Más de 1.500.830 personas se han contagiado y más de 87.706 han fallecido, mientras muchos se rompen la cabeza para contenerlo, entenderlo, y develar si saltó al humano desde un murciélago o pangolín que no pidió ser parte de esta historia. Si bien hay muchas dudas sin resolver sobre el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que ha puesto en jaque al mundo entero, existe certeza de que su propagación comenzó en diciembre de 2019 en un mercado de animales vivos en Wuhan, China, lo que ha agitado el debate sobre el peligro que revisten estos lugares para la salud pública.

Mercados húmedos de animales (16) ©Igualdad Animal
Mercados húmedos ©Igualdad Animal

Además de China, hay otros países como la India y Vietnam que comercializan animales vivos – domésticos y salvajes – que provienen de diversas regiones y que portan sus propios patógenos. Erizos, ciervos, nutrias, cocodrilos, perros, gatos o civetas son algunas de las numerosas criaturas que permanecen hacinadas en jaulas mientras llega el minuto de su muerte para el comprador que anhela carne fresca, en medio de charcos de sangre y vísceras, y de condiciones sanitarias deficientes que hacen de estos lugares una verdadera “incubadora” o “caldo de cultivo” de epidemias. De esa manera se reúnen las condiciones favorables para que los virus puedan superar la “barrera de especie”, es decir, saltar desde diversos animales al ser humano.

En ese contexto, ha sido el comercio de fauna silvestre el que ha generado mayor controversia a nivel internacional.

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Mercados húmedos ©Igualdad Animal

“El consumo directo de fauna silvestre, el tráfico de especies vivas para su uso como mascota, y también los productos de fauna silvestre, por ejemplo, para ser utilizado por la medicina tradicional china – que dicho sea de paso, no existe ninguna evidencia científica que indique que tienen algún beneficio en la salud de las personas – son las tres fuentes de fauna silvestre que hay que prohibir para evitar el surgimiento de enfermedades emergentes”, señala Claudio Azat, director del Doctorado en Medicina de la Conservación de la Universidad Andrés Bello.

Recordemos que alrededor de un 75% de las enfermedades emergentes que afectan a los humanos tienen un origen zoonótico, es decir, son transmitidas por animales salvajes y domésticos.

Mercados húmedos de animales (15) ©Igualdad Animal
Mercados húmedos de animales ©Igualdad Animal

Faltan dedos para enumerar ejemplos. Corría el año 2002 cuando en el sur de China se detectó en humanos el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), el cual fue provocado por un coronavirus que habría sido transmitido por las civetas comercializadas en mercados similares al de Wuhan. A fines de 2003 reapareció la gripe aviar H5N1, la cual durante años ha sido traspasada desde aves de corral a los habitantes de Asia y África septentrional, mientras que la gripe porcina A (H1N1) se convirtió en una pandemia entre 2009 y 2010. Posteriormente, se detectó por primera vez en Arabia Saudita el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), producido también por un coronavirus que brincó a nuestra especie desde los camellos.

Así se ha desarrollado una parte del vasto escenario epidemiológico hasta que llegamos al nuevo coronavirus que se unió al clan con el COVID-19.

贺 朱 en Pixabay
贺 朱 en Pixabay

“Asia y África son los continentes que concentran mayormente los brotes de enfermedades emergentes con origen de fauna silvestre. Eso se explica en gran medida porque son países donde hay una alta densidad poblacional, y además algunos países tropicales con alta diversidad y riqueza de especies”, detalla Azat. “Pero lo que sucede en Asia y varios países como China es que hay una cultura por comer fauna silvestre, y esto son riesgos para que surjan estas enfermedades, por ende, prohibiendo el consumo de fauna silvestre en gran medida se evita que estas enfermedades nuevas surjan”, agrega.

Luego del brote del COVID-19, el Congreso Nacional del Pueblo de China prohibió temporalmente el consumo de fauna silvestre capturada o criada en cautividad en febrero, medida que también adoptó Vietnam, durante un periodo en que organizaciones como la World Wildlife Fund (WWF), Wildlife Conservation Society (WCS) y Animals Asia le enviaron una carta  al primer ministro para pedir el cierre de estos recintos.

Mercados húmedos de animales (8) ©Igualdad Animal
Mercados ©Igualdad Animal

Sin embargo, tras el fin de la cuarentena de dos meses, algunos mercados chinos parecen retornar a sus operaciones, pese a las advertencias de la comunidad científica. Por ejemplo, investigadores de la Universidad Normal de Pekín y de la Universidad de Hong Kong, publicaron recientemente una misiva en la revista Science, asegurando que “China debe actuar para prohibir permanentemente el consumo de vida silvestre a fin de evitar futuros riesgos para la salud pública”.

Por un lado, los científicos se refieren al riesgo zoonótico, a las sanciones por comercio y consumo ilegal que no son lo suficientemente severas, y a las “lagunas” o ambigüedad de las leyes chinas que protegen a las especies pero que no permiten diferenciar a las poblaciones silvestres de las que son criadas en cautiverio. Un ejemplo es lo que ocurre con el ciervo sika (Cervus nippon), una especie protegida en “primera categoría” en el país asiático pero que también está en la lista para su uso comercial.

Mercados húmedos de animales (9) ©Igualdad Animal
Mercados ©Igualdad Animal

“Las diferencias indistinguibles entre las poblaciones silvestres y cautivas brindan oportunidades para que la carne ilegal de animales silvestres se mezcle con ganado exótico y fluya al mercado”, advierten en el texto.

Pero ellos no son los únicos: cada vez se suman más voces que claman lo mismo.

La organización internacional Igualdad Animal lanzó una campaña mundial donde solicita la prohibición total de este tipo de comercio a través de una petición dirigida a António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, acompañada por un video de mercados húmedos de China, Vietnam e India, donde muestran – a través de imágenes que advertimos son muy sensibles – las condiciones en las que se encuentran ciervos, mapaches, cocodrilos, gatos y perros, entre tantos otros.

Mercados húmedos de animales (12) ©Igualdad Animal
Mercados húmedos ©Igualdad Animal

Desde la ONG señalan que “es debido a las crisis de salud pública que causan los mercados húmedos, así como al intenso sufrimiento infligido a los animales, que Igualdad Animal está instando a Naciones Unidas para que los prohíba. Estos mercados no sólo son extremadamente crueles para los animales, sino que son el caldo de cultivo para futuras pandemias”.

Mercados húmedos de animales (11) ©Igualdad Animal
Mercados húmedos ©Igualdad Animal

Además, la secretaria ejecutiva interina del Convenio sobre la Diversidad Biológica de Naciones Unidas, Elizabeth Maruma Mrema, se sumó a la petición para prohibir este tipo de comercio, aludiendo a los “claros vínculos entre la destrucción de la naturaleza y las nuevas enfermedades humanas”, aunque advirtió en The Guardian que miles de comunidades rurales y pobres de África dependen de la fauna silvestre para sobrevivir, por lo que se requiere de ayuda y alternativas.

En ese sentido, Azat sostiene que el consumo de fauna silvestre per se “no es malo” y que muchas comunidades locales o indígenas lo hacen sin generar grandes impactos, aunque puntualiza que también está asociado a creencias populares y a la pobreza.

Mercados húmedos de animales (6) ©Igualdad Animal
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“En muchas regiones pobres del mundo, donde por temas económicos las personas no tienen acceso a la proteína animal porque es más cara, sobre todo la carne de vacuno (…) las personas eligen cazar fauna silvestre para suplir esa demanda de proteína y nutrientes. También porque es un negocio bastante lucrativo en algunas partes del mundo, y hay mucha fauna silvestre para la medicina tradicional china o para mascoterías, entonces, hay personas en África y Asia que se dedican a la captura o caza de animales y tráfico ilegal, porque hay mafias y es un sector que mueve grandísimas cantidades de dinero”, cuenta.

Precisamente, uno de los temas centrales es el tráfico internacional de miles de especies de animales y plantas que son comercializadas vivas o como productos derivados de ellos, ya sean alimenticios, pieles, cuernos, colmillos, instrumentos musicales o medicinas. En varios casos, la combinación del comercio y factores como la pérdida de hábitat ha llevado a algunas especies al borde de la extinción.

Pangolín ©Alex Strachan | Pixabay
Pangolín ©Alex Strachan | Pixabay

El director del Doctorado en Medicina de la Conservación de la Universidad Andrés Bello agrega que “los animales que más se trafican ahora en el mundo han sido los pangolinos. La escama de los pangolinos es muy preciada por la medicina tradicional china, y se cree que está involucrado posiblemente como hospedero intermediario en el actual brote de coronavirus”.

Para regular esta actividad existe la Convención CITES, un acuerdo internacional concertado entre distintos gobiernos – incluido Chile – que otorga diversos grados de protección a más de 37.000 especies de animales y plantas.

Mercados húmedos de animales (14) ©Igualdad Animal
Mercados húmedos ©Igualdad Animal

Sin embargo, no ha sido posible erradicar el contrabando. Se estima que el tráfico ilegal de especies silvestres moviliza más 10 mil millones de dólares al año, erigiéndose como uno de los negocios más lucrativos junto al narcotráfico y a la venta ilícita de armas.

Más allá del plato: mascotas y artículos de lujo

¿Qué sucede en Chile con el consumo y comercialización de fauna silvestre?

A diferencia de lo que ocurre en China, el consumo de animales silvestres en Chile es una práctica menos habitual. Es cosa de escarbar en la memoria de los adultos mayores para recordar el antiguo consumo de pingüinos, cetáceos e incluso de anfibios como la rana chilena.

Para Azat, esto se explica en parte porque “Chile no es un país que tenga una tradición cazadora, existen efectivamente relatos antiguos de que existía consumo de fauna silvestre, pero se ha consumido cada vez menos porque no va quedando mucha fauna silvestre, por lo menos en los números que abundaban en el pasado”.

Guanacos en Magallanes ©Paula Diaz Levi 4
Se ha denunciado consumo de guanaco en zona central (referencial) ©Paula Diaz Levi

Pese a ello, se han reportado denuncias, como la venta ilegal de aceite de lobo marino o de consumo directo de especies protegidas, aunque en algunos casos no se han podido hallar pruebas contundentes.

“Hemos tenido tres investigaciones por el consumo de carne de guanaco, principalmente en la Región de Valparaíso, específicamente en el sector de Petorca. Desde ese lugar, nos trasladamos a distintos sectores, como Cabildo y otros, realizando incluso sobrevuelos en helicóptero para ver cómo se mueven estos camélidos en ese sector. Según los antecedentes recopilados y mediante las entrevistas a personas que habitan esos lugares, es casi una tradición comer carne de guanaco, desconociendo algunos las leyes que protegen a estas especies”, cuenta a Ladera Sur Francisco Valdenegro, subcomisario de la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medioambiente y Patrimonio Cultural (Bidema) de la Policía de Investigaciones.

Restos de animales exóticos ©PDI
Restos de animales exóticos ©PDI

Y si en tierras asiáticas el comercio ilegal se destina en gran medida a la alimentación y medicina tradicional, en nuestro país se enfoca principalmente en el mercado de animales de compañía, o se traduce a productos excéntricos, recuerdos turísticos o artículos de lujo.

Para hacerse una idea, entre los años 2018 y 2019 se ha reportado el tráfico o tenencia ilegal de hurones en la Región de Antofagasta, guacamayos (araraunas) o peces en Arica, chinchillas en el Biobío, y loros choroy en la Metropolitana. También se han incautado pieles o garras de pumas, panteras, cocodrilos, entre otros productos, incluso en casas de narcotraficantes que ostentan estos elementos como lujosas excentricidades.

araraunas ©Joel McGInley | Pixabay
Araraunas ©Joel McGInley | Pixabay

Pero si de animales vivos se trata, las aves exóticas se convierten en las más traficadas en Chile, según la Bidema, siendo las habladoras y oriundas de la selva amazónica las predilectas.

“Las aves amazónicas ilegales más comunes de encontrar son el loro amazónico de frente azul, el ave cacatúa, el aratinga, etc. Y a nivel nativo está el loro choroy y el tricahue, siendo el primero uno de los loros más habladores. Cabe destacar que estos están protegidos por la Ley de Caza como todas las especies nativas, y los exóticos por la Ley CITES”, agrega Valdenegro.

Normalmente, los animales exóticos son capturados en el extranjero por cazadores furtivos o traficantes, quienes intentan transportarlos posteriormente por algún paso fronterizo, ya sea por sitios escondidos o pasos habilitados. Similar al modo de operar del narcotráfico, esconden a estas especies en sitios difíciles de revisar, como por ejemplo debajo de los camiones.

©José Gerstle
Loros tricahue ©José Gerstle

El subcomisario de la Bidema agrega que “en el norte del país, es común que la Unidad de Drogas de la PDI,  al revisar camiones u otros medios transporte, encontraran tanto animales vivos como restos de ellos, ya que lamentablemente en el tráfico de animales, las tasas de mortalidad son muy altas, por ejemplo, de 100 animales transportados, por norma general, 10 de ellos sobreviven, debido a que a las aves en específico, les amarran los picos para que no puedan emitir ruidos, además de las patitas, quedando algunos hasta ciegos (situación más común en el tráfico de primates). La ceguera con que quedan algunos animales traficados suele ser porque entre ellos se sacan los ojos, asociado a una conducta de estrés”.

También en el norte se han encontrado primates provenientes de la selva boliviana como el mono capuchino, que usualmente han sido encargados desde Chile para ser obsequiados. Valdenegro cuenta que “normalmente, los tenedores de estos animales ignoran la ley en Chile, no obstante, es común ver a los monos capuchinos encadenados en el patio de la casa, jugando con los niños”.

Quirquinchos incautados ©PDI
Quirquinchos incautados ©PDI

Pero en este contexto, ¿se ha desatado algún brote infeccioso local a raíz de la tenencia, caza y consumo de fauna silvestre o doméstica?

No al nivel de lo que ha ocurrido en países asiáticos. El subcomisario Valdenegro, quien es médico veterinario de profesión, cuenta que en este contexto, las enfermedades más comunes que se pueden transmitir de animales salvajes a personas son dérmicas como la sarna. Así ha pasado en algunas ocasiones con las vicuñas, llamas, guanacos y alpacas en el altiplano, por ácaros presentes en estos camélidos como el Sarcoptes scabiei. Estos pueden transmitirse al ser humano y provocarles una dermatitis, pero no es grave y el tratamiento es simple.

Por otro lado, en las aves se encuentra la psitacosis, que es una bacteria que se transmite a través de las fecas, y que podría provocar neumonía en casos graves.

Aún así, el tráfico y comercio genera enormes impactos, por lo que el subcomisario Valdenegro llama “a toda la población, a denunciar estos hechos, porque la idea de mantener las barreras fitosanitarias, con el fin de evitar la introducción de nuevas enfermedades, como lo que está pasando ahora, y además evitar el sufrimiento innecesario de estos animales. Si nosotros mantenemos eso en orden, con la documentación legal de origen de los animales, con todos los controles veterinarios, evitaremos la introducción de enfermedades zoonóticas que pueden ser un peligro para todos nosotros”.

tráfico de especies ©PDI
©PDI

Aunque los ilícitos anteriores no se han vinculado aún con la propagación de epidemias en Chile, hay otras enfermedades zoonóticas de mayor relevancia como el virus del hanta y la rabia, que pueden ser transmitidas por roedores y murciélagos, respectivamente.

La gran diferencia con países asiáticos es que el contagio de ambas enfermedades no se da por el consumo ni tráfico de estas especies nativas, ya que de seguro a los chilenos no les apetecería una sopa de murciélago o de colilargo. Más bien, el riesgo aumenta cuando degradamos y fragmentamos los hábitats donde viven estas especies.

Lo anterior nos obliga a retornar a un punto crucial que ha destapado la pandemia del COVID-19, y que ha inspirado el surgimiento de ciencias como la medicina de la conservación y el enfoque de “Una Salud” (One Health): la salud de las personas está estrechamente conectada a la salud de los animales y los ecosistemas.

Más aún en un mundo globalizado donde las decisiones internacionales repercuten en países tan distantes como el nuestro.

Mercados húmedos de animales (10) ©Igualdad Animal
Mercados húmedos ©Igualdad Animal

Para Azat, la era actual del Antropoceno y la globalización nos ha llevado a esta crisis ambiental que se ha visto fuertemente reflejada en la crisis climática, pérdida de biodiversidad, y en las enfermedades emergentes que pueden causar pandemias como la actual, cruzando fronteras con una rapidez inusitada.

Por lo mismo, esto nos obliga a tomar medidas a escala local e internacional, ya sea de bioseguridad y de protección de la naturaleza.

“Nos tiene que dar esta lección de que no existe forma de vivir más segura para la humanidad que respetando a la fauna silvestre, reconciliarnos con la vida silvestre, y cambiar el paradigma de que este planeta es una fuente inagotable de recursos, con esta mirada antropocéntrica de que el humano está primero y después el resto, porque sin los recursos naturales y biodiversidad, la vida para el ser humano no sería posible”.

Aunque reconoce la complejidad del asunto, “la única forma de enfrentar este tema de forma seria es logrando acuerdos a nivel mundial y mirando al largo plazo” concluye.

Si sabes de un caso de tráfico de especies, puedes efectuar la denuncia remitiendo todos los antecedentes a bidema@investigaciones.cl y analisis.bidema@investigaciones.cl . En casos de urgencia, puedes llamar al teléfono 134, correspondiente a la central de la PDI, desde donde derivarán los casos.

 

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