En enero de este 2018 tuve la suerte de hacer el trekking Pichillancahue, que en mapudungún significa «pequeño lugar de piedras verdes». Este sendero está dentro del Parque Nacional Villarrica, en la ladera sur del volcán homónimo –también llamado Rukapillán–, entre el lago Villarica y el Calafquén.

Es un trayecto relativamente fácil: una hora y media o dos de subida y una hora de bajada. Yo partí como a las 8 de la mañana y me tocó la suerte de una caminata bastante solitaria.

Bosque templado de araucarias

El horizonte del bosque de araucarias ©Mariana Babarovic
El horizonte del bosque de araucarias ©Mariana Babarovic

El trekking está dividido en dos paisajes muy distintos: el primero (aproximadamente un tercio del sendero) es un bosque de araucarias, coigües y lengas. Esto me llamó mucho la atención. Parecían haber sólo estas tres especies, como un bosque auto-editado.  Ahora sé que se llaman bosques templados de araucaria.

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Averigüé que la Araucaria araucana está clasificada como especie vulnerable, por eso está prohibida su tala. Hay aproximadamente 253.715 ha de este tipo de bosques de los cuales un 48% está en áreas protegidas. Pero la tala no es la única amenaza que enfrentan. De hecho,  resultan más grave la ganadería, los incendios y los procesos de aridización de su hábitat.

Vista del bosque desde dentro.
Vista del bosque desde dentro.

El suelo de este bosque está completamente cubierto de hojas secas de araucarias y entremedio crecen pequeñas y frágiles orquídeas blancas o palomita (Codornorchis lessonii).

Palomita / Codornorchis lessonii
Palomita / Codornorchis lessonii

Desde el comienzo de la caminata se ve que el suelo es volcánico. Bajo la capa de hojas de araucaria se asoma un gris grafito con un brillo metálico. Pequeñas piedras de distintos tamaños, unas más brillantes que otras, todas muy livianas y con huellas de algo parecido a burbujas de aire.

Algunas piedras que recogí de ese suelo. En esta foto, están puestas sobre la tierra arcillosa de la costa central.
Algunas piedras que recogí de ese suelo. En esta foto, están puestas sobre la tierra arcillosa de la costa central.

La ladera del volcán

En los siguientes dos tercios del camino, el paisaje cambia drásticamente. Salimos del bosque y comienza una caminata sobre piedra volcánica. Hay poca vegetación, pero justo la que hay es mi favorita: Quinchamalí (Quinchamalium chilense), Huilmo (Sisyrinchium pearcei) y un tipo de Adesmia que no he logrado identificar del todo, pero parece ser Adesmia boronioides.

Foto izquierda: Adesmia boronioides, foto centro: Huilmo (Sisyrinchium pearcei), foto derecha: Quinchamalí (Quinchamalium chilense).
Foto izquierda: Adesmia boronioides, foto centro: Huilmo (Sisyrinchium pearcei), foto derecha: Quinchamalí (Quinchamalium chilense).

Al Huilmo y al Quinchamalí los vi por primera vez en Tunquén, en un hábitat muy distinto a este, pero con características morfológicas muy parecidas. Allá también hay una Adesmia, pero no es esta misma, es un arbusto más grande, menos frondoso, sus hojas son también compuestas, pero tienen las hojuelas o foliolos mucho más separadas. La flor es muy parecida, pero más escasa.

Al comienzo de la subida por la ladera del volcán se ven manchas verdes y amarillas por el Quinchamalí y pequeños manchones de nieve.
Al comienzo de la subida por la ladera del volcán se ven manchas verdes y amarillas por el Quinchamalí y pequeños manchones de nieve.
Gran manchón de nieve erosionado por el paso de una corriente de agua que lo atraviesa por debajo. Foto a la derecha, de Cristián Velasco
Gran manchón de nieve erosionado por el paso de una corriente de agua que lo atraviesa por debajo. Foto a la derecha, de Cristián Velasco

En la foto, se ve arriba a la izquierda el suelo volcánico y la piedra roja. El color de las piedras depende los contenidos de óxidos de fierro y sílice. También depende de la temperatura, la presión con la que se formó la lava y la velocidad con la que fue expulsada. Arriba a la derecha se puede ver el suelo cubierto de hojas de araucaria y abajo a la izquierda los amentos masculinos de Araucaria araucana. 

Suelos y hallazgos.
Suelos y hallazgos.

El amento es una especie de espiga articulada por su base y compuesta de flores de un mismo sexo. Los hay masculinos, más alargados, y  femeninos. Las flores son simples, sin pétalos ni sépalos. Las masculinas están reducidas a los estambres y las femeninas al estigma.

En la medida en que uno va subiendo, los manchones de nieve-hielo son cada vez más frecuentes y la flora se hace más escasa, hasta que finalmente quedamos parados sobre suelo volcánico y nieve, ya sin vegetación.

Panorámica desde el último tercio del trekking.
Panorámica desde el último tercio del trekking.

Este glaciar tiene el apodo de “glaciar turbio”, porque todo el hielo está cubierto por ceniza volcánica, mientras más se sube, es cada vez más gris; parece sucio, pero debajo hay una gruesa capa de hielo y nieve.

Crestas de hielo cubiertas de ceniza volcánica.
Crestas de hielo cubiertas de ceniza volcánica.

El gran premio de la caminata es –o mejor dicho, era– este enorme arco de hielo cubierto por las cenizas del volcán. Como no está avisado y no aparece en las fotos de los sitios web, es un encuentro totalmente inesperado y mientras más cerca se está, más grande es el asombro. Por encima está gris por las cenizas, pero por abajo muestra su precioso color cian, puro y transparente, y se puede ver cómo caen constantemente gotas por su derretimiento.

El arco.
El arco.

Después de hacer la caminata, estaba muy impresionada con la belleza del lugar y, por eso mismo, más aún con la poca y deficiente difusión que tiene. Su punto de mayor belleza no aparece en ninguna foto. En la entrada del lugar no había nadie: ni al llegar ni al irme. Pero lo más impresionante es que hace algunos meses, este arco de hielo se terminó de derretir y se vino abajo.

La profundidad y grosor del hielo y al fondo el volcán Rukapillán.
La profundidad y grosor del hielo y al fondo el volcán Rukapillán.

Estando ahí me preguntaba cuán firme sería la estructura y tuve la tentación, a la que apenas me resistí, de pararme debajo. No creo haber sido la única con esa tentación. La verdad es que parecía muy firme y sólida, aunque era evidente que se estaba derritiendo. Era la primera vez –y la única– que veía algo así y agradezco haber alcanzado a verlo porque fue conmovedor.

Después pude averiguar que la causa real del derretimiento, no tiene relación con que esté en la ladera de un volcán, sino que lo más probable es que lo haya afectado el famoso calentamiento global. Investigando, supe que alguien filmó el momento del derretimiento, finalmente logré encontrar el video…Qué pena verlo caer.

Lo primero que pensé fue que esa persona tuvo mucha suerte al haber estado ahí en ese justo momento; pero es realmente peligroso porque no hay ninguna señalización y ningún resguardo ni por el paisaje ni por las personas.

Buscando en youtube el video del momento del derrumbe, encontré otro video publicado en enero de este año (la misma fecha en la que yo fui) en el que el arco de hielo se ve mucho más grueso que cuando estuve ahí. Me pregunto cuándo se formó, cuánto demoró en derretirse y cuánto tiempo estuvo ahí.

Siempre me ha resultado impresionante que los lugares, la naturaleza, las plantas están ahí siempre. Los lugares que recién conocemos han estado ahí todo el tiempo, mientras nos vestimos en la mañana, o vamos a una reunión de trabajo, están ahí, igual de asombrosos siempre, y los que uno no conoce o nunca llegará a conocer, ni saber de ellos, también. Cuando desaparecen… lo hacen sin que nadie se entere.

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