A las 9:10 de la mañana del primero de marzo de 1980, con un fuerte estruendo, se desprendió el 85% del volumen del Glaciar Aparejo en los Andes chilenos. La masa de nieve y hielo avanzó cerca de 3,7 km valle abajo, con una velocidad estimada de 110 kilómetros por hora, destruyendo y enterrando uno de los campamentos para montañeros de la zona, ubicado a unos 100 metros cuesta abajo desde el frente del glaciar.

El evento como tal fue presenciado por cinco montañistas que estaban ubicados en distintas zonas, de los cuales solamente uno resultó herido al ser golpeado en la espalda por un bloque de hielo, el que lo empujó al suelo, lanzándolo a varios metros de distancia.

«Se empezó a mover este glaciar y después se fue completo, de rimaya a fin. Fue impresionante el ruido que hizo la masa completa. Se veía cómo las grietas se abrían y se cerraban. Yo si me caía a ese hoyo, me iba con el glaciar. Al final, se fue por el valle y explotó en una nube gigantesca. Se veía igual que una explosión atómica, tal como se ve en las películas», relata Rodrigo Mujica, uno de los sobrevivientes, en un video grabado en 2015 por uno de los autores del estudio. En el momento del desprendimiento tenía tan solo 16 años.

Parte del relato de Rodrigo Mujica. Créditos: Felipe Ugalde.

«Quedamos plop. Jurábamos que la gente de abajo estaba muerta, mientras que ellos creían que nosotros estábamos muertos. Fue muy emotivo cuando nos juntamos a la vuelta. Nos salvamos por 10 segundos creo yo», agrega.

Durante los primeros 2 km el glaciar conservó su morfología inicial, deslizándose hacia el sureste. Posteriormente, el hielo del glaciar ascendió 70 metros cuesta arriba antes de desintegrarse con una espectacular nube de hielo y polvo, tal como lo describe Mujica. El evento duró dos minutos aproximadamente. Cuando se detuvo, el aire quedó cubierto por una fina capa de polvo.

En la actualidad, a más de 40 años del evento, se publicó en la revista especializada Frontiers in Water un estudio al respecto, el cual se encargó de profundizar en las causas de este desprendimiento. Los expertos responsables de la investigación descubrieron que se debió a una reducción extrema de la fricción basal, ocasionada por la alta saturación de agua, tanto en el lecho como en el glaciar mismo, después de la infiltración por deshielo y precipitación.

Rodrigo Mujica junto a otros montañistas y participantes del estudio. Créditos: Felipe Ugalde.
Rodrigo Mujica junto a otros montañistas y participantes del estudio. Créditos: Felipe Ugalde.

Asimismo, descubrieron que el Glaciar Aparejo, durante el período 2015­-2020, recuperó el 12,4% de su volumen original, aunque, debido a la megasequía que comenzó en 2010, presentó un cambio de elevación promedio de −3,7 ± 1,2 m, con valores máximos de adelgazamiento superiores a 8 m. Esto probablemente fuese causado por una mayor ablación asociada al calentamiento climático y la reducción de las precipitaciones.

«Este estudio que publicamos tiene que ver con un glaciar que se deslizó súbitamente y desprendió aproximadamente el 90% de su volumen. Entonces, uno tendería a pensar que es muy difícil que el remanente se haya regenerado y dado lugar al glaciar que existe hoy, pero el glaciar sí recuperó parte de su masa. Es importante destacar, dado que la tendencia apuntaba a lo contrario», comenta Felipe Ugalde Peralta, geólogo con más de 9 años de experiencia en Geoestudios y autor principal del estudio.

Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.

Conociendo al Glaciar Aparejo

Los Andes chilenos son conocidos por ser una cadena montañosa joven ubicada en el margen Pacífico de América del Sur. Se conforma por cumbres de gran elevación, algunas por encima de los 6.000 msnm, como es el caso de algunos volcanes activos, tales como el Tupungatito, Maipo y San José.

En esta zona podemos encontrar la cuenca Río Maipo Alto, la que tiene una superficie de 4.858 km2 y más de 1.100 glaciares en su interior. Asimismo, se compone por 8 cuencas independientes, entre ellas la cuenca del río Yeso, donde se encuentra el valle de Aparejo, ubicado a 60 km al este de Santiago. En este lugar se sitúa el Glaciar Aparejo.

«Tenemos que entender que el Glaciar Aparejo igual es un glaciar pequeño. En estricto rigor se clasifica como un glaciarete, como todos aquellos cuyas dimensiones son inferiores a 25 hectáreas. El Glaciar Aparejo tiene en la actualidad 10 hectáreas de superficie», señala Ugalde.

Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.

Puede ser pequeño, pero es bastante único, principalmente porque su desprendimiento se suma a otros dos eventos de este tipo en Chile, siendo los únicos casos conocidos de glaciares de gran volumen en nuestro país. Por lo mismo, su estudio adquiere relevancia ante la posibilidad de que lo sucedido en 1980 vuelva a repetirse.

En esta línea, en el estudio titulado “El deslizamiento catastrófico del glaciar Aparejo de 1980: nueva evidencia y estado actual”, se analizaron registros de casi 60 años de su evolución a través de fotografías aéreas y terrestres de archivo, imágenes satelitales, datos GNSS (Sistema Global de Navegación por Satélite) y estudios GPR (Ground Penetrating Radar), junto con un levantamiento topográfico LiDAR (Light Detection and Ranging) de alta resolución.

Levantamiento con radar de penetración para hielo (o GPR por sus siglas en inglés), del 6 de junio de 2015. El GPR es un método geofísico que permite determinar el espesor del glaciar. En dicha campaña se midieron hasta 40 m de espesor en la zona central del glaciar Aparejo. Créditos: Felipe Ugalde.
Levantamiento con radar de penetración para hielo (o GPR por sus siglas en inglés), del 6 de junio de 2015. El GPR es un método geofísico que permite determinar el espesor del glaciar. En dicha campaña se midieron hasta 40 m de espesor en la zona central del glaciar Aparejo. Créditos: Felipe Ugalde.
El equipo en terreno en la visita al glaciar Aparejo en abril de 2016. En dicha oportunidad se obtuvieron muestras de nieve y hielo para análisis de isótopos. De izquierda a derecha: David Valenzuela, Felipe Ugalde (autor principal del estudio), Gino Casassa (coautor del estudio) y Claude Bastres. Créditos: Felipe Ugalde.
El equipo en terreno en la visita al glaciar Aparejo en abril de 2016. En dicha oportunidad se obtuvieron muestras de nieve y hielo para análisis de isótopos. De izquierda a derecha: David Valenzuela, Felipe Ugalde (autor principal del estudio), Gino Casassa (coautor del estudio) y Claude Bastres. Créditos: Felipe Ugalde.

Resolviendo los misterios en torno a su repentino desprendimiento

El mismo año en que sucedió el desprendimiento, ocurrieron dos eventos importantes de precipitación: uno el 9 de febrero y otro entre el 19 y el 23 del mismo mes. De acuerdo con la estación meteorológica más cercana, El Yeso, la precipitación varió entre 23 y 14 mm, respectivamente, mientras que según los datos de la estación Lagunitas, la precipitación total fue de 14 mm y 43 mm para el segundo evento.

Asimismo, los días previos al desprendimiento del Glaciar Aparejo, se registraron temperaturas de aire más frías que el promedio, lo que, sumado a las lluvias, podría haber influido en el crecimiento del glaciar en condiciones confinadas antes del evento de 1980.

Posteriormente, las temperaturas registraron un alza, lo que sugiere que el desencadenante del desprendimiento del glaciar probablemente implicó una reducción extrema de la resistencia basal, debido a la alta saturación de agua en el lecho del glaciar. La infiltración del deshielo y las precipitaciones cálidas habrían proporcionado la principal fuente de agua infiltrada, lo que habría reducido la presión efectiva.

Fotografía del glaciar posterior al evento de 1980. Créditos: imagen extraída de un estudio anterior.
Fotografía del glaciar posterior al evento de 1980. Créditos: imagen extraída de un estudio anterior.
Levantamiento con radar de penetración para hielo (o GPR por sus siglas en inglés), del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Levantamiento con radar de penetración para hielo (o GPR por sus siglas en inglés), del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.

De acuerdo con el estudio, algunos flujos de escombros y avalanchas de nieve podrían haber sido los desencadenantes finales del desprendimiento. Mismos fenómenos que después contribuyeron a llenar la cuenca del glaciar. Esta transformación de nieve más bien líquida a nieve densa, y luego a hielo, habría ocurrido fácilmente en un par de décadas.

«La pendiente suave del glaciar y la geología local donde está el Cajón del Maipo, con muchas rocas verticales y las típicas formaciones marinas y continentales, donde hay fósiles y «rocas blandas», todo eso hizo que el glaciar se fuera erosionando y que, finalmente, no hubiera roca en la base. En este segmento plano tenemos solamente sedimentos, material suelto, también conocido como till o morrena de fondo», explica Ugalde.

«Entonces, en la medida en que el glaciar creció, ese material suave se transformó literalmente en jabón, el que, al entrar en contacto con algo de agua, se lubricó y así el hielo, al ser menos denso que el agua, comenzó a flotar. Entonces, llega un punto en que el glaciar, si se satura muchísimo en agua, se levanta literalmente (flotación catastrófica) y se desprende. La razón de estos eventos es una pérdida brusca de fricción en la base, que en este caso se redujo en aproximadamente en un 90%», agrega.

Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Vista general del glaciar Aparejo del 6 de junio de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.

Su progresión en el tiempo

En los años siguientes luego del desprendimiento, hasta el 2002 aproximadamente, se registraron cinco inviernos con altas precipitaciones en el centro de Chile, vinculados a episodios de El Niño, recuperando así el glaciar un 12,4% del volumen original. Sin embargo, en 2010 las cosas cambiaron con la megasequía. En esta línea, entre 2015 y 2020 se registraron datos que evidenciaron un cambio de elevación medio de −3,7 ± 1,2 m, y valores máximos de adelgazamiento superiores a 8 m.

«Sabemos que del año 56 al 80 el glaciar fue aumentando sus dimensiones y, de repente, se desprendió súbitamente. De ahí en adelante, quedó efectivamente este pequeño remanente en torno a un 10% del glaciar, el que volvió a ocupar el espacio del glaciar original, pero siendo de menores dimensiones. Nosotros sostenemos que eso fue aproximadamente hasta el año 2002, esta etapa de crecimiento, dado que tuvimos varios inviernos fríos y episodios del fenómeno del Niño», relata Ugalde.

En este sentido, lo más probable es que el Glaciar Aparejo continúe perdiendo masa, por lo que, de acuerdo con el estudio, es bastante complejo que se produzca un nuevo desprendimiento, a menos que las tendencias climáticas se inviertan: con inviernos más húmedos y veranos más fríos.

Obtención de muestras de nieve y hielo para el análisis de isótopos de agua. Los resultados se emplearon para entender mejor cómo se regeneró el glaciar posterior a su desprendimiento. Créditos: Felipe Ugalde.
Obtención de muestras de nieve y hielo para el análisis de isótopos de agua. Los resultados se emplearon para entender mejor cómo se regeneró el glaciar posterior a su desprendimiento. Créditos: Felipe Ugalde.
Gino Casassa aproximándose al descubrimiento del glaciar regenerado en la primera visita el 28 de mayo de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.
Gino Casassa aproximándose al descubrimiento del glaciar regenerado en la primera visita el 28 de mayo de 2015. Créditos: Felipe Ugalde.

«Estamos de acuerdo con que quedó un 12% del volumen, pero de ahí a que haya vuelto a ocupar todo el espacio que dejó, muestra de que podría haber algo de esperanza dentro de todo este declive generalizado de glaciares, en la medida en que se produzcan condiciones locales específicas que favorezcan la transformación de la nieve al hielo y, así, el crecimiento del glaciar», afirma Ugalde.

«Sin embargo, a nivel de la zona central, la megasequía ha impactado abruptamente en casi todos los glaciares. Entonces, de mantenerse esas tendencias, el glaciar se va a seguir reduciendo. Va a ir desapareciendo, al punto en que solamente van a quedar algunos remanentes de hielo, por lo que es poco probable que esto vuelva a ocurrir, dado que, si el glaciar se está reduciendo, cada vez disminuyen más las chances de que vuelva a ocurrir un evento de esa naturaleza», agrega.

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