Durante estas últimas décadas hemos visto cómo las ONGs han crecido en número, a pesar de que en Chile recién en 2012 se inició un registro oficial de las mismas. Según trabajo realizado por Centro UC, al año 2020 existen 319.819 organizaciones inscritas, de las cuales 213.064 se encuentran activas. Según el documento “Mapa de las organizaciones de la sociedad civil 2020” de Centro UC Políticas Públicas, hay un aumento sostenido desde el año 1989, probablemente producto del retorno a la democracia.

También podemos ver que dentro de este número las ONGs relacionadas con medioambiente han ido creciendo a lo largo de los años, pues frente a la evidencia científica y empírica de la emergencia climática que afecta al planeta y nuestro país, no han sido suficientes las medidas de los gobiernos centrales, sino que ha sido necesario el movimiento de organizaciones que silenciosamente aportan día a día a la preservación y cuidado del medioambiente a través de sus acciones.

La creciente importancia y preocupación por el medio ambiente se refleja en que, de las ONGs medioambientales, un 56,7 % fueron inscritas desde 2011 mientras que solo 2,1 % de ellas están inscritas desde antes de 1989.

Este aumento seguramente va en respuesta por las graves consecuencias que tiene el cambio climático en nuestro país, organizaciones que con gran voluntad han puesto manos a la obra con cosas concretas para poder combatir el cambio climático dado que, al menos en Chile, las propuestas y compromisos del gobierno central se ven mucho en el papel y el discurso pero poco en acciones concretas. Se hace indispensable que el sistema completo haga suya la problemática ambiental así como las soluciones, independientemente del gobierno de turno, tal como la ley que está en trámite en Dinamarca “Climate Act”. Esta pretende sancionar la falta de compromiso y esfuerzo en el logro de objetivos ambientales propuestos por los gobiernos de turno, quienes además tendrán que hacer una declaración pública de los logros alcanzados y donde se podrá evaluar el desempeño del gobierno en este sentido. Una de las grandes críticas a las COP es que llevan 25 años reuniéndose y llegando a acuerdos que no encuentran asidero en cambios reales que reduzcan las emisiones o generen acciones de mitigación y adaptación de los lugares más afectados. Es decir, ya no basta con firmar un papel con acuerdos o presentar planes de reducción de emisiones, es preciso hacerlos realidad.

Esta iniciativa de Dinamarca permitirá sostener los esfuerzos y compromisos adquiridos para que ningún gobierno o línea política pueda desentenderse de ello, pues al parecer hemos visto que las personas y organizaciones han persistido más que los gobiernos o las grandes empresas en las acciones pro ambiente.

Respecto a la normativa medioambiental en Chile, recién en julio se ha aprobado la idea de legislar sobre una Ley Marco de Cambio Climático que permitiría regular el desarrollo del país en favor del medio ambiente, entregando un marco jurídico que indique responsabilidades en los diferentes ámbitos del sistema productivo. Como país pequeño, somos productores del  0,25% de CO2 mundial, un bajo porcentaje si nos comparamos con otros países, pero estamos sufriendo graves consecuencias del cambio climático, por ello los esfuerzos deben ir dirigidos a soluciones concretas de adaptación y mitigación porque, aunque aportamos poco a nivel mundial, nuestras emisiones per cápita han aumentado sostenidamente los últimos años y lideramos en América Latina. Este aumento fue de un 40% en 20 años, dejando a Chile en 2010 con 5,3 toneladas de emisiones de GEI per cápita.

La  nueva ley Marco de Cambio Climático apunta a establecer una gobernanza climática que entregue facultades y obligaciones a diferentes organismos del estado involucrando diferentes sectores. Uno de los elementos principales de esta ley es la incorporación del Cambio Climático en otras políticas, lo que permitiría ampliar el campo de acción respecto de este tema y a su vez avanzar en la concreción de los compromisos como los NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional) de Chile, que esta vez ha incluido un pilar social que hace énfasis en mitigación y adaptación que permitan transición justa y desarrollo sostenible. También se pueden observar compromisos importantes respecto de disminución de emisiones de GEI. Pero la pregunta es ¿cuando estos compromisos se hacen realidad? ¿De qué manera los sucesivos gobiernos le dan continuidad? ¿cómo se concretan bajo el contexto de Covid-19? En el prólogo del documento, se indica que, el contexto Covid  “puede resultar en una crisis sanitaria que requiere de nuestra atención y ocupación. En este sentido, nuestra prioridad está en superar esta crisis y en transitar hacia el desarrollo sustentable con un enfoque pragmático y transversal, teniendo como ejes centrales el bienestar de las personas y el territorio.” (Contribución Determinada a Nivel Nacional, NDC Chile, actualización 2020, pág. 11)

Este tipo de prólogos muestra claramente que hace falta comprender que el medioambiente y el cambio climático deben ser temas que sean sostenidos por todos los ministerios de un país y que no se desvinculen por ningún motivo. Algunos ministerios juegan roles fundamentales para lograr objetivos de sostenibilidad y otros son soportes que permiten el funcionamiento del país en esta línea. Ninguna crisis debería poner en tela de juicio los compromisos, al contrario, debería reforzarlos.

Un solo ejemplo pero muy relevante: el Ministerio de Educación, tiene la oportunidad clave de incluir en las bases curriculares asignaturas concretas que permitan desarrollar competencias para afrontar las consecuencias del cambio climático, y de crisis como esta, considerando que serán las futuras generaciones quienes tendrán que enfrentarse a un escenario más complejo que el de hoy, por ello es una irresponsabilidad no hacerlo ya. Aunque no está comprobado, el virus que hoy mantiene al mundo entero en jaque puede ser resultado de los cambios que el planeta está generando producto del mal manejo del ser humano. La crisis ha mostrado que la educación también tiene que mudar hacia nuevas ideas de aprendizaje, favoreciendo habilidades y competencias por sobre conocimiento escolástico. En este sentido es indispensable una comunicación directa y trabajo mancomunado con el Ministerio de Medio Ambiente quien debe asumir un liderazgo y un plan que, de forma transversal, alinea a todos los demás ministerios sin dificultades administrativas o burocráticas.

Reforestación cerro Renca @Agencia Carbono14
Reforestación cerro Renca @Agencia Carbono14

Por otro lado, hay visiones mucho más radicales que están cambiando el paradigma del tema medioambiental, por ejemplo George Monbiot en su libro “Salvaje” explica que una forma de que la tierra recupere su equilibrio es dejándola ser salvaje nuevamente, dejarla fluir libremente sin querer preservarla y cercarla. Esta idea tiene que ver con que el sistema en que hemos vivido nos ha hecho alejarnos de nuestra naturaleza más salvaje y hemos sido lentamente separados de algo de lo que somos parte. Cuán importante es volver a comprender ese concepto: somos parte del planeta y de todo lo que hay en él, es un organismo vivo que nos sostiene y todas las personas que lo habitamos le sostenemos también. Muchas culturas y pueblos originarios sostienen esa forma de ver al planeta, en Chile, los Mapuche (Gente de la Tierra) tienen un vínculo profundo con el territorio donde han nacido pues de él derivan no sólo nombres y costumbres, sino muchas de las tradiciones ancestrales, pues consideran que es la madre tierra Ñuke Mapu quien mantiene el equilibrio y entrega todo lo necesario para vivir ¿cómo podrían destruirla? al contrario, hay una relación de reciprocidad, sabiduría  y conexión permanente.

Por ello la «resalvajización» explica que hemos querido “domar” a la naturaleza conteniendo sus aguas, dando cause a los ríos, limpiando la tierra, replantando los bosques, administrando los ecosistemas, modificando las cadenas tróficas, introduciendo especies, queriendo controlar lo que sucede y cómo sucede en la naturaleza y no nos hemos dado cuenta de que eso es algo mucho más complejo de lo que imaginábamos y solo ha producido un alejamiento y desconexión de la naturaleza. George Monbiot explica que “Según nos hacemos más urbanos estamos perdiendo el vínculo. Muchas de nuestras aves migratorias de verano podrían irse sin más, y la mayoría ni lo notaría. A mi esto me resulta estremecedor” (“Salvaje” George Monbiot 2016, pág. 91. Ediciones Capitan Swing,Madrid. España)

Uno de los temas más interesantes a mi gusto de este libro es que también se plantea una «resalvajización» de nosotros mismos, los seres humanos, hemos llegado a tal punto de comodidades, de asepsia, de temor, de intelectualización o tecnologización que nos hemos alejado mucho del mundo natural propio, eliminando olores, sensaciones y texturas y nos ha hecho olvidar de qué somos parte. Una película animada que mira al futuro de esta situación es Wall-E cuyo director describe la temática como “amor irracional que vence la programación de la vida” recomendable.

¿Cómo podemos entonces ser parte de este cambio de paradigma? ¿Aceptamos el desafío de una relación recíproca con la naturaleza, de ser parte activa de las iniciativas ambientales, de «resalvajizarnos», de ir más allá de “me gusta” o del hashtag? (al escribir esto, la palabra «resalvajizarnos» no está en el diccionario y la marca constantemente ¿será una señal más?)

Queremos dejar la invitación abierta a comprometernos aún más con el planeta Tierra que, aunque existan leyes y normas, aunque tengamos NDC o Conferencia de las Partes, cada persona que lee esto tiene la posibilidad de hacer cosas, no podemos dejar que la burocracia administrativa de las grandes ligas permeen nuestro pensamiento y sentimiento y nos hagan decir que: “no vale la pena” o  que “no tiene sentido” o “es muy poco”, cada acción que realizamos, desde no botar a la basura al suelo vale, si perdemos esta sola idea caeremos en el cinismo y la hipocresía, no permitamos eso, es hora de actuar ¿qué harás tú?

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