Por primera vez reportan evidencia de un naranjero en Los Ríos: especie vive en el norte de Chile y al otro lado de la cordillera
Lo que comenzó con la búsqueda del gato de la familia en una casa, culminó con el avistamiento y la primera fotografía conocida de un naranjero en la Región de Los Ríos. La sorpresa radica en que esta especie habita en el extremo norte de Chile, y en otros países como Argentina. Aunque existían contadas observaciones previas de esta ave en la zona, este es el primer reporte fotográfico que prueba su presencia en este lugar del sur. A su vez, este hallazgo abre varias interrogantes sobre estos animales, los cuales podrían ser solo individuos «errantes» o reflejar un incipiente movimiento poblacional frente a cambios ambientales. ¿Llegó desde el norte chileno o desde Argentina? ¿Se vinculará de alguna forma con la crisis climática? Te contamos las hipótesis y lo que se sabe hasta ahora en la siguiente nota.
El primer martes de agosto transcurría sin gran novedad, cuando Víctor Antillanca, quien vive en la comuna de Río Bueno, en la Región de los Ríos, buscaba a su gato Katari. Mientras se encontraba en plena búsqueda del felino, se asomó por la ventana, divisando a lo lejos un ave que captó de inmediato su atención.
No es mera casualidad, ya que Antillanca es aficionado a la fotografía, y un apasionado por la flora y fauna. Posado sobre un cerezo estaba el plumífero que parecía, a primera vista, un cometocino de gay. Sin embargo, el azul y amarillo anaranjado brillante de su plumaje generaban dudas. Luego de fotografiarlo, chequear con las guías de aves, y de consultar a ornitólogos, la sorpresa fue mayor cuando dieron con su verdadera identidad: se trataba de un naranjero (Pipraeidea bonariensis), una especie cuya distribución en Chile está descrita para el extremo norte del país, además de habitar por el lado argentino de la cordillera de los Andes, entre otros países.
“Como fanático de las aves fue muy emocionante, estaba muy feliz. En su momento solo atiné a llamar a mi pareja y mostrarle el ave, estaba como un niño cuando le llega un regalo. Unos 10 a 15 segundos estaría posado el ave y luego se fue. Bajé al patio con mi cámara a ver si aún continuaba por los árboles y tuve la suerte de que se estaba alimentando de unas bayas”, relata a Ladera Sur el autor de las imágenes, quien además es ex alumno del curso de guía de aviturismo impartido por el Centro de Humedales Río Cruces de la Universidad Austral de Chile, misma institución que dio a conocer este interesante hallazgo.
De esa forma, este es el primer reporte con evidencia fotográfica – conocido hasta ahora – de un naranjero en la Región de Los Ríos, y el tercero para la zona centro sur del país. Antillanca agrega que “uno de mis compañeros que también es de Río Bueno, lo avistó pero el año 2019, sin lograr un registro”.
“Es interesante esto del reporte del naranjero en la Región de Los Ríos porque es bien inusual ver a una especie como esta acá en el sur”, asegura Jorge Tomasevic, coordinador científico del Centro de Humedales Río Cruces, quien añade que “esto de tener registros inusuales de especies a lo largo del país hace pensar qué está pasando, por qué uno encuentra estas cosas. Puede ser un conjunto de factores, desde que quizás lo han hecho todo el tiempo y nadie los vio, o que algo está cambiando, y eso promueve la aparición de estas especies”.
Pero ¿cómo habría llegado este naranjero a la Región de Los Ríos?
Para responderlo, es necesario escudriñar primero en algunas de sus características y aspectos taxonómicos.
De partida, el naranjero – que mide alrededor de 17 cm de largo – se alimenta principalmente de frutos e insectos.
Además, se destaca por su plumaje en el que predominan el azul y amarillo con distintas tonalidades, y que se expresa de diferente manera en machos y hembras dado el dimorfismo sexual de esta especie. Mientras los colores en él son intensos, en ella son más apagados y opacos.
En cuanto a su población en Chile, en el norte se encuentra la subespecie darwinii (Pipraeidea bonariensis darwinii), moradora de zonas andinas entre los 2 y 4 mil metros sobre el nivel del mar, ya sea en laderas de cerros con matorral, oasis altoandinos, y otros ambientes como jardines, campos de cultivos y poblados prepuneños, como Putre o Mamiña.
Así lo explica el presidente de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), Rodrigo Barros: “El naranjero es una especie de vistosos colores, conocida en Chile solo para el extremo norte del país, desde el límite con Perú hasta la Región de Antofagasta. Es regular encontrarla en el matorral precordillerano de Parinacota y Tarapacá (principalmente sobre los 2.700 m). Esta población corresponde a la subespecie darwinii, que se distribuye por los Andes, desde Ecuador al norte de Chile, y que se caracteriza por tener la espalda de color verde-oliva y la rabadilla amarillenta”.
Por otro lado, existe otro taxón para la misma especie, denominado como “grupo bonariensis”, que se extiende por la vertiente oriental de los Andes, desde Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay y en Argentina, hasta Río Negro y Chubut. El naranjero de esta zona se distingue del que vive en el norte de Chile por tener la espalda negra y la rabadilla anaranjada.
Como bien explica Barros, algunos investigadores, como por ejemplo el grupo de taxonomía de la organización BirdLife International, consideran a ambas poblaciones como especies distintas por las diferencias de su plumaje y canto. Por eso, algunos proponen clasificar a los naranjeros que habitan desde el norte de Chile hasta Ecuador como Pipraeidea darwinii, y a los de Argentina y otros países sudamericanos como Pipraeidea bonariensis.
Aunque es pertinente aclarar que aún no existe consenso sobre lo anterior, el presidente de la ROC precisa que “el ejemplar encontrado en Río Bueno corresponde a un macho del grupo bonariensis (espalda negra y rabadilla anaranjada), que es regular en la misma latitud en el lado argentino. Por lo tanto, el ejemplar en cuestión llegó sin duda desde Argentina y no desde el extremo norte de Chile”.
Lo anterior coincide con la hipótesis de Tomasevic, quien añade que “esta especie está ampliamente distribuida en Argentina, o sea a esta latitud, donde se registró acá en Los Ríos, no es difícil verlo en el lado argentino. Entonces, verlo tan al sur, y sin registros intermedios entre el norte y acá, hace pensar que estos individuos pueden haber cruzado la cordillera, y eso en realidad no es algo tan inusual en base a la evidencia que uno está observando con otras especies, porque hay otras especies que se han ido estableciendo acá, en el centro y sur de Chile”, señala.
Plumíferos sin fronteras
Aunque suene a contradicción semántica, los registros anecdóticos o raros de animales fuera de su distribución natural conocida, son más comunes de lo que algunos creen. La ampliación o cambios en la distribución de especies por regiones o países pueden variar por distintos factores, que van desde la movilidad propia de estas criaturas, los avances en la investigación y monitoreo que develan nuevos rangos de hábitat, hasta fenómenos ambientales, como los (potenciales) efectos del cambio climático.
Por supuesto, no está del todo dilucidado en la amplia gama de especies existentes.
Un ejemplo de estos cambios es la tagüita del norte, “quizás hoy en día mal llamada tagüita del norte, porque es una especie que uno ve efectivamente en el norte de Chile, [pero que] está ya establecida por varios años acá en Valdivia, ha ido expandiendo su área de reproducción, está confirmado que está presente y se reproduce”, puntualiza el investigador del Centro de Humedales Río Cruces.
Por su parte, Barros agrega que “esto último es muy interesante y ha ocurrido en los últimos años con otras especies de aves provenientes de Argentina, y que han cruzado a Chile más o menos en la misma zona del país”.
Algunos ejemplos notables provienen del chirihue azafrán (Sicalis flaveola), el cual fue registrado primero en el año 2000 en la zona del Lago Villarrica, en la Región de la Araucanía, y que cuenta actualmente con una distribución en el país entre Chillán y Chiloé. Se suma también el mirlo de pico corto (Molothrus rufoaxillaris), con los primeros registros el 2010 en la zona de Chimbarongo y San Fernando, y que hoy se encuentra entre Santiago y Linares.
En el caso del naranjero que protagoniza esta nota, existen contados registros en la zona centro y sur del país, y por lo tanto, fuera de su distribución conocida. Al respecto, Barros cuenta que “el 2018 se registró un macho cerca de Linares y el 2019 una hembra cerca de Temuco, estos últimos informados en eBird con fotografías que permitieron validarlos. Estos registros podrían corresponder a datos anecdóticos de individuos ‘errantes’ (perdidos), pero también podría tratarse de los primeros datos de un movimiento poblacional de la especie desde el lado argentino a esta zona del país (¿cambio climático?)”.
Tomasevic señala que “estas incursiones pueden ser el comienzo del establecimiento de una población más estable, no lo sabemos. Y estas incursiones pueden tener que ver con el cambio climático, pero tampoco lo sabemos, entonces, es super interesante tener la oportunidad de compartir esta información, y poder destacarla, porque todas estas cosas que pasan muy poco frecuentemente, o sea muy raras, si no hay nadie mirando pasan desapercibidas”.
En esa línea, el autor de la fotografía del naranjero cree que su avistamiento no es una mera coincidencia, considerando que uno de sus compañeros vio a la misma especie en 2019. “Esto me dice que ya es un ave que podremos ver más seguido en el futuro, no en abundancia como los gorriones o chirihues, pero poniendo atención se podrá ver. Una de mis hipótesis es básicamente por el clima, que se está haciendo cada vez más cálido, esto da la opción de que estas aves puedan cruzar por la cordillera”, afirma Antillanca.
Es importante destacar que no se sabe mucho sobre los eventuales movimientos poblacionales de esta especie, como bien lo refleja el naranjero de Río Bueno. Asimismo, en obras como el Atlas de las Aves Nidificantes de Chile se constató que existe muy poca información sobre la fenología reproductiva de esta ave en el norte del país.
Sin duda, queda mucho por develar no solo sobre el naranjero, sino también sobre el resto de la naturaleza.
Más ojos observando, mayor conocimiento
En esta oportunidad, la difusión de la fotografía del naranjero bastó para que este registro de alto interés científico no terminara guardado en el anonimato, o perdido en una carpeta de archivos. También releva la importancia de observar, registrar y comunicar la información sobre las distintas especies, para así contribuir a su conocimiento, valoración y a la toma de mejores decisiones para su conservación.
Así lo entiende Antillanca, para quien “el llamado a la ciudadanía es a valorar más a nuestras aves, y fauna y flora en general, a ser curiosos por el entorno que nos rodea, empezar a crear conciencia ambiental. Un llamado también a las municipalidades a crear conciencia ecológica, a cuidar nuestras áreas verdes, y motivar a la ciudadanía a valorar todo esto”.
En ese sentido, el involucramiento social de los ciudadanos puede generarse de múltiples maneras, partiendo por actividades como las salidas de avistamiento y la capacitación de personas a través de cursos, como los que realizan en el Centro de Humedales Río Cruces para formar guías de aviturismo.
A esto se suman los aportes de iniciativas de ciencia ciudadana como eBird, donde se pueden compartir los registros de observaciones de aves, lo que ha permitido ampliar considerablemente el nivel de conocimiento sobre estos animales, con una rapidez y escala que antiguamente era imposible. El presidente de la ROC recalca que “para poder conocer estos fenómenos de cambios en los rangos de distribución de las distintas especies, las plataformas de Ciencia Ciudadana como eBird son herramientas fundamentales, que permiten que ‘muchos ojos en terreno’ compartan la información y, en conjunto, vayamos completando las piezas del puzle dinámico que a veces ocurre con la distribución de algunas especies de aves. Entre más observadores de aves entendiendo la importancia de compartir sus datos de terreno a través de eBird, mejor información tendremos sobre las aves en nuestro país”.
En ese sentido, Tomasevic concuerda con que “mientras más gente tengamos observando la naturaleza, más rápidamente vamos a poder detectar cambios que ocurran, y estas cosas raras que pasan. Si son raras y nadie está mirando, nadie se entera. Así que esa es la idea, celebrar de que somos muchos los que estamos interesados. El hecho de que todos cooperemos al compartir información nos ayuda a aprender más rápido de la naturaleza, y quizás a tomar acciones de mejor manera, para contrarrestar los efectos negativos que estamos viendo a nivel mundial”.
De seguro, los naranjeros inspirarán a muchos en este cometido, y pasarán menos desapercibidos en su próxima incursión.