Rodrigo Mundaca: “Todo ha valido la pena, pero ha sido un camino duro”
A días de asumir como gobernador de la Región de Valparaíso, el ingeniero agrónomo relata los episodios de amenazas que ha vivido en su lucha por el agua. “Hemos naturalizado la impunidad y la violencia contra los defensores ambientales”, señala. En esta entrevista, Rodrigo Mundaca habla de sus años en Cuba, dice que pensó en ser candidato constituyente y se pronuncia sobre una eventual candidatura presidencial. Además, adelanta que pedirá a Medio Ambiente y Obras Públicas atribuciones fiscalizadoras “porque no han hecho la pega”.
Cuando era niño a Rodrigo Mundaca (60) le gustaba meter los zapatos en el barro. Lo hacía cada vez que acompañaba a su papá al campo. Eduardo Mundaca, padre de Rodrigo, trabajó como interventor de la Corporación de la Reforma Agraria durante el gobierno de Salvador Allende y debía visitar sectores rurales. Esas visitas son los primeros recuerdos en la naturaleza. «Cuando pienso en mi papá, pienso en ese olor a tierra húmeda, a tierra mojada», dice.
Para el gobernador electo de la Región de Valparaíso -cargo que asume el próximo miércoles 14 de julio-, la pasión por el campo se convirtió en su vocación cuando llegó a la universidad. Pero hubo un episodio que pudo cambiarlo todo. Cuando era estudiante en el liceo salesiano Manuel Arriarán Barros, en La Cisterna, le tomó el gusto al fútbol y se probó con éxito en las divisiones inferiores de Colo-Colo. «Jugaba en cualquier puesto del mediocampo hacia arriba», dice él. Eran los años 80 y Mundaca compartía camarín con jóvenes de la talla de Jaime Pizarro, Alejandro Hisis, Jaime Vera o el Rambo Ramírez, que años más tarde defendieron a La Roja. Mundaca llegó hasta la Cuarta Especial, una categoría intermedia entre la juvenil y el plantel profesional, los sparring del primer equipo.
-Si hubiese debutado en el primer equipo probablemente me hubiese quedado en el fútbol.
Eso no ocurrió y, por otro lado, cada vez le tomaba más el peso a la situación del país. “Tenía muchas inquietudes sociales y entendía bien el período que estábamos viviendo. Estábamos en una dictadura feroz y había que combatirla”.
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Mundaca se decidió por los estudios y en 1985 partió a Cuba para ingresar a la Universidad de Matanzas “Camilo Cienfuegos”. “Elegí una carrera que está directamente vinculada con el medio natural”, dice el ingeniero agrónomo. “En la universidad entendí que nuestro rol societario es producir alimento, pero no cualquier alimento, sino sustentable y para todas y todos. Esa variable me ha marcado siempre”.
-¿Por qué se fue a estudiar a Cuba?
-Me tuve que ir. No tenía muchas opciones.
Mundaca cuenta que era el único chileno en la universidad, que convivía con estudiantes de todo el mundo, que los agrupaban en piezas de a 10 estudiantes y que dos veces al año, la universidad los llevaba a comprar ropa.
Estaba en Cuba cuando cayó el Muro de Berlín y se terminó el apoyo de la ex Unión Soviética a la isla de Fidel Castro. “Fue una experiencia dura”, dice. “En el periodo especial se acabaron muchas cuestiones de primera necesidad”. Recuerda que se repetían el menú: “Durante mucho tiempo estuvimos comiendo boniato (una papa dulce) con arroz, y arroz con boniato… (ríe). Pero sobrellevamos un periodo muy duro con un espíritu de mucho colectivismo, de compartir y de pensar siempre en el otro. Eso nos fortaleció”.
Mundaca regresó a Chile en 1993, a través del programa de repatriación voluntaria de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
-¿Qué le pareció Chile cuando volvió?
-Me pareció raro.
Por raro se refiere a una salida política “a la cual no habíamos aspirado y por la cual no habíamos luchado”. Explica que ese Chile “con justicia en la medida de lo posible, como dijo Patricio Aylwin” le parecía ajeno. Recuerda que “llegaron los profesionales de la política y nos dijeron ‘váyanse para la casa que ahora vienen los políticos que saben y va a llegar la alegría’, pero la alegría nunca llegó. Y al final se privatizó todo lo que era público, se entregaron las empresas a fardos cerrados a grandes consorcios nacionales e internacionales, y se profundizó la privatización de los bienes naturales comunes, en particular, el agua”.
Al ingeniero agrónomo también le llamó la atención “la opacidad” de Chile. “Yo venía de una cultura caribeña, con una forma de relacionarse distinta, con las puertas de las casas abiertas, con los vecinos compartiendo una libra de pan o de arroz, donde un tipo se sube a la guagua (micro) y se encuentra con un amigo que está al fondo de la guagua y le grita ‘oye, chico, ¿cómo te va?’ y se ponen a hablar de su vida y todo el mundo se entera… Y me encontré con un Chile opaco, gris, temeroso… Bueno, había razones para estar temerosos, sin duda. Pero eso me golpeó muy fuerte”.
-En ese tiempo, el medioambiente no era tema.
-No, no era tema. Cuando uno hace un análisis riguroso llega a la conclusión de que las bases de la desigualdad en Chile se edifican desde la privatización de los bienes naturales comunes y desde la depredación del medioambiente. David Harvey, un geógrafo británico marxista que me gusta muchísimo, habla del patrón de acumulación por desposesión. En Chile, existe un patrón de acumulación por desposesión muy nítido en el ámbito de los bienes naturales comunes y el tema del medioambiente, del agua y de la tierra estuvo muy oculto durante muchísimo tiempo. En el origen de las fortunas de Matte y Angelini está el Decreto Ley 701 fraguado en dictadura el año 1974, a partir de la enajenación de más de 2 millones de hectáreas de asentamientos mapuches, que les fueron pasadas a fardos cerrados para construir una “industria forestal para el país” -dice resaltando las comillas-, bonificada por el Estado en un 75%. Es decir, ¡en el origen de esas fortunas está la tierra y está el agua!”.
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El Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (Modatima) cumplió 11 años. Para Mundaca, uno de sus fundadores, la lucha por el agua, por la tierra y por vivir en un medioambiente libre de contaminación estuvo muchos años “invisibilizada, aplastada, silenciada y censurada”.
Mundaca dio su primera entrevista a un medio masivo -CNN Chile- en 2012. Ese día, curiosamente, empezó un calvario.
Dice que fue un lapsus, una divagación. “Llevaba media hora hablando de agua y en un minuto dije: ‘En la provincia de Petorca hay responsables de la usurpación de agua, entre ellos, Pérez Yoma’. Y Mosciatti me pregunta qué significa usurpar. Entonces pensé: ‘Si le contesto que usurpar procede del latín usurpāre, que significa arrebatar de forma impropia, todo el mundo me va a ver como un soberano huevón’. Entonces dije: ‘Sí, en la provincia de Petorca hay personajes que se roban el agua’, y los mencioné a todos, entre ellos, a Pérez Yoma. En menos de un mes me cayó una querella por injurias con publicidad. Me hicieron mierda la vida durante dos años, y perdí todo”.
Mundaca enfrentó cuatro juicios en las ciudades de La Ligua, Quillota, Santiago y Concepción y acudió a 24 comparecencias en cuatro tribunales durante dos años, y terminó condenado a 541 días de cárcel, posteriormente conmutados por firma mensual ante Gendarmería durante un año y al pago de una multa de cerca de 160 mil pesos.
“La multa la pagamos con una campaña nacional que se llamó ‘Sácate un peso de encima’: juntamos puras monedas de un peso en todo el país. Me llegaban en botellas, en cajas, llené una pieza completa con monedas de a peso y fuimos a pagar al Banco de Chile, el banco de Luksic. Entramos como a las 10 de la mañana y eran como las cinco de la tarde y seguíamos contando las monedas. Me odiaron los cajeros. Como 150 lucas en puras monedas de a peso, ¡imagínate! Fue una manera de expresar nuestra resistencia, pero con alegría. Me hicieron mierda la vida, pero íbamos a seguir peleando”.
-Usted perdió la batalla legal, pero hoy el tema de la propiedad del agua está instalado en autoridades, constituyentes y gente común y corriente. ¿Siente que ganó esa batalla?
-Desde la épica, nosotros decimos que sumamos mentes y ganamos corazones para la causa del agua.
A fines de septiembre de 2019, Rodrigo Mundaca recibió en Alemania el Premio Internacional de Derechos Humanos de Núremberg, como reconocimiento a su lucha en favor del libre acceso al agua potable. Regresó al país a principios de octubre y a la salida de un acto en un teatro le comentaron que en redes sociales circulaba una foto suya con un balazo en la frente.
“Mis compañeros tomaron la decisión de guardarme», dice. Estuvo varios días en lo que él llama, entre comillas, una casa de seguridad de Modatima, donde no tenía teléfono ni acceso a correo electrónico. “La revuelta popular de octubre de 2019 me pilla resguardado. No pude participar en un principio”.
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Luego reflexiona: “Creo que nos ha pasado algo muy particular: hemos naturalizado la impunidad y la violencia que se ha ejercido contra los defensores ambientales. Tenemos compañeras que en este minuto están amenazadas de muerte, como la Verónica Vilches, que es parte de Modatima, la Carolina Vilches, que es constituyente y es parte de nuestra organización desde siempre. La han intentado atropellar, le han intentado saquear la casa, le han intentado secuestrar el hijo, y hemos vivido así desde hace muchísimo tiempo”.
-¿Qué reflexión tiene sobre lo que le ha ocurrido?
-Hay una reflexión en simple: todo ha valido la pena. Pero también hay otra reflexión cuando miro hacia atrás: llevamos 15 años batallando por el agua y por aquello fuimos perseguidos, censurados, criminalizados, condenados, agredidos y amenazados de muerte. El periodo de la criminalización fue muy duro. Cuando partió la lucha por el agua estaba emparejado y muchas cosas se fueron a la mierda, dicho así, en términos literales (…) Y sí, pienso que todo ha valido la pena, pero ha sido un camino duro.
Agrega: “Tuvimos la capacidad de resistir, pero no hacemos apología de aquello, porque tuvimos que resistir más allá de nuestras propias fuerzas”.
-¿Se arrepiente de haber tomado este camino?
-No, para nada. Si tuviera que arrepentirme de algo es de no haber partido antes luchando por el tema de los bienes naturales comunes y no habernos organizado antes. Porque cuando nos organizamos, ya teníamos los cerros llenos de paltos, los ríos ya se habían secado, ya los niños no tenían agua en los colegios, ya estábamos llenos de camiones aljibes repartiendo agua, ya los grandes productores se habían enriquecido a costa del sacrificio de nuestras comunidades. Si de algo pudiera arrepentirme es de no habernos organizado antes.
-¿Cree que ha cambiado la imagen que existe del activismo ambiental?
-Es una buena pregunta. Creo que hasta hace dos o tres años atrás, el activismo todavía se miraba de forma muy peyorativa. «Ah, estos son los de la ecología profunda que quieren destruir la economía, los que están en contra de la salmonicultura, de la industria forestal, de los monocultivos…». El 15 y el 16 de mayo, gran parte de los constituyentes que fueron elegidos han consagrado su vida al activismo socioambiental. Ahí están la Cona (Constanza) San Juan, de Atacama, la Caro Vilches, la Cristina Dorador, Manuela Royo, la machi Francisca Linconao, Camila Zárate, Tania Madariaga… Dejaron de ser mirados peyorativamente porque lograron instalar en el debate público temas que son esenciales hoy día. La población entendió que estas son batallas esenciales.
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Mundaca dice que no estaba convencido de competir por la gobernación. “Al comienzo tenía hartas reticencias, porque me habría encantado ser candidato a constituyente”, sentencia. “Pero a medida que fui recorriendo la región me di cuenta de que todo por lo que habíamos batallado tanto tiempo se quintuplicaba. Hoy tenemos más de 400 mil personas dependiendo de camiones aljibes en la Región de Valparaíso, somos la región que tiene la mayor cantidad de campamentos del país, dos dígitos en materia de cesantía, una región considerada roja producto de los crímenes de odio, el tema de la persecución de los y las defensores ambientales, la región que tiene la mayor cantidad de conflictos socioambientales del país. Me di cuenta de que era absolutamente certera la decisión”.
Cuenta que “tenía confianza, pero no certeza” de salir electo ese fin de semana del 15 y 16 de mayo, y enumera a varios analistas políticos que no le veían opciones siquiera de pasar a segunda vuelta. “La certeza me volvió el primer día de la votación, el día 15”, dice. “Cuando fui a votar, que me fui caminando, me debo haber demorado como una hora para llegar al recinto de votación porque la gente me paraba, me abrazaba, me decían ‘tenga confianza’ y ahí dije ‘vamos a ganar en primera vuelta’”.
-Si tuviera que definir cómo será Rodrigo Mundaca gobernador, ¿qué diría?
-Creo que quien llega a la gobernación regional de Valparaíso es un militante del movimiento social que ha puesto su vida al servicio de la recuperación de los derechos sociales y de la recuperación de los bienes naturales comunes.
-En su programa señala que solicitará el traspaso de competencias a los ministerios de Medio Ambiente y Obras Públicas en materia de fiscalización. ¿Qué busca con eso?
-Cuando revisas lo que ha sucedido en las 101 cuencas del país, más del 80% se encuentran sobre otorgadas. Hemos denunciado el robo de agua y la institucionalidad nos ha dicho siempre que no tiene personal ni competencia. Hoy la institucionalidad pública en materia hídrica es parte del problema y no de la solución, por tanto, cuando decimos que queremos ejercer nuestras facultades en el ámbito de la fiscalización del robo de agua es porque evidentemente tenemos cero confianza en la institucionalidad (…) Por otra parte, cuando se habla de las causas de la pandemia, se habla de la destrucción de los ecosistemas, de la destrucción de la biodiversidad, de la destrucción de los hospederos naturales de la fauna nativa, y ese es un reflejo inequívoco del modelo de producción que existe en el país. Y ahí, ¿qué dice el Ministerio del Medio Ambiente? Nada. Tuvo que haber una resolución de la Suprema obligando a la Municipalidad de Nogales a entregar 100 litros de agua por persona en un escenario de pandemia. En la provincia de Petorca hubo otra resolución de la Corte Suprema obligando a entregar 100 litros de agua en un escenario de pandemia, cuando estaban entregando 50. Es francamente inhumano lo que ha sucedido con la privatización de este bien común.
-¿De qué manera podría impulsar una reactivación verde como gobernador?
-Nosotros hablamos de inversiones responsables. Queremos que en la Región de Valparaíso haya un modelo de desarrollo viable y competitivo. Nadie está diciendo que no queremos que ganen dinero o que no queremos que inviertan, porque nos han creado esa caricatura; lo que decimos es que haya un modelo viable y competitivo, pero socialmente justo, ecológicamente más sano y que cumpla con dos principios: justicia ambiental y sostenibilidad ambiental, y eso es de sentido común (…) Hay empresarios que nos han dicho que están dispuestos a invertir de manera responsable en la Región de Valparaíso precisamente bajo este paraguas.
-¿Se presentaría a una reelección?
-No me gusta la política ficción. Me han preguntado varias veces si voy a ser candidato presidencial, porque la Lista del Pueblo ha puesto mi nombre por ahí, y yo he dicho con muchísima sinceridad, y no será esta ocasión distinta: tengo 300 mil votos en mi espalda y no puedo defraudar la confianza depositada en mi persona.
-¿Cómo le gustaría salir de la gobernación cuando termine su período?
-Quiero salir con la frente en alto, tranquilo, disfrutando del patrimonio ambiental que vamos a defender… Soy un ciudadano común y corriente que, al cabo de los cuatro años, quiere poder seguir caminando libremente en las calles de la Región de Valparaíso.