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El punto rojo que aparece en el centro de la imagen satelital es exactamente el lugar que visité hace unas semanas. Con esta vista aérea se puede ver que me ubicaba en una locación privilegiada en relación a los hitos naturales de la zona. Entre estos, el imponente volcán Llaima, la Sierra Nevada y la ruta de ingreso al Parque Conguillío, que conduce hacia muchos de los atractivos de esta reconocida área protegida.

©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola
©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola

Estoy en la Región de la Araucanía, a dos horas en bus de Temuco y a veinte minutos de Melipeuco; la puerta de entrada al Parque Nacional desde el Sur. La Baita es el nombre de este refugio que existe desde el año 2008 cuando Isabel Correa, dueña y encargada del lodge, decidió construir el edificio principal a cargo de los arquitectos Juan Gubbins, Pablo Talhouk, Antonio Polidura y Marco Polidura.

En un principio se comenzó con la construcción de las cabañas distribuidas dentro del denso bosque, pero más adelante se fue descubriendo la vocación del lugar y se decidió unificar y complementar a través de un proyecto de arquitectura. Al restaurant que existía hace varios años, se añadieron habitaciones, envolviéndose todo con una misma piel de madera y transformándose en el centro de operaciones del refugio.

Inmerso en el paisaje

Un claro dentro de la inmensidad del bosque y una zona más plana en relación a las abruptas laderas boscosas, fue el lugar para emplazar este edificio, que debía resolver el habitar en esta situación remota tomando en cuenta una serie de aspectos climáticos propios de su ubicación, como fuertes nevazones durante el invierno, largos períodos de lluvia, vientos, temperaturas bajo cero, etc.

©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola
©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola

La postal de este lodge nos muestra la amplia terraza y la fachada, construida con tablones de coigüe emblanquecidos por el clima agresivo, alternados con ventanales alargados que permiten apreciar el bosque desde el interior. Detrás de este frontis se esconde el corazón de la construcción, un gran espacio común que alberga el comedor, la cocina, un gran living, una biblioteca, el mesón de recepción, los baños, todo muy bien conectado en un gran espacio que tiene en el centro una generosa chimenea que siempre está prendida y preparada para recibir a los huéspedes.

En un extremo, se encuentran las seis habitaciones traslapadas, dando privacidad y permitiendo que todas tengan notables vistas hacia el bosque. Esta ala remata en una sala de masaje, sauna y tinas calientes en el exterior.

©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola
©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola

En la planta inferior, aprovechando el socavón de un antiguo aserradero, se le dio lugar a la sala multiuso para juegos y deporte indoor como ping pong, taca taca y yoga, condicionado para recibir durante las noches y temporadas invernales.

Todos los recintos del lodge se emplazan de forma inteligente y sensible con el lugar, logrando interiores bien iluminados con muy buenas vistas hacia el exterior. Y, al mismo tiempo, las terrazas y quinchos con amplias y verticales vistas sobre la cordillera, que además logran un espacio cobijado del viento por la misma construcción.

Viajes en grupo, uno de los fuertes del lodge

Son infinitas las actividades que se pueden realizar en los alrededores de La Baita, el emplazamiento privilegiado en relación a los hitos naturales y la configuración del espacio que favorece las zonas comunes y el encuentro dentro de las visitas permite que este sea un lugar óptimo para ir en grupos.

Para comprobarlo hicimos una visita durante el mes de abril con un grupo de mujeres con notable espíritu aventurero, que en un fin de semana y dentro de un viaje por el sur de Chile en el que el objetivo no era sólo conocer los atributos naturales si no también personas destacadas por hacer de esta conexión con el entorno algo aún más cautivador y profundo, llegaron a La Baita a conocer a Isabel, su historia y sus vivencias como creadora y gestora no tan sólo del lugar, sino también de todas las experiencias que se viven ahí.

©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola
©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola

En las caminatas por los bosques de Araucarias de la Sierra Nevada, Isabel complementó el recorrido relatando sobre los desafíos que ha vivido en los más de veinte años que lleva a cargo del proyecto, un trabajo lento con la ayuda de un grupo de colaboradores que comparte su devoción por los increíbles entornos del volcán. En estas labores en las que ha ido incorporando aspectos sustentables como el autoabastecimiento eléctrico con la energía del agua y del sol, el manejo y tratamiento de los residuos orgánicos, la incorporación de productos locales comestibles en las comidas, el autoabastecimiento de parte de los alimentos con invernaderos entre muchos otros detalles que se descubren con la visita.

©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola
©Alfonso Abé/ Francisco Espíndola

Mientras nos contaba detalles sobre la flora y fauna del milenario bosque que estábamos recorriendo, entendíamos también la verdadera motivación y justificación para hacer de la Baita un lugar en equilibrio con ese entorno único, en el que ella y su equipo han trabajado día a día por permitir que muchas personas puedan visitar este rincón inhóspito del país de forma amena y responsable.

Puedes encontrar más información en el sitio web de La Baita Conguillío.

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