Preocupación por cormoranes que fabrican nidos con plástico en Mejillones: usan maxisacos, bolsas y artículos de pesca
Pareciera que no existe especie que se libre de la contaminación por plástico. Así lo refleja un nuevo estudio realizado en Mejillones, en el norte de Chile, donde se constató que los cormoranes lile que nidifican en los puertos de GNL y ENAEX construyen sus nidos con una alta cantidad de plástico, en vez de usar solo algas, plumas y guano, como es normal en esta ave marina. Los maxisacos, las bolsas y artículos de pesca como nylon, cabos y redes son los materiales más usados por estos animales, aunque varían dependiendo de cuán cerca se encuentren de la ciudad. Esto ha generado incluso la muerte de algunos ejemplares por enredo y ahorcamiento, aunque las consecuencias podrían ser aún mayores.
Como era costumbre, un grupo de investigadores se embarcaba periódicamente para ir en busca de cetáceos, como ballenas y delfines que frecuentan las costas de la bahía de Mejillones, en la Región de Antofagasta. Al navegar siempre bordean el sector industrial, donde se emplazan los puertos de la compañía de Gas Natural Licuado (GNL), de la Empresa Nacional de Explosivos (ENAEX) y del Puerto de Mejillones. Fue allí donde observaron algo que acaparó su atención, y que nada tenía que ver con mamíferos marinos.
Las estructuras portuarias estaban siendo ocupadas por varias parejas de cormorán lile (Phalacrocorax gaimardi), ave marina que habita en las costas de Chile, Perú y Argentina, y que suele anidar en rocas y pronunciados acantilados, construyendo nidos con algas, plumas y guano. Aunque las vigas de hierro ofrecían cierto grado de protección en los puertos, los científicos vieron que los nidos evidenciaban materiales extraños de colores azules, amarillos y blancos que poco se parecían a huiros entretejidos. Eso no fue todo, ya que también encontraron algunas aves muertas, enredadas y ahorcadas. De esa forma presenciaron la peligrosa interacción de los cormoranes con el plástico en sus variadas formas.
Fue así como nació en 2018 la investigación que derivó en un estudio publicado recientemente en la revista científica Marine Pollution Bulletin, el cual analizó los nidos ubicados en los puertos de ENAEX y GNL, detectando que el 100% contenía plástico, principalmente trozos e hilos de maxisacos, bolsas plásticas y elementos de pesca, como nylon, cabos y redes.
“Nos dimos cuenta de que en algunos terminales portuarios había cormoranes lile fabricando los nidos que tenían plástico y que había aves muertas, porque se veían algunas colgando del nido, enredadas o ahorcadas. Entonces vimos que era un problema grave y que no nos podíamos quedar de brazos cruzados. Empezamos a investigar qué se sabía de la especie, si había algún escrito que dijera que anidaban ahí o en otro sitio antiguamente, y ahí encontramos el único artículo que hay sobre nidos en Mejillones que corresponde a la península, no al sector industrial”, relata Ana García-Cegarra, investigadora del Centro de Investigación de Fauna Marina y Avistamiento de Cetáceos (CIFAMAC ONG).
En efecto, los investigadores que pertenecen a CIFAMAC, Universidad Santo Tomás, Laboratorio de Toxicología Acuática (AQUATOX), Instituto de Ciencias Naturales Alexander von Humboldt y a la Universidad de Antofagasta realizaron una revisión bibliográfica y contabilizaron a los cormoranes en los tres puertos de la zona.
Mientras que un estudio de 2004 registró entre 64 y 84 nidos en otra parte de la localidad, concretamente en la península de Mejillones, algunos cormoranes habrían dejado sus roqueríos para desplazarse y anidar en este sitio portuario y artificial, aumentando de esa forma el número de parejas en este lugar.
García detalla que “en este periodo de casi 20 años, las aves se han desplazado de su zona natural, que es el acantilado, a la zona artificial que son los terminales portuarios. La buena noticia es que ha aumentado la población, porque ahora tenemos 151 parejas reproductoras en la colonia artificial en los terminales, cuando antes había entre 60 y 80”.
La mala noticia, en cambio, es que el 100% de los nidos muestreados en los puertos contenían plástico.
Para conocer el contenido de los nidos, el equipo solo pudo acceder a las instalaciones de ENAEX y GNL, contando además con la autorización del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), el cual permitió solo la extracción de un 10% de cada nido, ya que el cormorán lile es una especie protegida y clasificada actualmente en Chile como “casi amenazada”.
Llegar a los sitios de anidación no fue del todo sencillo.
“Una vez con los permisos ideamos cómo llegar al nido, y al final, como la embarcación tiene un techo, nos subimos ahí con un arnés, para así alcanzar el nido”, relata la científica, quien agrega que “pudimos muestrear solo 18 nidos en total, aunque es poco, es una muestra representativa de lo que hay, teniendo en cuenta la dificultad, y que la especie está protegida”.
Así pudieron extraer muestras de los nidos para analizarlas en el laboratorio, comprobando que el principal material usado por los cormoranes correspondía a trozos e hilos de maxisacos, sacos gigantes que son llenados con arena y enterrados en las playas para actuar como rompeolas, mitigando el impacto del oleaje, por ejemplo, con el fin de facilitar la construcción de nuevos terminales portuarios. Como es de esperarse, la fuerza del mar desgasta, rompe y fragmenta el material, lo que culmina con los restos deambulando en la zona costera y marina, e interactuando inevitablemente con sus habitantes.
El segundo material más encontrado fueron las bolsas plásticas. A pesar de las leyes recientes que han restringido en Chile la entrega de bolsas en grandes supermercados y tiendas, así como en almacenes y ferias, lo cierto es que no se ha erradicado completamente este material del comercio, sumando el hecho de que aún se proporcionan para casos específicos, como alimentos “desnudos” o productos como el pan.
Por último, los restos de nylon, cabos y redes de pesca constituyen el tercer tipo de componente más frecuente en los nidos escudriñados. Estos mismos objetos serían responsables de algunas pérdidas más evidentes, como los animales que se enredaron en estos materiales plásticos cuando estaban en sus nidos, con resultado de muerte.
Asimismo, observaron diferencias interesantes en la presencia de plásticos entre los nidos del puerto ENAEX, que se ubica al lado de la ciudad de Mejillones, y los que se encuentran en la instalación de GNL, que está más alejada de la urbe, al final de la zona industrial.
“Lo que vimos es que los nidos de ENAEX, que es el terminal portuario que está más cercano a Mejillones, tenían un mayor número de bolsas de plástico, las que utilizamos en el supermercado o en el caso de Mejillones, en almacenes. Así que lo más probable es que este plástico venga del pueblo, que el viento lo arrastre y lo lleve al mar, haciendo que el cormorán lo use para fabricar su nido”.
En contraste, los residuos de maxisacos fueron los más comunes en los nidos ubicados en el terminal portuario de GNL, que está más alejado de Mejillones. Al respecto, García explica que “los maxisacos se utilizan para llenarlos de arena, son grandes, pueden tener como dos metros de largo. El oleaje al batir los va a destrozar, se van a deshilachar y al final es como cualquier saco, como el de harina o los de nylon entrelazado, y esto es lo que usan los cormoranes en este sector, en el muelle de GNL”.
En cuanto a los colores de los plásticos, que podrían indicar una cierta “preferencia cromática” de los cormoranes, el equipo encontró una mayor abundancia el plástico blanco, seguido por el verde, lo que coincide con las características de los maxisacos y las bolsas, así también las redes y artes de pesca que pueden ser de tonos verdes o azules.
Las consecuencias de la adicción al plástico
Su plumaje gris apizarrado, las patas rojas y la mancha blanca en el cuello distinguen al lile del resto de los cormoranes. Lo que sí es común en este grupo de aves marinas es que suelen tener las mismas parejas y son muy fieles a su nido. “Año tras año llegan al mismo nido. Construyen el nido, lo van mejorando, ponen sus huevos, nace el polluelo, y después, cuando el polluelo emprende el vuelo, ellos se van. Y así vuelven al año siguiente”, describe la científica de CIFAMAC.
“Por eso los nidos son tan grandes, porque van construyendo capas. Para eso deberían coger algas, plumas, y su propio excremento también, pero en el caso de los cormoranes de Mejillones y otras especies del mundo, están usando plástico”, lamenta.
De hecho, al comparar el caso de los cormoranes antofagastinos con otros estudios disponibles sobre contaminación por plástico en nidos de albatros, gaviotas y otras especies de cormoranes en el Atlántico norte, constataron que los de Mejillones son de los más contaminados.
Para hacerse una leve idea de cuán lejos llega la contaminación por plástico, en sitios del Atlántico el 98% de los nidos de alcatraces (Morus bassanus) poseen plástico, historia similar con el 25% al 80% de los nidos de gaviotas y cormoranes en el Reino Unido, y el 71% de la tiñosa gris (Anous albivitta) y fragatas (Nesofregetta fulginosa y Fregata minor) que anidan en islas remotas del océano Pacífico Sur.
“En el caso de Mejillones, todos los nidos que muestreamos tenían plástico. Esto quiere decir que el 100% de los nidos contienen plástico, y esto hace que Mejillones sea la colonia de nidificación de cormorán más contaminada del planeta, porque todos los nidos muestreados tienen plástico, y tienen mucho, no es un poco”, advierte la investigadora.
En general, una de las consecuencias más directas de la contaminación por plástico en las aves marinas son los accidentes y el deterioro en su salud por el enredo o la ingesta de estos objetos, muchas veces con resultado de muerte.
García cuenta que “se enredan y mueren ahogados porque no pueden emprender el vuelo. Hemos visto como hay algunos enredados por las patitas y colgando del nido, pero también hemos visto polluelos muertos. Además, como este cormorán bucea para tomar el plástico, porque los cormoranes son buceadores, puede que también lo ingieran de forma indirecta, y que eso lo transmitan a las crías, provocando que ellas también mueran de inanición, de hambre”.
Si bien aún falta conocimiento e investigación para dimensionar todos los impactos de la contaminación por plástico, se sabe que “son derivados del petróleo, son contaminantes y tóxicos, y pueden quedar en tu organismo, teniendo efectos a nivel endocrino, hormonal y celular, pero eso es lo que se está estudiando porque todavía no se conoce tan bien cómo funcionan esos procesos. Eso sería de forma más indirecta”, señala.
Por ello, estudios como éste nos recuerdan la necesidad de disminuir la fabricación, uso y consumo de plástico en todos los niveles.
Aunque la investigadora del CIFAMAC valora los avances impulsados por el gobierno de Chile, reconoce que es necesario reducir aún más la comercialización de productos con este material, por ejemplo, con iniciativas como la prohibición de plásticos desechables de un solo uso.
Naturalmente, también sale a colación la conducta individual. El llamado es a evitar y reducir en lo posible la adquisición de estos elementos, para reemplazarlos por aquellos reutilizables y perdurables, desde botellas hasta bolsas de género. “Debemos reducir nuestro consumo de plástico, y evitar comprar cosas envasadas o bolsas de plásticos”, añade.
Y en cuanto a Mejillones, hay dos flancos prioritarios, según García.
De partida, está el mantenimiento y la limpieza constante de los puertos para evitar el vuelo y nado descontrolado de estos materiales. “La industria debe responsabilizarse del uso de los maxisacos. Entiendo que para ellos es importante utilizarlos, pero si el maxisaco se rompe, debe ser retirado, y deben hacer limpieza del sector cuando hayan maxisacos rotos, cuando ya no sirvan, o cuando se termine la obra, eso es lo principal. Yo sé que algunas empresas lo están haciendo, porque algunas nos han contactado o nos lo han comentado, pero lo ideal es que lo hagan todas, no una o dos”, indica.
A esto se suma la necesidad de mejorar las condiciones en el vertedero. Sobre eso detalla: “El vertedero en Mejillones está justo en la línea del barrio industrial, y en Mejillones predomina el viento del sur hacia el norte, entonces, el vertedero no tiene ninguna muralla o algo que lo aísle. Cuando sopla el viento puede llegar este plástico, sobre todo las bolsas que son lo más liviano, y vuelan al barrio industrial, lo cual es un problema porque vemos paredes del barrio industrial llenas de bolsas de plástico, y puede que eso llegue a la playa. Sabemos que la Municipalidad tiene un plan de mejora del vertedero, así que esperamos que se mejoren las instalaciones”.
En definitiva, está en nuestras manos colaborar y contribuir para coexistir de mejor manera con el resto de la naturaleza, para lo cual es necesario dejar de atiborrar de plástico a los cormoranes – y a tantas otras especies – que moran en la zona costera.
La investigadora recuerda que “es necesario avanzar en la educación ambiental, en colegios y liceos, para las generaciones que vienen. No podemos olvidar que lo que nosotros consumimos va a parar después al medio marino o al medio natural, y que eso puede causar un gran daño”.