El Instituto de Salud Pública (ISP) define el concepto de floraciones algales nocivas (FAN), comúnmente llamado “marea roja”, como la excesiva proliferación de microalgas que producen toxinas. A veces estas algas tiñen de rojo las aguas y de ahí su nombre, contaminado a peces y moluscos que al ser ingeridos por el hombre producen graves intoxicaciones.

Es importante tener en claro que según el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), la marea roja no altera a los moluscos ni en su color, sabor, olor, o aspecto, no se mueren y no existe señal visible que permita identificar cuáles están infectados y cuáles no.

En el mes de abril vimos como miles de sardinas fueron encontradas muertas en el río Queule en la Región de la Araucanía y unos días después cientos de machas en Chiloé. Como respuesta el Gobierno declaró la Región de los Lagos zona de catástrofe, argumentando que la marea roja era el motivo de ambos desastres.

En marzo ya se sabía la cantidad de salmones que iban a morir por el florecimiento del alga, además de las infecciones de los peces y la contaminación existente en las piscinas. Pero nadie se planteaba qué iba a ocurrir con las toneladas de peces muertos.

Finalmente el día 10 del mismo mes Sernapesca informa que la Armada autorizó el vertimiento de 300 toneladas de mortandad en alta mar, 75 millas mar adentro al noreste de la Isla de Chiloé. Sin tener en consideración que los nutrientes de los desechos animales de la pesca vertidos, aumentan la cantidad de alga toxica y traen consecuencias graves para la fauna marina.

Hoy estamos frente a la marea roja más fuerte que se ha vivido en la historia de la Región y los pescadores artesanales están en pie de guerra. Lo que partió como una protesta por la prohibición de pesca y el humillante bono de cien mil pesos a familias que no han podido trabajar en más de dos meses, se ha convertido en una lucha ambientalista.

En una entrevista, que se adjunta más abajo, realizada el año 2013 al biólogo Marino Hector Kol quien trabajó en la industria salmonera por 15 años, revela que en Chile se están aplicando plaguicidas en los alimentos de los salmones y directamente al mar. Cuenta que se están comercializando salmones muertos por enfermedad y que los salmones chilenos contienen 36600 veces más antibióticos que los de Noruega. Todos fueron a parar al mar, en toneladas de peces en descomposición.

Las protestas se han extendido por toda la isla, los chilotes bloquearon las nueve carreteras principales de la isla y han prohibido la entrada de personas y cargamento a través del canal de Chacao. Las autoridades deben entender que este es un problema social, económico y biológico. El país no puede seguir sufriendo este tipo de catástrofes para que se decida normar en la materia y menos cuando hay empresas extranjeras involucradas. ¿Porqué Marine Harvest no utiliza los mismos protocolos que en países como Noruega?, ¿Porqué no somos pioneros en materia de derecho ambiental, siendo que nuestra economía depende de ello?.

Citando a la realizadora del documental “Cuando respiro”, Coti Donoso, es tiempo de que el gobierno entienda que “el medioambiente es un tema de derechos humanos y no de proteger a las plantitas”.

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