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
Refugios Climáticos: las reservas costeras de Buenos Aires que combaten las olas de calor
Reservas naturales creadas sobre terrenos ganados al río se han convertido en pulmones verdes que ayudan a mitigar el impacto del cambio climático en la Ciudad de Buenos Aires. Entre el concreto y el ruido urbano, estos refugios climáticos albergan una biodiversidad única, ofreciendo un respiro a la fauna y a los habitantes de la ciudad en medio del calor extremo. Los detalles en la nota de Mario De Fina, desde Buenos Aires.
Dos enormes naves brutalistas emergen durante una mañana de verano. Las clases aún no comenzaron en Ciudad Universitaria, la mayor sede de la Universidad de Buenos Aires, mientras una productora filma en las escalinatas de concreto – alguna vez ideadas por Le Corbusier- tomas para un videoclip.
El ruido rasante de los aviones rompe el silencio y unos pasos más para el lado del río un ave de patas estilizadas y pico naranja descansa al sol antes de emprender vuelo. Conocida como limpkin (Aramus guarauna) da la bienvenida sobre la baranda metálica del puente de madera que conduce a la Reserva Costanera Norte-Ciudad Universitaria (REC-CN).

Todo sucede a pocos metros del Estadio Monumental de River Plate, en el barrio de Núñez, una de las zonas más concurridas de Buenos Aires. Cualquier desprevenido pensaría que las imágenes de naturaleza salvaje son incompatibles con el bullicio de los autos sobre la Avenida Lugones, pero se trata de una situación cotidiana dentro de este refugio climático.
Buenos Aires niega de su río. Pese a haber sido fundada hasta en dos ocasiones a la vera del estuario del Río de la Plata – y frente a la ciudad de Montevideo –, la realidad de ambas capitales es opuesta.
Mientras del otro lado del charco, como los locales le dicen al río, se pueden ver postales de personas que toman mate y pasean por la Rambla, camino que serpentea por casi 23 kilómetros la costa en la capital uruguaya. De este lado, los edificios le dan la espalda: hace 50 años la prohibición de bañarse terminó de dar luz verde a que en sus aguas se arrojen toneladas de escombros para “ganarle terreno al río”. Pero ese accionar deliberado fue fundamental para crear estas reservas, que pueden ser claves para combatir el cambio climático.
“El relleno de la costa de Buenos Aires fue absolutamente deliberado, es una suerte de política que comenzó en 1836 y que por etapas llegó hasta nuestros días. Antes la línea natural de la costa norte era Avenida Libertador (a unos tres kilómetros de donde se encuentra ahora)”, dice a Ladera Sur Agustín Quesada, doctor en Ciencias Geológicas de la Universidad de Buenos Aires.

“En el caso de las reservas, los rellenos son de la década de los 70´”, agrega el geólogo, que es uno de los autores de un reciente estudio sobre la conformación artificial de este refugio climático. “La acción humana, al rellenar y dejar bajos inundables (pólderes), hace que estos se transformen en bajos ribereños con flora y fauna similar a las islas del delta del Paraná: la naturaleza hizo lo suyo y hoy son parches verdes costeros inmersos en toda una línea dura de hormigón, que pueden ser desde un refugio de vida silvestre a un lugar de recreación y turismo”, comenta.
La naturaleza se abrió paso y en esas 23 hectáreas en el extremo norte de la Ciudad de Buenos Aires se han registrado 162 especies de aves, 14 de peces, 8 de mamíferos, 6 especies de anfibios y 12 de reptiles, incluidas tres especies de tortugas de agua dulce. “Nuestro estudio es el primero exhaustivo que las reporta de forma presente, registra en que ambientes están y con que conductas se hallan las tres especies de tortugas dulceacuícolas de la REC-CN”, afirma a Ladera Sur Paula Courtalon, doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires y coautora de la investigación, quien también forma parte del Grupo de Investigación en Ecología de Humedales.

“Las ciudades y asentamientos costeros desempeñan un papel especialmente importante en el avance del desarrollo resiliente al clima”, detalla el sexto informe del grupo II del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el órgano científico de Naciones Unidas encargado de estudiar los efectos del aumento de las temperaturas. “Los humedales costeros protegen contra la erosión y las inundaciones asociadas con tormentas y el aumento del nivel del mar”, agrega.
La Ciudad de Buenos Aires estableció la Red de Refugios Climáticos para hacer frente a las olas de calor que se espera que sean “cada vez más frecuentes, intensas y duraderas, debido al cambio climático”. Los refugios pueden ser bibliotecas, museos, plazas o estacionales saludables que se activan durante altas temperaturas para “descansar unos minutos”.
De los más de sesenta existentes, solo dos son reservas ecológicas que conectan a la ciudad con su río: la reserva ecológica de Ciudad Universitaria-Costanera Norte y la reserva ecológica de Costanera Sur, donde funciona el único sitio Ramsar de conservación de humedales en la ciudad, donde se censaron hasta 300 especies de aves, 28 de reptiles, 22 especies de peces y 18 de mamíferos. Esto sin contar que cuenta con uno de los espacios con mayor variedad de mariposas diurnas.
La Costanera Sur, en su total de 350 hectáreas, es conocida por ser el lugar con mayor cantidad de estas mariposas: “No debe olvidarse que la reserva es el sitio más biodiverso de la Ciudad en cuanto a naturaleza se refiere”, asegura Ezequiel Núñez Bustos en diálogo con Ladera Sur. El naturalista de campo y experto en lepidópteros es autor de la investigación “Mariposas de la Reserva Ecológica Costanera Sur” y enfatiza: “Hasta ahora hay un total de 105 especies”.

Mientras, en la Costanera Norte, Tadeo Brühl Day, de 26 años, acaba de capturar -junto a su equipo- un ratón colilargo (Oligoryzomys flavescens) especie de roedor nativo de Argentina y principal vector de hantavirus. “Somos el grupo del laboratorio de ecología de roedores urbanos de la Universidad de Buenos Aires y tenemos un convenio con el gobierno de la Ciudad para hacer monitoreos de las comunidades de roedores para censar las especie, estudiar las enfermedades y analizar si son de importancia zoonótica”, describe.

Las reservas, ese terreno que quedó tomado por la naturaleza cuando ya no había más que ganarle al río, funcionan como oasis para investigadores que intentan desentrañar la compleja interacción de la fauna nativa con las grandes ciudades, mientras resiste al avance de las personas y la presión del aumento poblacional. Estos pequeños parches naturales que intentan ofrecer respuestas a naturalistas, biólogos, geólogos y ecólogos son a su vez un lugar de recreación y conexión con la naturaleza, en una ciudad que se encuentra por debajo de la media recomendada de espacios verdes.
“La naturaleza en nuestras ciudades actúa como un amortiguador natural y regulador de los impactos climáticos”, afirman desde C40, una red global de casi 100 alcaldes de las principales ciudades del mundo unidos para enfrentar el cambio climático. Buenos Aires fue la sede de su último encuentro, en octubre del 2022. El presidente del C40, el alcalde londinense Sadiq Khan, anunció inversiones por casi 80 mil millones de dólares para políticas públicas que reduzcan la dependencia de los combustibles fósiles en América Latina y el Caribe.

De todas formas, en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, la lejanía entre ambas reservas y su nula interconexión puede resultar contraproducente para la protección de la biodiversidad.
“La actual red de conservación de las áreas protegidas es insuficiente y está mal conectada. A su vez en países de ingresos bajos y medios es difícil expandirlas debido a restricciones políticas, económicas y sociales que se ven agravadas por el crecimiento demográfico y la demanda de tierras», concluye David R. Williams, experto en medio ambiente y sustentabilidad de la Universidad de Leeds, Inglaterra, que en un estudio demostró que por su reducido tamaño y aislamiento en muchos casos las áreas protegidas no cumplen sus funciones ecosistémicas para salvaguardar mamíferos.
La idea de los refugios climáticos para combatir las olas de calor se ha extendido a distintas capitales de Sudamérica. Durante el verano del 2024, la entonces alcaldesa de Santiago de Chile, Irací Hassler, anunció la ampliación de los refugios climáticos municipales. Son un total de 35 espacios, entre edificios, parques y locales comerciales con bidones de agua potable para recargar las botellas. Medidas similares se adoptaron en otros países de la región, como es el caso de Bogotá, Colombia, que ha implementado más de 30 corredores ecológicos para aliviar las altas temperaturas.