Costa Rica es conocido por ser uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. Solamente en lo que es fauna, corresponde al hogar de más de 500.000 especies entre ellos mamíferos, aves, reptiles, peces e insectos.

Atraído por esta riqueza natural, me decidí a viajar hasta Costa Rica para recorrer lugares donde la naturaleza está poco intervenida con el fin de tener un encuentro más cercano con su fauna y poder observar su comportamiento.

©Nicolás Vigil
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Partí por la zona sureste del país, casi en la frontera con Panamá en la provincia de Limón. Ahí existen 2 lugares que me llamaron mucho la atención: El Parque Nacional Cahuita y la Reserva Punta Mona.

Cahuita es un lugar donde hay un único sendero que te lleva a la interacción entre el mar y la selva. Caminando te das cuenta de que la vida está en todos lados y en todas sus formas. Aves, reptiles, cangrejos y monos se ven con facilidad y si uno se pone a mirar con mayor atención notas que son cientas las especies que se pueden encontrar. Lo más bonito de todo es que cada una de ellas tiene un patrón o un comportamiento que la hace única y diferente.

©Nicolás Vigil
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La Reserva Puna Mona se encuentra al sur de Puerto Viejo, en Manzanillo. Es la parte más cercana a la frontera de Panamá. El paisaje se mezcla entre la selva caribeña y nuevamente con playas que por lo general se encuentran desoladas.

Por el lado de la costa pacífico sur está la Península de Osa. Posiblemente uno de los ecosistemas más ricos en flora y fauna del mundo. En este lugar se encuentra el Parque Nacional Corcovado, que tiene una red de senderos que permiten pasar la noche en refugios y vivir inmerso en este santuario de naturaleza. La población de jaguares en este lugar es posiblemente la más abundante del país. Es un ecosistema que aún se encuentra en un estado muy saludable.

Monos capuchinos cariblanca. Madre e hijo. ©Nicolás Vigil
Monos capuchinos cariblanca. Madre e hijo. ©Nicolás Vigil

Siguiendo por el lado pacífico al norte, está la Península de Nicoya. Este es un lugar que presenta un clima donde sus estacionalidades están un poco más marcadas. Es decir, mucha lluvia en los meses de invierno y sequía por los meses de verano. Al sur de la península se encuentra la Reserva Natural Cabo Blanco. Un área protegida que tiene una zona de bosque seco, con especies de árboles deciduos los cuales pierden sus hojas durante el verano.

Muy cerca de Cabo Blanco está Santa Teresa, un pequeño pueblo turístico el cual atrae a sus visitantes principalmente por sus buenas olas para el surf.

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Más al interior, en la provincia de Puntarenas, existe un lugar llamado Monteverde. Es una pequeña localidad ubicada al centro-norte del país a una altitud aproximada de 1600 metros sobre el nivel del mar. El clima aquí es lluvioso y las temperaturas son bastante más bajas que al nivel de la costa. Generalmente por la mañana está más despejado y luego por la tarde las nubes se encargan de cubrir los cerros dando una panorámica muy interesante.

©Nicolás Vigil
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Monteverde es un muy buen destino para el avistamiento de aves siendo el hogar de especies como el quetzal y el pájaro campanero, individuos muy interesantes por sus colores y aspectos. Además es el hogar de muchos otros animales y me tocó ver cómo cambia el panorama respecto a la fauna del día y la fauna nocturna. Durante la noche los sonidos se intensifican, es como si se tratase de una orquesta. Tomándose el tiempo de escuchar con atención se oyen las interacciones entre insectos, aves y anfibios (entre otras cosas). Caminando y agudizando un poco el ojo, es posible encontrar muchas especies activas.

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Más al norte, en la provincia de Guanacaste hay un pequeño pueblo llamado Río Celeste. Me llamó la atención un par de fotos que había visto sobre un parque nacional muy cerca de este lugar y parecía simplemente como si fuese todo de mentira. El río baja desde las montañas con sus aguas de color celeste intenso. Este efecto es provocado por la acumulación de silicatos de aluminio de quedan depositados en el fondo del río, dando así un efecto óptico en el ojo humano y un paisaje único natural.

©Nicolás Vigil
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Al ver tanta vida y tanta variedad de especies, siento que la naturaleza se podría entender como un gran libro de conocimiento. Cada insecto, cada pájaro, cada planta o cada ser tiene su comportamiento y su manera de adaptarse al ecosistema. Tener la posibilidad de observar y aprender de ellas es un regalo valiosísimo. Cada vez que una especie se extingue, es como arrancar y quemar una página de este gran libro de conocimientos llamado naturaleza.

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