¿Sabías que en Chile hay cerca de tres mil especies de moscas descritas y que todas ellas cumplen un rol fundamental en el ecosistema? Por ejemplo, la mosca verde (Lucilia sericata) que solemos ver en nuestros hogares y jardines es fundamental para la descomposición de materia orgánica -por eso solemos verlas en fecas de mascotas o nuestra basura-, una tarea que no todos los insectos hacen. O también, se pueden ver en los jardines a las moscas de los géneros Allograpta y Toxomerus, las que extraen néctar, y cuyas hembras aterrizan en rosales, romeros u otras plantas con problemas de pulgones, depositando sus huevos. Luego, la larva depredará a los pulgones.

Mosca florícola jardínera (Allograpta hortensis). Valle central ©Manuel López
Mosca florícola jardinera (Allograpta hortensis). Valle central ©Manuel López

Y así, la lista de diversidad de moscas beneficiosas suma y sigue. De hecho, son uno de los polinizadores más importantes a nivel global. “Las moscas son fundamentales porque son polifuncionales, es decir, no solo polinizan, sino que controlan plagas (…) Además, las larvas de muchas familias regulan el flujo de nutrientes al descomponer materia orgánica o son bioindicadores de la salud del agua y los ecosistemas. Por otro lado, muchos vertebrados dependen de insectos parcial o totalmente al alimentarse de ellos y donde las moscas juegan un rol fundamental al mantener las redes tróficas por su abundancia”, explica a Ladera Sur Rodrigo Barahona, Dr. en ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias, y líder del proyecto «Moscas Florícolas de Chile».

Mosca Colibrí Azul (Lasia nigritarsis), Nueva Imperial, Región de La Araucanía. ©Fernando Tellez
Mosca Colibrí Azul (Lasia nigritarsis), Nueva Imperial, Región de La Araucanía. ©Fernando Tellez

Desde ahí viene la importancia, entonces, de las moscas florícolas, las que corresponden a cerca de un 70% de las moscas de Chile. Reciben su nombre, justamente, porque visitan flores de día o de noche para obtener néctar y polen. Así lo explica Barahona, quien también complementa que esta polinización es “esencial para la reproducción de las plantas pues ayuda a fecundar los óvulos y reproducirlas”.

Mosca camello (Megalybus pictus). Aculeo. ©Vicente Valdés
Mosca camello (Megalybus pictus). Aculeo. ©Vicente Valdés

La diversidad funcional de las moscas florícolas

Las moscas florícolas, son diversas y clasificadas en diferentes familias y géneros. El biólogo Matías Barceló comenta a Ladera Sur algunas de sus características. Por ejemplo, hay moscas florícolas peludas y con poquitos pelos; pequeñas (1-2 mm) y grandes (hasta 5 cm). También, explica, algunas de estas moscas poseen probóscides (estructura bucal que les permite obtener el néctar de las flores según su tamaño) pequeñas si las flores son abiertas o con probóscides largas si las flores son alargadas o tubulares. Además hay moscas con colores metálicos y llamativos, así como las hay negras y grises. Y la lista podría seguir y seguir.

Holops frauenfeldi en Reserva Nacional Rio Clarillo.©Vicente Valdés
Holops frauenfeldi en Reserva Nacional Rio Clarillo.©Vicente Valdés

“Estas características, entre otras, es lo que en ecología denominamos diversidad funcional, ya que cada característica cumple un rol y la diversidad de esa característica permite generar un amplio espectro de respuestas ante un mismo fenómeno. Por ejemplo, un rol fundamental de las moscas es la polinización. Se estima que al menos un tercio de las frutas y hortalizas podrían ser producidas por estos organismos (…) Entonces, moscas más grandes y peludas podrían transportar más polen que moscas más pequeñas y sin tanta pilosidad, pero las más pequeñas puede que transporten el polen a distancias mayores que las más grandes. Ese es tipo de juego el que es muy interesante de estudiar y que nos permitiría tener un seguro ecosistémico ante una eventual disminución de las abejas”, comenta Vanessa Durán, bióloga ambiental, dedicada al estudio de polinización y la divulgación científica de la biodiversidad.

Mosco de los cactus de cara larga (Copestylum longirostre). La ligua.©César Martínez
Mosco de los cactus de cara larga (Copestylum longirostre). La ligua.©César Martínez

Un proyecto con y para las personas

Dado el papel fundamental en el ecosistema de las moscas florícolas y el poco conocimiento que hay sobre ellas en Chile, en 2015 nació el proyecto de ciencia ciudadana «Moscas Florícolas de Chile», el cual tiene como objetivo que las personas valoren este grupo de insectos.

Básicamente, el proyecto contempla la interacción entre el ciudadano y científicos usando plataformas de redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter. A partir de fotografías y datos básicos de localidad y fecha, las personas pueden reportar alguna mosca que hayan visto en la página de Facebook y los científicos van identificando los ejemplares que van llegando, agregando información pertinente a medida que se les pregunta.

Luego, esa información se almacena en búsqueda de otros registros similares para poder, en algún minuto, generar una publicación para revistas científicas. “Por parte del proyecto, este está en constante retroalimentación con el científico ciudadano, lo cual ayuda a que la gente confíe en nosotros y nuestro trabajo”, comenta Barahona.

Para la valorización de estas especies de moscas, Instagram también juega un rol fundamental. En esta red se entregan tips sobre las distintas especies de moscas, se contestan preguntas sobre ellas y se ayuda a la difusión de fotografías y sus autores. Además, por Twitter se difunden noticias y publicaciones.

Pelecorhynchus toltensis, Puerto Montt, Región de Los Lagos.©Gustavo Lezana
Pelecorhynchus toltensis, Puerto Montt, Región de Los Lagos.©Gustavo Lezana

Resultado colaborativo: conociendo y recordando especies

Los registros científicos ciudadanos han sido fundamentales. Según explica Barahona, gracias a esta colaboración, al tercer año del proyecto se pudo publicar el primer artículo científico y ya, en el quinto año, se han logrado desarrollar nueve artículos publicados o listos para publicar. Todos ellos enfocados en redescubrimientos de especies raras o poco conocidas; la distribución de las moscas florícolas; las relaciones entre las flores y las moscas que los visitan; y el descubrimiento de nuevas especies.

En esto último, el científico destaca que tres especies han sido descubiertas por el proyecto entre 2019 y 2020. Por ejemplo, explica, se descubrió una mosca del género Cepa, las cuales suelen ser muy raras y hasta el año pasado propias de los bosques tropicales. Se le denominó Cepa simonettii (de la familia Syrphidae y en honor a Javier Simonetti, un destacado biólogo conservacionista de la Universidad de Chile), y se pudo demostrar que este género también habita en los bosques templados de nuestro país.

Mosca de Ten Ten-Vilú (Physoconops tentenvilu), Valdivia, Región de Los Ríos. ©Vicente Guzmán
Mosca de Ten Ten-Vilú (Physoconops tentenvilu), Valdivia, Región de Los Ríos. ©Vicente Guzmán

También, este año, se descubrieron dos nuevas especies en Valdivia y Ancud. Se trata de Physoconops tentenvilu y Ogcodes kunkunche de las familias Conopidae y Acroceridae. El primero bautizado en honor a Dios mitológico del pueblo mapuche Ten Ten-Vilú o Treg Treg, protector de Wallmapu así como también de la flora y fauna. El segundo fue bautizado en honor a Los Cuncos, pueblo originario del norte de Chiloé que dio dura batalla a los españoles en la isla grande. Ambas especies se encuentran actualmente en prensa en la Revista Mexicana de Biodiversidad y Zootaxa respectivamente.

Además, entre otros trabajos, el proyecto pudo determinar, gracias a un estudio de Alberto Alaniz, que el falso moscardón o Aneriophora aureorufa, una mosca que imita al abejorro colorado, es un bioindicador de la calidad del bosque.

Junto a esto, gracias al aporte de Francisco Rivas se pudo detectar la presencia de otro bioindicador de calidad de agua en la región del Biobío: la Típula pintada (Tanyderus pictus), una rara especie que habita lugares muy específicos.

Otra especie beneficiada por nuestro proyecto fue Myopa metallica, la cual gracias a una fotografía tomada por Maritza Zamora se redescubrió luego de 46 años sin noticias de ella.

Mosco narigón de cara roja (Stilbosoma ruficeps). Hualpén ©Gerald Poblete
Mosco narigón de cara roja (Stilbosoma ruficeps). Hualpén ©Gerald Poblete

“Inicialmente el proyecto comenzó lento, con pocas personas entregando información y con poca experiencia del equipo en la clasificación de las especies. No obstante, después del primer año hubo un despegue de personas participando, pues no habían especialistas en redes sociales en el grupo (a moscas nos referimos), lo cual atrajo a muchos participantes a pedir nuestra ayuda en busca de conocer lo que habían fotografiado (…) Hoy, entre las tres plataformas de redes sociales tenemos más de siete mil colaboradores”, comenta Barceló, quien también forma parte de este proyecto

Difusión para la valoración de las moscas florícolas

Actualmente, uno de los proyectos que se están desarrollando, en el marco de esta iniciativa, es la elaboración de una guía de bolsillos de polinizadores de la zona central de Chile, la cual cubre abejas, escarabajos, mariposas y, por supuesto, moscas. Estas últimas cubren más de la mitad de las especies de la guía. Este proyecto es en colaboración junto al proyecto GEF Montaña y el Ministerio del Medio Ambiente. Además, se hará difusión a los sectores rurales de la Región del Maule sobre el rol de polinizadores alternativos como las moscas.

Mosca florícola lugubre (Ocyptamus lugubris). Cerro San Cristóbal. ©Francisco Carreño
Mosca florícola lugubre (Ocyptamus lugubris). Cerro San Cristóbal. ©Francisco Carreño

Junto a lo anterior, sigue la elaboración de varios artículos científicos en carpeta. Entre ellos, el catálogo ilustrado de las moscas florícolas de Chile, que constará con fotos de 124 especies fotografiadas, donde muchas de ellas saldrán del anonimato y podrán ser buscadas en terreno.

«Una guía de moscas florícolas nos mostrará de manera atractiva quienes son estos seres que nos benefician con la polinización de sistemas agrícolas, con fotografías para reconocerlas y apreciarlas, realzando el servicio que estas están brindando para sí mismas, los ecosistemas y los espacios en donde el humano convive con ellas”, comenta Barceló.

Mosca de las arenas (Mitrodetus dentitarsis). Aguas de Ramón. Foto Matías Cortés
Mosca de las arenas (Mitrodetus dentitarsis). Aguas de Ramón. Foto Matías Cortés

En esta línea, Durán comenta que la iniciativa va de la mano en la conciencia del humano sobre su entorno y la importancia de este proceso: “Estamos en una época en donde la valoración de la biodiversidad se está comprendiendo de una manera mucho más profunda, y sin duda en este proceso de aprendizaje la divulgación para la valoración y conservación de especies que no han sido históricamente carismáticas es fundamental, aportando a aprender de la belleza particular e enigmática que representan por ejemplo las moscas florícolas”.

Mosca azul de Philippi (Philippimyia cyanocephala). Armerillo. ©Ricardo Varela
Mosca azul de Philippi (Philippimyia cyanocephala). Armerillo. ©Ricardo Varela
Foto superior Austroscaeva melanostoma. Inferior: Syrphus octomaculata Cajón del Maipo. ©José Besa
Foto superior Austroscaeva melanostoma. Inferior: Syrphus octomaculata Cajón del Maipo. ©José Besa
Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...