La rana chilena ¿un sobreviviente más o ha llegado su fin?
Nuestra colaboradora invitada es Alejandra Fabres, bióloga con mención en Recursos Naturales y Medio Ambiente, quien hoy nos cuenta un poco más sobre la rana chilena (Calyptocephalella gayi) una especie que sólo se puede encontrar en Chile y que es considerada un verdadero fósil viviente, pero que lamentablemente está amenazada.
La rana chilena (Calyptocephalella gayi) es un anfibio endémico de Chile que tiene una historia natural asombrosa y del cual se habla muy poco. Esta especie es uno de los primeros anfibios descritos para Chile. En 1714, el francés Louis Feuilleé hizo el hallazgo y la clasificó como una salamandra. Él encontró un animal de cuatro patas con cola y que vivía bajo el agua, pero lo que en realidad había encontrado era un renacuajo de rana chilena.
¿Cómo sabemos que era una larva de rana chilena?
Durante el ciclo de vida, las ranas pasan por distintas etapas de desarrollo. Cada individuo empieza su vida como un renacuajo (o larva) con cola y branquias, viviendo sólo en ambientes acuáticos, donde crece y pasa por unos de los procesos más fascinantes de la vida: la metamorfosis. Empiezan a desarrollar sus cuatro extremidades, la cola y branquias desaparecen y se convierten en una rana, cambiando completamente su forma de vida. Durante este proceso existe un momento donde el animal es mitad renacuajo y mitad adulto, que es lo que encontró el francés durante su expedición por Concepción hace más de 200 años.
Hoy en día se conoce bastante más sobre la historia natural de la rana chilena y lo que no se imaginaba L. Feuillée era que había descrito a un fósil viviente. Los paleontólogos que han estudiado el registro fósil de los anuros del cono sur de Latinoamérica, han encontrado restos óseos correspondientes a distintos ejemplares del género Calyptocephalella (parientes de la rana chilena). El registro más antiguo proviene del período del Cretácico superior. Sólo para tener en cuenta, durante este período ocurrió la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno (65 millones de años atrás), la cual marcó el fin de los dinosaurios en la Tierra, la extinción de muchos invertebrados marinos y pequeños reptiles.
Sorprendentemente, el registro fósil más reciente es de la última era del hielo (2,5 millones de años atrás, Pleistoceno) y nos muestra que antiguamente existían 5 especies del género. Comparando los fósiles de rana con ranas actuales, se observa que prácticamente no han cambiado mucho en su aspecto, excepto por su tamaño. Los registros estiman que medían entre un 30 a 50% más de lo que mide una rana hoy. ¡Imagínense como sería encontrarse con una rana del tamaño de un gato doméstico! Por esta razón es que la rana chilena es clasificada por algunos investigadores como un ‘fósil viviente’, ya que sobrevivió a la quinta extinción masiva y al día de hoy es la única representante del género y prácticamente no ha cambiado su aspecto.
Este fósil viviente sólo se encuentra en las cuencas de ríos y humedales de Chile, desde Coquimbo hasta la Región de los Lagos y hoy se encuentra ante graves amenazas. Lamentablemente, como muchas otras especies, está expuesta a cambios antropogénicos en su ambiente natural. Múltiples entornos naturales se han modificado a estructuras artificiales, canalizando y modificando bordes de los cursos de agua, para facilitar la obtención de recursos para los humanos. Adicionalmente, se han secado humedales, principal hábitat de la rana, para la construcción de ciudades y ganadería y los niveles de químicos, pesticidas o metales pesados en el agua de los lagos y ríos afectan severamente a esta especie, que es altamente sensible a los cambios en su entorno. A esto se suma el ingreso al país de especies invasoras que conviven con la rana chilena. Estos eventos han provocado que muchas poblaciones de rana chilena y otras especies pierdan su hábitat y poco a poco vayan desapareciendo a lo largo del país.
¿Qué efecto tiene esto para nosotros?
La ausencia de la flora y fauna en los ambientes tiene como resultado una primavera silenciosa sin pájaros cantando, sin ranas croando, sin el olor a flores, tal como lo explica la escritora Rachel Carson en su libro ‘Primavera Silenciosa’. Aparte del beneficio intrínseco que tiene la flora y fauna, las ranas chilenas en especial son el depredador tope de los cuerpos de agua en Chile y controlan la macrofauna presente, tal como los tábanos o zancudos. Además, se ha observado que son capaces de comer renacuajos de anfibios, peces chicos e incluso ratas.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la ha clasificado como Vulnerable, debido principalmente a la reducción de sus poblaciones naturales y, de acuerdo a estándares nacionales, también se encuentra catalogada como vulnerable y en peligro de extinción en la zona centro-sur del país, donde se acostumbraba a cazarla como recurso alimenticio, comercializándose en restoranes como “ancas de rana”. Durante mucho tiempo esta caza no estuvo bajo ningún control oficial. Hoy, la ley de caza la protege, prohibiendo su caza y captura.
A pesar de ser un fósil viviente y haber sobrevivido grandes eventos geológicos, este anfibio no se escapa de las acciones de los humanos. Veremos si una vez más esta rana logra sobrevivir a los desafíos que le ha propuesto la naturaleza, pero para ello este fósil viviente requerirá de nuestra ayuda.
¿Cómo ayudar a la rana chilena?
Las poblaciones del sector centro-sur del país son las más vulnerables, esto coincide con que es la zona donde se concentra la mayor cantidad de habitantes en el país. Para ayudar a la rana chilena te recomendamos lo siguiente:
- No consumir ancas de rana
- Denuncia la caza ilegal de esta especie
- Cuidar los humedales no arrojando basura
- Cuidar los cursos de agua no utilizando químicos para lavar la loza por ejemplo
Además te invitamos a que, si en alguna excursión te llegas a topar con una rana chilena, les tomes una foto y anotes la localidad y que lo compartas con el grupo ‘Salva Tu Rana’, un proyecto de ciencia ciudadana sobre la rana chilena.