©Rodrigo de los Reyes Recabarren
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Huemules descendiendo por cerros escarpados (y dejando entrever su anatomía “montañera”), buscando sombra bajo tengas otoñales, tomando agua a la orilla de un río o cruzándose en medio de la Carretera Austral. Estas son escenas comunes en la Reserva Nacional Cerro Castillo, que está ubicada a poco menos de 70 km de Coyhaique y es considerada uno de los mejores sitios para avistar huemules (Hippocamelos bisulcus) en Chile. A continuación, todos los datos necesarios para seguirle la pista y fotografiar de cerca a este sigiloso ciervo austral, el mismo que viste y engalana el escudo nacional.

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Algo pasa en la Patagonia que las aves, los mamíferos e incluso los anfibios (siempre tan esquivos) se dejan ver fácilmente. Desde que vivo en Coyhaique, decidí reservar una libreta para anotar mis momentos estelares con la fauna local: mi primer martín pescador, a orillas del majestuoso río Baker; una familia de ballenas franca austral en Puerto Pirámides, Argentina; un armadillo camino a Ñirehuao; y uno que recuerdo con toda la gratitud que uno puede guardar por un momento tan fugaz como feliz. Iba en un bus rural devorando kilómetros de curvas y pendientes, con todo el frío, el sol y el silencio de estos paisajes, cuando entonces un huemul hembra apareció solitario en mi ventana, a la altura de la Reserva Nacional Cerro Castillo. Ahí estaba, en primerísimo plano. Vigilante. Imponente. Silenciosa. Ni siquiera intenté fotografiarla, solo me quedé pegada unos buenos segundos viéndola pasar a la orilla del pavimento.

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Desde entonces, he vuelto una y otra vez en busca de huemules. Lo mejor de este lugar es que es totalmente accesible en todas las estaciones del año, incluso en pleno invierno y con nevazones. Ubicada cerca de Coyhaique, y más cerca aún del aeropuerto Balmaceda, la reserva es atravesada completamente por la Carretera Austral. Al entrar en esta zona protegida (y pavimentada), hay que disminuir  la velocidad y afinar el ojo, ya que los huemules se camuflan naturalmente con su pelaje color terroso. Aun así, es posible distinguirlos desde la carretera, sin tener que bajarse del auto o de la bicicleta. Suelen andar de a dos o tres, comúnmente en pareja y con un cervatillo; aunque en las épocas más frías tienden a formar grupos más grandes. Es fácil reconocer a los machos por sus grandes astas (antes que las boten en invierno) y por la mancha oscura con forma de “Y” que tienen en la cara.

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Datos para avistar huemules

El primer hito de la reserva -avanzando de norte a sur- es la Laguna Verde, que se sitúa a mano izquierda. Es un sector de difícil acceso para los visitantes y, por lo tanto, una zona tranquila para el tránsito de los huemules. Al seguir avanzando por la carretera se llega hasta la Laguna Chiguay, donde se suelen ver bebiendo agua junto a canquenes y caiquenes entre plantaciones recientes de árboles nativos, en los senderos señalizados y, en forma excepcional, en la zona de camping. Frente a la laguna se ubica la Guardería de Conaf. Luego de registrarse, es posible preguntarle a los Guardafaunas -quienes se encargan de rastrear y proteger a los huemules- si se han realizado avistamientos durante el día y dónde. Seguro tendrán un dato útil.

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“Aquí murió atropellado un huemul” es uno de los letreros que aparece en la ruta y que advierten la preocupación especial que hay en la Región de Aysén por esta especie catalogada como en peligro de extinción, además de monumento natural de Chile. Incluso Carabineros realiza detenciones a los automovilistas para concientizar sobre el tema. Después de pasar la Laguna Chiguay, sigue el puente “El Finao’”, el sector Zapata y finalmente el sector Las Horquetas, famoso por los avistamientos de huemules y por ser el punto de inicio del maravilloso trekking al macizo Cerro Castillo. Aquí, en medio de bosques de lengas, se pueden ver sigilosas familias de este cérvido. El atardecer es buena hora para salir a encontrarlos y fotografiarlos con buena luz, ya que el tráfico de la carretera disminuye y los huemules bajan de los cerros a alimentarse tranquilos.

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Retomando el camino, la Reserva Nacional Cerro Castillo sigue sorprendiendo entre cerros de granito, ríos, lagunas, cascadas, bosques y glaciares colgantes que se distinguen a lo lejos. Hay que mantenerse alerta. Las curvas abren paso a los puentes Grosse 1 y 2, donde los huemules han sido fotografiados saltando las barreras de contención y desafiando el cemento en memoria de sus históricos corredores biológicos. Más al sur, la llamada «Piedra del Conde», una recta dominada por mallines y el Portezuelo -un hito que separa las comunas de Coyhaique y Río Ibáñez- son los últimos sectores de la Reserva donde comúnmente se realizan alistamientos de esta emblemática especie.

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Si hasta el momento la suerte no acompaña, habrá que volver a retomar este tramo de la Patagonia y esperar a que uno de los casi dos mil ejemplares que habitan en La Tierra se muestre antes de que caiga la tarde.

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Para los interesados en el tema, les recomiendo ver el documental “Huemul, la sombra de una especie”. Aquí, su trailer

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