Nuestra siguiente visita recorriendo los lugares más emblemáticos de Australia, fue el rey de los parques nacionales. Con sus 20.000 kilómetros cuadrados, Kakadu es la reserva natural más grande del país oceánico y está listado bajo la Unesco World Heritage. Se encuentra en el extremo norte del país, cerca de la ciudad de Darwin, capital del estado de Northern Territory.

Humedales y planicie.
Humedales y planicie.

Kakadu es un lugar especial y reviste una gran importancia tanto cultural como por su biodiversidad. Además de ser hogar de más de 10 mil especies de insectos, 300 especies de peces, 290 especies de aves, 26 ranas, más de 120 especies de reptiles y 68 especies de mamíferos, su territorio es habitado por aborígenes desde hace 50 mil años, haciéndolo uno de los asentamientos humanos actuales más antiguos del mundo.

Jabiru. ©Carla Brodsky y Eduardo Martin
Jabiru. ©Carla Brodsky y Eduardo Martin

Llegamos a principios de noviembre, a comienzos de la época lluviosa que va de los meses de octubre – noviembre hasta abril – mayo cuando comienza la época seca. Sin embargo los aborígenes locales (los Bininj y los Mungguy) reconocen hasta 6 estaciones que forman el año y claramente poseen un conocimiento y conexión especial con estas tierras. Los principios de la época lluviosa nos recibieron con temperaturas que superan los 35 °C y con una humedad sobre el 90%, lo que a mediados del día y en medio de las caminatas, podía convertirse en un verdadero infierno.

Ya el primer día pudimos adentrarnos en el corazón de Kakadu. Al amanecer navegamos por los humedales buscando cocodrilos y aves. Uno de los principales y más famosos habitantes del parque es el cocodrilo de estuario, llamado erróneamente “de agua salada” (“salties” en inglés); es el cocodrilo más grande del mundo llegando a alcanzar los 6 metros de longitud. Este reptil se ha mantenido sin mayores cambios evolutivos desde hace 20 millones de años, siempre a la cabeza de la cadena alimenticia en Kakadu. Mientras navegábamos pudimos apreciar decenas de especies de aves y los cocodrilos, que pacientemente esperaban que alguna de sus presas se acercara lo suficiente para poder atrapar su cena.

©Carla Brodsky y Eduardo Martin
©Carla Brodsky y Eduardo Martin

Hay que ser muy precavido con los cocodrilos, prácticamente no hay ninguna fuente de agua que esté libre de la posibilidad de encontrarse con estos reptiles. No es posible bañarse y eso lo indican claramente los cientos de señales y carteles a lo largo del parque; siempre al estar cerca de las laderas de los ríos, los sentidos deben estar en máxima alerta.

Representación de una historia de la creación donde aparecen diferentes espíritus y personas. ©Carla Brodsky y Eduardo Martin
Representación de una historia de la creación donde aparecen diferentes espíritus y personas. ©Carla Brodsky y Eduardo Martin

Otro de los paisajes que se pueden apreciar en Kakadu son las rocas de arenisca. Muchas de ellas, junto con cañones y acantilados, proveían a los aborígenes de refugio, tanto para la lluvia como para el calor. Hoy en día es posible hallar en ellas parte de la historia de estas antiguas sociedades ya que muchas paredes están pintadas con dibujos que datan de hace 20 mil años, retratando historias de cazas, bailes, luchas y creación.

Martín Pescador de pecho naranjo. El más pequeño de su especie en Kakadu. ©Carla Brodsky y Eduardo Martin
Martín Pescador de pecho naranjo. El más pequeño de su especie en Kakadu. ©Carla Brodsky y Eduardo Martin

Lo que tiene Kakadu de prístino e insondable es de alguna forma su “defecto”, al menos para nosotros, los viajeros. Es un parque tan inmenso y con grandes áreas de conservación que realmente uno solo puede ver una pequeña parte de todas las maravillas y misterios que esconde. Es un doble filo ya que su diversidad se debe al mismo tiempo a su aislamiento de los hombres. Ahí todas las especies pueden proliferar y continuar en su ciclo natural. De hecho científicos continuamente descubren nuevas especies de insectos y peces de agua dulce dentro de los confines de Kakadu.

©Carla Brodsky y Eduardo Martin
©Carla Brodsky y Eduardo Martin

Es por esto y por todos los misterios que se esconden ahí dentro, aún desconocidos para nosotros, que Kakadu es un lugar tan especial, lleno de presencias, donde uno puede encontrarse con el mundo natural más salvaje e intocable.

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