La cordillera atacameña se viene haciendo famosa como cuna de la mayor concentración de seis miles en sudamérica, con su protagonista Ojos del Salado rozando los siete mil. Si bien, como cuenta Erzio Mettifogo, fundador de Puna Atacama y co-fundador del refugio Maricunga, no es raro encontrarse con un par de viajeros europeos buscando nuevas metas que completar en su carrera de montañista, esta exigente disciplina no es la única razón para venir a estas alturas.

En el marco del encuentro internacional de turismo Futurismo Atacama realizado entre el 21 y 23 de noviembre, que busca entregar un valor y potenciar este destino en el norte de Chile a través del trabajo colaborativo entre actores nacionales, locales e internacionales, fui invitado en representación de Ladera Sur a conocer algunos de los atractivos que esconde esta región, entre ellos, el salar de Maricunga. Un destino con el que lamentablemente no se sabe cuánto tiempo más contaremos, dado que está en evaluación un proyecto minero de extracción de litio que amenaza con sustraer el agua que lo mantiene, secándolo para siempre. Situación familiar en Chile, es una maravilla de la región en peligro de extinción. Desde el portezuelo, algunos kilómetros antes de llegar a la laguna ubicada a 4.300 msnm, se enfrenta esta maravillosa vista con el Nevado Tres Cruces de fondo, que hace sentir el valor de este viaje de 4 horas en camino de tierra que se requiere para descubrir la joya atacameña.

©Nicolás Amaro
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El viaje es enriquecido por los guías de Chilli Trip a través de las distintas paradas explicativas que hacemos en el camino. Lo que desde lejos se reconoce como pequeños oasis en el camino, corresponden a comunidades Coya que han vuelto a enriquecer la zona con su manera de vida nómade, generando asentamientos que aprovechan eficientemente el escaso recurso del agua, a la vez de proveerse de los productos que ofrecen los animales, como lana y queso de cabra.

©Nicolás Amaro
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Al poco tiempo de separarnos del camino internacional hacia la cordillera, nos detuvimos también en las ruinas de Pukios, antiguo pueblo minero construido en roca, que fue abandonado a fines del siglo XIX, cuando la plata comenzó a acabarse y los trabajadores migraron a las guaneras.

©Nicolás Amaro
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En este recorrido, a través de las historias de sus últimos habitantes y analizando la huella tectónica, entendiendo la vida del planeta en escala de miles de años, e incluso descubriendo pinturas rupestres y corales entre las rocas, vamos reviviendo la historia de esta enorme quebrada, que sin ella parecería una quebrada más, perdiendo su identidad. Por esta misma quebrada, que alimenta con agua estos valles, bajaron olas de barro hace unos pocos años partiendo a Copiapó en dos, arrasando con viviendas y caminos. Huella que permanece patente en la memoria local, pero que casi azarosamente esquivó al cementerio simbólico Coya, como muestra la foto, allá arriba ya en la montaña.

©Nicolás Amaro
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Existe una riqueza de colores allá arriba, que parece que expanden aquello que decimos al hablar de colores tierra. El salar Maricunga genera una pausa en el color y de alguna manera nos sentimos también suspendidos en otra realidad cuando caminamos sobre él. Sobre la laguna Santa Rosa existe un mirador que ofrece un punto de vista privilegiado para apreciarla, decorada con los puntos rosados que generan los flamencos a distancia. Es un paisaje de otro planeta, ese planeta desconocido que es el nuestro.

©Nicolás Amaro
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Arriba nos encontramos con el refugio Maricunga, que ofrece alojamiento y la logística necesaria para quienes se quedan para una parada de aclimatación, ya de cara a alguno de los 16 seis miles que componen este tramo de los Andes. Una excelente oportunidad también para quedarse a apreciar los cambios de colores de este paisaje inmenso conforme baja la luz
del sol.

©Nicolás Amaro
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El refugio Maricunga, fundado por Susana Aranguiz y Erzio Mettifogo, se está haciendo cargo de recibir a los visitantes de todo el mundo ávidos de alta montaña. Es un proyecto tanto ambicioso como prometedor, ya que moviliza a los distintos actores de la región para mantener activa la zona de montaña todos los días del año, ofreciendo así experiencias nuevas para los visitantes, como vivir la montaña también en invierno.

©Nicolás Amaro
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Finalmente agradecemos a los fundadores, A Chilli Trip, Puna Atacama y BeChile por apoyarnos en descubrir nuestro país maravilloso que cada vez parece infinito de joyas naturales. Que todas estas iniciativas aporten a que más personas puedan ser testigos de estas bellezas por más tiempo.

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