La naturaleza es para todos y todo el año. En invierno, incluso con la guagua y la abuelita, se pueden hacer varios paseos. Aquí recomendamos tres destinos cerca de Santiago para que nadie se quede en la casa estas vacaciones de invierno.

Parque Nacional Río Clarillo: para todas las edades

©Ignacia Rojas Philippi
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Hay varias zonas de picnic y tres senderos perfectos para todos. El segundo estacionamiento es el punto de partida más cercano para comenzar a caminar.

De menor a mayor dificultad los recomendados serían estos:

El Arboretum, un circuito de 1km, es plano, ancho y apto para coches o sillas de rueda. Su atractivo son los árboles y arbustos nativos chilenos, que incluyen fichas informativas para conocer más acerca de las especies, entre ellas, algunas con serios problemas de conservación. Aquí se pueden ver desde araucarias, hasta palmas y olivillos, además de las clásicas especies del bosque esclerófilo. Pedagógico, acogedor y con bancos para sentarse a disfrutar. Es como la dosis justa de naturaleza cuando el team no está dispuesto a transpirar.

El segundo sendero es Quebrada Jorquera, una ruta de 1,5 km con un poco de pendiente, más angosto, perfecto para sentirse en el cerro sin mucha dificultad. Al final del recorrido se llega a un mirador de madera con vistas hacia la cordillera, el valle de Santiago y el cajón enmarcado por el río Clarillo. A partir de los 2,5 años podrían hacerlo completo con algo de ayuda en los peldaños.

©Ignacia Rojas Philippi
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El sendero Aliwen es ideal de 4 años en adelante.  Comienza con una subida y luego va bajando de a poco hasta volver al punto de partida. Cuenta con lindas vistas y, al ser un sendero interpretativo, contiene infografías con información de la flora y fauna nativa, representa algo de desafío físico para los niños y se pasa por bosques y junto a ríos. Son 2 km que se recorren en una hora y terminan en mesones de picnic.

Bonus para niños más grandes: A partir de los 6 años y para caminar más en serio, se puede llegar en auto hasta el último estacionamiento del parque y entrar al sendero “Rincón de los Bueyes”. Empieza con un puente sobre el río, tiene algo de subida y un mirador a 2 km del inicio, perfecto para descansar. Según el ánimo del grupo se puede seguir al siguiente mirador (en el km 4) o completar el circuito (12 km con subidas y bajadas pronunciadas).

*Cerrado los lunes. Tarifas, mapas y normas en este link.

Lo Valdés, Cajón del Maipo: para niños que caminan más firme

©Ignacia Rojas Philippi
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Un paseo corto, de poco caminar y más bien explorar. Ir a buscar fósiles con un martillo puede ser lo más cercano a sentirse Charles Darwin. Lo mágico aquí es que la exploración es real, los fósiles aparecen y son valiosos (culturalmente, claro). Y la regla de oro: todo lo que encuentren debe quedar ahí mismo.

Se llega muy fácil, por el Camino al Volcán hasta el km 66 aproximadamente. Nosotros estacionamos en la curva y subimos por la orilla del estero por un sendero que comienza ahí mismo. Atentos a los fósiles de ammonites, esos caracoles que parecen tan actuales pero que tienen miles de años de antigüedad.

©Ignacia Rojas Philippi
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También se puede estacionar un poco antes, justo pasada la yesera (imposible no notarla, el camino pasa justo por el medio de una planta industrial, todo lleno de polvo blanco) en un ensanche del camino. Subir derecho hacia arriba por un acarreo debajo de esos paredones de roca donde escalan (llamados Placa Roja, Placa Gris y Gran Placa). Sólo recomendable para mayores de 6 años, las rocas son altas y hay que equilibrarse en las piedras sueltas. Pero los fósiles aparecen por todos lados… Siempre impresiona.

*De libre acceso. Si ha nevado mucho y bajo, puede estar cerrado el camino. En internet encuentran los teléfonos de Comisaría San Gabriel para preguntar.

Altos de Cantillana en Paine: para ir con niños más grandes, que caminan con ganas

©Ignacia Rojas Philippi
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Su atractivo familiar son los senderos por el sector bajo de la reserva, que nos pasean entre los bosques nativos con especies endémicas o poco comunes en la zona, como el belloto del norte. El circuito Loma la Olivera es el sendero perfecto para una visita con niños mayores de 6 años. Tiene algo de subidas pero es un recorrido corto, de  1 hora y media de caminata, que lleva por los bosques a un mirador con una terraza para picnic. La vista es en 360 grados a la laguna Aculeo y el cordón Altos de Cantillana.

©Ignacia Rojas Philippi
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El recorrido es una oportunidad para educar a los niños sobre el cambio climático y la sequía de los últimos años en la zona central, que ha acabado con varios ejemplares de árboles antiguos del parque y, claro, la lagua Aculeo. La segunda parte del sendero, que retorna desde el mirador, no está bien señalizada. Hay que ir atentos y, tal vez, es más recomendable volver por el mismo camino por donde se llegó.

*Sólo abre fines de semana y festivos y se reserva con anticipación. Tarifas y más info en su página web.

Otro panorama para toda la familia: ¡El cerro detrás de tu casa!

La cordillera de la Costa, la cordillera de los Andes, montes de los valles transversales, ríos y quebradas… siempre hay algo cerca para dar una vuelta. A veces es de privados y dejan una pasada para visitas, a veces hay que pedir permiso educadamente al dueño que cerró todo con un cerco. Vale la pena intentarlo, si queda cerca es más probable repetirlo y convertirlo en rutina, como una extensión del barrio. Enamorarse de lo propio y sentirse parte de un espacio verde es un lujo que muchas veces está a la mano.

Para ir y volver felices

Las reglas de etiqueta del bosque

Nunca son demasiado chicos para empezar a enseñarles el respeto por los otros seres vivos y el espacio que habitan. Un par de pautas mínimas serían:

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