No mide más de 3 cm y se camufla perfectamente entre la hojarasca de los bosques húmedos del sur de Chile. Aun así, esta pequeña ranita no pasó desapercibida ante los ojos del naturalista y explorador Charles Darwin en 1834 cuando, en su viaje alrededor del mundo en el HMS Beagle, desembarcó en las costas de Lemuy, Chiloé.

Han pasado más de 180 años desde su descubrimiento y hoy la ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii) –nombrada en su honor–, vive una situación precaria. Sus poblaciones han decrecido rápidamente debido principalmente a amenazas como la pérdida de su hábitat debido a la sustitución de bosque nativo por plantaciones forestales, los efectos del cambio climático, la explotación de la que fueron víctimas sobre todo a fines de los 80’ y comienzos de los 90’ para ser comercializadas como mascotas y la acción del hongo quítrido, que está diezmando sus poblaciones y la de otros anfibios alrededor del mundo. Todo esto ha llevado a que este anfibio endémico de Chile y Argentina, esté catalogado como especie en peligro de extinción en nuestro país y por la IUCN y a que su pariente, la ranita de Darwin del Norte (Rhinoderma rufum), endémica de Chile, esté considerada como en peligro crítico de extinción y muy probablemente, ya extinta –no se ha visto desde 1981–.

©Fabián Muñoz
©Fabián Muñoz

Sin embargo una nueva estrategia binacional de conservación entre Chile y Argentina, busca revertir esta situación. Después de dos años de discusión, la iniciativa finalmente fue consensuada por representantes de 33 instituciones académicas, públicas y privadas y considera la realización de 39 acciones, agrupadas en 12 objetivos y metas. Entre ellas se encuentran medidas como generar y sintetizar información clave sobre la biología, manejo y estado de las poblaciones de ranita de Darwin para 2028; identificar y reducir sus principales amenazas y erradicar especies invasoras; realizar monitoreos en las zonas de distribución de la Rhinoderma rufum o ranita de Darwin del Norte, para confirmar su extinción –este monitoreo ya comenzó en Concepción– e identificar áreas de probabilidad de ocupación de poblaciones considerando los efectos futuros del cambio climático. Algo primordial si se toma en cuenta que este anfibio, además de ser altamente sensible a los cambios en su entorno –por lo mismo es considerado como un excelente indicador de la salud de los ecosistemas– por lo general habita un radio muy reducido de territorio: se estima que su rango de dispersión se encuentra entre 1 y 3 m2 y que sólo habitan en ciertas áreas del bosque formando colonias. Además sus poblaciones estarían altamente fragmentada y conformadas grupos de entre 10 y 100 individuos.

Sin embargo, en lo que coinciden los expertos, es que las iniciativas desarrolladas por dos centros de reproducción de la ranita de Darwin en Chile y la posterior reintroducción de estos ejemplares criados en cautiverio en su hábitat natural en los bosques del sur del país, serán cruciales para la estrategia de conservación de la especie.

Crianza en cautiverio y reintroducción

©Felipe Osorio
©Felipe Osorio

Casi 10 años han pasado desde que investigadores de la Universidad de Concepción, con el apoyo del Zoológico de Leipzig, comenzaron un proyecto sin precedentes para reproducir en cautiverio a la emblemática ranita de Darwin, el único anfibio en el mundo en donde el macho recoge en su boca los huevos fertilizados y los mantiene en un saco especial hasta que se transforman en una rana completamente formada y son liberados. Este período de incubación puede tardar entre dos y siete meses.

Sabían que no sería una tarea fácil. Nadie lo había intentado antes y el complejo sistema de crianza e incubación de la especie, no lo hacía particularmente más sencillo. Sin embargo iniciaron el proyecto con 11 ranitas reproductoras recolectadas en los alrededores de Coñaripe y desde entonces ya han logrado reproducir exitosamente a varias generaciones, contando al día de hoy con cerca de 200 individuos que pretenden reintroducir en un plazo de 5 años en un área cercana al lugar donde extrajeron a las ranitas originales y otras donde la especie ya se encuentra extinta, para no correr el riesgo de producir contaminación genética en otras poblaciones.

Por otro lado, en el centro también cuentan con 14 ejemplares rescatados en dos expediciones desde la zona de erupción del cordón Caulle Puyehue en 2011. «Es una de las prioridades de reinserción»,  aseguró a El Mercurio la bióloga Camila Castro, encargada del centro e integrante del comité de organización de la estrategia de conservación.

A estos esfuerzos, se suma el programa de cría ex situ desarrollado por el Zoológico Nacional de Chile desde 2010, quienes también han logrado obtener el ciclo completo de reproducción de la ranita de Darwin en cautiverio.

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