Resulta difícil pensar que alguien que haya escuchado hablar de Chile, no sepa de la existencia de San Pedro de Atacama. Tanto a nivel nacional como en el extranjero, es uno de los destinos más cotizados y que más visitantes atrae en el país y las fotografías destacando sus principales atractivos han dado la vuelta al mundo. Pero hoy me quiero centrar en sus paisajes. En lo que nos rodea cuando visitamos este popular atractivo.

Cuando lo visité por primera vez, vi un parche de vegetación cerca de un gran salar rodeado de los imponentes volcanes de la cordillera de los Andes. Pero también se habla del valle de la Luna, el valle de la Muerte, el valle del Arcoíris… ¿Qué son realmente estos lugares? ¿Cómo podemos entender este paisaje tan especial?

©Nicolás Vigil
©Nicolás Vigil

Este desierto, con su geografía única, corresponde al lugar no polar más árido del mundo. Aún así, ofrece una gran variedad de paisajes y pisos ecológicos que encantan al que busque visitarlos, pues se enfrenta a contextos completamente inesperados. En realidad, el desierto de Atacama se extiende hasta el sur de Perú, el sudoeste de Bolivia y el noroeste argentino. 600 kilómetros al sur de San Pedro, tenemos lugares muy áridos, tanto que no ha llovido en millones de años.

A la altura del trópico de Capricornio, existen salares llenos de flamencos; quebradas de aguas termales a los pies del volcán o eternos pastizales de paja brava que se extienden en todo el territorio altiplánico ubicado a más de 4 mil metros de altura. Sin ir más lejos, el paisaje se resume en tres cordones montañosos y tres pisos ecológicos. Vamos a conocerlos…

Cordones montañosos

Cordillera de Domeyko ©Nicolás Vigil
Cordillera de Domeyko ©Nicolás Vigil

Desde el Oeste hacia el Este describimos las cordilleras por su orden de antigüedad. Voy a omitir la cordillera de la Costa, ya que esta zona está muy aislada del resto de las cordilleras.

Hace más de 90 millones de años comienza a nacer la cordillera de Domeyko. Posiblemente una de las cordilleras más influyentes en lo que es parte del paisaje de San Pedro de Atacama. Esta cordillera se forma a partir del choque de dos placas tectónicas, conocidas como Nazca y Sudamericana. Cuando esto ocurrió, aún existían grandes masas de agua provenientes de los océanos. En su levantamiento, la gran mayoría de la masa de agua de mar presente fue a caer al océano Atlántico. ¿Curioso, no?

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Y es que no olvidemos que la cordillera de los Andes es en realidad una “cordillera bebé” ya que ni siquiera existía en los tiempos de la formación de Domeyko, de manera que el agua fluyó tranquila (o no tan tranquila) hacia lo que hoy conocemos como Argentina.

Al Este de Domeyko encontramos la cordillera de la Sal, que se empieza a formar aproximadamente hace unos 25 millones de años, producto de las aguas y los sedimentos que bajan desde su hermana mayor, Domeyko. La cordillera de la Sal se caracteriza por ser muy flexible. Es muy “maleable” a las presiones tectónicas, por lo que eso ha generado increíbles pliegues que, junto a la erosión del viento y la lluvia, crean un paisaje desolador pero a la vez extremadamente atractivo.

©Nicolás Vigil
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Al otro lado de la cuenca del Salar está la tercera cordillera, la hermana menor. Los Andes. Y digo hermana menor porque solamente tiene 12 millones de años. En geología los años tienen otras dimensiones. Para enfocarlo a la escala humana quitemos los millones de años y dejemos sólo 2 dígitos. Entonces tenemos tres hermanas con 90, 25 y 12 años. Aunque la menor, Andes, no es tan pequeña como sus hermanas mayores. Los Andes, con su altiplano y sus quebradas intermedias son un mundo aparte. Pero ya hablaremos de eso.

En cuanto a sus pisos ecológicos, básicamente podemos reconocer 3 pisos que dependerán de sus niveles de altitud:

©Nicolás Vigil
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La cuenca del Salar se ubica entre los 2.300 y los 3.000 m.s.n.m. Su geografía se traduce a un valle que recibe toda el agua que desciende básicamente de Domeyko y los Andes, acumulando sedimentos tales como cloruro de sodio (sal), boro, azufre, litio, entre muchos otros.

Biodiversidad

©Nicolás Vigil
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La cuenca del Salar es el hogar de especies como el flamenco andino (Phoenicoparrus andinus), flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis) y flamenco de james (Phoenicoparrus jamessi). En otras palabras, la mitad de las especies de flamenco que existen en el mundo pueden encontrarse en el desierto de Atacama.

Otra de las muchas especies que pueden encontrarse en esta zona es el pequén. Un ave rapaz de la familia de los búhos pero que tiene mayor actividad durante el día. Poco búhos en el mundo tienen hábitos diurnos, pero éste busca sus nidos en el suelo del oasis de San Pedro y se alimenta de pequeños roedores.

©Nicolás Vigil
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La cuenca del Salar se conoce principalmente por su actividad minera. 25% del litio mundial proviene de este lugar. Hoy en día representa una polémica entre la empresa explotadora (SQM) y los locales, ya que  un gran porcentaje del agua que proviene de la cordillera de los Andes es extraída por la minera para la explotación del litio, dejando sin suficiente agua a la fauna local para tener un ecosistema saludable. Así, junto al crecimiento del turismo en la zona, los flamencos han ido dejando este lugar para buscar nuevos sitios de nidificación.

Las quebradas intermedias son el resultado de los miles de años de erosión que lleva el curso del agua proveniente de las altas cumbres de los Andes y se encuentran entre los 3.000 a los 4.000 msnm. Esto crea verdaderos cañones que conforman un ecosistema único. En este tipo de ambientes podemos identificar muchísima biodiversidad, teniendo en cuenta que aún nos encontramos en el desierto.

©Nicolás Vigil
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Aquí se concentra la gran mayoría de la diversidad de flora. Algo interesante es que aproximadamente un 95% de las plantas que encontramos en estos pisos fueron utilizados por los atacameños para algún tipo de uso ornamental, religioso, medicinal o también en construcción.

También la diversidad de fauna es amplia. En las quebradas podemos encontrar muchas especies de aves. Desde tórtolas hasta halcones, aunque para mí el ave más interesante de ver en esta zona es el periquito cordillerano. Otras especies más difíciles de ver son los felinos que habitan en esta zona como el puma, el gato colocolo y en las zonas más altas se puede encontrar el mítico gato andino. Para qué decir de la presencia de zorros culpeo, vizcachas, chinchillas y otros mamíferos de menor tamaño.

El Altiplano

©Nicolás Vigil
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Por último, nos encontramos sobre los 4.000 metros de altura. Un extraño lugar llamado Puna o Altiplano. Este piso se caracteriza por tener un cobertizo de paja brava o coirón, que contrasta con las montañas más altas de la cordillera de los Andes. Lo llamo extraño porque sobre los 4.000 metros uno comienza a sentir la altura y te deja una sensación de estar solo en un planeta diferente, un planeta inhóspito pero increíblemente hermoso.

En este piso nos topamos con grupos de vicuñas en migración o simplemente pastando tranquilamente en el horizonte. Si tenemos suerte también podemos encontrarnos con grupos de suri a los pies de algún volcán.

©Nicolás Vigil
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Los salares del Altiplano también representan una importante fuente de biodiversidad y, durante el verano, los flamencos vuelan hacia tierras más altas para su época de apareamiento.

Sin duda hay mucho de qué hablar y aprender sobre los ecosistemas que rodean el mágico mundo de San Pedro de Atacama. Espero que con esto, los haya ayudado a comprender un poco más de esa faceta más desconocida de este destino turístico.

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