paisaje es una mezcla de bosques de un verde profundo, ríos y cascadas que brotan desde los rincones más surrealistas, y campos o casas de colonos y gauchos que han decidido hacer patria en esta zona.

Río Paloma. ©Francisco Píriz
Río Paloma. ©Francisco Píriz

De repente, al cruzar un puente, aparece impresionante el río Paloma, que va marcando la ruta hasta desaparecer en las aguas del lago Caro. Es un río precioso, ancho, potente, que moldea el paisaje y da vida a valles en medio de las profundas montañas.

Río Paloma. ©Francisco Píriz
Río Paloma. ©Francisco Píriz

Vale la pena bajarse a disfrutar del silencio, sólo interrumpido por el ensordecedor ruido de las aguas del río. Y si son amantes de la pesca deportiva, el río Paloma es ideal para hacer un alto en el camino y tirar la caña un rato.

Río Paloma. ©Francisco Píriz
Río Paloma. ©Francisco Píriz

El camino, que cada vez se pone más impresionante, regala vistas que quitan el aliento. Una de las más bellas es la llegada al lago Caro, donde uno puede admirar la desembocadura del río Paloma y el lago que nace a sus pies.

Lago Caro. ©Francisco Píriz
Lago Caro. ©Francisco Píriz

El camino circunda por unos pocos kilómetros el lago Caro hasta terminar en una pequeña playa, la cual tiene un embarcadero para quienes viven y hacen patria en el lago Caro. Y, si por esas casualidades de la vida andan con un bote, imperdible es bajarse y recorrer un poco el lago Caro, un rincón perdido y espectacular de nuestro país.

Lago Caro. ©Francisco Píriz
Lago Caro. ©Francisco Píriz

Es un camino bellísimo que, por lo menos a nosotros, nos llevó a reflexionar sobre lo pequeño que somos ante la indómita naturaleza de la Patagonia. Y también nos llevó a reflexionar sobre lo difícil que es hacer patria y recorrer la Patagonia.

Lago Caro. ©Francisco Píriz
Lago Caro. ©Francisco Píriz

Si ustedes miran un mapa de Coyhaique y sus alrededores, la parte que hoy efectivamente podemos conocer no es más de un tercio del territorio nacional. Más de la mitad del país en esta zona, son glaciares, montañas, bosques y fiordos impenetrables, haciendo de la Patagonia uno de los lugares más vírgenes, misteriosos e imponentes que aún quedan en el mundo. Y es nuestra responsabilidad cuidarlo y legarlo para las futuras generaciones.

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