Crédito: © Kenneth Perdigón
Crédito: © Kenneth Perdigón

Mi temporada como instructor náutico en la fundación y escuela de vela Cedena PW se había terminado. Me encontraba nuevamente en Santiago, en pleno verano, acaso buscando la presencia de alguna brisa marina, cuando recibí un llamado telefónico de Jordi Griso, coordinador del velero Vinson of Antarctica. Me informaba que habían invitado a dos alumnos de la fundación para participar como aprendices en un proyecto educativo a bordo de la embarcación. El velero estaría listo en octubre 2021, y el objetivo sería navegar desde Makkum, Holanda, hasta Puerto Williams, Chile.

—Queremos que los acompañes y que documentes la navegación ¿Qué te parece? —me preguntó Jordi—.

—Vamos —le dije de inmediato—.

Así como las grandes cumbres de las montañas tienen un «campamento base”, nuestro mar también lo tiene: Puerto Williams. Allí se encuentra el Micalvi, un pontón que sirve de abrigo para los navegantes que recalan en la isla. Los veleros parecen amarrados alrededor de una fogata, porque es aquí donde los navegantes comparten historias y reviven las travesías folclóricas de los pioneros. Durante el verano, diferentes expediciones esperan pacientemente el buen pronóstico meteorológico, aquel que les permita navegar hacia el Cabo de Hornos y a la Antártica, el continente que se esconde detrás de todos los horizontes de este mundo.

MAKKUM: El velero fue construido en KM Yatchbuilders un astillero especializado en las embarcaciones de aluminio. Crédito: Domingo Abelli]
MAKKUM: El velero fue construido en KM Yatchbuilders un astillero especializado en las embarcaciones de aluminio. Crédito: Domingo Abelli.

Frente al Micalvi, el año 2014, Nicolás Ibañez Scott decidió fundar la escuela de vela más austral del mundo, Cedena PW. Esta fundación tiene la misión de aportar en la formación de niños y jóvenes a través de los deportes náuticos. El objetivo es que los alumnos sean los portavoces de una tradición marítima, y que en el futuro, vean en el mar una opción para desarrollar sus vidas.

En este mismo lugar, algunos años después de la creación de Cedena PW, Nicolás se conoció por primera vez con el reputado navegante de altura, el norteamericano Skip Novak. De dicho encuentro se produjo el sueño de construir un velero diseñado para realizar exploraciones polares, al que bautizarían como Vinson of Antarctica.

SALA DE CLASES: Cuando la meteorología lo permitía, los alumnos utilizaban la cubierta para recibir instrucción náutica. Crédito: Domingo Abelli
MAKKUM: El velero fue construido en KM Yatchbuilders, un astillero especializado en las embarcaciones de aluminio. Crédito: Domingo Abelli.

El interés era fusionar ambos proyectos: “En una frase, lo que buscamos con este barco es: unir la exploración, con la formación” sintetiza Jordi Griso.

Así, dos alumnos destacados de Cedena PW, Arturo Oyarzún (18) y José “Tito” Muñoz (16) —quienes aprendieron a navegar desde los inicios de la fundación— fueron invitados para ser parte de la tripulación como aprendices. El plan consistía en navegar desde Makkum, Holanda, hasta sus propios hogares en Puerto Williams.

El velero

Me reúno con Arturo y Tito en el aeropuerto de Santiago. Ambos están nerviosos por la pandemia, por lo que llevan carpetas plastificadas con todos los documentos necesarios para viajar: no van a dejar  al destino la probabilidad de que los retengan en alguna escala devolviéndolos a Chile, obstaculizando así el objetivo último de llegar al velero.

SEXTANTE Instrumento del Siglo XVIII que permite a los navegantes navegar con los astros. Crédito: Domingo Abelli
SALA DE CLASES: Cuando la meteorología lo permitía, los alumnos utilizaban la cubierta para recibir instrucción náutica. Crédito: Domingo Abelli

Después de un largo viaje, estamos en Makkum, Holanda. Nos recibe Jordi Griso, y aquí por fin conocemos a la tripulación: Kenneth Perdigón, el capitán, Emmanuelle Bily y José Gritti, marineros, y Marta Duch, coordinadora del proyecto educativo. Nos llevan a KM Yatchbuilders, el astillero donde construyeron el barco. Mientras nos trasladamos en auto cruzando el pueblo —a través de puentes, canales y esclusas— observamos la perfección holandesa: todo está impecablemente pintado; hay pintura sobre pintura. Nada se descascara.

El Vinson of Antarctica se encuentra afuera del agua esperando los últimos arreglos antes de ser bajado al mar con una grúa. Arturo y Tito miran el velero por primera vez; sin embargo, lo que realmente observan es su nueva sala de clases. Contemplan el casco de aluminio del barco, con 23.52 metros de largo y 6.31 metros de ancho. Analizan el aparejo de dos mástiles, intentan descifrar intuitivamente el enredo de obenques, cabos y maniobras marineras, en esencia iguales, pero diferentes a las que tienen los pequeños veleros que navegan en Puerto Williams.

PLANCTON Con redes especializadas se recogieron muestras de plancton en la mitad del océano atlántico. Crédito: Kenneth Perdigón
SEXTANTE Instrumento del Siglo XVIII que permite a los navegantes navegar con los astros. Crédito: Domingo Abelli.

Las miradas absortas de ambos jóvenes son interrumpidas cuando Kenneth les indica sus tareas para los siguientes días. Deberán preocuparse de acondicionar la embarcación estibando correctamente los alimentos y equipamientos científicos que se subirán a bordo, esto, porque en los próximos días se nos unirán dos científicos de OGAP (Proyecto Atlas del Genoma Oceánico), quienes buscarán recolectar muestras de plancton en la mitad del océano para realizar un análisis genético.

De todos los tripulantes del velero, yo era el único que conocía previamente a Arturo y a Tito, y sabía que el resto de los tripulantes se sorprenderían con sus capacidades marineras.

Los tripulantes chilenos

 Arturo Oyarzún y Tito Muñoz nacieron en Punta Arenas. Así es como comienza la vida de cualquiera que se considere oriundo de Puerto Williams, esto, porque en la isla no se realizan partos.

La natural comunión que tienen ellos con el mar se remonta a sus orígenes, y antecede a su amor por los deportes náuticos. Por ejemplo, el padre de Tito es capitán de su propia lancha pesquera, y su abuelo que fue pescador, cambió el timón por el hacha y ahora es leñador. “Se podría decir que el oficio de la leña y el de la pesca son bastante parecidos”, reflexiona Tito. “Mi tata, cuando encuentra un árbol caído; lo corta, y lo tiene que sacar arrastrándolo con sus camiones, y eso claramente requiere de una maniobra. Pasa lo mismo con la pesca, debes utilizar recursos similares para manejar la lancha y para sacar las trampas de centolla. De todos los oficios se aprende algo, y eso se puede aplicar a todo, como por ejemplo a la navegación a vela”, asegura.

PLANCTON Con redes especializadas se recogieron muestras de plancton en la mitad del océano atlántico. Crédito: Kenneth Perdigón
PLANCTON Con redes especializadas se recogieron muestras de plancton en la mitad del océano atlántico. Crédito: Kenneth Perdigón

Por otro lado, recuerdo el día en que Arturo me invitó a conocer APEMAR, la lancha centollera de su abuelo. “Arturo —le dije— ¿qué significa ese nombre?”. Me explicó que APEMAR es un juego de palabras compuesto por letras de los nombres de los nietos: Arturo, Pedro y Manuel. Se emociona mientras reafirma que su abuelo es un héroe para él. “Me gustaría tener la experiencia de mi abuelo, y que juntos pudiéramos navegar hacia el Cabo de Hornos”, concluye.

Navegación astronómica

El 11 de Octubre de 2021 se largan las amarras y la tripulación completa desenvaina las velas con una coordinación coreográfica. Nos alejamos de las playas y los puertos. El día está gris y el oleaje nos rodea. “¡Si esto de navegar fuera fácil, el mar estaría lleno de cretinos!”, escucho decir desde la cubierta, mientras las olas animadas nos golpean por el costado, causando el balanceo constante de la embarcación. Somos un velero recién construido —pienso— y es como si el mar estuviese incómodo con este nuevo “insecto” que se ha posado sobre su piel.

CANAL BEAGLE La travesía llega a su fin. El velero es recibido por los niños y niñas de la fundación CEDENA PW. Crédito: Gabriel Jesús Leiva
CANAL BEAGLE La travesía llega a su fin. El velero es recibido por los niños y niñas de la fundación CEDENA PW. Crédito: Gabriel Jesús Leiva

Ya que es el primer día de navegación, Emmanuelle y José, los navegantes más experimentados de la tripulación, se ofrecen a preparar el almuerzo y la comida. Ellos saben que el fantasma del mareo está presente, y que pedirle a cualquiera descender a la cocina del velero para cocinar es prácticamente un castigo. Abajo en la cocina uno pierde el horizonte, hay menos oxígeno y todo se mueve según la cadencia de los golpes de las olas. Sus pronósticos no están equivocados, Arturo y Tito necesitan todavía algún tiempo para acostumbrarse al mar. El mareo los afecta y deben ir a dormir a sus camarotes. Evidentemente, se perdieron la comida.

Nuestro primer itinerario es el siguiente: salimos desde Makkum hacia el Mar del Norte, con el objetivo de cruzar el Canal de la Mancha, para luego atravesar el Golfo de Vizcaya, y finalmente apuntar hacia nuestro primer descanso, las Islas Canarias. Ahí buscaremos abastecernos de verduras y frutas frescas antes cruzar el Océano Atlántico.

Durante esta primera etapa del viaje, Kenneth y Jordi —ambos practicantes de la navegación astronómica—quieren enseñar a su tripulación el arte de navegar con los astros. Jordi lo introduce así: “Hay que dejarse seducir por la larga y fascinante historia que arrastra, por sus instrumentos y liturgia, sentir curiosidad por los infinitos misterios que esconde el cielo estrellado, y estar dispuesto a aceptar cierta incertidumbre, condición indisociable de la verdadera aventura”.

De esta manera, se apagan los instrumentos de navegación y es como si todos observáramos los astros por primera vez…Bellatrix, Aldebarán, Sirius, Pólux. Ya no son las estrellas del cielo, son las estrellas del mar. A los que nunca hemos estado en el hemisferio norte nos llama especialmente la atención la Estrella Polar, aquel astro que se encuentra justo arriba del eje de la tierra, sobre el Polo Norte. Mientras la Tierra gira, esta estrella quieta nos indica el Norte. Un punto fijo en el universo móvil del océano.

La realidad se transforma y el velero se convierte en un aula. Durante el día Arturo y Tito —que empuñan sus sextantes por primera vez—ven en el sol, un faro…una deidad que dicta nuestra estimada posición en el océano.

ESCUELA DE VELA Cedena PW es la escuela de vela más austral del mundo. Crédito: Gabriel Jesús Leiva
ESCUELA DE VELA Cedena PW es la escuela de vela más austral del mundo. Crédito: Gabriel Jesús Leiva

Los alienígenas del mar

 Al llegar a Las Palmas, Islas Canarias, se unen a la tripulación dos científicos responsables del proyecto OGAP, el Dr. Leonid Moroz, y su ayudante Daria Romanova. Junto a ellos zarpamos hacia el Océano Atlántico, poniendo nuestra proa hacia Punta del Este, Uruguay.

Se suma una nueva responsabilidad a bordo. A medida que navegamos por la mitad del océano, la tripulación debe arrojar diariamente redes especializadas para recolectar muestras de plancton. El objetivo de la investigación es responder a uno de los más grandes misterios de la ciencia: el cómo, cuándo, y por qué evolucionó el cerebro.

Para Leonid este viaje adquiere una significado especial, porque así como el Vinson of Antarctica fue construido en Holanda, también lo fueron los primeros microscopios que analizaron el plancton, haciendo de la óptica un portal hacia otros universos.

¿Cómo se sintetiza la metodología diaria? Primero se detiene el velero. Cuidadosamente, la tripulación lanza redes al mar, y se activa el cronómetro por al menos 15 minutos. Luego, con gran esfuerzo se recuperan las redes colmadas de plancton y las muestras son situadas en acuarios para ser analizadas. Nuestros ojos —sin el rigor de la ciencia— ¿qué perciben? Se ven palpitaciones transparentes que anuncian la presencia de una vida. Irisdicencias: reflejos azules, verdes, tinturas que brillan.

La tripulación le pide a Leonid que escriba un artículo para definir lo observado. En su texto se relata que “los ctenóforos son notablemente diferentes del resto de los animales marinos y se han ganado su apelativo de verdaderos alienígenas del mar”. Sé que con esas palabras Leonid busca inspirar a la tripulación que —hay que reconocerlo—, abatida por el calor del Ecuador, necesita motivación para recolectar plancton día tras día.

El trabajo de la tripulación consiste en hacer que el velero navegue, en palabras simples, que avance. Pero Leonid realmente quiere todo lo contrario. Desea quedarse indefinidamente en la mitad del océano recolectando y analizando muestras. Es realmente fácil entender su frustración, Leonid me explica que debido a la acción humana, hemos empezado a perder especies a un ritmo acelerado todos los días. Si consideramos que solamente conocemos el 10% de los océanos, esto significa que desaparecen especies que ni siquiera hemos visto, y sin siquiera saberlo.

TRIPULACIÓN Antes de zarpar hacia Puerto Williams la tripulación se toma un último retrato. Crédito: Domingo Abelli
TRIPULACIÓN Antes de zarpar hacia Puerto Williams la tripulación se toma un último retrato. Crédito: Domingo Abelli

Después de casi un mes, cuando nos quedan pocas millas para llegar a Punta del Este, la ansiedad puede verse en los rostros de todos los tripulantes. La tierra es como un imán. Se empiezan a anhelar cosas simples de la vida, caminar, un llamado telefónico. Pero a Leonid le inquieta que su investigación ha llegado a su fin, con humor me dice:

—Perder especies y organismos es peor que perder el Museo Louvre completo. ¡No me malentiendas! ¡Admiro el Arte, pero esto es peor!

El regreso a Puerto Williams

Latitud 50, 51, 52…Han sido 8.000 millas náuticas. Nos encontramos navegando cerca del Estrecho de Lemaire —el pasadizo que separa la Isla de los Estados con Tierra del Fuego— y a través del cual ingresaremos hacia el Canal Beagle. El viento alcanza los 40 nudos de intensidad. Es un mar afectado por el viento; una luz afectada por el mar. Nuestro capitán calcula con precisión el ingreso al canal. Es indispensable hacerlo con corriente a favor, de lo contrario el velero navegaría hacia atrás.

Lentamente, vemos como la Isla Navarino se va dibujando en el horizonte tortuoso de la Patagonia. Arturo y Tito observan los árboles de lenga, ñirre y coigüe, reconociendo en esta tierra un hogar. Ahora, como un obsequio, Kenneth entrega el timón a Tito, quien orgulloso dirige la proa hacia “Caleta Margarita” —un fondeadero tranquilo al este de la isla—, donde pasaremos la noche antes de ir a Puerto Williams.

Por la mañana, la última tarea de Arturo y Tito es “engalanar” el velero, es decir, lo visten con banderas de la popa hasta la proa, para anunciar nuestra alegría. Con esta vestimenta entramos navegando a la bahía de Puerto Williams, donde los aprendices son recibidos por una ciudad emocionada, orgullosa de sus navegantes. Aparecen los niños y niñas de la escuela rodeándonos con sus veleros. Los buques de la Armada de Chile hacen resonar sus bocinas, embarcaciones de todos los tamaños, viejos amigos del Micalvi, nos escoltan alegremente hasta nuestro fondeadero. Cae el ancla: Arturo y Tito retornan a sus hogares, y yo también debo desembarcar apresuradamente. La meteorología siempre manda y se ha abierto una “ventana” de buen tiempo que le permite al Vinson of Antarctica continuar con su viaje. Ahora, desde la tierra, observo al velero que se marcha y pienso, “Si el Cedena fue una escuela, El Vinson, la universidad”.

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