Más allá de la ficción y el prejuicio: el desconocido mundo de los tiburones en Chile
¿Qué es lo primero que piensas cuando escuchas la palabra tiburón? Para muchos, la respuesta podría ser miedo. No sería extraño que asocies a estos animales con el sonido de violines amenazantes, y a una imagen de relajados bañistas que, de pronto, son jalados por una criatura de la cual solo se ve su aleta dorsal. Sin embargo, esta referencia a la aclamada película Tiburón – de Steven Spielberg – está lejos de ser real. Al contrario de lo que se cree, los tiburones no son máquinas asesinas de humanos, algunos se alimentan de plancton y crustáceos al igual que las queridas ballenas, y los hay de variadas formas y tamaños, con algunos más pequeños como el pintarroja que vive en las costas chilenas. Y aunque resulte paradójico, posiblemente tú te has comido a alguno de ellos sin saberlo. En Ladera Sur te contamos un poco sobre este tipo de condrictios que habitan en Chile, el importante rol que cumplen en los ecosistemas, y las amenazas que enfrentan, como la sobrepesca y la pesca incidental.
Probablemente más de algún lector habrá visto o al menos escuchado respecto de la película Tiburón, un aclamado largometraje del director estadounidense Steven Spielberg. Tras su estreno en el año 1975 en los cines alrededor del mundo, la historia de este particular animal se fue haciendo abrumadoramente conocida, aunque en ella es retratado como un ser maligno que atacaba a los bañistas en la playa con la finalidad de devorarlos. Además, todo esto acompañado de una magistral banda sonora, que naturalmente impartía terror en los espectadores.
Tras esto, la fama de este animal – que en el caso de la película era el tiburón Blanco (Carcharodon carcharias) – tuvo una serie de consecuencias para la especie, entre ellas muchas negativas. De hecho, según indicó el director del Programa de Protección del Tiburón en Florida (EE.UU.) George Burgess, los años posteriores se popularizó la pesca de estos animales, “y no había remordimientos porque estaba la idea que estos animales eran asesinos”.
Un fenómeno que ha contribuido a un intenso decrecimiento poblacional, aunque no es el único factor, ya que esto sumado a la sobrepesca, ha causado que la población de tiburones martillos (Sphyrna mokarran), blancos y tigres (Galeocerdo cuvier) descendieran un 89%, 79% y 65% respectivamente, en el noroeste del Océano Atlántico, según una investigación llevada a cabo por la bióloga marina de la Universidad de Victoria (Canadá), Julia Baum. Cifras alarmantes para un tipo de animal que se cree ha habitado nuestros mares durante más de 400 millones de años.
“Está documentado que (esta película) tuvo un efecto importante en la percepción negativa sobre los tiburones. Si bien antes eran considerados peligrosos, no era un tema que estuviera en boga. Este filme contribuyó a que se transformara en algo muy presente en el inconsciente colectivo. Nosotros intentamos enseñar que la incidencia de los ataques es tan poca, que es algo que ni siquiera uno debería considerar como un riesgo. Al meterse al mar hay muchas cosas que son más probables que te hagan daño que una mordida de tiburón. En general, estamos hablando de 70 ataques o mordidas exploratorias al año, de las cuales 5 son fatales en todo el mundo. Eso es prácticamente nada considerando las millones de personas que van cada día a la playa», indica a Ladera Sur Ignacio Contreras, investigador de condrictios del Laboratorio de Zoología de Vertebrados de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
De hecho, tan sólo en nuestro país, según el Balance de Temporada de Playas en el período estival 2018 – 2019, hubo 311 emergencias y 15 personas muertas, siendo un alto porcentaje de estos accidentes causados por la “imprudencia temeraria” de los bañistas.
Los tiburones en Chile: muchas especies pero poco conocimiento
Los tiburones pertenecen a la gran categoría de peces cartilaginosos y la característica que une a todos ellos es que su estructura, como se puede intuir en el nombre, es puramente de cartílago – un elemento que está presente por ejemplo, en tus orejas – y no tienen huesos, a diferencia de los peces óseos como el jurel, el atún o la merluza. Esta característica incluye sus dientes, los cuales por cierto puede cambiar hasta en 1.000 unidades por año. Sin embargo, este cartílago es distinto al de otras especies, ya que se endurece, en un proceso llamado calcificación prismática: una combinación que le permite mantener una gran estructura corporal, pero no ser tan pesado, lo que le facilita su rol como depredador de otros animales.
A nivel mundial, se estima que existen cerca de 520 especies de tiburones, con diversas características y tamaños, aunque muchas personas piensan en ellos como animales de proporciones gigantescas.
Sin embargo, puede que no sepas que hay una especie que está ampliamente presente en la costa chilena, y que – muy por el contrario al gran tiburón blanco que ronda los 6.5 metros – su longitud suele alcanzar los 55 centímetros, o los 70 centímetros como el máximo registrado. Es el caso del tiburón pintarroja (Schroederichthys chilensis), una de las alrededor de 56 especies de estos condrictios que hay en Chile, según los últimos registros publicados, aunque se cree que esta cifra podría ser superior.
“Donde hay agua de mar van a haber tiburones, es así de grande su distribución. Puede haber tiburones costeros como el pintarroja, pero también hay tiburones que viven pegados al fondo marino, a mil y dos mil metros de profundidad, tanto grandes como chicos. Hay tiburones que viven en la zona pelágica, en la superficie o cerca de ella, dentro de los primeros 30 metros. Hay algunos que viven mar afuera, como el mako y el azulejo, tiburones denominados pelágicos que viven en alta mar o más afuera de la costa. Bueno, tiburones hay desde Alaska hasta la Antártica, y está presentes en todas las latitudes de Chile”, comenta Francisco Concha, profesor de la Facultad de Ciencias del Mar y Ciencias Naturales de la Universidad de Valparaíso, e investigador principal de ChondroLab.
Entre la variada riqueza de especies de tiburones con que cuenta nuestro país, se pueden encontrar algunas muy llamativas como el diminuto tollo negro (Centroscyllium nigrum) el cuál es aún más pequeño que su par pintarroja, ya que alcanza a medir tan sólo hasta 50 centímetros; contrastando con el enorme tollo de cacho, el tiburón de Galápagos (Carcharhinus galapagensis) en las islas Salas y Gómez, que entre algunas de sus cualidades está el ser vivíparo.
Ocasionalmente, nuestras aguas son visitadas por especies icónicas a nivel mundial, como lo es el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) el cual tiene una inmensa boca que abre para capturar pequeñas presas como copépodos y camarones; el tiburón martillo, el cual cuenta con una característica forma de cabeza, la cual utiliza para mejorar sus habilidades de caza; o el tiburón ballena (Rhincodon typus), que es el pez más grande del mar, gracias a que alcanza una longitud mayor a 12 metros.
Pero, ¿por qué razón Chile cuenta con una gran diversidad de especies de tiburones? Según Concha, esto ocurriría debido a que la costa chilena tiene altos niveles de productividad – esto relacionado a la gran cantidad de organismos autótrofos fotosintéticos presentes en el mar que sirven de alimento (véase Diatomea)-, debido a fenómenos naturales como la surgencia de aguas con nutrientes –provenientes de capas marinas más profundas-. A este factor, se le suma la relativa estrechez de la plataforma continental de Chile, lo que significa que, al poco de adentrarse a mar abierto, la profundidad de las aguas crece rápidamente, lo que ofrece un gran número de hábitats para distintos tipos de tiburones, lugares tan variados como cordilleras o cañones submarinos.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de especies que hay, y de la mencionada variedad de ecosistemas que facilitan su existencia, existe relativamente poca información respecto de muchas de ellas – especialmente respecto de aquellas que no son de aprovechamiento por parte de las pesquerías – y en consecuencia, también hay un relativo desconocimiento por parte de los chilenos hacia esta fauna. ¿Por qué ocurre este fenómeno?
“Lo que pasa es que como en Chile la pesca de tiburones se concentra en tres especies, que son el tiburón azul (Prionace glauca), el mako (Isurus oxyrinchus) y el sardinero (Lamna nasus), entonces la mayoría de los estudios que hay son de esas especies porque existe el financiamiento para hacerlos. Por el contrario, se sabe muy poco respecto a los tiburones de profundidad. No son estudiados directamente”, señala Concha.
¿Comer tiburones? El problema de la sobrepesca
Si te asombras por el hecho que haya pesquería de tiburones para el consumo humano, la verdad es que hay especies que son frecuentemente consumidas, pero debido a la falta de información, muchas personas que lo comen no saben que lo están haciendo. De hecho, según Contreras, tanto el tiburón azulejo, el mako y el sardinero pueden ser encontrados en las diferentes caletas a lo largo de Chile, aunque al ser vendidas les suelen llamar “albacorillas” – en alusión a conocido pez albacora-.
El consumo de estas especies cuenta con poca regulación, a pesar que se encuentran catalogadas con un estado de conservación deteriorado. De hecho, el año pasado la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) decidió incluir a un tipo de tiburón Mako – el de aletas cortas – en el Apéndice II, en donde figuran especies que no necesariamente están amenazadas de extinción, pero que podrían llegar a estarlo en caso de que no se controle estrictamente su comercio.
Aunque en el caso de esta especie de tiburón, ampliamente conocido entre los pescadores por su tenacidad y rapidez, ha pasado de ser abundante en los mares de Chile, a encontrarse en “Peligro de Extinción” a nivel mundial, según indica la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “A diferencia de otras especies, el mako es una especie que se consume tanto dentro del mercado local como en la exportación”, agrega Concha, quien también resalta el caso del tiburón sardinero, una especie que no era tan consumida pero que en los últimos años ha aumentado su demanda, así como en el caso del tiburón azul, que si bien no es tan apreciado por su carne en el mercado nacional, históricamente ha sufrido las consecuencias de una sanguinaria práctica, que además mueve cada año millones de dólares: el aleteo.
“El aleteo es algo que pasaba antes porque no había ninguna ley que protegiera a los tiburones. Se sacaban del agua, se le cortaban las aletas y se devolvía el tronco al agua. Esto debido a que la sopa de aleta de tiburón es un plato muy codiciado en el mercado asiático. Si el kilo de aleta valía 25 mil pesos años atrás, el kilo de carne de tiburón podía costar 500 pesos. Entonces, si yo fuera un pescador y tengo un bote, relativamente chico con un espacio limitado, entre llenarla con aletas y llenarla con troncos, las lleno con aletas, si valen muchísimo más”, reparó Concha, quien también agregó que, si bien esta práctica ha disminuido con el tiempo -gracias a una ley que la prohíbe- aún existirían factorías dedicadas al secado de aletas de tiburón para su posterior exportación.
Pero más allá del aleteo, aún la pesca de tiburones presenta varios inconvenientes producto de la falta de regulación. Uno de ellos, como comenta Contreras, es que no existe una cuota mínima –como es común en otros peces como el jurel – y tampoco se considera una talla mínima para los ejemplares extraídos del mar. Esto podría provocar que cerca de un 80% de los tiburones que se extraen en Chile sean juveniles, siendo capturados alrededor de su primer o segundo año de vida. Una situación que podría afectar gravemente al tiburón a nivel poblacional, especialmente, teniendo en cuenta sus particulares características gestacionales.
“Primero, porque los tiburones no tienen la misma productividad que tienen los otros peces. Una merluza o una anchoveta ponen miles de huevos, en cambio los tiburones tienen entre 10 a 20 crías, y los que tienen más, alrededor de 30. Cuando tú tienes una pesca muy intensiva sobre especies que tienen pocas crías, estas son más vulnerables y susceptibles al daño y ser amenazadas en su conservación. De la anchoveta se puede sacar prácticamente más de la mitad de la población del agua y se va a regenerar al año siguiente, pero los tiburones tienen un potencial de recuperación más bajo. Sus períodos de gestación son muy largos (..) hay especies, como el tollo de cacho (Squalus acanthias), que tienen un período de gestación de casi 2 años y en ese tiempo no tienen que pescarla para que puedan sobrevivir las crías”, advierte Concha.
Y esos no son los únicos problemas. Más allá de la pesca objetivo de tiburón mako y azulejo – o también llamado azul -, también está presente el problema de la pesca incidental. Pero, ¿a qué nos referimos con esto? “Imagina que para efectos de pesca pasa un barco arrastrando una red, la cual es arrastrada sobre el fondo marino en lugares donde se supone que hay camarones. Entonces claro que salen camarones, pero los camarones no viven aislados del mundo, entonces juntos con ellos salen otras especies. Si es que hay un tiburón que se alimenta de camarones va a quedarse atrapado ahí. A eso se le llama fauna acompañante”, comentó Concha. Tan sólo el 2018, más de 13.000 tiburones fueron capturados en Chile por pesca incidental, y de hecho, representaron el 43% del total del total de especies de fauna acompañante.
Una situación que afecta directamente a las dos especies pesqueras mencionadas en el párrafo anterior, pero no únicamente a ellas: también caen tiburones zorro (Alopias vulpinus, squalus), marrajo sardinero (Lamna nasus) y martillo (Sphyrna zygaena). Todos ellos están catalogados en estado vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Si bien, una vez que los tiburones han sido atrapados, al llegar a cubierta los pescadores pueden liberarlos nuevamente, la experiencia indica que la fauna acompañante no resulta ilesa de esta práctica, y muchos ejemplares pueden morir en la red antes de ser devueltos al mar, ya que hay muchos no pueden sobrevivir si no están nadando; esto, porque para respirar necesitan moverse, como en el caso del mako.
Aunque la situación puede ser incluso peor en el caso de la pesca de cerco en alta mar, en donde debido a la gran cantidad de peces presentes en la red, los tiburones que quedan atrapados pueden llegar a morir aplastados, bajo una pesca que supone hasta 1000 kilos de peso sobre ellos. Lamentablemente, Concha comenta que no existe un registro absoluto respecto del “descarte” – proceso en el cual una embarcación se deshace de la fauna acompañante – debido a que, si bien la pesca industrial puede contar con la presencia de un científico fiscalizador en el mismo barcos, en la pesca artesanal, la situación es menos sostenible, debido a las dimensiones de los botes.
El importante rol ecosistémico de los tiburones
Como regla general, se entiende que los tiburones, al ser depredadores, juegan un papel importante para mantener la salud del océano. Eso sí, no todos los tiburones cumplen el mismo rol ecosistémico. Según Contreras, hay algunos que tienen una importancia relacionada al reciclaje de nutrientes, como en los casos de tiburones que coman carroña. Además, hay especies que viven en el fondo blando, como es el caso del pez ángel (que en Chile está representado por Squatina armata), que sacuden la arena del fondo y con esto ayudan a que los nutrientes de abajo asciendan.
“También hay tiburones que son depredadores que están más altos en la cadena trófica que otros, pero en general se habla siempre que las especies grandes son depredadores tope y la disminución de su población puede causar cascadas tróficas, es decir, que cause efectos en las especies que están más inferior en la trama. Podría ocurrir, si es que disminuyen los depredadores tope, que los que están abajo aumenten, pero si estos meso depredadores – refiriéndose a niveles intermedios en la cadena trófica – aumentan ellos terminarían agotando sus propios recursos. Esto además, podría provocar que las especies presas mueran”, comentó Contreras.
De hecho, esto ya ha sido constatado a través de estudios científicos, como uno realizado en Estados Unidos en el cual se demostró que la desaparición de tiburones de gran envergadura estuvo relacionado con el aumento de otras especies como las rayas – también depredadores – lo que provocó una fuerte disminución en el peine caletero, un tipo de vieira, ante lo cual la pesquería asociada a este animal debió cerrar.
“Me tocó ver el caso del desembarco de dos tiburones martillo en el norte, más precisamente en Caldera. A aquellos ejemplares ya muertos, les abrimos el estómago y en un tiburón encontramos que había más de 20 tipos de jibias o calamar gigante. La jibia es un depredador tope. Cuando llega la jibia desaparecen los peces y se les echa a perder la pesca a los pescadores artesanales, porque es una especie súper voraz. Luego de hacerles notar esto a los pescadores, dijeron que nunca más iban a extraer tiburones martillo del mar. Ahí es cuando la gente puede entender parte del rol que cumplen, tanto como depredadores o en sus diferentes niveles, todos tienen una función”, concluye Concha.