«Lo que antes era un basural ahora zumba de noche»: La iniciativa que regresó las especies nativas a la ciudad de Valdivia
Tres años atrás en la ciudad de Valdivia se cambiaban las flores de sus calles cuatro veces al año, se usaban agroquímicos y se gastaban miles litros de agua potable en riego a la semana. Desde el 2022 un grupo liderado por 3 mujeres, entre ellas su alcaldesa Carla Amtmann, lograron cambiar el paradigma de la ornamentación, recuperar lo nativo y hacer del paisajismo de la ciudad una estrategia social y cultural.
Todo parte cuando la ecóloga paisajista Cindy Farías, paisajista de la Dirección de medio ambiente Aseo y ornato, y Carolina Rosales, encargada del Vivero municipal de Valdivia a través de la empresa Solo verde, reciben la inquietud de la alcaldesa de insertar especies nativas en la ciudad. “Estábamos agotadas de cambiar las plantas cuatro veces al año con especies ornamentales introducidas de temporada, existiendo un alto índice de robo y un consumo hídrico altísimo”, explica Farías.
Fue así como se inicia un cambio para traer de regreso lo nativo a la ciudad de Valdivia, caracterizada por sus humedales y áreas verdes de alto valor natural, iniciando el proceso con la capacitación de los trabajadores del vivero municipal. Cambiar a plantas nativas puede parecer sencillo en una ciudad rodeada de bosques, humedales y ríos, pero no fue así.
“Cuando se habla de nativos lo que más se conoce son árboles y de flores conocemos los chilcos, amancay, calle-calle y un poco más, pero no había un gran número de especies para poder utilizar”, comenta Cindy. Buscaron la posibilidad de comprar semillas, pero tampoco había.
Fue entonces cuando Carolina y José Sanhueza, alumno del diplomado de paisaje, se fueron al bosque a buscar plantas nativas. “Durante un año nos metimos al bosque a buscar las semillas y plantas y decir: oye, mira, esta es súper resistente, llevémosla, veamos qué pasa”, comenta Carolina.
Desde el municipio les dieron no sólo el tiempo para investigar, sino que el espacio donde ir experimentando con estas semillas y plantas, juntando diversas especies en distintas circunstancias similares a las condiciones urbanas, para ver si funcionaban al integrarlas en estas zonas, inspirándose en los bosques de la Selva Valdiviana. Así fueron experimentando con un modelo de corredores biológicos basado en la ecología del paisaje, metodología que también ha comenzado a ser utilizada en predios agrícolas como respuesta a la fragmentación de hábitat. Además, se capacitó a los trabajadores del
vivero, vinculando a profesores de la Universidad Austral, servicios como CONAF y ONG´s, recuperando muchos conocimientos ancestrales que los trabajador ya poseían, pero que nunca antes habían sido valorizados.
Después de un año se juntaron con la alcaldesa que les dijo: “ya, en qué estamos ahora, ya tuvimos un año de experimentación, con qué salimos”. Así comienzan a intervenir la ciudad con núcleos nativos, un método de plantación densificada con especies de diferente hábito de crecimiento, como son los árboles, arbustos y hierbas. Este se caracteriza por acelerar y estabilizar el desarrollo de las plantas, mejorar el estado del suelo y propiciar la simbiosis entre plantas, suelo, microorganismos y animales en estas acotadas áreas de biodiversidad.
En 2023, en el vivero municipal, se produjeron más de 30.000 especies nativas, hay 25 núcleos nativos de la municipalidad, incluso un núcleo nativo de 90 metros cuadrados con 380 especies arbóreas y plantas típicas de la zona. El gasto de agua para riego se redujo en un 84% y volvieron los polinizadores. “Los vecinos comentan que lo que antes era un basural ahora zumba de noche”, agrega Cindy.
Para Amtmann, incrementar la cantidad de flora nativa en la comuna no es sólo por una cuestión de belleza. “Buscamos erradicar micro basurales, disminuir el uso de agua en riego y atraer agentes polinizadores, pero el trasfondo de este plan es el compromiso de reducir el cambio climático, con una medida concreta que se ve, que está a pie de calle”.
Además de los núcleos nativos municipales, hay alrededor de diez gestionados por agrupaciones sociales y educativas. Esto último ha sido una sorpresa ya que son las mismas organizaciones las que han juntado voluntades y con el apoyo del municipio en plantas, herramientas, riego y mano de obra, han creado sus propios núcleos.
Un ejemplo claro de esto fue el núcleo educativo que hicieron con la Fundación Club del Bosque y sus proyectos educativos jardín y colegio. Se acercaron al vivero ya que estaban trabajando la
flora nativa con sus alumnos. “De pequeños nos enseñan ciencia y naturaleza encerrados en salas de clases, con plátanos y con osos panda que no están acá en este territorio, entonces nos hacía mucho sentido trabajar con ellos, en espacios públicos abiertos a la comunidad”, dice Cindy. Junto a los niños y profesores fueron aprendiendo sobre las especies, sus etapas de floración, el riego y cómo se adaptan a los diferentes ecosistemas.
Lo que partió como una estrategia ambiental es hoy un proyecto de restauración social. “Siempre está ese pensamiento de dejar todo en manos de la autoridad y que ellos se encarguen y hagan todo, pero en verdad hay una comunidad que sí quiere ser parte, que sí quiere hacer las cosas, quiere cambiar y se quiere involucrar”, comenta Carolina.
Así se dan cuenta de que es fundamental abrir talleres a la comunidad para hacer escuelas populares de bosque y levantar líderes comunitarios. “El próximo paso es dejar las habilidades en la comunidad y que ellos mantengan, cuiden y sigan perpetuando esto, sigan solicitándolo, independiente de las políticas públicas que se puedan estar implementando en el territorio”, agregan.