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Un acercamiento a las ardillas de Latinoamérica, que suman nueva especie
Una expedición en Perú reveló el hallazgo de una nueva especie de ardilla que no solo es única, sino que representa un género completamente nuevo para la ciencia. A raíz de este descubrimiento, te contamos aquello que conocemos y nos falta saber sobre las ardillas de Latinoamérica, roedores clave para la salud de los ecosistemas y, sin embargo, rodeados de incógnitas.
Una expedición reciente de Conservación Internacional en el Paisaje Alto Mayo, en Perú, reveló un descubrimiento asombroso: una nueva especie de ardilla para la ciencia, que además representa un género completamente nuevo (Microsciurus sp.). Esta especie de ardilla enana, es difícil de detectar en la selva tropical, donde corre velozmente, salta ágilmente y se esconde entre las ramas de los árboles. “Después de una revisión taxonómica adecuada, esta especie que es nueva para la ciencia también pertenecerá a un nuevo género, un nivel de distinción más alto que el de ser simplemente una nueva especie”, se especificó en el boletín RAP de Evaluación Biológica de Conservación Internacional Perú.
“Descubrimos una nueva ardilla enana, que mide aproximadamente 14 centímetros de largo (…) De hermoso color marrón castaño, muy rápida”, relató Trond Larsen, líder del Programa de Evaluación Rápida de Conservación Internacional.
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El hallazgo de esta ardilla no solo amplía el inventario de la región, sino que destaca cómo la biodiversidad latinoamericana aún guarda sorpresas incluso en áreas donde la presencia humana es significativa. Esta nueva especie se suma a las 28 especies de ardillas ya identificadas en Latinoamérica, un grupo diverso y, en muchos casos, poco estudiado.
Las ardillas son uno de esos animales que generan simpatía inmediata. Sus movimientos ágiles, su curiosidad constante y su aspecto encantador las han convertido en visitantes comunes de parques, jardines y bosques en muchas partes del mundo. En Latinoamérica, su presencia es igualmente notable, desde las selvas tropicales hasta las montañas y bosques secos. Sin embargo, aunque son familiares para muchos, el conocimiento científico sobre ellas en la región, es sorprendentemente limitado.
Entonces, todos reconocemos a una ardilla cuando la vemos, pero ¿qué tanto sabemos realmente sobre su diversidad, ecología y comportamiento? Investigaciones han revelado grandes vacíos de información, especialmente en el caso de las especies que habitan los bosques neotropicales. Lo que sabemos es solo una parte de la historia; lo que falta por descubrir sigue siendo un recordatorio de cuánto nos queda por aprender sobre estos pequeños y fascinantes roedores.
Diversidad y distribución: mucho por conocer
En Latinoamérica, las ardillas se agrupan principalmente en los géneros Sciurus, Microsciurus, Guerlinguetus y Notosciurus. Entre las más conocidas destacan la ardilla misionera, la ardilla centroamericana y la ardilla de cola roja, cada una con características únicas que reflejan su adaptación a distintos entornos.
Ardilla misionera (Guerlinguetus brasiliensis)
Conocida también como ardilla gris, habita en los bosques húmedos de Brasil, Argentina y Paraguay, con poblaciones disyuntas en la Amazonía. Es una ardilla arborícola, diurna y solitaria, especializada en entornos forestales. Se sabe poco sobre sus hábitos reproductivos, pero estudios en Brasil han determinado que tiene dos períodos reproductivos al año: uno en invierno y otro en verano. El periodo de gestación dura alrededor de cuatro semanas, y cada camada puede tener entre tres y ocho crías. Su dependencia de los bosques nativos la hace vulnerable a la fragmentación del hábitat y al reemplazo de la vegetación por plantaciones de coníferas exóticas.
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Ardilla centroamericana (Sciurus variegatoides)
Endémica de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, el sur de México, Nicaragua y Panamá, la ardilla centroamericana es de tamaño mediano y arborícola. Presenta una notable variabilidad en su apariencia, incluso dentro de una misma población. Su pelaje dorsal varía entre marrón oscuro y gris amarillento, mientras que el cuello suele ser más oscuro y las partes inferiores, de tonos canela. La cola, larga y tupida, puede ser negra en México, a veces con puntas blancas que le dan un aspecto escarchado. En Nicaragua y Costa Rica, algunos individuos presentan una coloración más pálida. Es una especie diurna, herbívora y solitaria, que se adapta bien a diferentes tipos de bosques.
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
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Ardilla de cola roja (Notosciurus granatensis)
Conocida también como ardilla colorada, se encuentra en América Central y del Sur, desde Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá y Venezuela, hasta las islas caribeñas de Trinidad y Tobago y Margarita. También ha sido introducida en Cuba, donde una pequeña población se encuentra en las cercanías del río Almendares, en La Habana, tras escapar del zoológico local. Es una especie diurna, arborícola y solitaria que se alimenta principalmente de frutos, como palmas. Tiene el hábito de guardar semillas enterrándolas o escondiéndolas en huecos de árboles para consumirlas durante la escasez de alimento. Sus nidos suelen construirse con hojas y se refugia en agujeros de árboles o entre la vegetación densa. El período de gestación dura entre 15 y 16 semanas, y las camadas suelen constar de dos o tres crías nacidas sin pelo y con los ojos cerrados. La reproducción parece estar relacionada con la disponibilidad de frutos, lo que demuestra su estrecha conexión con la salud de su entorno natural.
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Ardilla de vientre rojo (Callosciurus erythraeus): la invasora
No todas las ardillas que habitan en la región son autóctonas. Un caso particular es la ardilla de vientre rojo (Callosciurus erythraeus), originaria del sudeste asiático, introducida en Argentina en la década de 1970. Esta especie invasora se ha expandido rápidamente, compitiendo con especies nativas y generando impactos ecológicos y económicos.
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La ardilla de vientre rojo no solo afecta a la fauna nativa desplazándola de su hábitat y compitiendo por alimento, sino que también es portadora potencial de enfermedades que podrían afectar tanto a la fauna silvestre como a la salud humana. Además, su comportamiento alimentario incluye el daño a cultivos, lo que representa un problema para agricultores locales. En áreas urbanas, se ha reportado que roen cableados eléctricos, causando cortes de energía y costosas reparaciones.
Su erradicación es complicada debido a la rápida expansión de sus poblaciones y a la falta de programas integrales de control. Organizaciones ambientales han señalado la importancia de estrategias preventivas y de monitoreo continuo para evitar que la situación se repita en otras regiones.

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
Así, las ardillas no solo son animales carismáticos; también cumplen un papel clave en los ecosistemas. Al actuar como dispersoras de semillas, contribuyen a la regeneración de los bosques. Habitan en una variedad de hábitats, desde las densas selvas amazónicas hasta las montañas de los Andes y los bosques secos de México.
No obstante, enfrentan amenazas constantes. La pérdida de hábitat por la deforestación, el cambio climático y la fragmentación del paisaje afectan sus poblaciones. Paradójicamente, estudios han mostrado que algunas especies son más abundantes en fragmentos pequeños de bosque que en selvas continuas, debido a la mayor disponibilidad de alimento y menor presencia de depredadores.

Un mundo por descubrir
A pesar de su familiaridad, las ardillas siguen siendo un misterio. Muchas especies, especialmente las del género Microsciurus y Sciurillus pusillus, una de las ardillas más pequeñas del mundo, están subrepresentadas en los estudios científicos. La falta de datos sobre su biología y distribución dificulta la implementación de estrategias efectivas de conservación.
El reciente hallazgo en el Alto Mayo es un recordatorio de cuánto queda por descubrir. Con cada expedición y cada nuevo estudio, las ardillas de Latinoamérica revelan que, aunque las amemos y las veamos con frecuencia, aún sabemos sorprendentemente poco sobre ellas.
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