La relevancia del río San Pedro

En la ciudad de San Martín de Los Andes, Argentina, nacen las aguas que corren por el Río San Pedro. En su extenso recorrido, estas aguas atraviesan un total de ocho lagos nor-patagónicos, comenzando por el Lácar, el Pirihueico, Pellaifa, Calafquén, Pullinque, Neltume, Panguipulli y Riñihue. En la desembocadura del Lago Riñihue nace el río San Pedro, uno de los ríos con mayor caudal en el sur de Chile.

Este río, que capta las aguas de una extensa cuenca fluviolacustre, es alimentado por el deshielo glaciar y nival en las montañas andinas y la alta pluviosidad de la zona. Sumado a la presencia de abundante bosque y vegetación nativa, hace que sus aguas se mantengan cristalinas y con baja concentración de nutrientes, lo que clasifica al río como un sistema oligotrófico, característico de los sistemas de agua dulce de la Patagonia.

La alternancia de sectores someros y rápidos a lo largo de su caudaloso curso, la calidad y transparencia del agua, y la diversidad de hábitats existentes, dan lugar a comunidades biológicas e interacciones ecológicas singulares en el río San Pedro. En particular, la comunidad de peces del río San Pedro presenta una de las mayores riquezas del país, concentrando 16 especies nativas, dentro de las cuales hay 2 microendémicas, posicionándose como uno de los mayores patrimonios de fauna íctica a nivel nacional.

Estas relevantes características ambientales y sociales han generado que tanto la comunidad local, como la asociación de Municipios de la Región de Los Ríos hayan ingresado una solicitud de declaración de área protegida para el río San Pedro. Actualmente, dicho proceso está en curso, cuyo resultado favorable posibilitaría una medida robusta de protección para el tramo alto del río San Pedro.

Peces presentes en el río San Pedro. Créditos: Nicole Colin
Peces presentes en el río San Pedro. Créditos: Nicole Colin

La Dra. Nicole Colin, especialista en ecología de agua dulce, destaca la relevancia ecológica del río San Pedro en relación a otros ríos de la zona sur de Chile, “El río alberga la mayor diversidad de peces a nivel nacional y, de manera comparativa, concentra una alta cantidad de especies en un tramo acotado de tan solo 35 km, superando incluso a otros ríos chilenos con elevada diversidad íctica, como el Biobío o el Bueno”, además agrego: “Adicionalmente, la casi nula alteración antrópica del San Pedro, libre de hidroeléctricas, celulosas u otras intervenciones, favorece el sostenimiento de esta rica biodiversidad. Además, el río San Pedro constituye el límite de distribución austral para diversas especies, siendo algunas exclusivas de este cuerpo de agua, como la Pocha Valdiviana (Cheirodon kiliani). Todo esto convierte al río San Pedro en un ecosistema singular en comparación con otros ríos del país e incluso dentro de su misma cuenca, como el río Cruces, afectado por la agricultura, la industria forestal y otras actividades.” señaló Nicole.

Un río con historia y valor comunitario

La biodiversidad no es la única dimensión en la que destaca el Río San Pedro. Ha sido, históricamente, un motor de desarrollo para las comunidades locales. Sus aguas han permitido, en sus inmediaciones, actividades agrícolas y ganaderas tradicionales, y durante el siglo XX fueron la vía principal para la industria maderera y el transporte de materias primas. Su uso permitió la conexión entre todas las localidades aledañas, por medio de balsas de madera y otras embarcaciones, que, con el paso de los años, se complementaron con vías férreas, las cuales definieron el desarrollo e importancia de la ciudad de Los Lagos y las localidades de Huellelhue y Antilhue. Además, durante la década del sesenta se perfiló en sus riberas el negocio del carbón, a través de las minas de Pupunahue, aunque nunca terminó por consolidarse.

Foto archivo balseros del Río San Pedro. Créditos: Relatos de balseros del río San Pedro y Calle Calle 1930-1960, Leonardo Moya y Nelson Vasquez
Foto archivo balseros del Río San Pedro. Créditos: Relatos de balseros del río San Pedro y Calle Calle 1930-1960, Leonardo Moya y Nelson Vasquez

Uno de los episodios más recordados de la historia del río y sus comunidades ribereñas, ocurrió tras el gran terremoto de 1960, el cual produjo numerosas pérdidas humanas y grandes deslizamientos de tierra desde las laderas del cerro Tralkan, que flanquean el río, bloqueando su curso a algunos kilómetros aguas abajo de su origen en el lago Riñihue. En respuesta a este bloqueo natural del río, se realizó uno de los mayores y más recordados esfuerzos colectivos en la historia socioambiental de Chile, el “Riñihuazo”. Allí, ingenieros, topógrafos y 450 “paleros” trabajaron incesantemente durante dos meses para establecer un nuevo cauce que permitiera un drenaje controlado de las aguas estancadas del San Pedro, para evitar así, una ruptura violenta de los bloques o “tacos” que tapaban el curso del río, y que habrían provocado una inundación sin control aguas abajo, – afectando directamente a Los Lagos y Valdivia – poniendo en riesgo a la población que en aquellos años ya superaba los 100.000 habitantes

Amenazas recientes: hidroeléctrica y piscicultura

La historia reciente del río San Pedro ha estado marcada por una amenaza particular. En 2008, la empresa COLBÚN S.A. propuso instalar un megaproyecto hidroeléctrico, que implicaba la construcción de un muro de 56 metros de alto, a 14,5 kilómetros del Lago Riñihue, y cuya producción estimada era de 170 MW. Tras largos años de defensa ciudadana, sumado a la propia incapacidad de desarrollo del proyecto, debido a incertezas técnicas, la empresa desistió de su construcción el año 2022, y al día de hoy, los vestigios de lo que se alcanzó a construir se visibilizan en el río como una cicatriz que nos recuerda lo cerca que se estuvo de intervenir irreversiblemente el río, y de alarmar a la comunidad local, que no quería tener la amenaza de un nuevo riñihuazo si por alguna razón, fallaba la presa.

Vestigios de la construcción de la central hidroeléctrica Colbun. Créditos: Claudio Lastra
Vestigios de la construcción de la central hidroeléctrica Colbun. Créditos: Claudio Lastra

Hoy, el río San Pedro enfrenta una nueva amenaza, esta vez desde la industria piscícola. La empresa Salmones Antártica S.A., perteneciente al holding japonés Nissui, pretende instalar en 5,23 Ha, 400 bateas y 300 estanques de distintos diámetros, con uso de agua captada del río San Pedro. Se esperaría una producción anual variable que llegue a 11 millones de ejemplares a los 5 años, equivalentes a 871.735 toneladas de salmónidos. Este proyecto preocupa a la comunidad local porque posee una Resolución de Calificación Ambiental (RCA) del año 2008. Tras 17 años, el proyecto pretende reanudarse con dicha RCA, la cual no se ajustaría a los estándares ambientales actuales de evaluación de impacto ambiental ni consideraría los cambios sustanciales en las líneas de base biológicas y sociales del territorio. El desarrollo de un proyecto de piscicultura con estas características tiene altas posibilidades de deteriorar el ecosistema del río San Pedro, particularmente por el aumento de contaminantes orgánicos y desecho de sustancias químicas propias del tratamiento del cultivo de peces.


Fernanda Ochoa, Geofísica de profesión, habitante de la comuna de Los Lagos y activista ambiental, nos comenta: “Desde la ciudadanía organizada siempre se ve como algo positivo contar con figuras de protección legal para ecosistemas como el río San Pedro, porque permiten respaldar su defensa con herramientas concretas y respaldo del Estado. En este caso, han sido casi 20 años de lucha por mantener el río prístino y libre de intervención en este tramo de la cuenca del río Valdivia, donde principalmente ha sido la ciudadanía movilizada la que ha puesto en valor la relevancia de proteger este ecosistema. Es necesario que el Estado reconozca este patrimonio natural y le otorgue alguna figura de protección como área protegida o una figura como la reserva de caudal, que serían grandes argumentos para hacer frente a amenazas como proyectos salmoneros que actualmente buscan instalarse en este lugar.”, señaló Fernanda Ochoa.

Reservas de caudal como una opción de protección para el Río San Pedro

Frente a estas, y otras posibles amenazas, existen diferentes herramientas legales de protección focalizadas en la protección de la calidad de agua, y de la cantidad de agua. Dentro de aquellas focalizadas en la protección de la cantidad de agua, las figuras de “Reserva de caudal” y “Derechos de aprovechamiento de aguas in situ o para fines no extractivos” se vislumbran como posibilidades reales que permitan proteger el caudal del Río San Pedro.

La Reserva de caudal es una herramienta de gestión hídrica presente en el Código de Aguas del año 2005, que luego de su reforma en el 2022 (ley N° 21.345), crea la figura de reserva de caudal con fines de preservación ecosistémica, la que se suma a las reservas de agua destinadas a la subsistencia de la población y a las declaradas por circunstancias excepcionales y de interés nacional.

La Reserva de Caudal con fines de preservación ecosistémica, establece un volumen mínimo de agua que debe mantenerse en un río o cauce a nivel de cuenca, para asegurar el funcionamiento de los ecosistemas acuáticos y el abastecimiento de las comunidades que dependen de ese recurso. En la práctica, posee un mayor impacto que otra herramienta existente, denominada “Caudal mínimo ecológico”, la cual considera un caudal máximo de protección por fines ecológicos del 20% del caudal total de un río.

Pozones naturales del río San Pedro. Créditos: Pablo Lloncon
Pozones naturales del río San Pedro. Créditos: Pablo Lloncon

La reserva de caudal se hace efectiva mediante un Decreto de Reserva, facultad del Presidente de la República que permite, desde el momento de su firma, denegar Derechos de Aprovechamiento de Agua (DAA) en ese río. El Ministerio de Obras Públicas (MOP) se encarga de materializar el Decreto de Reserva emitiendo un Decreto Supremo, respaldado por un informe técnico de la Dirección General de Aguas (DGA). Es relevante destacar que esta herramienta no es directamente aplicable a los derechos de aprovechamiento de aguas ya otorgados, y es factible de aplicar solo en ríos que cuentan con disponibilidad de agua. Esto último, es clave en el contexto del río San Pedro, el cual posee un caudal disponible de 270 m3/s de uso permanente y continuo, y 190 m3/s de uso eventual y discontinuo, debido a la renuncia de los DAA por parte de la empresa Colbún S.A., para proyectar una reserva de caudal.

Festival Río San Pedro. Créditos: Pablo Lloncon
Festival Río San Pedro. Créditos: Pablo Lloncon

Los Derechos de Aprovechamientos de agua in situ o para fines no extractivos corresponden a otra figura de protección. A mayo 2025, estamos esperando su reglamento, pero en la práctica, permitiría solicitar DAA en tramos acotados de un río, con fines de conservación ambiental, turismo, usos culturales ancestrales, entre otros. Al igual que otras herramientas derivadas de la DGA, la posibilidad de solicitar DAA in situ, estaría condicionada a que el río posea los Derechos de Aprovechamiento de Agua disponibles, situación favorable en el río San Pedro.

“Con la reforma al Código de Aguas, la DGA hoy dispone de herramientas legales para armonizar la preservación de los ecosistemas con los usos productivos del agua. Actualmente estamos desarrollando el Plan Estratégico de Recursos Hídricos de la cuenca del río Valdivia. Este instrumento, definirá compromisos y acciones concretas para propiciar la seguridad hídrica tanto para consumo humano y subsistencia, así como para conservar los servicios ecosistémicos que este valioso lugar provee.”, señala Francisca Vergara, Directora Regional de Aguas, MOP Los Ríos. Además, agrega: “Hoy en la Ley se reconoce la función de conservación de las aguas, lo que nos permitirá tras aprobación de reglamento por Contraloría General de la República, su respectivo análisis técnico y legal, otorgar concesiones de derecho de aprovechamiento de aguas para fines de conservación o para turismo de naturaleza, asegurando que el agua permanezca en la fuente. Además, se faculta al Estado para realizar Reservas de Caudal —tanto superficiales como subterráneos— para fines de preservación ecosistémica y de subsistencia, las que deben ser evaluadas en términos técnicos y legales por nuestro servicio”.

Es importante señalar que desde hace algunos años existen procesos en desarrollo ligados a promover declaraciones de reserva de caudal con fines de preservación ecosistémica, las cuales avanzan gracias trabajo de la sociedad civil organizada en torno a los ríos Puelo y Futaleufú, cuyo proceso ha surgido a partir del trabajo de organizaciones como ONG Puelo Patagonia y ONG Futaleufú River keeper, y el apoyo de Bestias del Sur Salvaje, el Programa Austral Patagonia, Centro Investigación Ecosistemas de la Patagonia y The Pew Charitable Trusts, además de los respectivos municipios locales. Así mismo, actualmente se vislumbran dos nuevos procesos ligados a los ríos Yelcho y Palena, donde el rol de la coalición Ríos Protegidos junto a los servicios públicos implicados han sido clave para promover la protección integral de las aguas y cuencas de Chile. Por otro lado, desde el parlamento, los Senadores Alfonso de Urresti y Ricardo lagos Weber han sido promotores de las figuras de Reserva a nivel político.

Garantizar los servicios ecosistémicos que otorga el Río San Pedro

Actividades en el festival Somos Cuenca. Créditos: Bestias del sur salvaje
Actividades en el festival Somos Cuenca. Créditos: Bestias del sur salvaje

Los sistemas fluviales como el río San Pedro aportan múltiples contribuciones a las personas, muchas de las cuales son esenciales para la subsistencia. En el caso del río San Pedro, estos proporcionan importantes aportes como el abastecimiento de agua potable para las comunas de la región, incluyendo la ciudad de Valdivia. El río San Pedro es también de gran interés turístico y deportivo, principalmente por la presencia de aguas prístinas, rápidos y flora y fauna nativa, idóneos para desarrollar iniciativas como descensos en balsas, festivales de río, pesca deportiva, excursiones de avistamiento de avifauna y de educación ambiental, además de las actividades familiares tradicionales como el uso de balnearios y zonas de picnic.

Es crucial y urgente trabajar por la protección del río San Pedro. Las herramientas de Reserva de caudal con fines de preservación ecosistémica, y los Derechos de aprovechamiento de aguas in situ, surgen como opciones -sumadas a la creación de un área protegida oficial bajo el SBAP- que permitirían la conservación de la biodiversidad y la prevalencia de las aguas del San Pedro, caracterizadas por la abundancia y calidad de las aguas, fuente histórica de beneficios comunitarios, y que hasta el día de hoy nutre el desarrollo y forja la identidad de nuestra región.

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