La nueva oportunidad para proteger Tubul Raqui, el resiliente humedal que se recupera del terremoto y que está bajo amenaza
Tubul Raqui es el sistema de humedales más grande de la Región del Biobío, y un sitio clave a nivel internacional para la ruta migratoria de aves en las Américas. Desde tiempos remotos ha sustentado una importante biodiversidad y a comunidades humanas lafkenches, y luego mestizas, que hasta hoy dependen de sus bondades. Sin embargo, Tubul Raqui sufrió los embates del terremoto y tsunami del 2010 que generó un dramático impacto en su ecosistema, y que truncó iniciativas para su conservación. Pese a ello, este resiliente humedal se ha recuperado y hoy se erige la oportunidad de convertirlo en Santuario de la Naturaleza, aunque preocupa la posible instalación de un proyecto eólico y línea de alta tensión. En Ladera Sur te contamos un poco sobre su historia, y los esfuerzos para darle al fin una protección efectiva y oficial.
Si pudiéramos sobrevolarlo como un ave, veríamos que el sistema de humedales más grande de la Región del Biobío conforma un variopinto mosaico, integrado por diversos ecosistemas y hábitats, y por pequeños poblados, como las comunidades lafkenches y mestizas que se han beneficiado de sus dádivas desde tiempos pretéritos. Se trata del humedal Tubul Raqui, esculpido por los ríos Tubul (“viento fuerte” en mapudungún) y Raqui (de raki que significa “bandurria”), misma zona de una indiscutida riqueza que no ha estado libre de presiones, amenazas y perturbaciones de diversa índole.
Corría el 27 de febrero de 2010 cuando el terremoto y posterior tsunami embistieron de frentón al humedal, que constituye la “primera línea” en la zona costera, y a los asentamientos humanos del lugar. Al absorber parte descomunal de estos impactos, Tubul Raqui experimentó una dramática modificación en gran parte de su geomorfología y ecosistemas. Esto no solo cambió su biodiversidad y la relación de los humanos con ella, sino que truncó, incluso, algunas iniciativas que buscaban promover su conservación. Pese a ello, Tubul Raqui es resiliente. Desde ese entonces, se ha recuperado de manera visible, y aunque se ciernen sobre él los intereses de algunos proyectos energéticos, hoy tiene una nueva oportunidad, ya que recientemente comenzó el proceso para declararlo como Santuario de la Naturaleza.
“Tubul Raqui es uno de los humedales más importantes de Chile, dada su extensión (la cual supera las 2000 ha), la biodiversidad de flora y fauna que alberga, y los múltiples beneficios que provee a las comunidades locales. Pese a esto, en la práctica han sido muy pocas las acciones que se han realizado en pos de la conservación de este espacio, por lo que se vuelve fundamental generar un marco legal que permita proteger este ecosistema. Este humedal está en proceso para ser declarado Santuario de la Naturaleza, tal como está especificado en el ‘Plan Nacional de Protección de Humedales 2018-2022’. Actualmente, se están desarrollando las primeras reuniones para coordinar cómo se llevará a cabo el proceso”, relata José Gutiérrez, miembro de la Agrupación Protectora del Humedal Tubul Raqui.
En sus 2.238 hectáreas, Tubul Raqui conforma un gran sistema de humedales que se ubica frente al Golfo de Arauco, al sur de la Región del Biobío. Se encuentra en la cuenca costera del sistema hidrográfico formado por los ríos Tubul y Raqui, los cuales desembocan en el mar. En este humedal es posible encontrar parches de bosque nativo, praderas o espartales dominados por la planta nativa espartillo (Spartina densiflora), y una serie de hábitats para varias especies de flora y fauna, como las emblemáticas aves residentes y migratorias.
Así lo explica Cristóbal Pizarro, académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, e investigador principal del Laboratorio de Estudios del Antropoceno: “La realidad de Tubul es bien particular. Es un sistema de humedal complejo con dos grandes cursos de ríos, que es el Tubul y el Raqui, y que le da mucha heterogeneidad al paisaje, principalmente porque hay vegas, pastizales húmedos, sectores donde algo queda de bosque nativo, y hay comunidades humanas insertas entre medio del humedal. Tubul tiene esa característica de mosaico, de distintos tipos de ambientes, donde incluye un ambiente humano y productivo de ganadería, de silvicultura, y también donde vive la gente de Tubul y de otras localidades, en un sistema humano-naturaleza que es sumamente interesante”.
Además, en la zona donde se inserta Tubul Raqui hay extensas plantaciones forestales de pinos y eucaliptos, así como distintas iniciativas energéticas. De hecho, han sido los proyectos eólicos los que han despertado en el último tiempo la preocupación y oposición de algunos sectores, como es el caso del Parque Eólico Arauco, el cual obtuvo su Resolución de Calificación Ambiental (RCA) en 2010 y contempla la construcción de 50 aerogeneradores en los cerros aledaños a Tubul Raqui, junto a una línea de transmisión eléctrica asociada que atravesaría al humedal.
Todo esto paralelo al actual proceso para crear allí un santuario de la naturaleza.
“Actualmente, la principal amenaza corresponde a la posible construcción de un parque eólico y una línea de transmisión eléctrica que va asociada”, puntualiza Gutiérrez, quien añade que “la ‘Línea de alta tensión Tubul Lagunillas’ ingresó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) el 2013, y considera la construcción de 192 torres de alta tensión en un trazado de 58 kilómetros, atravesando poblados, bosques nativos y el humedal Tubul Raqui. A la fecha no se ha aprobado y en estos 7 años de evaluación ambiental ha experimentado un rotundo rechazo de parte de las comunidades locales”.
“Cabe destacar la casi nula participación de la comunidad en el proceso de evaluación del proyecto. De hecho, hasta el día de hoy mucha gente de Caleta Tubul no sabe sobre su existencia, siendo que los aerogeneradores estarán muy cerca de sus casas. Este proyecto a la fecha no ha comenzado su construcción, lo cual se debe a que, cuando se sometió al SEIA, solo consideró la construcción del parque eólico, ingresando la línea de transmisión eléctrica como un proyecto separado, vale decir, este proyecto ingresó fragmentado”, asevera el integrante de la Agrupación Protectora del Humedal Tubul Raqui.
El temor radica en que la construcción del parque eólico y de la línea de transmisión eléctrica sobre Tubul Raqui – el cual es catalogado como sitio prioritario para la conservación – implicarían el relleno de áreas de humedales, tala de bosque nativo, fragmentación de hábitat, peligro de colisión y electrocución de aves residentes y migratorias, y afectaciones a la cosmovisión mapuche, entre otros.
Precisamente, las comunidades han sostenido un vínculo fuerte y de largo aliento con Tubul Raqui. Para hacerse una idea, las comunidades lafkenches son moradores de este lugar desde hace más de 4.000 años, hasta la actualidad, abasteciéndose de alimentos, agua, fibras y medicinas gracias al humedal. Asimismo, varios rincones de Tubul Raqui y de los cerros aledaños son utilizados como sitios ceremoniales.
A esto se suma que los pescadores de la comunidad de Tubul dejan sus botes en una parte del humedal, para así resguardarlos de las inclemencias. En ese sentido, Tubul Raqui es también una clase de vía de acceso, desde donde salen hacia mar adentro para recolectar moluscos como la navajuela y el huepo.
Pero no siempre fue así.
Hasta hace unos años, los habitantes de Tubul Raqui se dedicaban a la extracción del pelillo (Gracilaria spp.), un alga que abundaba y generaba muchos ingresos al exportarse a países como Japón.
Manuela Erazo, antropóloga y becaria del programa de Soluciones Costeras, del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, relata que “a partir de la segunda mitad del siglo XX ellos se empezaron a dedicar a la recolección del pelillo, el humedal siempre cumplió un rol super importante, pero esta relación tan fuerte se vio alterada por el terremoto y maremoto del 2010. Ese fue el punto grande de inflexión”.
La profunda huella del 27F
En las costas de la Región del Biobío existe una serie de humedales marinos y costeros de tipo estuarial, o pantanos y esteros intermareales, que a nivel local están representados principalmente por los humedales Tubul-Raqui, Rocuant-Andalién, Lenga y Carampangue.
Los ecosistemas de estas características dependen de un sensible equilibrio entre los sistemas terrestres, dulceacuícolas y marinos costeros. Son, a su vez, escasos y muy relevantes a nivel regional y nacional, ya que proveen beneficios – o servicios ecosistémicos – esenciales para la vida, como la regulación del clima, almacenamiento de agua, y la mitigación y adaptación frente a fenómenos como la crisis climática. Sin duda, también desempeñan un rol clave en la amortiguación de eventos extremos, inundaciones y desbordes marinos como marejadas y tsunamis.
Esa misma labor cumplió Tubul Raqui en terremotos y maremotos como en los años 1835 y 2010, aunque este último no solo destruyó los poblados y generó la pérdida de vidas humanas, sino que desencadenó también devastadores efectos en el humedal que duran hasta hoy.
Como bien describe un artículo encabezado por el investigador Claudio Valdovinos, el terremoto de 8,8 del 27 de febrero de 2010 provocó en gran parte del humedal un alzamiento vertical del terreno de aproximadamente 1,6 metros sobre el nivel medio del mar, que en algunos puntos alcanzó los dos metros. Esto produjo fuertes alteraciones, en especial sobre las zonas acuáticas de Tubul Raqui, como los pantanos intermareales y canales interiores que se secaron.
Asimismo, durante esa madrugada Tubul Raqui fue embestido por varias olas del tsunami, algunas de las cuales alcanzaron los 12 metros de altura y entraron por alrededor de 3 km en el sector del río Tubul. De esa forma ingresaron a su lecho significativas cantidades de agua marina y de arena en distintas áreas. A más de un mes de ocurrido el sismo, se observó inclusive la ausencia del intercambio del agua del humedal hacia el mar, y viceversa, por lo que disminuyó la salinidad en sitios como el río Raqui.
Pizarro explica que “desde el punto de vista ecológico, el impacto tuvo que ver por ejemplo con la gran entrada de agua salada al sistema por el tsunami, que terminó modificando temporalmente, pero de forma muy impactante, la vegetación circundante al humedal. También hubo un cambio de la geomorfología producto de todo este reacomodo de las placas. Hubo lugares que se secaron porque se levantaron, y otros que se hundieron. El impacto también fue fuerte en la comunidad”.
En efecto, si bien los característicos espartales del humedal lograron resistir más o menos airosos, la historia fue distinta para el cotizado pelillo, el cual desapareció por completo, acompañado por la alta mortalidad de otros habitantes del lugar, como varias especies de peces, crustáceos, bivalvos y poliquetos.
Erazo detalla que “una vez que ocurre el terremoto, la gente se vuelca al mar porque el pelillo desaparece con el alzamiento de la tierra, y la gente tiene que ganarse la vida, entonces comenzaron a trabajar en el buceo, a mariscar en el golfo de Arauco recursos como el huepo, la navajuela y la taquilla. Hubo una reorientación productiva que significó un cambio completo en esta relación histórica entre las comunidades y el humedal. El humedal quedó un poco expuesto a una serie de presiones que están relacionadas con actividades agrícolas, ganaderas, el ingreso de vehículos a la boca del humedal, etc., que han ocurrido siempre, pero ahora la gente dejó de tener este foco en el humedal, porque si bien sigue siendo indudablemente importante, se perdió esa convivencia diaria con este ecosistema”.
La composición de la avifauna, tan emblemática en este tipo de ecosistemas, también se vio alterada. Antes del sismo, Tubul Raqui cobijaba a alrededor de 83 especies de aves, de las cuales las más abundantes eran el pato jergón grande, el rayador, el zarapito, y la bandurria (o raki) que inspira su nombre (pero que no se han visto en los últimos censos), y especies amenazadas como el cisne de cuello negro y el cisne coscoroba. De ellas, algunas retornaron, mientras se siguen realizando monitoreos.
Por otro lado, los coletazos del terremoto entramparon iniciativas para la conservación del humedal, parte del cual había sido postulado para ser reconocido como sitio Ramsar, en el marco de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional. No obstante, “estaba muy avanzado [el proceso], pero ocurre el terremoto y queda detenido. A pesar de que estaba a punto de ser protegido, pasaron 10 años para que de nuevo se retomen estas discusiones”, dice la antropóloga, en alusión a la actual oportunidad de convertirlo en santuario de la naturaleza.
Los efectos del gran sismo duran hasta nuestros días, y aunque algunas especies lograron retornar y recolonizar estos parajes, otros no han regresado todavía.
Aún así, Tubul Raqui se ha recuperado visiblemente, algo que continúa en proceso. El académico de la Universidad de Concepción subraya que “lo importante es que el humedal es muy resiliente y se ha recuperado. Es fundamental resguardar el único sistema que se recupera a esa velocidad después de un evento de esa magnitud, para asegurar el futuro y la subsistencia para las comunidades locales y el país”.
Por ello, Tubul Raqui mantiene su estatus como uno de los humedales costeros más importantes del país, y que continúa proporcionando – entre otras cosas – sitios de nidificación y refugio para numerosas especies de aves, residentes y migratorias. De hecho, ellas podrían fortalecer – de alguna forma – la conexión de los tubulanos con el humedal, después de un trauma tan grande como lo fue el 27F.
Plumas de esperanza
A diferencia de otros humedales de la región, como Rocuant-Andalién, Tubul Raqui no ha sido tan degradado. De todas formas, enfrenta distintas presiones y amenazas como la deforestación en la cuenca (que influye por ejemplo en la sedimentación de los ríos), los incendios, la erosión y cambio de uso de suelo por actividades como la ganadería, la contaminación, y la caza, siendo esta última prohibida en 2006 a través de un decreto supremo del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
Además, la relevancia que ostenta Tubul Raqui para la avifauna le ha valido el reconocimiento de la organización BirdLife International como una de las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves en América (IBA), en especial porque es un sitio crítico para la ruta migratoria de estos animales.
En la actualidad, en Tubul Raqui se encuentran especies como el rayador (más del 1% de su población mundial se encuentra aquí), gaviota de Franklin, pitotoy chico, gaviotín elegante, zarapito de pico recto, gaviota de cáhuil, queltehue, y el chorlo chileno, siendo ésta un ave playera migratoria austral que, a diferencia de otras, llega al humedal desde Tierra del Fuego, y no desde el hemisferio norte.
Todo lo anterior, sumado a la profunda historia de la comunidad con este humedal, motivaron a Manuela Erazo a desarrollar un proyecto en el marco del programa Soluciones Costeras de la Universidad de Cornell, que responde a una estrategia global de protección de estos sitios relevantes para la ruta migratoria de aves el Pacífico, que va desde Alaska hasta Tierra del Fuego, siendo Tubul Raqui uno de esos lugares.
“Lo que nosotros proponemos es un modelo de conservación que esté basado en una planificación participativa del paisaje. Esta debe estar sustentada en las condiciones ecológicas y sociales del lugar, o sea rescatando valores ornitológicos y la memoria biocultural relacionada con el humedal. La idea es proponer un modelo de planificación del paisaje que esté basado en estos atributos, culturales y biofísicos, que nos permita generar estructuras, como una intervención de la arquitectura del paisaje, que permita a la gente ir al humedal, a través de la observación y conocimiento de las aves residentes y migratorias, y así reconectarse con el ecosistema”, explica Erazo, quien cuenta con la mentoría de Cristóbal Pizarro para esta iniciativa.
Esto se debe en parte a que, luego del terremoto del 2010, el pueblo fue reconstruido de una forma que le da la espalda al humedal, quedando este – de cierta manera – como el patio trasero. Para recuperar la vista hacia Tubul Raqui, en el más amplio de los sentidos, están recabando información e insumos para diseñar esta futura intervención participativa.
La antropóloga precisa que “lo que nosotros hemos ido rescatando, por ejemplo, es la necesidad de darle mayor vida a la parte de la costanera, entonces, la idea es generar hitos en el humedal y proponer estructuras que permitan a las personas relacionarse con el humedal de una manera que permita la conservación de una memoria y de este ecosistema”.
En ese sentido, los entrevistados destacan que las comunidades locales han sostenido una buena coexistencia con las aves, y que poseen un conocimiento etno-ornitológico que varía dependiendo de la ubicación del humedal donde se encuentren.
Asimismo, Pizarro releva que hay varias agrupaciones que están organizadas en torno a la actividades productivas y sociales vinculadas al humedal, en contraste con otros lugares similares en Chile donde no existe ningún tipo de coordinación o acción vinculada a la protección o uso de estos sistemas.
Sin duda, el orgullo y el sentido de pertenencia en este lugar son fundamentales.
Esto ha quedado de manifiesto, como cuenta José Gutiérrez, en cómo la comunidad ha generado frente a los proyectos energéticos “múltiples actividades informativas y de agitación donde se ha mostrado el descontento tanto con los organismos estatales como con las empresas. De hecho, hace un año se juntaron alrededor de 150 firmas para solicitar una audiencia pública con la Municipalidad de Arauco para tratar el tema del parque eólico y la línea de alta tensión, la cual nunca fue respondida. También, hace unos meses se hizo una actividad para eliminar especies exóticas (eucaliptus, aromos, pinos) del bien nacional protegido el cual será parte del Santuario de la Naturaleza”.
Para Gutiérrez, resulta contradictorio que el Estado potencie la creación de áreas protegidas y, al mismo tiempo, sean instituciones como el Servicio de Evaluación Ambiental el que apruebe proyectos de inversión energéticos en el mismo humedal Tubul Raqui. “Esto evidencia la falta de coordinación y planificación entre los organismos estatales. Considero que este tipo de contradicción es peligrosa, ya que les resta peso a estas categorías de protección y hace que las comunidades locales después no crean en las propuestas que desarrolla el Estado”.
Por lo pronto, las esperanzas están depositadas en el avance del proceso para la creación de un Santuario de la Naturaleza en Tubul Raqui, luego de más de una década de anhelos truncados para su resguardo oficial.
“Nuestra propuesta es que deberían generarse mecanismos institucionales que permitan a las y los pobladores ser parte de manera vinculante en la toma de decisión sobre las estrategias de desarrollo local, acorde a sus necesidades y la protección de la naturaleza y la cultura local. No podemos continuar con el modelo extractivista el cual se basa en extraer materias primas de los territorios y dejar a cambio más afectaciones que beneficios. Otra de nuestras propuestas es que las comunidades locales se organicen para la protección efectiva de espacios naturales, ya que son las personas que habitan los territorios las que deben decidir por su propio desarrollo”, remata Gutiérrez.
¡Mira a continuación este documental sobre Tubul Raqui, producido por Baguales!