A estas alturas a nadie debiera parecerle extraño que los glaciares sean considerados elementos naturales vitales para la vida y estén en el centro de varias discusiones, incluyendo el proceso constituyente. De hecho, constituyen reservas estratégicas de agua dulce, regulan caudales de ríos, recargan acuíferos, mantienen ecosistemas en los valles y cuencas donde se encuentran, poseen valor paisajístico e integran el patrimonio ambiental y cultural que justifican su protección y valoración.

El escenario de cambio global, y la megasequía en el centro sur de país con aumento de temperaturas y déficit de precipitaciones, sumado a la ineficiente gestión y uso de las aguas, han puesto de manifiesto la importancia y el rol de este bien natural a lo largo de las cuencas hidrográficas, y los glaciares ocupan un lugar fundamental, pues son algo así como la cuenta de ahorro para asegurar disponibilidad de agua en momentos críticos, además de ser un aporte constante en el ciclo y régimen hídrico. Dimensionar estas reservas, conocer sus ecosistemas y saber cómo están cambiando es por tanto clave para proyectar el Chile de las próximas décadas.  El desarrollo de nuestras ciudades, la agricultura y nuestras formas de vida, se han visto beneficiadas y dependen en gran medida de estas masas de hielo.

Glaciar y Monte San Lorenzo, Región de Aysén. Foto: Camilo Hornauer
Glaciar y Monte San Lorenzo, Región de Aysén. Foto: Camilo Hornauer

La Unidad de Glaciología y Nieves (UGN) de la Dirección General de Aguas fue creada el 2008 con el objeto de establecer un Programa Glaciológico Nacional, tendiente a realizar el Inventario de Glaciares del país e implementar una Red de Monitoreo de Glaciares en diferentes zonas geográficas. Esto con el fin de mantener información actualizada y lo más precisa posible sobre estas reservas de vida.

La “Estrategia Nacional de glaciares” recomienda actualizar cada 10 años el inventario. En ese sentido, la comunidad científica, las ONGs y tomadores de decisión estábamos expectantes de una nueva versión que reemplazara el inventario del año 2014 (IPG 2014).

Contar con un inventario preciso, permite disponer de insumos claves al momento de realizar planificación y ordenamiento territorial, permite asimismo identificar áreas con interés de conservación, y con ello también evitar que proyectos industriales y mineros que tengan un desarrollo incompatible con su entorno natural y su protección, se instalen en áreas glaciares o periglaciares. El Ministerio de Medio Ambiente, a través del  decreto 40 del reglamento del SEIA,  menciona en su Artículo 3 que los proyectos o actividades susceptibles de causar impacto ambiental deberán someterse al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, incluyendo dicha afectación a los glaciares del Inventario Público de la DGA.

El momento por fin llegó, y en mayo 2022 en el marco del IV Congreso de la Criósfera organizado por la SOCHICRI, en las ciudades de Villarrica y Pucón, se lanzó públicamente.

Glaciar Pio XI. Créditos a Augusto Domínguez.
Glaciar PIO XI, Campo de Hielo Sur, Región de Aysén Foto: Augusto Domínguez

Mejoras en metodología:

Esta nueva versión del inventario, ejecutada entre el 2019 y 2021, se realizó con una metodología perfeccionada. Según indican desde la UGN, se utilizaron imágenes satelitales de mejor resolución, lo que permitió incorporar varios cientos de glaciares que no habían sido detectados anteriormente, además de partes cubiertas por detritos de glaciares blancos, y un gran número de glaciares de roca.

El inventario utiliza la clasificación primaria que adopta UNESCO, que incluye las categorías:

  1. glaciar de montaña (ubicado en la ladera de una montaña, mayor o igual a 25 hectáreas),
  2. glaciarete (glaciar menor a 25 hectáreas),
  3. glaciar de valle (cuyo cuerpo principal se ubica en un valle, mayor o igual a 25 hectáreas),
  4. glaciar efluente (que drena desde un campo de hielo, mayor o igual a 25 hectáreas),
  5. glaciar rocoso (con cobertura total o casi total de rocas, mayor a 1,0 hectáreas).

El criterio de mapeo para glaciares “nuevos” fue un área mínima de 1 hectárea, también según normativa UNESCO. 

Glaciar Mocho Choshuenco, Región de Los Ríos. Foto: Rama de Montaña UACh
Glaciar Mocho Choshuenco, Región de Los Ríos. Foto: Rama de Montaña UACh

La DGA indica que, la fecha de las imágenes utilizadas en el Inventario Público de Glaciares 2022 corresponden en promedio al 2017, mientras que las empleadas en el IPG 2014 son en general del año 2002.  Lo que nos indica que existe un ligero desfase con la situación al día de hoy, pero sin duda aporta con información contundente,  nos refleja una tendencia y nos confirma el compromiso que debe tener el país con estas masas de agua congelada.

El Inventario fue sometido a un proceso de revisión por parte de científicos, consultores e instituciones que tuvieran relación con glaciares a modo de proceso de validación, lo que enriqueció y dio mayor robustez al proceso y al resultado final (22 participaron activamente).

Si bien en ambos inventarios se incluyeron nuevos glaciares igual o superiores a 1 hectárea, en el Inventario 2022 se mantuvieron aquellos glaciares de hasta un área de 0,1  hectárea que ya se encontraban catastrados en el Inventario 2014. 

Los principales hallazgos al comparar los datos entre los dos inventarios  (aunque no debieran ser directamente comparables dado sus metodologías) fueron:

1. Fragmentación y reducción de hielo

El catastro da cuenta del aumento en cantidad de 2.055 glaciares (cerca de un 8%) respecto al primer inventario de 2014; esto se explica (principalmente) porque en los últimos 15 años muchos se han fragmentado en cuerpos de hielo de menores tamaños.

Por otro lado se registra una pérdida aproximada un 8% de superficie de hielo por derretimiento glaciar.

Gráfico comparación número de glaciares y superficie
Gráfico comparación número de glaciares y superficie

2. Glaciares de Roca

Se define un glaciar de rocas o escombros, como una masa de fragmentos de roca y material fino que yace en una pendiente y contiene hielo intersticial o un núcleo de hielo macizo y presenta evidencias de movimiento gravitacional pasado o presente. Los glaciares de roca son un tipo de crioforma muy  diferente a los glaciares blancos y glaciaretes, y por muchos años fueron poco estudiados o considerados al momento de hablar de glaciares e invisibilizados en procesos de evaluación Ambiental.

Con el tiempo, se ha demostrado que sus reservas y el aporte hídrico y la relación sinérgica que mantienen con vegas o humedales altoandinos los hacen geoformas muy importantes para sobrellevar y mitigar el cambio climático, ya que, al estar aislados de la atmósfera por una gruesa capa de detritos, son más resistentes a los cambios del clima, y así mas perdurables que los glaciares blancos.

Glaciar de roca Arriero 1, Putaendo, Región de Valparaíso. Putaendo pasó de tener 68 glaciares de roca (inventario 2014) a 137 (inventario 2022). Foto: Hans Fernández.
Glaciar de roca Arriero 1, Putaendo, Región de Valparaíso. Putaendo pasó de tener 68 glaciares de roca (inventario 2014) a 137 (inventario 2022). Foto: Hans Fernández.

Durante el proceso de elaboración del inventario 2022, se revisó todo el territorio nacional para detectar glaciares rocosos, mapeando aquellos al sur de la cuenca del Río Maule, catastrando 219 nuevos glaciares rocosos en las macrozonas Sur y Austral, con una superficie total de 23 km2. Se encontraron y agregaron de este tipo de glaciares, incluso en la zona  de las Torres del Paine.

Cabe señalar que el IPG2014 no incluía ningún glaciar rocoso en estas dos macrozonas, lo que significa un muy importante avance para el conocimiento y comprensión de nuestros ecosistemas y ciclo hidrológico de estos territorios.

En específico se agregaron 1.203 glaciares rocosos en todo el territorio nacional, con 96,3 km2

• 487 glaciares rocosos en la macrozona norte  que suman 36,8 km2

• 497 glaciares rocosos en la macrozona centro  que suman 36,5 km2

Ejemplo de nuevo Glaciar Rocoso inventariado, Región de Aysen. Fuente: DGA.
Ejemplo de nuevo Glaciar Rocoso inventariado, Región de Aysén. Fuente: DGA.

3. Políticas públicas, educación y ciencia: ¿Qué hay que hacer?

Sin duda,  el camino a seguir es la protección glaciar, y eso implica tanto visibilizar y educar sobre  la importancia y el rol de los sistemas glaciares  como también disponer y poner en práctica un marco legal y normativo que permita una efectiva protección a través de una adecuada Ley de protección de glaciares y la definición a nivel constitucional de Bien común natural de estas valiosísimas reservas de agua dulce donde el Estado actúe como custodio de ellos.  La DGA ha hecho un gran aporte al hacer público el Inventario de glaciares, que es de alguna forma vinculante  (frente a un proceso de permisos ambientales) y viene a reforzar la condición de vulnerabilidad en un escenario de crisis global y climática.

Por su parte, en marzo recién pasado, el ejecutivo promulgó una reforma al código de aguas que consagra las prioridades de uso,  privilegiando el  derecho humano a su acceso y al saneamiento, y reconoce que las aguas cumplen la función vital de preservación ecosistémica, en sus diversas formas, incluyendo a los glaciares.  Asimismo, establece que no se podrán constituir derechos de aprovechamiento en glaciares. De esta forma se están sentando las bases o el piso mínimo para poder abordar y resguardar estas estratégicas reservas de vida

Glaciar Stoppani, Parque Nacional Yendegaia, Tierra del Fuego. Foto: Guy Wenborne
Glaciar Stoppani, Parque Nacional Yendegaia, Tierra del Fuego. Foto: Guy Wenborne

En la medida que las condiciones climáticas y globales continúen estresando los caudales y afectando los regímenes de precipitaciones y tengamos mayores temperaturas, el rol de los glaciares en la provisión y regulación de los recursos hídricos irá tomando una mayor preponderancia. En este sentido, las investigaciones deberán considerar modelaciones de los aportes hídricos de los glaciares en las cuencas del centro sur del país, y deberán valorarse con mayor detalle, tanto desde un punto de vista económico como ecológico, los servicios ecosistémicos de las montañas. La creación de nuevas áreas protegidas en nuestra cordillera, con especial foco en la zona central del país,  será también un esfuerzo muy necesario para el futuro de nuestras generaciones.

La realidad en Chile y en el mundo, es que los glaciares están enfrentando un fuerte retroceso con una marcada fragmentación, en términos simples, vemos un mayor número en cantidad, pero reducidos en su tamaño,  lo que en definitiva es menos hielo y menos agua disponible. En este caso, la ecuación nos dice que “Mas es menos.”.

Glaciares Cordillera de Darwin, Expedición Darwin Inexplorado, Región de Magallanes. Foto: Harry Brito
Glaciares Cordillera de Darwin, Expedición Darwin Inexplorado, Región de Magallanes. Foto: Harry Brito

Donde ver el Inventario completo:

Se puede encontrar  un archivo shape, el cual contiene en forma georreferenciada los contornos de los glaciares de Chile y cada uno de ellos con su respectiva imagen, código, nombre, clasificación, área, región, provincia, comuna, entre otra información en el siguiente link:https://dga.mop.gob.cl/Paginas/InventarioGlaciares.aspx

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