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La historia de «Libro Verde», homenaje a una semana de la partida de su fundador Rodrigo Moren
Hace más de ocho años, una incipiente librería se abría paso en la comunidad naturalista de Chile: Libro Verde. Partió como un sueño de Rodrigo Moren y su pareja, Verónica Amoroso, dentro de su hogar. Luego se extendió a la calle Orrego Luco, su clásica sucursal, para más adelante expandirse al Mercado Urbano Tobalaba. Con el fin de armar un catálogo de libros novedosos de naturaleza, que abarcaran la relación de los habitantes de la Tierra con su entorno, el lugar no solo se transformó en una librería y editorial especializada, sino también en un refugio y hogar, armado desde la colaboración y la amistad. A una semana del fallecimiento de Rodrigo Moren, y en ánimos de homenajear a un colaborador y amigo, conversamos con algunas de las muchas personas en su vida. Con ellos, recordamos a Rodrigo y hacemos un repaso de la historia de su tan querido proyecto.
“Mira, hay que empezar por lo primero: esta es una historia de amor”. Diego Alfaro, está sentado en la oficina de la Librería Libro Verde, detrás de la tradicional sucursal de Orrego Luco 51, en Providencia. Detrás suyo hay un gran librero, decorado con plantas y algunos títulos de naturaleza; tal cual está ambientado todo el resto del espacio de la oficina. A un costado está el clásico patio de un lugar que tantas charlas y lanzamientos ha ofrecido. Destacando en el centro hay una silla y mesa vacía. Ese es el escritorio de Rodrigo Moren, el fundador del espacio en el que estamos.
Pareciera que mientras habla, Diego mirara hacia ese escritorio. Él dice que hoy sus palabras son en nombre de todo el equipo de Libro Verde. Continúa: “Es una historia de amor entre Rodrigo Moren y Verónica Amoroso. Ellos, como pareja, empezaron a ir a varias ferias de libros. Toda esta librería empezó en la calle, percibiendo que faltaba un catálogo dedicado a temas de naturaleza y sustentabilidad. Partieron yendo a editoriales, distribuidoras, a buscar libros en bicicleta y armando sus propios stands. La mayoría de las cosas que hay aquí las hizo Rodrigo. Él hizo la librería; la montó con sus herramientas”.

De esta forma, lo que partió con unos pares de libros que empezaron a guardar en su propia casa, la librería ahora alberga miles de ejemplares. Desde su fundación en 2016, la librería —y editorial, desde 2020— ha sido un espacio único, no solo para dar a conocer la importancia de la literatura de naturaleza, sino para crear un espacio familiar, de colaboración y, como muchos han mencionado en redes sociales, de refugio. Es decir, un verdadero hogar. Por eso es para Diego, también, una historia de amor.
A una semana de la triste partida de su fundador, Rodrigo Moren, conversamos con algunos de sus cercanos para compartir la esencia e historia del gran proyecto llamado Libro Verde. Este es un homenaje a su legado.


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En 2016, Geraldine McKinnon, artista, ilustradora científica y profesora, pidió al incipiente sitio web online de Libro Verde un clásico botánico: el libro de Flora Nativa de Valor Ornamental de Paulina Riedemann . “En ese entonces ellos eran los únicos que lo tenían y fue divertido porque lo pedí, pasaron 20 minutos, y me tocaron el timbre. Era Rodrigo, listo para entregar el libro. Vivíamos cerca”, cuenta Geraldine, quien con el tiempo se transformó en su amiga.
En esa época, al menos en Chile, no existía una iniciativa que promoviera la literatura de naturaleza en el país tal como Libro Verde estaba siendo pensada. El proyecto nació bajo la motivación de congregar toda la naturaleza de Chile y el mundo en un espacio literario, buscando un lugar diferente, novedoso, que tocara el tema crucial de la relación del humano con la naturaleza.

En ese sentido, desde los inicios del proyecto, Rodrigo entendió el poder de la literatura. “Era un lector voraz. Un súper lector, de otro nivel”, recuerda Diego, “siempre le apasionaron los libros. Hay un momento en que logra hacer un click entre todo lo que sabía al ser arquitecto, del mundo de las formas y el diseño, y la necesidad de bajar todo el concepto de la sustentabilidad para mover contenidos y promoverlos. Porque es difícil, y sobre todo para un profesor, hablar sin bibliografía, sin base de contenidos disponibles. Cuando se hacen disponibles, son contingentes. Ese proceso fue muy inteligente. Fue crear algo que no existe. En el camino se hizo amigo de otras experiencias de libros en el extranjero (…). No creo que se sintió ni llevando la batuta, era como uno más en el proceso”.
De esa forma, Libro Verde se instaló en una incipiente comunidad de la naturaleza en Chile. “Llegó a esta escena con una idea útil para todos, necesaria. El nicho estaba vacío y lo hizo súper bien. También se hizo con mucha apertura a las ideas de los demás (…). Rodrigo tomó el espacio y lo hizo muy bien”, comenta Geraldine.


“Abrir una librería de nicho, especializada en temáticas acotadas, requiere valentía, conocimiento, convicción y pasión; no es una librería cualquiera donde puedes tener un popurrí de libros que sabes que se pueden vender bien siempre en cualquier parte. En estos casos no funciona así; acá hay que manejar muy bien los contenidos, saber elegir bien los libros y saber conectar con tus lectores. Rodrigo, sin duda, hacía eso de manera impecable”, comenta Gabriela Villablanca, vicepresidenta de Librerías Interdependientes de Chile (LINC).
De pronto, la idea pasó de las ferias y el despacho online, a concretarse en una sucursal. Se podría decir que este es uno de los primeros grandes hitos del proyecto. Partieron con un par de repisas, hechas por Rodrigo, unos libros y unas plantas. Con el tiempo se expandieron hacia la parte de atrás, donde ahora está la oficina y en centro de reunión. Ubicada en la calle Orrego Luco, se transformaría en un clásico para muchos; un punto de llegada, de reunión, familia, conversación y amistad.

“Si bien el lugar es chiquitito, está de tal manera diseñado —por el mismo Rodrigo— como un espacio que abraza, ilumina y dan ganas de quedarte horas ahí ojeando los libros. Al fin, aparece un lugar para conectarse con la educación ambiental en profundidad, sin libros ni productos clichés. Había una conciencia e intención por tener un catálogo de lujo, de libros interesantes, lindos, difíciles de conseguir y al mismo tiempo aquellos que no pueden faltar en tu biblioteca. Una curatoría finísima, muy bien dirigida”, agrega Gabriela.
Rodrigo, un bicicletero de corazón, había pasado varias veces por el lugar antes de que se convirtiera en el espacio físico de la librería. Soñó desde un principio en instalarla ahí. “Libro Verde pasó a ser parte de la calle Orrego Luco, con los restaurantes, El Huerto, todo el ecosistema, entendiendo que es una librería de barrio. Tiene un impacto a todo nivel: humano, personal, colectivo, organizacional, editorial, vecinal, con artistas y su lugar físico”, comenta María José Carmona, ilustradora, diseñadora y miembro del colectivo Colectoras de Naturaleza.

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“Patagonia Bravía, andanzas de un baqueano en el fin del mundo”, es uno de los best sellers de Libro Verde. Es también el inicio de otro hito en la historia de la librería: el lanzamiento de la Editorial Libro Verde, que ya suma una veintena de trabajos. Para Diego, la editorial surgió simplemente porque no se había hecho: “Las editoriales parten porque hay algo imposible y hay que hacer lo posible. Partió por la necesidad de seguir creando un catálogo sobre naturaleza en todas sus dimensiones y de ir acercando los contenidos de los que estamos hablando”.
El primer libro trata de la historia de un baqueano a fines de 1872, que retrata los procesos de colonización en la Patagonia chilena y argentina. No es un libro amigable. Sino más bien polémico, y llegó a las manos de un Rodrigo apasionado por su historia. Fue el puntapié inicial para otras producciones como Cetáceos de Chile, Hongos del Valle Central, Travesía Botánica de Marianne North, las guías de Colores de Chile o Cromáticos, entre muchos otros. Este último recibió la Medalla Colibrí de Ibby Chile al mejor libro para la primera infancia en 2022.


“Cada libro es un hito (…). Lo otro es que Rodrigo y Verónica sacaron la editorial y librería de Santiago porque se fueron haciendo ferias en La Serena, Viña del Mar, Valdivia, etc. Entonces entendieron que el proyecto no era centralizado porque muchos autores no son de Santiago, Coyán, por ejemplo, está pensado desde El Maule; Cahuel, desde Chiloé. Nuestros colaboradores vienen de todo Chile, hay que hacer un punto donde todo caiga y también movernos (…). Tiene que existir un proyecto así para que la gente empiece a entender que existe esta literatura”, comenta Diego.
Así, la librería fue creciendo en forma y fondo. Creó una red de naturaleza. “Partieron con la librería pequeñita, preciosa, un lugar sagrado. Ese espacio fue creciendo y luego lo ampliaron hacia atrás, donde están las oficinas. Y ese lindo espacio con ese patio y lugar para charlas, talleres y actividades. Entonces eso fue lindo, como se fue esparciendo. Por otro lado, Rodrigo, la Vero, Libro Verde en general, estaba en todas las ferias que hubiera de libros. Entonces tenían una presencia más allá de la librería misma. Después creció cuando apareció la editorial y ahí fueron sumando productos. Luego vino la sucursal en el MUT”, recuerda María José.

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“Nos apasiona la literatura de naturaleza en todas sus formas”, se lee en el cartel que invita a entrar Libro Verde, en plena calle Orrego Luco. La librería es pequeña, pero uno podría estar hojeando el material durante horas. El ritual de Libro Verde no es solo entrar a elegir libros; es compartir, encontrarse con amigos y hablar de naturaleza. Claro ejemplo de aquello fueron los muchos mensajes póstumos en redes sociales que recordaban las interminables conversaciones con Rodrigo Moren y Verónica en la librería, pero también fuera de ella. Es que Libro Verde siempre ha sido un espacio de colaboración.
“Orrego Luco es como un lugar neurálgico donde uno se encontraba con Rodrigo o la Vero. Ahí se iba a conversar un rato, el corazón de todos los paneles y lanzamientos. Siempre estaban preocupados de invitar a participar ahí”, recuerda Geraldine.
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Para ella, el lugar era una parada obligada a saludar cuando tenía que ir por el barrio. Mientras tanto, para Diego, es el espacio físico donde conoció a Rodrigo, distribuyendo para otro trabajo, antes de ser editor. Para María José, se transformó en espacio de reunión con amigos y de instancias únicas entre las Colectoras de Naturaleza. Para Gabriela, un lugar único del cual se enamoró a primera vista mientras caminaba por ahí. Y para Martín del Río, fundador de Ladera Sur, un lugar innovador para los amantes de la naturaleza. Todos ellos, junto a una lista interminable de personas, son parte de la comunidad de colaboración de Libro Verde.
“Me acerqué a este lugar que reunía autores y publicaciones fascinantes de esta temática y ahí estaba Rodrigo recibiéndote con una sonrisa y ganas de ayudar. Rápidamente conversamos de apoyarnos en los proyectos y comenzamos un camino de colaboración y amistad. Fue un match perfecto, ya que pudimos ofrecerle un canal de difusión para él como experto en literatura naturalista y así potenciar también a su comunidad, la cual compartimos en gran parte. Y por nuestro lado, nutrirnos de un contenido especializado de mucho interés”, comenta Martín, quien agrega:
“Siempre hablábamos y nos poníamos al día de emprendedor a emprendedor, cada uno con un proyecto de difusión de la naturaleza. Sabiendo las dificultades que esto tiene, Rodrigo siempre tenía una energía positiva. A mí me daba mucha tranquilidad y esperanza de que estuviera presente y de que su proyecto estuviera con fuerza, sentía ese apoyo incondicional para que potenciáramos a la comunidad naturalista de Chile”, dice por su lado Martín.

Así, la colaboración se transformó en parte de la esencia, tanto en la editorial como en la librería. “Nosotros acá decimos que es una micorriza”, dice Diego, “uno de los libros con los que hablamos mucho con Rodrigo era de Suzanne Simard, una pensadora canadiense que hizo estudios de raíces y las hifas de los micelios de los hongos, explorando cómo transmiten grandes cantidades de un elemento de un árbol a otro para que uno pueda crecer (…). Cuando eso ocurre, es como juntarse con la gente correcta, que entiende que el sistema de vida en el que estamos no se sostiene por relaciones desechables que son sostenidas por el mero comercio. Si bien estás creando un punto donde vendes productos, estás generando cultura y comunidad. Eso se hace justamente desde entender que las cosas se pueden hacer de una manera distinta”.
Pero ese enfoque tiene que ver también desde el entusiasmo y punto de vista de Rodrigo y Verónica. Todos quienes han colaborado con él lo recuerdan como un amigo y un entusiasta, en especial entre emprendedores verdes. “Libro Verde se armó como unos amigos. Se sumaban a todo. Son personas con las que se puede contar (…). Antes de tener la editorial, me ayudaron a editar un manual chiquitito, con una portada más bonita, y fue muy lindo, porque Rodrigo apoyó mi proyecto y me ayudó a sacar mi edición cuando yo no tenía lucas para hacerlo. Siempre me invitó a las cosas de ilustración botánica”, comenta Geraldine.
Así, era un espacio donde los libros, la divulgación, la naturaleza y su comunidad eran más importantes que cualquier cosa. La librería, con sus plantas y espacios en la oficina, fue un lugar que albergó numerosas charlas, talleres y conversaciones; recibió a pequeños y grandes; y generó espacios familiares y comunitarios. Entre ellos, sus amigas de las Colectoras de Naturaleza, un colectivo de mujeres que analiza libros infanto juveniles de naturaleza ilustrados.

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
“Es como un colector escondido. No era parte del colectivo, pero estuvo desde sus inicios. Creo que lo especial de Libro Verde y de Rodrigo, como corazón de este espacio, es el amor que se ve en el lugar. Rodrigo no solamente hacía su trabajo. Cada ámbito, decisión, nuevo contacto, detalle, se veía en su compromiso, convicción y espíritu colaborativo y de compromiso con la naturaleza. Eso se veía en todo y, por ejemplo, muchas colectoras hacemos libros desde la edición, escritura, investigación e ilustración y Rodrigo se preocupaba de tener la mayor diversidad de libros (…). Tenía un interés genuino y muy comprometido por generar esa red de colaboración y ser un puente en todo ámbito y lo que implica que un libro es mucho más que un objeto con páginas de papel”, dice María José.
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En octubre de 2024, cerca de 60 personas se reunieron en la Librería Libro Verde de Orrego Luco para el lanzamiento del libro infantil Uftuku, de Ladera Sur. Rodrigo, quien fue un gran colaborador de la editorial de Ladera Sur, compartió el espacio para que niños y sus familias conocieran el viaje del gran pingüino ilustrado. Él estaba como muchos lo recuerdan: con una sonrisa de oreja a oreja, encargado de que todo funcionara, y su cámara cruzada para sacar fotos.

Él era “como un boy scout”, recuerda Geraldine. A veces, bromea, usaba un pañuelo similar y siempre tenía su cámara. Muchos de los consultados para esta nota comentan que no tienen fotos con él porque todas las sacó Rodrigo mismo, algo característico dentro de su entusiasta personalidad. “Era un hombre excepcional, simpático, querendón, muy bien amigo, discreto, íntegro. Hay pocos hombres como él, incluso en las temporadas difíciles sacaba el punch”, agrega Geraldine.
“Era un hombre hiperactivo, con un montón de cosas que hacer, que hacerse cargo, con amigos, familias, pero teniendo en consideración cómo esas energías repercuten en el entorno”, recuerda Diego.
Con esa misma energía logró concretar el último gran hito de la librería: la inauguración de la sucursal en el Mercado Urbano Tobalaba, que le costó meses de trabajo y que compartió incluso grabándose a él mismo por Instagram. Entre medio, conformó parte del nuevo directorio de Librerías Interdependientes de Chile, LINC como presidente. “Para mi fue un tremendo gusto trabajar con alguien entusiasta, creativo, con visión a largo plazo; queriendo hacer las cosas bien, con compromiso profundo, conciencia y generosidad. Con ganas de armar redes con otros colegas y entidades, de trabajar siempre en el paradigma de la colaboración. El entusiasmo que había solo inspiraba a seguir soñando y queriendo concretar tantas cosas”, dice Gabriela, la vicepresidenta.

Ese entusiasmo es, probablemente, el que mantiene a su equipo y cercanos con ganas de prosperar su legado en Libro Verde. “Nuestro mayor desafío hoy es levantarnos, porque tenemos agujas en el corazón”, comenta Diego. Para ello, probablemente, haya que volver al primer paso que dio inicio a todo, ese que entendió que aunque sea un tiempo complejo para el mundo librero, es la forma más importante para impulsar a la acción en un mundo de crisis. Es la sabiduría de las palabras. “Con Rodrigo nos unía algo muy lindo: el cariño por la poesía. La poesía como un vínculo para adentrarnos al mundo natural. Tratar de comprender que allá afuera hay un lenguaje distinto al nuestro. Eso busca la poesía. En un momento, por una situación en mi vida, llamé a Rodrigo como amigo y le conté mi problema. ‘¿Qué puedo hacer?’, le pregunté. Yo estaba en mi casa en Limache, y me dice que en Libro Verde había un espacio para mí, que dejara el llanto. Después me dijo algo que ahora me da muchas vueltas: ‘Diego, tú vives en un lugar de montañas, puedes salir a caminar por el campo. Tienes el contacto con eso que tanto nos gusta, la naturaleza. Yo ahora no te puedo abrazar. Pero cuando estés ahí, siente que yo te estoy abrazando”.