La transformación del humedal río Maipo: de basural y “patio trasero” a un ambicioso proyecto de conservación
Durante décadas fue el botadero y «patio trasero» de la ciudad, pero hoy forma parte de una iniciativa que busca restaurarlo y posicionarlo como un centro de conservación, investigación y educación. Por ello, además de ser declarado hace unos meses como Santuario de la Naturaleza, se inaugurará a fines de enero una nueva infraestructura en el Parque Humedal Río Maipo, diseñada para recibir a los visitantes y resguardar, al mismo tiempo, la frágil flora y fauna del lugar. De esa manera, se busca promover la educación ambiental en la naturaleza, asegurando además la recuperación de este resiliente humedal que, pese a todos los impactos, continúa siendo un importante refugio y ruta migratoria para diversas aves en América.
Así como los bosques son catalogados como los pulmones del planeta, los humedales son considerados como sus riñones. Algunos de ellos se encuentran en la zona costera, como es el caso del humedal del río Maipo, ubicado en el límite de las comunas de Santo Domingo y San Antonio, en la Región de Valparaíso, y que se origina del estuario que forma el río Maipo cuando llega al océano Pacífico, luego de recorrer 250 km desde su nacimiento en la cordillera de los Andes.
De esa manera, este humedal costero y estuarial, que se nutre de las aguas del mar y del río, ha mantenido una gran variedad de hábitats y, por tanto, de flora y fauna, donde son las aves residentes y migratorias sus huéspedes más icónicas. Además, desde tiempos remotos la biodiversidad de la zona, la cercanía al mar y la disponibilidad de agua dulce sustentaron a varios pueblos prehispánicos como a la tradición bato, el complejo cultural Lloleo y a la cultura Aconcagua.
Pese a ello, en las últimas décadas se convirtió en un testigo silencioso de la creciente urbanización, así como en un receptor de diversos impactos y contaminantes que circularon desde la cabecera de la cuenca a lo largo de todo el río Maipo. A eso se suma el trato que recibió como un basural de podas y escombros, lo que se intensificó después de los terremotos de los años 1985 y 2010. En definitiva, se convirtió en un lugar muy degradado.
No obstante, con el paso del tiempo se convirtió en el protagonista de un ambicioso plan de conservación y restauración, ocurriendo hace unos meses uno de sus grandes hitos, cuando el 21 de noviembre el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó la solicitud de crear en el humedal un Santuario de la Naturaleza.
“El sueño que tenemos para este lugar es llevarlo desde una situación donde era ‘el patio trasero’, donde la biodiversidad convivía con factores disruptivos, a ser reconocido como un centro de conservación, investigación y de educación ambiental de nivel mundial, y de los más importantes de la zona costera de Chile central” expresa Diego Urrejola, director ejecutivo de Fundación Cosmos.
“El humedal del río Maipo fue, por décadas, el patio trasero de la comuna de Santo Domingo y San Antonio. Un primer paso importante que se dio en su historia fue en el año 2002 cuando la Municipalidad de Santo Domingo decidió declarar este lugar como un Parque Natural Municipal”, agrega.
Efectivamente, en el año 2002 fue creado por el municipio el Parque Humedal Río Maipo con el objetivo de resguardar la biodiversidad presente en la zona y mejorar el acceso de los vecinos y visitantes. No solo se dejó de utilizar este ecosistema como botadero comunal, sino que, años después, se estableció una ordenanza municipal para la protección de los humedales y, finalmente, la administración y gestión del Parque pasó a las manos de la Fundación Cosmos.
El alcalde de Santo Domingo, Fernando Rodríguez, relata: “La ciudad le había dado la espalda [al humedal], entonces, consideramos que para cuidarlo era muy importante que la gente lo conociera. Entraban perros, gente a botar escombros o a practicar deportes náuticos en el agua, entonces, había mucha intervención en el lugar. Dentro de las primeras acciones que hicimos estuvo la ordenanza municipal, un compostaje y chipeo de las ramas que existían ahí tras ser botadero municipal, y también vimos que, para que pueda realmente ser cuidado, teníamos que mostrarlo. Hicimos intervenciones de infraestructura, y nos pusimos a trabajar en conjunto con las comunidades”.
Actualmente, el humedal enfrenta diversas (y potenciales) amenazas, como el ingreso de perros que destruyen los nidos o se comen a los polluelos de las aves playeras, el avance urbano sobre estos ecosistemas, la contaminación en los alrededores por plásticos, basura o por los plaguicidas utilizados en los predios agrícolas aledaños, y el proyecto para la expansión del puerto de San Antonio.
Asimismo, las visitas desreguladas también generan presiones, en especial por los distintos accesos abiertos que permiten, por ejemplo, el ingreso al humedal desde la playa y las dunas. Si bien se intentó hace años instalar infraestructura en este sitio, las marejadas determinaron lo contrario.
Por lo anterior, a fines de enero el parque inaugurará una nueva infraestructura para la protección del humedal y sus visitantes, que incluirá pasarelas y espacios para realizar actividades grupales al aire libre y bajo techo. Para la entrada se escogió el acceso al antiguo basural, no solo para resguardar la construcción de la implacable fuerza del mar, sino también por ser una zona ya intervenida por el humano.
“Lo primero es definir una zonificación que permita la conservación del ecosistema y de los servicios ecosistémicos que presta este humedal, determinando, por ejemplo, zonas de uso intensivo, controlado, y otras de uso restringido y limitado. En estos casos, el área degradada es apta para el uso intensivo, por lo que nosotros seguramente vamos a concentrar la mayor parte de la infraestructura allí, incluyendo en otras áreas acciones de reforestación, de recuperación de espacios con flora nativa, entre otros”, detalla Felipe Correa, director de proyectos de Fundación.
En ese sentido, el Parque no solo cuenta con la oficina de guardaparques, sino también con sitios para observar los alrededores, como el mirador Sietecolores, torre de tres pisos que imita la forma y el tejido del nido del ave sietecolores, y que entrega una vista privilegiada en 360 grados de los distintos paisajes del humedal.
En cuanto a las pasarelas elevadas, el arquitecto agrega que “permiten, por un lado, mejores vistas, porque al subir un poco de altura ya se tiene un panorama totalmente distinto en este territorio que es plano. Además, con esta pasarela no se interrumpe el tránsito de las especies que habitan el territorio, entonces das continuidad para que todos circulen, tanto las personas, las aves, los mamíferos, los reptiles y las plantas que habitan en el lugar”.
La recuperación del paraíso
Basta con poner un pie a la entrada del Parque para contemplar de frentón la rauda danza de las golondrinas en el mismo lugar donde se construyen las pasarelas y se reforesta con plantas nativas como molles y maitenes.
En el área hay 63 especies de flora, de las cuales un 41,3% son nativas o endémicas, es decir, estas últimas solo se encuentran en nuestro país y en ninguna otra parte del mundo. La vegetación nativa se concentra en los pajonales con especies como la totora – donde habitan plumíferos como el sietecolores – y en las dunas, con exponentes como las carnosas docas.
Sin embargo, el impacto humano ha provocado que el mayor porcentaje de plantas en el lugar correspondan a especies introducidas, lo que se explica, en parte, por el río Maipo que las recibe a través de distintas actividades humanas, arrastrándolas a estos lugares, y por la presencia de las ramas del antiguo botadero del cual aún quedan reducidos vestigios.
Por ello, dentro del programa de restauración se contempla la extracción adaptativa de la flora exótica, con el fin de perturbar lo menos posible esos parajes donde también se encuentran mamíferos como zorros y quiques, así como anfibios y reptiles.
No obstante, son las aves las que se han transformado en el emblema de este lugar.
Para hacerse una idea, este humedal cuenta con la presencia de 180 especies de aves, tanto residentes como migratorias, que representan alrededor del 34% de la avifauna nacional. De ellas el 94% son nativas o endémicas del país.
Las condiciones naturales del humedal lo erigen como una importante ruta migratoria en América, por lo cual recibe anualmente a miles de aves que provienen desde el hemisferio norte hacia el sur del planeta. Por ejemplo, se estima que en la época estival la abundancia de estos animales supera los 18.000 individuos lo que, sin duda, es todo un espectáculo.
“En la zona central de Chile tenemos una red de humedales, y esto es muy similar a cuando uno va en la carretera y encuentra un lugar donde hay muchas bombas de bencina. Uno elige la que tenga más servicios, donde uno pueda echar bencina, comer algo, etc. Pasa lo mismo con las aves migratorias, las cuales se posan en lugares donde pueden descansar más, tener mejor alimento y poder reposar en este viaje que están haciendo”, grafica Urrejola, quien añade que otros ríos de la zona están más expuestos a condiciones adversas como fuertes vientos.
Su importancia para la sobrevivencia de estos animales le ha valido distintos reconocimientos, siendo catalogada como “Área Importante para la Conservación de las Aves” por la organización BirdLife International, en especial por la alta presencia de zarapito común (Numenius phaeopus), gaviota garuma (Larus modestus), gaviota de Franklin (Larus pipixcan) y gaviotín elegante (Thalasseus elegans).
También es un “Sitio de Importancia Regional de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras”, por ser el hogar de poblaciones relevantes de zarapito común y pilpilén común (Haematopus palliatus pitanay), el cual ha sufrido notoriamente los impactos directos e indirectos del ser humano.
Esta ave playera nidifica durante el verano en dunas o arenales cercanos a la playa, sobre una pequeña depresión redondeada. Allí coloca dos o tres huevos que quedan muy expuestos a pisadas, paso de vehículos, personas o perros.
El año pasado fue tanta la perturbación, que ningún polluelo de pilpilén sobrevivió, por lo que este verano se han establecido cercos y carteles informativos para quienes visiten la playa.
Otro problema es el elevado nivel de basura que dejan algunos visitantes, o que son arrastrados por el mar desde otros lugares.
Todo esto ha motivado que la educación ambiental en la naturaleza sea uno de los principales ejes de este proyecto, junto al programa de acción comunitaria, con el fin de involucrar a los vecinos de Santo Domingo, Llolleo y San Antonio en el plan de desarrollo del Parque Humedal Río Maipo, considerando que ellos son protagonistas de su uso y protección.
“Todos los años estamos haciendo limpiezas de playa en el parque, por ejemplo, con colegios. También hay voluntariados, y trabajamos con el comité ambiental local, con distintas organizaciones comunitarias, juntas de vecinos, adultos mayores, entre otros”, indica el edil de Santo Domingo.
Por último, la ciencia es otro de los pilares de la iniciativa, en especial por la necesidad de recabar datos en el actual contexto socioambiental.
“Los humedales juegan un papel muy importante tanto en la mitigación como en la adaptación a los efectos del cambio climático, entonces, necesitamos estudiar cómo está respondiendo el humedal a ese tipo de dinámicas. Además, queremos que sea un centro de investigación no solo de cambio climático y biodiversidad, sino también en términos socioculturales. No hay que olvidar que este humedal está inserto en dos comunidades importantes, por lo que queremos ver también cómo las comunidades se relacionan con ese ecosistema, incluyendo de esa manera las ciencias naturales y sociales. Queremos que sea un centro de investigación importante en la zona central, que nos ayude a proyectar este sitio a largo plazo”, concluye Urrejola.