Musgos y Líquenes, ocupas legales
Hoy, nuestra colaboradora Andrea Riquelme nos cuenta de los musgos y líquenes, especies típicas de los climas húmedos.
Estoy hace rato pegada con los musgos y líquenes , tengo fotos de diferentes especies que he ido sacando a lo largo del tiempo, y últimamente se me vienen de la nada a la cabeza, en una especie de PowerPoint, como una mini animación, así es que decidí escribir sobre ellos.
El problema es que ambos son un reino tan grande y tan, tan importante que como se dice me metí sola en las patas de los caballos. Pero bueno, ya estoy aquí y las fotos de estos seres siguen en una especie de random cerebral.
¿Existe algo más primitivo y aperrado que un musgo o líquen?, si pensamos rápidamente creo al tiro nos imaginamos el Soleirolia soleirolii o más conocido como “colchón de la novia” o “musguito”, bueno pero si cavamos un poco más quizás llegamos a los del bosque húmedo y profundo, fértil y sombrío (bosque templado húmedo) , a esos mini helechitos que suben por los árboles, a los verdaderos colchones que viven en las orillas de las vertientes, o podemos imaginar un luchador en un infecundo neumático, algún austral aventurero en los hielos, un eficiente captador en el desierto, en fin, ahora sí nos damos cuenta que sí, existen miles.
Los que aparecen en las fotos son parte de todos estos, imagínense ahora esos survivors de las Lengas (Nothofagus pumilio), de los Ñirres (Nothofagus antartica), de los Robles (Nothofagus obliqua), de los bosques de la Araucanía (bosque templado caducifolio), a esos verdaderos seres que quedan colgando ante la adversidad, ante el hielo, como pañuelos al viento, como sombras en las noches despejadas, como lanas colorinches que se le fueron cayendo a un gigante, y creo personalmente la más importante: como fieles conservadores de nuestro ecosistema.
Es esperanza y oficio, albergue y sustrato, son verdaderos obreros del planeta Tierra, absorben el agua y a su vez la dejan ir, captan y fijan minerales, sobreviven en lugares donde muy pocos se atreven, sirven de casa para miles de cientos de familias de seres que ni siquiera sabemos que existen, fijan el carbono y liberan el oxígeno. Aún fuera de su ambiente son excelentes esponjas absorbentes (musgos), incluso antiguamente se usaban como gazas para detener hemorragias, son filtradores de los rayos UV, tanto humanos como aves somos enérgicos recolectores de estos y les damos un sin fin de usos, desde materias primas para arreglos florales, hasta nidos y perfectas construcciones para pájaros, por último en el caso de los líquenes no obstante con existir albergan su matriz para el crecimiento de un socio fotosintetizador: una microalga verde, que a través de simbiosis le aporta al liquen el carbono necesario para su crecimiento y desarrollo.
Como ya pueden ver, los musgos y líquenes son todo, o casi todo.
Los que veo en mis imágenes mentales, son los que vi hace un tiempo y ahora han vuelto para que hable de ellos, de los magníficamente increíbles y pequeños seres con los que vivimos a día a día, empleados de lo mas público que nos puede rodear en este mundo lleno de cosas tan absolutamente contrarias, amigos y compañeros de lo majestuosamente simple , de labores invisibles ante tantos ojos que ansían ver lo visible, lo controlado, lo planeado, lo piloto, el “master plan”. En fin, habitantes al cabo de una gran oportunidad llamada vida.
Los invito a observarlos, a buscarlos, y a hacerlos parte de nuestra convivencia diaria, por último, destinar algún minuto de nuestros días a intentar hacerlo, y cuando nos veamos regando con tanto esmero esa juntura de vereda, ese espacio hasta este entonces “ocupa”, pensemos que a lo mejor ahí esta el agua necesaria en el verano, el benefactor hogar de un ser, o simplemente algo verde que se mete a la fuerza en nuestras vidas.
EXTRA
Violeta Parra, Volver a los diecisiete. «Como el musguito en la piedra»