La orca, matriarca de los océanos: el profundo legado de las hembras líderes
En los mares de todo el mundo viven las orcas, animales longevos, sociables y complejos que han fascinado por sus formas de vida. Mal llamadas “ballenas asesinas”, estos delfines han generado interés por sus conductas, y por formar grupos matrilineales, es decir, con hembras líderes que son vectores del lenguaje, conocimiento cultural y de información vital para la supervivencia de su grupo. Por ejemplo, las abuelas jugarían un rol crucial en la enseñanza de las crías, además de experimentar la menopausia, algo inusual en la naturaleza. Eso es parte de lo que ha descifrado la ciencia, aunque aún existe mucho desconocimiento sobre este cetáceo. Mientras tanto, las orcas luchan cada día por sobrevivir en un planeta cambiante, para lo cual las madres y abuelas serían fundamentales.
Muchas veces han sido viralizadas en videos donde persiguen a aterrorizados lobos marinos, o cuando saltan con gracia al lado de embarcaciones. También han salido a la palestra por los cuestionados acuarios que las confinan en nombre del “espectáculo”, y por una serie de conductas que impresionan a mamíferos terrestres, como los seres humanos que viven en el norte y sur del planeta. Esto no es de extrañar, pues el cetáceo del que hablamos vive en los mares de todo el mundo. Y aunque es conocido popularmente como “ballena asesina”, es en realidad un delfín de gran tamaño y avezado cazador de los océanos.
Sin duda, la orca (Orcinus orca) han generado interés por varios motivos, pues se trata de una especie longeva, sociable y conductualmente compleja. Al ser un animal cosmopolita (que vive en todo el mundo), se han observado variaciones en sus distintas poblaciones, aunque todavía existe un alto nivel de desconocimiento sobre la especie. Pese a ello, las orcas se han convertido en el ícono marino de lo que muchos denominan como “matriarcado”, ya que tienen una compleja estructura social donde forman grupos o pods matrilineales, con hembras líderes.
“Tanto las orcas como otras especies de grandes delfines (por ejemplo, calderones) son matriarcales, o sea las hembras son líderes, y matrilineales, es decir, hay un linaje hereditario de parentesco dado por las hembras de los pods. Esto quiere decir que las hembras son las líderes de los pods, cumplen un rol clave en la enseñanza y crianza de los individuos más jóvenes, y se ha observado en poblaciones del hemisferio norte que se enfocan en los machos, dado que los machos tienen mayor probabilidad de morir porque son más grandes y necesitan más alimento, por lo que es clave la presencia de las hembras en los pods”, explica Frederick Toro, doctor en Medicina para la Conservación, académico de la Universidad Santo Tomás (sede Viña del Mar), integrante de la ONG Panthalassa y miembro del Comité de Varamiento de la Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas en Fauna Silvestre (Amevefas).
Para ser precisos, gran parte de la información sobre la estructura social de las orcas proviene de poblaciones residentes y de los fiordos y canales de Columbia Británica, en la costa oeste de Estados Unidos y Canadá. Así lo puntualiza Juan Capella, investigador y jefe científico en la Fundación Whalesound Ltda, quien cuenta que “de allí proviene la idea de grupos matriarcales emparentados por la línea materna, con machos de otro origen que ingresan al grupo (lo que daría la necesaria heterogeneidad genética que evitaría la endogamia) y crías macho que una vez adultos se alejan (…)”. El científico agrega que “los grupos estarían aglutinados en torno a las hembras, en toda la ascendencia o descendencia, cuya longevidad puede ser sobre los 60 años”.
Sin embargo, en el resto del mundo la información sobre este cetáceo es incompleta, limitada o incluso inexistente. Para tener solo una idea, todavía existen dudas tan básicas sobre si existe más de una especie de orca. Además, su estado de conservación está en la categoría “datos insuficientes” a nivel internacional, mientras que aspectos de su biología, ecología y etología (conducta) siguen bajo el manto del misterio en varios rincones del planeta.
De lo que sí hay certeza es que “esta especie es muy compleja desde punto de vista conductual, incluso cognitivo”, asegura Toro, quien añade que “se sabe que son animales culturales, cada grupo tiene su lenguaje, cada grupo tiene sus tradiciones (formas de cazar y qué cazar), incluso no se sabe si los ecotipos puedan ser otra especie, a ese nivel estamos”.
Misterios en blanco y negro
Existen distintos ecotipos de orcas, es decir, subpoblaciones genéticamente diferenciadas que se restringen a un hábitat, ambiente o ecosistema en particular. En el hemisferio sur se han descrito al menos 4 ecotipos de orcas alrededor de Antártica, que se distinguen por sus hábitos de alimentación y aspecto externo, aunque se sabe poco de su organización y estructura social.
En el caso concreto de Chile, ni siquiera se tiene certeza de cuántos ecotipos surcan aguas nacionales, aunque hay reportes del A, B y D.
Al respecto, Capella señala que se supone que el ecotipo A “se alimenta de mamíferos, cetáceos principalmente, pero mis registros de grupos observados en los fiordos australes muestran que un mismo individuo se ha alimentado de peces, lobos y aves en diferentes ocasiones, nunca de cetáceos. Sin embargo, unos 300 km más al sur, en el canal Beagle, orcas del tipo A han cazado o acosado ballenas y delfines. Pero se desconoce la situación a nivel de los individuos mismos”.
Además, según observaciones preliminares de Capella, las hembras que ha logrado identificar en los mares de Chile se encuentran en grupos con distinta conformación de integrantes. Esto podría tener dos explicaciones: la primera, que no son grupos matrilineales; y la segunda es que podría tratarse de una “meta agrupación”, o sea, de una reunión de subgrupos que podrían pertenecer a un grupo mayor que sí es matrilineal. No obstante, el investigador destaca que faltan estudios finos y de largo aliento para poder determinarlo, considerando lo desafiante de hacer seguimiento a estos animales marinos.
Pese al mar de desconocimiento, las conductas de distintas poblaciones han acaparado enorme interés en el mundo, al variar notablemente según la localidad donde habitan y las presas que consumen.
Por ejemplo, se han observado distintas estrategias de caza en Nueva Zelanda donde se alimentan de rayas, en Noruega donde su menú está compuesto de arenques (peces), o en Chile donde cazan lobos marinos y ballenas (como las jorobadas). Incluso hay orcas “que saben varar en tierra para capturar lobos como ocurre (aunque no muy frecuentemente) en la Patagonia argentina, y también se ha visto en las islas Kerguelen en el Índico. Y no se ha visto en otras áreas del mundo”, añade Capella.
Otras conductas han acaparado la atención de la prensa mundial, como algunos registros de hembras que transportan durante días a sus crías muertas, incluyendo el caso de la orca denominada como J35, que por alrededor de 17 días cargó a su difunta cría. Luego de haber recorrido más de 1.600 kilómetros con ella a cuestas, la dejó caer en las profundidades.
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Pero si viajamos al hemisferio norte, donde se han hecho estudios de largo plazo sobre este mamífero marino, sale a la luz la relevancia capital de un miembro de la familia: la abuela.
Abuelas: centinelas del conocimiento y tradiciones
Por un lado, las estimaciones indican que los machos viven 29 años en promedio (a lo sumo 60), mientras que las hembras pueden superar los 60 años de edad, reportándose incluso a algunas de 80.
Justamente, serían las orcas mayores un pilar fundamental para la supervivencia de cada pod, al ser vectores del lenguaje (las orcas tienen distintos dialectos), conocimiento cultural (incluyendo tradiciones de cada linaje que serían traspasadas por generaciones) y, en definitiva, de información vital para la perpetuidad del grupo.
En ese sentido, se ha reportado – por ejemplo – cómo las orcas adultas enseñan y ayudan a los más jóvenes para que practiquen y aprendan distintas estrategias de caza, como se ha descrito sobre el conocido “varamiento intencional” para cazar elefantes marinos en las islas Crozet, en el océano Índico.
Capella detalla que “como en sociedades humanas, de elefantes o de chimpancés, todos mamíferos sociales y longevos, los adultos mayores son la memoria histórica de la especie. En el caso de las orcas, todo el linaje materno contribuye al cuidado de crías, asistencia a novatas, conocimiento de buenos cotos de caza, y de zonas de peligro (aunque las orcas no tienen enemigos naturales, salvo el humano)”.
Otro hecho sorprendente es que – al igual que especies como elefantes y humanos – las orcas también atraviesan por la menopausia, lo que es poco usual en la naturaleza.
Esto ha generado debate en la ciencia pues, en palabras de Toro, “el cese de la capacidad reproductiva de una hembra a los 40 años y que logre vivir 80, puede ser catalogado incluso como una especie de abdicación darwiniana, dado que la reproducción en mamíferos de más edad se hace cada vez más compleja, teniendo bajo éxito reproductivo. Pero las orcas no se reproducen después de los 40 años, ni siquiera lo intentan, por lo que no hay presión selectiva (obligación) para reproducirse”.
En la misma línea, el investigador de Whalesound detalla que “no es evolutiva ni ecológicamente estable que un individuo (hembra) continúe sobreviviendo si ya no es fértil, salvo que dentro de un grupo tenga un aporte relevante, esto ya que consume recursos y no es preferida por los machos (biológicamente, los machos en mamíferos muestran dos comportamientos ampliamente extendidos e importantes, aparearse y combatir/defender)”.
Entonces, ¿por qué las orcas experimentan la menopausia?
La hipótesis más aceptada sería la de “la abuela”, que indica que esto jugaría un rol clave para que la orca mayor ayude a sus familiares a sobrevivir y reproducirse, según recogen estudios como éste publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Una segunda lectura, sostiene Capella, es que podría tener relación con la enseñanza o transmisión cultural que realizan las orcas mayores para temas esenciales y determinantes en el éxito del grupo.
También se ha postulado la hipótesis de “la madre”, la que en términos simples se refiere a que las madres se preocupan de la supervivencia de sus hijas, lo que a su vez ayudaría a mantener su linaje.
Como sea, no es de extrañar que, en las poblaciones más estudiadas, la orca mayor siempre va a la cabeza.
“Las abuelas jugarían un rol imprescindible en el cuidado y enseñanza de las crías (los machos no participan en ello) y de transmisión de conocimientos (cultura), pues alcanzar la madurez social toma muchos años en esta especie. En todo el período de crecimiento y formación, y como conviven en el mismo grupo, podría transmitir la experiencia (por lenguaje, por ejemplo) ya que la madre biológica al cabo de pocos años podría estar con una nueva cría que le demanda la mayoría del cuidado”, aclara Capella.
Animales complejos en un mundo cambiante
Aunque no conozcamos el estado de conservación de las orcas a nivel internacional, estos mamíferos marinos enfrentan varias amenazas, como la reducción de sus presas (por ejemplo, debido a la sobreexplotación del salmón en Estados Unidos), la pérdida de su hábitat y la contaminación, como la bioacumulación en su organismo de sustancias como bifenilos policlorados (PCB) al ser depredadores tope que consumen presas contaminadas. Se suman las interacciones con pesquerías, embarcaciones e infraestructuras en el mar (que repercute en enredos, accidentes y muertes), la caza directa y la captura para acuarios.
De hecho, algunas poblaciones locales de orcas han sido tan diezmadas que sí se consideran en peligro, por lo que han sido incluidas en el registro de especies amenazadas en el caso de Estados Unidos y Canadá.
Paralelo a ello, en el sur del mundo continúa el desafío de desentrañar cómo es la intrincada vida de estos cetáceos.
Para empezar, no se sabe aún si las orcas que se encuentran en los mares de Chile son nómades (transeúntes) o residentes, aunque se reportan a lo largo de toda la costa del país, en diferentes épocas del año. En ese sentido, los avistamientos suelen ser de tres o cuatro individuos, pero también se han observado “grupos de 25 o 30 [orcas], ¿será la reunión de los subgrupos de cuatro en ese grupo más grande matrilineal?”, se pregunta Capella.
Asimismo, se han reportado orcas que aprovechan la pesca del bacalao de profundidad (la que sería una presa más o menos “nueva” en su menú), aprendiendo nuevas técnicas con el fin de sortear los obstáculos que les ponen los pescadores para evitar esa depredación. Por otro lado, investigadores han identificado en distintas ocasiones a los mismos individuos en el norte del país, entre Mejillones y la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, lo que de mantenerse podría dar importantes pistas sobre estos animales.
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Pero hay una ramificación mucho mayor de dudas por resolver, por ejemplo, si las orcas que cazan ballenas en el sur de Chile corresponden a un pod en particular que sabe hacer eso, o si hay más grupos implicados.
“Falta mucho por hacer en este grupo y así entender más de su biología. Incluso nos puede ayudar a entender nuestra biología como los temas de la menopausia y la transmisión cultural entre generaciones”, asevera Toro.
Mientras los humanos se rompen la cabeza para despejar un listado de incógnitas, las orcas continúan enfrentando los desafíos actuales que implica la vida en la Tierra, más aún en un planeta transformado a gran escala por nuestra especie. Para ello, y tal como lo sabemos hasta ahora, son fundamentales las madres y abuelas. Aquellas que se expresan en dialectos, que enseñan técnicas para prosperar, y que traspasarían conocimientos para las generaciones futuras, permitiendo así la existencia del blanco y negro en los mares del mundo.