Rodolfo Dirzo, ecólogo mexicano y académico de la Universidad de Stanford, ha pasado décadas sumergido en la selva tropical americana, en Kenia -África- y otros ecosistemas, investigando las transformaciones que se han producido por la acción humana y que hoy, en el contexto de la pandemia, le preocupan aún más: la pérdida de fauna y de hábitats para miles de especies de animales y plantas.

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Rodolfo Dirzo. Gentileza IEB

Diversos estudios respaldan esta alerta. Se estima que entre los años 1970 y 2010, el número de vertebrados disminuyó en un 52%. Por otro lado, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, estableció que unas 5.200 especies de animales se encuentran en peligro de extinción en la actualidad. Y la ONU, en su último informe de Perspectiva Mundial sobre Diversidad Biológica, advirtió sobre la urgencia de proteger los ecosistemas naturales, a fin de evitar una sexta extinción masiva.

En ese contexto, y desde California, el Dr. Dirzo dictó una conferencia a un grupo de estudiantes chilenos que participan del Curso Ecología de Bosques, impartido por el Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB.  En dicha actividad – que cumple 20 años desarrollándose – el experto analizó el escenario global en el marco del Antropoceno y la crisis mundial por el Covid 19, explicando cómo el ser humano ha impactado los ecosistemas naturales, a través de la degradación y fragmentación de los espacios en que conviven las especies, entre otras prácticas que amenazan la biodiversidad y salud planetaria.

“El problema medioambiental más grave en todo el mundo, es la pérdida de  biodiversidad. Como es un fenómeno presente en todas partes, es de los cambios más profundos y el único irreversible, pues una especie extinta jamás volverá a existir, y la función que cumplía en la naturaleza puede desaparece con ella. En ese contexto, un elemento sustancial es la defaunación, cuyas fuerzas impulsoras son la cacería y el tráfico ilegal, el cambio en el uso de la tierra, el cambio climático y la introducción de especies invasoras”, asegura el investigador.

Rodolfo Dirzo. Gentileza IEB
Rodolfo Dirzo. Gentileza IEB

El científico explica que la reducción en las poblaciones de animales y desplazamientos inesperados de sus comunidades, también está alterando las interacciones y procesos ecológicos, elemento que facilita la transmisión y diseminación de enfermedades infecciosas, que amenazan la salud y bienestar del ser humano. De hecho, se ha establecido que un 75% de patógenos que afectan a las personas -ya sean virus, bacterias, hongos y otros parásitos-, son de origen zoonótico, es decir, provenientes de animales.

Los estragos de la “defaunación”

Fue el propio biólogo de la Universidad Autónoma de México, quien acuñó el concepto de “defaunación” para referirse a la extinción global o local de poblaciones animales. Esto, luego de explorar la selva de los Tuxtlas en Veracruz durante los años 80, donde observó grandes cambios producto de la caza de especies como venados y jabalíes, la deforestación, y otros fenómenos. Gracias a estos trabajos, descubrió que la defaunación no era homogénea y que los animales más afectados eran los mamíferos de mayor tamaño, mientras que los más aventajados eran especies más pequeñas, como roedores.

“El tráfico de fauna es un problema muy grave y hay millones de dólares que están involucrados, pero no se sabe mucho porque es una actividad clandestina. El 62% de animales víctimas de tráfico son mamíferos y especies como elefantes, tortugas y pangolines. De hecho, un ejemplar de estos últimos, llevado al mercado de Wuhan en China, podría ser un factor de riesgo futuro, ya que es portador de Corona virus, el mismo grupo del virus del SARSCoV2 en la población humana”, comenta el científico.

Pangolín ©Ajit Huilgol
Pangolín ©Ajit Huilgol

Cuando ocurre defaunación en un territorio, existen especies que serán ganadoras y otras perdedoras, según estima Dirzo. Así también lo pudo observar durante sus experimentos en Kenia.

“Especies de mayor tamaño, especialmente mamíferos, que poseen carne comestible para el humano y otros elementos de valor como marfil, pieles o escamas, son los más amenazados por la defaunación. En tanto, se estima que hoy y a futuro, los animales más aventajados serán los roedores, quienes aumentarán sus poblaciones o dominarán. Éstas son especies que por su linaje, evolución y tamaño pequeño, son capaces de resistir variaciones climáticas y adaptarse a vivir en diferentes entornos. Sin embargo, muchas de estas especies son también muy ricas en agentes infecciosos, portadores de patógenos complejos para la humanidad”, explica el ecólogo mexicano.

¿Y los otros cambios?

Pero no es sólo la defaunación, sino un conjunto de intervenciones en los ecosistemas lo que acrecienta la crisis medioambiental, asegura Dirzo. “Primero deforestamos, luego fragmentamos los espacios por la sobreexplotación y enseguida defaunamos. Y cuando hacemos eso, dejamos una cobertura más pequeña, que facilita la incursión humana y por otro lado, reduce el espacio a los animales, poniendo en peligro la existencia de poblaciones genéticamente viables. Para mantener pumas en Chile, por ejemplo, se necesita de un extenso territorio. Si éste se reduce más y más, las comunidades de pumas irán disminuyendo también”, detalla el experto.

puma_sarmiento3-sel ©Nicolás Lagos
©Nicolás Lagos

Pese a estas hipótesis, Rodolfo Dirzo señala que no se debe satanizar a las especies posiblemente ganadoras, como ratones y murciélagos, ya que éstos nos aportan grandes beneficios. Los murciélagos, por ejemplo, ayudan a la polinización de plantas en muchas partes del planeta, otra función indispensable para la vida de nuestros ecosistemas. Es por eso que el mayor problema, asegura el investigador, no son las especies en sí mismas, sino la forma en que el ser humano ha intervenido sus propios espacios naturales.

El cambio en el uso de suelo es uno de las transformaciones más graves, que puede generar gran impacto, haciéndonos entrar en contacto con patógenos y microorganismos, como ya hemos visto en esta pandemia. Convertir a un bosque en un potrero para la ganadería, por ejemplo, es muy complejo. Al hacerlo, intervienes el hábitat que era de roedores y aves, los que siendo portadores de patógenos, pueden moverse a asentamientos humanos donde encuentran gran cantidad de recursos para sobrevivir. Y esa mayor cercanía con los humanos aumenta el riesgo de zoonosis y nuevas pandemias”, comenta Dirzo.

Por todo ello, el biólogo señala que debemos entender estos procesos como “fenómenos en cascada”, que requieren del entendimiento y acciones desde múltiples aristas: “Los cambios globales no operan solos, sino que interactúan de maneras complejas por retroalimentaciones. Por eso, es importante que la sociedad entera capture la idea de que la conjunción de esos factores es lo más desafiante para afrontar el futuro”.

Jardineros del planeta

El ecólogo mexicano señala que, para abordar una futura crisis sanitaria y resguardar la salud planetaria -humana y de los ecosistemas- es urgente, en primer lugar, generar las condiciones para disminuir al máximo las probabilidades de contagio con posibles patógenos, una acción preventiva que ayudará a reducir el costo de vidas humanas.

“Si hacemos un esfuerzo colectivo podemos evitar el desarrollo de pandemias. Para ello, es urgente evitar la pérdida de hábitats. También se debe controlar la sobrexplotación, desarrollar trabajos e investigaciones multidisciplinarias, e impulsar programas de refaunación”, comenta el científico.

Recuperar espacios para la vida y salir de la crisis es una misión transversal a toda la sociedad, que invita a convertirnos en “jardineros planetarios”, según estima Dirzo. Ciudadanos, investigadores y tomadores de decisiones, podemos ser parte de esta misión.

“Los sitios aparentemente sin uso son muy importantes, porque están generando captura de carbono, liberando oxígeno, previniendo la erosión y sedimentación. Esa multiplicidad de usos es la que como jardineros, tenemos la responsabilidad de mantener. Tenemos que saber qué cuidar, cómo hacerlo y qué podemos modificar de manera ligera, para que el jardín se mantenga. Ahí está en juego el tema del ordenamiento territorial.  Así debiera ser en Chile también, definiendo de manera correcta cuáles son los sitios para conservación, cuáles para plantación agrícola, etcétera”, argumenta el académico de la Universidad de Stanford.

Bosque Chiloé ©Daniel Casado
Bosque en Chiloé ©Daniel Casado

Finalmente, el científico destaca la importancia de fortalecer la comunicación científica y la generación de espacios para la divulgación y el debate sobre aspectos de la ecología, medioambiente y la relación de estos ámbitos con lo sanitario y social. Todo esto, considerando la participación de diferentes públicos. En ese contexto, es que valora profundamente la invitación a ser parte del curso Ecología de Bosques, a través de la charla inaugural que dictó el 14 de diciembre.

Durante la conferencia “Defaunación en períodos de pandemia”, el investigador compartió sus conocimientos e interactuó con los estudiantes y organizadores de esta actividad que se extenderá hasta marzo.

“Tenemos un problema de analfabetismo ecológico en la sociedad entera. Y en la medida que las acciones incidan en la comunidad, eso traerá tremendos beneficios. En el caso de esta instancia, me pareció muy relevante estar en contacto con los asistentes, en su mayoría universitarios, porque hubo una gran interacción y mucha efervescencia. Realmente, tengo mucha esperanza en la juventud y creo que ellos y ellas serán los grandes embajadores”, comenta.

Asimismo, destacó la trayectoria del curso y la importancia de poder abordar de manera teórica y práctica -en la Estación Biológica Senda Darwin-, los distintos aspectos del bosque. Todo esto junto a investigadores chilenos como Juan Armesto y Aurora Gaxiola, con los cuales ha desarrollado diversos tipos de colaboración.

“Las clases acompañadas del trabajo en terreno son inspiradoras y te llevan a entender que aquello que ves en el mundo natural tiene un orden y estructura que es fascinante. Desde el punto de vista natural, los humanos tenemos un aprecio por lo biológico bien arraigado, que hay que seguir cultivando, tal como se hace en este curso”, concluye.

Aportes y reconocimientos

Rodolfo Dirzo ha sido reconocido por sus numerosos aportes en el campo ecológico, académico y de conservación en Estados Unidos y México. Algunas de estas distinciones son: Premio al Servicio Sobresaliente: Enseñanza, Organización de Estudios Tropicales; Premio Presidencial, Mérito Ecológico en Investigación por SEMARNAT, Ministerio de Medio Ambiente; Medalla de Honor 2015 (Ciencia), Congreso Del Estado, Morelos, México; 2016 Premio Miriam Arnold Rollan de Servicio Voluntario, Universidad de Stanford; y Medalla al Mérito en la Investigación y la Educación 2017, Asociación Internacional de Biología Tropical, entre otros.

Además, fue reconocido como Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Academia de Ciencias de California, y como miembro asociado a la Academia de Ciencias de Estados Unidos, y Academia Estadounidense de las Artes y Ciencias.

 

1 Comentario

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  1. Francisco Álvarez Quiñones

    Ya he recomendado innumerables veces la lectura de esta nota, que además de darnos datos sobre un personaje mexicano que suscita legítimo orgullo, nos alerta y aconseja acerca de la crisis ecológica que hemos estado y continuamos causando, al destrozar prácticamente los sistemas naturales de restauración de Biodiversidad, en nuestro país y en el Planeta. Actualmente estamos padeciendo los estragos de NO ESCUCHAR SUS CONSEJOS: ES URGENTE QUE LO VOLVAMOS A ESCUCHAR, Y PONGAMOS EN ACCIÓN SOLUCIONES A LOS PROBLEMAS QUE CAUSA EL ANTROPOCENTRISMO…

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