¿Qué tienen en común el cambio climático, las zonas de sacrificio en Chile y el bien común?
Nuestros colaboradores Hernán Blanco y Cristián Retamal reflexionan acerca del cambio climático y un factor que generalmente es ignorado al momento de pensar en sus causas y consecuencias: la necesidad de pensar y actuar en colectivo.
En nuestra anterior columna planteábamos la pregunta en cuanto a qué podemos hacer nosotros, individualmente como ciudadanos, respecto al cambio climático. Creemos que es un buen ejercicio conectarnos con nuestra conciencia y pensar de qué manera afecta mi forma de vida –la de cada uno de nosotros–, al ambiente. Con esa idea en mente resulta atractivo revisar los resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Medio Ambiente, publicados en marzo pasado por el Ministerio de ese sector. Si bien este tipo de instrumentos tienen diversas debilidades, asociadas a la contingencia del momento en que se aplica, los tipos de preguntas, la modalidad de encuesta, etc., no podemos ignorar la información que entregan, puesto que ésta pretende ser una base para la política pública ambiental del país.
La encuesta concluye que la contaminación del aire sería la principal preocupación ambiental de los chilenos, seguido por la “basura y suciedad en las calles” y luego por la contaminación en general.
Nos llamó la atención el hecho de que en los resultados del instrumento no aparezcan mencionadas por ninguna parte las tristemente llamadas “zonas de sacrificio” de nuestro país. Ahora, ¿Qué son las zonas de sacrifico en Chile?, ¿Conocemos la realidad ambiental en que viven nuestros compatriotas en localidades como Tocopilla, Mejillones, Huasco, Puchuncaví-Quintero o Coronel? (Mira aquí para conocer el grado de devastación ambiental en el que se encuentran).
Lo anterior se explica de alguna forma en que la pregunta realizada a los encuestados a lo largo del país fue: “¿cuál es el principal problema ambiental que lo afecta a usted?, la cual permite divisar la orientación al individuo, por sobre la comunidad, punta del iceberg de nuestro actual Chile neoliberal, donde el bienestar de algunos se impone por sobre el de muchos.
Del mismo modo, es también revelador que más del ochenta porciento de los encuestados considera que el cambio climático es el principal problema ambiental de nuestra generación.
El cambio climático, las zonas de sacrificio en Chile, y gran parte de las problemáticas ambientales de nuestro país y el mundo actual, tienen algo en común: han surgido producto de iniciativas de “desarrollo” que conciben un beneficio para algunos –o para alguien–, pero al mismo tiempo generan impactos negativos en otros grupos de población. Estos efectos negativos no son por lo general internalizados en nuestras decisiones –no nos hacemos cargo de ellos; “paga moya”— y, por lo mismo, los economistas les llaman “externalidad negativa”.
Creemos que una transformación clave para superar la crisis ambiental que nos ahoga hoy en el planeta –y donde el cambio climático es el mayor trastorno planetario que los seres humanos estamos gatillando– es asimilar nuestra subordinación a lo comunitario, aquella noción de que nuestra existencia se debe a la existencia colectiva, a la de los demás. Consideramos esencial un cambio de paradigma hacia la preponderancia del bien común.
El cambio climático, las zonas de sacrificio en Chile, la contaminación atmosférica en nuestras ciudad, o la basura en las calles de nuestro país, podrían dejar de ser un problema si la comunidad y su bienestar –el bien común– fuesen un fundamento en nuestras decisiones. ¡Los invitamos a reflexionar!