©Juan Ernesto Jaeger
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Una de las vistas más espectaculares que se pueden tener en la IX Región, la de La Araucanía, es desde la cima del cráter del volcán Sollipulli. En un día despejado la cordillera se ve extensa, magnífica, con las puntas de todas las montañas nevadas. A lo lejos se distinguen el Llaima, el Lonquimay, el Copahue, el Sierra Nevada y el Lanín, un estilizado volcán en Argentina que nos recuerda que estamos a tan sólo dos kilómetros de la frontera.

La vista es un premio, por supuesto. Uno de los premios que diariamente se pueden ver y sentir en la travesía que cruza el glaciar Sollipulli y que está en la boca del mismo volcán, un recorrido no tradicional, que muestra la exuberancia y la belleza de los paisajes de La Araucanía a través de un trekking de tres días.

©Juan Ernesto Jaeger
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Cuando Cristian Gibson, dueño del Eco Camp Nevados de Sollipulli, un conjunto de domos rodeados de bosques de araucarias, coigües, ñirres y lengas, me propuso hacer esta travesía no lo dudé. Sería el mayor acercamiento al montañismo en mi vida de periodista, fotógrafo y viajero. Cruzar un glaciar no se hace todos los días y este es más especial, ya que está en el interior de la caldera del volcán Sollipulli a 2.282 metros de altitud, con una superficie de 14 km2 y un espesor máximo de 700 metros.

Día 1 (Campamento Sollipulli-vertiente oeste del volcán Sollipulli)

©Juan Ernesto Jaeger
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La mochila fue nuestra primera tarea. Una mínima cantidad de ropa, bebidas energéticas, chocolates, barras de cereal, crampones, un piolet, un saco de dormir, un casco y equipamiento esencial para la montaña, serían suficientes.

La buena noticia es que el grupo va con apoyo de dos guías y dos “sherpas” quienes se encargan de armar y levantar el campamento. La comida más importante sería la del final del día y para eso Gibson escogió alimentos liofilizados, que vienen en un pack para dos personas y que prácticamente no pesan ni ocupan espacio.

En forma muy abreviada, la liofilización es un proceso que elimina el agua de los alimentos, previo a un proceso de congelamiento. Así pudimos comer lasaña liofilizada, por ejemplo, la misma que llevan soldados de guerra y astronautas.

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La parte más dura de este primer día de travesía fue un tramo que hay que remontar de piedras y ceniza volcánica de la última erupción (hace 760 años), para luego calzarse los crampones y cruzar amarrados en dos grupos los 4 kilómetros de largo que tiene el glaciar.

El lugar donde acampamos, estaba resguardado por una pequeña colina, pero tenía una vista espectacular del crepúsculo de aquella tarde. No había viento y aunque la temperatura había bajado, la comida y una botella de vino sorpresa, amenizaron el cierre del día.

Día 2 (Vertiente oeste volcán Sollipulli-Termas de Queipude)

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Era el primer día que despertábamos en la cordillera de La Araucanía. Un rápido desayuno, aseo personal y armamos las mochilas para continuar viaje. Nos esperaban 8 horas de trekking.

A poco andar y después de unos 30 a 40 minutos de usar por última vez los crayones, se asomó el valle donde nace el río Alpehue. Para llegar hasta el plano, zona que se originó por los efectos de los glaciares, descendimos una fuerte pendiente de 600 metros que tardamos 3 horas en bajar.

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Aprovechamos para llenar nuestras botellas con agua fresca y bebidas energéticas en polvo y nos metimos por el cajón del río Queipude. El camino ahí se pone duro. Debimos sortear rocas de tamaños irregulares que dificultaban una caminata expedita, con mucha pausa, cuidando de no cometer errores para evitar lesiones en los tobillos.

Cuando el cansancio ya no permitía disfrutar el paisaje, las termas estaban a la vista, lo que nos indicó, además, el fin del segundo día de travesía. Disfrutamos de los rústicos pozones por varias horas, mientras el sol iba cambiando las formas y tonalidades del valle.

Día 3 (Termas de Queipude-Quebrada del Queipude)

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La ruta del último día comprende el paso por unas 20 fumarolas de geiseres y un encajonamiento del Río Queipude, cuyas paredes de granito en algunas partes superan los 300 metros de altura.

En algunas partes prácticamente no hay camino. Con la ayuda de bastones de trekking nos fuimos apoyando para encontrar nuestro propio espacio. Los músculos de las piernas comenzaban a resentirse y de vez en cuando no respondían como quisiéramos.

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La pausa llegó justo en la mitad del tramo que recorrimos. En la parte más estrecha del cajón, hay un hermoso cañón donde pudimos bañarnos. A pesar de que aún estábamos en una zona cordillerana, el agua era tibia, debido a las corrientes subterráneas termales. ¡Gozamos como niños!

La llegada fue emocionante: todos nos abrazamos. Cada uno sacó lo mejor de su espíritu aventurero para que la travesía, más allá del rigor impuesto por la naturaleza, se transformara en una gran experiencia. Ahora, cuando miramos para atrás y revisamos las fotos sólo nos acordamos de la parte bonita de esta historia.

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Datos prácticos:

Para más información sobre este lugar, puedes visitar la página de Nevados de Sollipulli.

Nombre de la excursión: Cruce de Glaciar

Valor: $474.000 (USD 797)

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