“Una oportunidad para volver al bosque”
Nuestro colaborador, Cristián Fernandez, nos comparte una columna de opinión en la que nos comenta que el coronavirus podría ser una oportunidad para volver a establecer normas éticas a nuestra relación con otros, el medio ambiente y uno mismo. “Tenemos que volver al bosque, no solamente para disfrutar de la belleza que habita en lo natural, sino para volver a habitar el vacío, ese que no nos tiene la vida resuelta y que apela a que la resolvamos nosotros”, expresa en su columna. Aquí la puedes leer completa.
Me observo aquí; detenido, incierto y expectante a uno de los cambios sociales más relevantes de nuestros tiempos, comparable con la segunda guerra mundial y otros momentos de crisis globales.
La humanidad jamás había estado tan conectada; los mercados, los servicios, los productos y la información vienen y van por toda la Tierra, resolviendo acortar tiempos y distancias para realizarnos de manera más eficiente. Esto ha colaborado con inmensos avances, pero sin lugar a duda, tiene a la humanidad en niveles bajísimos de autosuficiencia. Somos dependientes de las soluciones que hemos creado; el internet, los delivery, los servicios y productos que todos conocemos que sostienen nuestras rutinas.
Hoy nos vemos enfrentados como humanidad a una crisis global, como muchas veces en la historia, pero no nos enfrentamos de la misma forma que antes. Esto porque somos muchos, dependemos demasiado de lo exterior y nos vemos incapaces de auto sostenernos. Buscamos que otros nos resuelvan y somos poco dueños de nosotros mismos.
Este virus llegó a decirnos basta. Muchos vemos hace tiempo que nuestros pilares como sociedad están mal fundados, respecto a la relación entre persona, comunidad y universo natural.
Llevamos mucho tiempo avanzando a toda velocidad sobre las capacidades regenerativas de la Tierra y del ser humano. En el plano físico; contaminamos, deforestamos y consumimos en grandes escalas afectando a biomas sumamente complejos, como bosques, masas de agua, praderas y desiertos. Avanzamos por un desarrollo que inconscientemente nos deparó en externalidades como el aire contaminado, ríos tóxicos, degradación de ecosistemas, migraciones de comunidades y desaparición de culturas.
En un plano espiritual; nos sobreexplotamos, nos mal alimentamos, nos obligamos a rendir, nos atacamos entre unos y otros, competimos y nos sobreconstruimos afectando a procesos personales altamente regenerativos como el silencio, el descanso, el colaborar y el no obrar. Avanzamos en un estilo de vida que nos tiene ciegos a externalidades como el estrés, la depresión, la desesperanza y el sin sentido.
Sin darnos cuenta, en un proceso dinámico nuestra sociedad construyó espacios y formas de vida inertes, que hoy nos sentencian a una vulnerabilidad gigante, al no ser auto suficientes ni en nuestro espíritu, ni en nuestro planeta. Somos sumamente débiles y nos cuesta sobreponer al interés/deseo personal los intereses colectivos.
Este virus es una oportunidad de poner freno a ese avance ciego, de volver a establecer nuevas éticas respecto a nuestra relación con los otros, con el medio ambiente y con uno mismo. Hoy me doy cuenta que mis 10 años de relación estrecha con los bosques de la Patagonia me han forjado una independencia y autosuficiencia muy necesaria en estos momentos. El poder ser íntegro independiente de los contextos.
En este sentido, y es a lo que me dedico, considero que nosotros los seres humanos tenemos que volver al bosque, no solamente para disfrutar de la belleza que habita en lo natural, sino para volver a habitar el vacío, ese que no nos tiene la vida resuelta y que apela a que la resolvamos nosotros. Ahí es donde se forja una ética del cuidado, de la autosuficiencia, de la colaboración. En el tener que faenar un pescado y cocinarlo, en el caminar bajo la lluvia por que hay que llegar, en donde el tiempo recobra un ritmo marcado por otro compás, donde las conversaciones son más reales, el agua es limpia y los alimentos salen de la tierra.
Creo que, como la migración campo-ciudad, hoy tenemos que pensar en los espacios naturales como una escuela de la ética humana y tomarnos en serio la construcción de modelos que nos permitan, sin importar la condición económica, tener acceso a estas experiencias significativas para forjar nuevas sociedades con pilares fundados en el vivir nativo, el vivir autosuficiente y en el poder ser íntegros independiente de los contextos. Para comprender los ciclos y ser extractivistas, pero también retribuyentes y así mantenernos en este sistema solar que nos acoge día a día y que no hemos sido capaces de mirarlo cara a cara, escondiéndonos entre edificios vacíos de humanidad. Vuelve al bosque y forja nuevas maneras de hacer para construir sociedades sostenibles.