Revista Science publica petición de proteger bosques de macroalgas de Latinoamérica
La carta, escrita por más de 230 científicos de 18 países y publicada en la Revista Science, resalta la importancia que tienen los bosques de macroalgas para la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos así como para las comunidades aledañas. En esta se plantean tres lineas de acción para poder proteger los bosques de macroalgas en Latinoamérica.
Un llamado realizado por más de 230 científicos de 18 países que alerta sobre la importancia de aumentar la protección efectiva de los bosques de macroalgas (también llamados kelp o huiros) en las políticas ambientales de Latinoamérica fue el impulso que un grupo de investigadores liderados por el Dr. Nur Arafeh-Dalmau (Stanford University) logró concretar en una carta publicada en la prestigiosa revista científica Science.
La misiva surgió tras el desarrollo del primer encuentro de mapeadores de macroalgas en español realizado en Punta Arenas en abril pasado. La instancia fue organizada por el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh).
La carta plantea tres ejes de acción. El primero es la protección eficiente del 30% de los bosques de macroalgas en las políticas ambientales de Latinoamérica. El segundo es establecer figuras de protección para especies que están amenazadas por la sobreexplotación y la crisis climática. El tercero es la necesidad de identificar y proteger los bosques de macroalgas persistentes y resilientes.
Respecto del impacto de este llamado, el Dr. Mauricio Palacios, investigador del Centro IDEAL y uno de los coautores de la misiva, plantea que la convocatoria fue masiva y transversal. “Nos sorprendió mucho que esta carta, que se realizó desde el fin del mundo, pero a la vez donde se encuentran los bosques de kelp más prósperos del planeta, haya convocado a científicos de los cinco continentes, muchos de ellos referentes mundiales en el estudio de los océanos”, asegura. Entre los firmantes destacan investigadores de renombre global como la Dra. Sylvia Earle (Mission Blue), el Dr. Paul Dayton (University of California) y el Dr. Enric Sala (NatGeo).
Palacios, quien también es investigador asociado del Programa Marino de la Fundación Rewilding Chile, afirma que el país es un referente mundial en conservación marina: más del 43% de su zona económica exclusiva de su mar territorial está bajo alguna figura de conservación donde dominan las Áreas Marinas Protegidas y Costero Protegidas de Múltiples Usos (AMCP-MU). En el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), creado en 2023, se denominan Áreas de Conservación de Múltiples Usos.
Pese a esta protección, el científico afirma que “gran parte de la superficie marina destinada a conservación no cuenta con una gestión efectiva, pues en muchos casos nos encontramos con áreas que no tienen sus planes de manejo o bien las pocas que cuentan con estas herramientas de gestión tiene planes desactualizados. Además, el financiamiento es escaso”.
En este sentido, Palacios enfatiza en la importancia del Estado en la conservación de los bosques de macroalgas, dado que estos ecosistemas “no solo tienen beneficios ecológicos sobre la biodiversidad, sino que poseen un impacto directo sobre las comunidades asociadas a estas áreas protegidas. Asimismo, en el actual escenario de crisis climática, cumplen un rol fundamental a nivel global, donde estos extensos bosques de macroalgas son clave en la absorción y secuestro de carbono”.
Impacto en Chile
En cuanto a las consecuencias de la falta de protección, el investigador da como ejemplo lo que ocurre en la zona centro-norte de Chile, donde existe una pérdida de ecosistemas relacionada a la extracción ilegal de macroalgas del género Lessonia. Estos bosques de macroalgas proporcionan zonas de refugio, alimentación y reproducción a distintas especies.
Palacios también indica que los bosques de macroalgas sustentan entre el 70 y 80% de las pesquerías a nivel global. “En el caso, por ejemplo, de la región de Magallanes y la Antártica Chilena, los pescadores entienden el rol de estos bosques de macroalgas como soporte de pesquerías emblemáticas, como la centolla, el centollón, el erizo rojo y el ostión del sur”, explica.
El investigador explica que fueron los pescadores quienes exigieron a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA) el establecimiento de una veda para el huiro (Macrocystis pyrifera) el año 2022. “En un principio se extendió por dos años, pero actualmente se renovó a partir de octubre de 2024 por diez años. Esto sin duda es una gran noticia, que reafirma la necesidad de establecer una figura de conservación más allá de una normativa pesquera que permita mantener estos bosques de macroalgas libre de amenazas coyunturales”, concluye el especialista.
La publicación puede ser leída aquí.