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Los hongos del otoño en la Región Metropolitana: Explorando con lupa en Altos de Cantillana
En la profundidad del bosque en la Región Metropolitana, donde las hojas se acumulan y la humedad se concentra, emerge un mundo que deslumbra en otoño: el de la funga. La Reserva Natural Altos de Cantillana es uno de los lugares más idóneos de la zona central para poder observar hongos en otoño, con una cantidad de formas, colores y texturas totalmente diferentes entre sí, que se extiende a medida que se avanza en sus largos senderos. Junto a Ximena Romero, coordinadora del área de educación de la Corporación Altos de Cantillana y amante de los hongos, evocamos la travesía de recorrer la reserva en otoño y los fascinantes seres que habitan en lo microscópico. Más detalles en el siguiente artículo.
Sin esta malla de hongos, mi árbol no existiría.
Sin estas redes, ninguna planta existiría.
Toda la vida terrestre, también la mía, dependía de estos sistemas.
Merlin Sheldrake en «La red oculta de la vida». 2020.
A 70 kilómetros de Santiago, entre los árboles y campos agrícolas de la comuna de Paine, se encuentra la Reserva Natural Altos de Cantillana. Esta reserva pertenece al cordón montañoso Altos de Cantillana, el cual representa la máxima altitud de la cordillera de la costa en la Región Metropolitana.
Definido como un museo vivo de la biodiversidad, es un reservorio de vida silvestre única, albergando múltiples especies de flora, fauna y funga. Entre sus amplios cerros, se abren los senderos para conocer y explorar este territorio que posee un alto grado de endemismo y riqueza ecológica, además de un bosque esclerófilo compuesto por especies nativas que se dejan entrever a medida que se avanza en el recorrido.

Con la llegada del otoño, los colores de los robles ubicados en la altura de la reserva comienzan a cambiar, tiñéndose de los característicos colores rojizos de los árboles caducifolios en la época. La neblina y las lluvias hacen su aparición y, con ello, disminuyen las temperaturas. Entre las hojas de los árboles posadas en el suelo y la humedad de la naturaleza, el místico reino Fungi da su aparición, con una amplia gama de formas, colores, tamaños y texturas.

Los hongos son organismos fundamentales para la degradación de la materia orgánica; descomponen la materia muerta y reciclan sus nutrientes para que otros organismos puedan aprovecharlos. De esta forma, obtienen su alimento por absorción, y se reproducen mediante esporas. Al contrario de las plantas, no realizan fotosíntesis, ya que su estructura es completamente distinta y se constituye por filamentos llamados hifas.
El otoño es, por excelencia, la temporada de hongos. Esto trae consigo la aparición macroscópica de este reino tan misterioso el cual, si bien se encuentra presente todo el año a través del micelio, con las condiciones climáticas favorables, como lo son la humedad, lluvias constantes y frío, comienza su metamorfosis, transformándose en el cuerpo fructífero que podemos encontrar en la naturaleza.

En la Región Metropolitana ya comienzan a aparecer, generando conexiones con otros organismos a través del micelio: una red de hifas que se teje y extiende bajo tierra. A través de su red, el hongo lleva a cabo los procesos necesarios para su supervivencia y, al mismo tiempo, favorece el equilibrio del ecosistema al facilitar el intercambio de recursos entre organismos. Esta estructura permite al hongo absorber nutrientes y agua, además de formar relaciones simbióticas con las raíces de las plantas. Y la Reserva Natural Altos de Cantillana no queda ajena al fenómeno.

Ximena Romero, coordinadora del área de educación de la Corporación Altos de Cantillana, comenta: “Los hongos tienen muchas formas de reproducirse. A veces, dejan pedacitos de micelio que están secos, y cuando cae el agua, esto se activa y comienza a comer y crece, dando un hongo como resultado. Eso hace que uno sepa que esos honguitos pueden salir todos los años en el mismo lugar”.
Sin embargo, explica que dependiendo de la forma de vida de cada hongo, estos poseen diferencias entre sí: “Siempre que uno habla de hongos, dice que, según su ecología o forma de vida, o por cómo obtienen su alimento, se dividen en tres grupos. Están los hongos saprófitos, los hongos parásitos y los hongos simbiontes”.
“Al dividirse en estos tres grupos, favorecen de formas distintas al ecosistema. En el caso del bosque esclerófilo, son muy importantes en el ciclaje de nutrientes, porque la mayoría de los hongos que vemos son descomponedores de materia orgánica. Si no tuviéramos estos hongos, lo que pasaría es que acumularíamos hojas, restos de animales y de otros hongos, y no se descompondría, por lo que esos nutrientes no quedarían disponibles para el ecosistema. Cuando vemos que hay hongos en un lugar, estamos viendo que es un bosque que está saludable. Es un lugar que está, en el fondo, funcionando para continuar con su ciclo”.

La Reserva Natural Altos de Cantillana ofrece un panorama espectacular para el avistamiento de hongos. Si bien la presencia de un sustrato rico en materia orgánica y condiciones de humedad adecuadas favorecen su aparición, la existencia de un ecosistema de bosque esclerófilo ayuda a que haya una biodiversidad única. Árboles nativos como el quillay, el boldo, espino y el litre forman parte del estrato principal de este tipo de bosque, en especial aquellas con hábitos parasitarios.
«En las zonas mediterráneas se han identificado hongos que son específicos de algunos árboles, como por ejemplo Phylloporia boldo, una especie que solo habita en los boldos. Nosotros lo llamamos la oreja del boldo y, en este caso, su estructura reproductiva es visible todo el año», comenta Ximena Romero, al referirse a los hongos parásitos presentes en la reserva. A diferencia de los saprófitos, los hongos parásitos se instalan en organismos vivos, alimentándose de su tejido sin llegar necesariamente a matarlos. Tras esto, son más fáciles de avistar ya que suelen formar cuerpos fructíferos visibles que pueden desarrollarse por décadas en el árbol.

La presencia del bosque húmedo y tapizado por hojas, transforma este paisaje en un escenario perfecto. En esta época del año, el clima es ideal para activar los procesos del micelio bajo tierra, permitiendo que emerjan los hongos. Esto convierte a la Reserva Natural Altos de Cantillana en un lugar ideal para realizar micro turismo y aprender sobre el Reino Fungi.
Hongos que habitan en Altos de Cantillana
A continuación, desde la reserva compartieron algunos registros de funga que ha sido posible avistar a lo largo de los últimos años. Elaboramos esta pequeña guía explicativa con fotografías de cada uno junto a una breve descripción para conocer y entender parte de los hongos residentes que son posibles de avistar en la zona central.
Coprinellus aff domesticus

Especie de hongo de la familia Psathyrellaceae. Fue descrito por primera vez por James Bolton en 1788. Habita en diversos países de América, existiendo registros desde Estados Unidos hasta Colombia, Perú, Argentina, Brasil y Chile. Puede llegar a crecer 4 centímetros, y crece habitualmente sobre maderas duras.
Cyathus olla


Especie de hongo saprobionte, es decir, que se alimenta de residuos como excremento. Su nombre común es nido de pájaro por su inusual cuerpo, el cual se asemeja a un nido lleno de huevos. Sin embargo, estos «huevos» son estructuras llamadas peridiolos que contienen las esporas. Su distribución es amplia, abarcando múltiples países de América, Europa, y Asia, y es posible de avistar a lo largo del sendero de Cantillana.
Geastrum aff. sacatum

Especies del género Geastrum, en donde muchas de ellas son conocidas como “Estrellas de tierra”. Liberan sus esporas a través de su saco esférico, y a medida que va madurando, su cuerpo fructificante se abre dando lugar a una forma de flor o estrella. Son unos de los principales hongos de observar a medida que se comienza el recorrido durante la reserva, pudiendo encontrarlos en los costados de los senderos, y prefiriendo ambientes abiertos, cercanos a terrenos muy húmedos. También son conocidos como hongos «¡Puf!» por su explosión al liberar las esporas.
Lepista nuda


Su nombre ha mutado a través de los años, pasando desde Lepista nuda a Clytocibe nuda, aunque su nombre más actual es Collybia nuda o, comúnmente llamada como hongo de pie azul. Sin embargo, diversos investigados han advertido que podría tratarse de una especie distinta, ya que a diferencia del hongo que comúnmente se conoce, de origen europeo, la especie presente en el bosque esclerófilo causa molestar estomacal, llegando a ser tóxico y peligroso para la salud, por lo que no se debe consumir. Asimismo, su característico color violeta la convierte en una especie muy llamativa de la zona central, siendo posible encontrarla entre hojarascas, en los bosques de Altos de Cantillana.
Mycena cyanocephala

Es una especie nativa de Chile, perteneciente a la familia Mycenaceae. Conocido comúnmente como “hongo azul”, crece en pequeños grupos sobre madera o corteza en descomposición. Su color llamativo y característico lo vuelven un hongo fácil de identificar, lo que lo ha convertido en una de las setas más buscadas y fotografiadas de la zona. Ximena relata que, durante la temporada anterior, los visitantes llamaban para consultar si ya era temporada de hongos azules.
Tulostoma sp.

Característico por su forma gasteroide, posee un saco de esporas tipo globoso, en donde encierran sus esporas esperando a que una gota de agua o pisada pueda ayudar a la dispersión de esporas. Es una especie difícil de observar, ya que es común que tenga todo su pie enterrado bajo el suelo, dejando a la vista solo la parte globosa superior. Sin embargo, con paciencia y ayuda de una lupa, se puede encontrar entre las hojarascas y bosques de la reserva.
Xylaria sp.

Se encuentran comúnmente en madera en descomposición, creciendo en grupos. Su aspecto da la impresión de cuernos o velas, aunque también son comúnmente llamados dedos de muerto.
Sarcoscypha coccinea | Sarcoscypha macaronesica

Con su llamativo color rojo, Sarcoscypha aff. macaronnesica destaca entre las ramas de árboles que están semienterradas entre la hojarasca. Posee una forma de copa semiesférica, lo que da la impresión de tratarse de los comúnmente conocidos “hongos Gomita”, sin embargo, son especies completamente diferentes. Este colorido hongo decora de copitas el bosque esclerófilo.
Líquenes y mixomicetos: ocultos a simple vista
Las setas no son los únicos organismos que existen dentro del bosque esclerófilo. Entre las ramas de los árboles, o adheridos a madera húmeda posada en el suelo, es posible hallar esta increíble relación simbiótica: los líquenes. Conformados por hongos simbiontes con algas verdes o cianobacteria, esta relación busca un beneficio colaborativo, a través de una relación en conjunto. En este caso, la mayoría de las veces el componente fúngico es dominante.
“Ayudan a descomponer. En algunos casos, como están asociados a cianobacterias, también ayudan a fijar algunos compuestos del ambiente y, cuando caen al suelo, lo nutren”, explica Ximena Romero.


De esta forma, el hongo obtiene los nutrientes necesarios generados por el alga y/o cianobacteria y, a su vez, otorga agua y nutrientes para que el fotobionte lleve a cabo la fotosíntesis.
Por otra parte, los mixomicetos son organismos que no son exactamente hongos, sino protistas. Pertenecientes al reino Protozoa, se pueden encontrar en todos los ecosistemas terrestres incluyendo la zona central, en Altos de Cantillana. Entre cortezas, hojarascas o musgos, estas especies se parecen a los hongos al formar esporas, sin embargo, no cuentan con micelio ni hifas. Existen muchas formas y maneras en las que emergen, y prefieren los ambientes húmedos y oscuros.

Instancias educativas y expediciones
La Reserva Natural Altos de Cantillana no solo se destaca por su biodiversidad, sino también por su compromiso con la educación ambiental y la difusión del conocimiento sobre el reino Fungi.
A través de diversos programas y excursiones guiadas, la reserva ofrece a estudiantes, investigadores y entusiastas de la naturaleza la oportunidad de explorar y comprender la importancia ecológica de los hongos en el ecosistema del bosque esclerófilo. Estas iniciativas educativas permiten a los participantes adentrarse en los senderos de la reserva, donde pueden observar de cerca una variedad de especies fúngicas y aprender sobre sus roles en la naturaleza.


Para la redacción de este artículo, se utilizó la «Guía de Reconocimiento: Los microbosques en Altos de Cantillana», escrita por Ximena Romero, Jorge Cuvertino, Giuliana Furci, e Iris Pereira, además del aporte científico y la fascinación por los hongos de Ximena Romero.