Al igual que Superman, los líquenes están escondidos entre nosotros, confundidos con hongos o musgos, pero son un organismo vivo mucho más complejo. Son la asociación entre un hongo con cianobacteria, algas o incluso levaduras, los cuales pueden producir energía a través de la fotosíntesis, y por su parte el hongo que se encarga de formar cuerpo; los organismos que lo forman se retroalimentan a través de la producción de minerales, agua y un ambiente propicio ¿Pero cuál es su función con la calidad del aire? Al ser un organismo sensible a los contaminantes atmosféricos, pueden ser un indicador importante sobre las condiciones atmosféricas. 

Erioderma leylandii. Créditos: ©Reinaldo Vargas.
Erioderma leylandii. Créditos: © Reinaldo Vargas.

Medir la calidad del aire, no es solo un tema de estadísticas, sino de salud pública. La contaminación del aire puede tener efectos graves en la salud, incluyendo enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. Además, el impacto negativo en el medio ambiente, afectando la calidad de los cuerpos de agua, la vegetación y la vida silvestre. En este sentido, Eduardo Muñoz, Biólogo en Gestión de Recursos Naturales de la Fundación Melimoyu, destacó que “los líquenes acumulan y liberan sustancias tóxicas que se pueden concentrar en el aire. Como son muy sensibles a los contaminantes atmosféricos, pueden ser indicadores importantes y muy precisos”. 

Liquen. Créditos: Patagonia.
Liquen. Créditos: Patagonia.

Los líquenes pueden encontrarse en Chile desde el desierto nortino hasta las islas subantárticas, y desde la Cordillera de los Andes hasta el nivel del mar, ocupando una gran cantidad de diferentes tipos de microhábitats, cubriendo la superficie de troncos, colgando de ramas, tapizando superficies rocosas y compartiendo con las briófitas recursos y sustratos.

Líquen caloplaca en las rocas costeras de Navarino- Créditos: © Daniel Casado.
Líquen caloplaca en las rocas costeras de Navarino- Créditos: © Daniel Casado.

Guerreros silenciosos: biofiltros en acción

Este organismo vivo y presente en la totalidad de los territorios, destacado por su gran resistencia a diversos climas y latitudes, fue reconocido en el siglo XIX como posibles bioindicadores. Sin embargo, fue solo en la década de 1960 cuando se identificó al dióxido de azufre como factor principal que influenciaba su crecimiento, cuando se comenzó a estudiar y a explotar sus propiedades, siendo incluso utilizado en Estados Unidos y Europa para monitorizar los efectos causados por contaminación gaseosa y por metales. 

Líquenes, un ejemplo de simbiosis. Créditos: © Paula Diaz Levi.
Líquenes, un ejemplo de simbiosis. Créditos: © Paula Díaz Levi.

En Chile existen estudios que reconocen una gran cantidad de presencia de líquenes en diversas zonas, incluso en la ciudad, para poder resaltar su labor de bioindicador de la calidad del aire es necesario “conocer su rol ecológico en los ecosistemas, apreciando su diversidad y alto valor estético. La ciencia ciudadana podría ser una gran herramienta para hacer seguimiento de la calidad del aire en la región de Aysén. Hay algunos estudios que han investigado qué elementos atmosféricos pueden acumular (como por ejemplo plomo o cadmio), pero aún faltan estudios en la región. Una buena forma de empezar es conociendo qué especies y que tipos de líquenes hay en las ciudades, y que características tienen”, resaltó Muñoz.

Bosque con líquenes. Créditos: Patagonia.
Bosque con líquenes. Créditos: Patagonia.

Hasta el 9 de junio estuvo abierto el desafío Running Up For Air de STRAVA, convocatoria que motivó a toda la familia a acumular desnivel subiendo un cerro, andando en bicicleta o corriendo, con el fin de apoyar las iniciativas locales que luchan por la importancia de la calidad del aire. Invitándolos a ser parte de esta tribu de guerreros silenciosos por el aire, como los líquenes presentes en nuestro entorno.

Rufa Coyhaique. Créditos: Patagonia.
Rufa Coyhaique. Créditos: Patagonia.
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