En compañía del género Cyttaria, nos adentramos al mágico y misterioso mundo de los hongos. Un reino a veces desconocido, pero que juega un papel fundamental para la vida de los ecosistemas.

Cyttaria hariotii en Altos de Lircay
Cyttaria hariotii en Altos de Lircay

Los conocidos comúnmente como digüeñes, pero también denominados como “Pan de indio”, “Llao LLao”, “pinatras” o “curacuchas”, son hongos parasitarios pertenecientes al género Cyttaria, que se distribuyen naturalmente en el hemisferio sur del planeta, específicamente en Chile, Argentina, Australia y Nueva Zelanda. En Sudamérica se encuentran representadas por siete especies, mientras que en Australia y Nueva Zelanda pueden encontrarse otras cuatro de ellas.

Si bien, cada vez que uno ve un hongo del género Cyttaria lo denomina digüeñe, la verdad es que este nombre corresponde solo a una de estas especies, Cyttaria espinosae, mientras que sus especies hermanas, C. berteroi, C. hariotii, C. darwinii, C. johowii, C. hookeri y C. exigua, se denominan de distintas formas dependiendo de la localidad y las comunidades que se encuentren en la zona. 

Cyttaria espinosae en Nahuelbuta ©Viviana Salazar Vidal
Cyttaria espinosae en Nahuelbuta ©Viviana Salazar Vidal

Las cyttarias son hongos que viven específicamente sobre ramas y troncos de árboles del género Nothofagus, el mismo género que coexistió con bestias extintas como los dinosaurios y cuya historia evolutiva data de la Antártica hace más de 100 millones de años. Vale decir, el origen de ambas especies se encuentra íntimamente ligado.

“Existe una asociación obligatoria entre especies del género Cyttaria y sus hospederos, que corresponden a árboles del género Nothofagus, y que se  cita como un ejemplo clásico de cofilogenia, que involucra una coevolución entre el parásito y su hospedero.  En una reconstrucción co-filogenética de ambos grupos, se estima el origen de las Cyttaria hace unos 112 a 148 millones de años” señala Viviana Salazar Vidal, investigadora de macrohongos y fundadora de la ONG Micófilos Chile.

Cabe mencionar que las cyttarias son consideradas hongos parásitos no agresivos, ya que si bien se alimenta de su hospedador, no lo mata directamente. Sin embargo, puede causar agallas cancerosas en las ramas. Así lo señala Viviana Salazar: “El género Cyttaria en su totalidad agrupa especies parásitas que debilitan al árbol haciendo que con el tiempo sus ramas se quiebren más fácilmente. No provoca una infección que mate al árbol de inmediato, al contrario, es una infección lenta que va avanzando a lo largo de los años.”

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Cyttaria berteroi en Cerro El Roble ©Viviana Salazar Vidal

Este particular familia de hongos parasitarios se caracteriza por poseer una forma globosa con una textura superficial pegajosa, cubierto de una delgada membrana de color blanco que se rompe apenas el hongo crece, dejando al descubierto cavidades circulares en la que crecen las ascas y ascosporas, y que le otorgan su color y le dan su apariencia más característica. No obstante, esta distintiva forma que vemos del digüeñe es solo una parte del hongo, ya que este realmente habita hasta 60cm al interior de las ramas del árbol.

“En este caso no estamos hablando de una callampa, sino que estamos hablando del estroma como el cuerpo fructífero. Estas pelotitas que nosotros vemos se llaman estromas. El hongo en realidad está en el interior del árbol y en el fondo lo que vemos es el cuerpo fructífero”, indica Cristian Moreno, coordinador de proyectos de la Fundación Fungi.

Cyttaria darwinii ©Giuliana Furci – Fundacion Fungi
Cyttaria darwinii ©Giuliana Furci – Fundacion Fungi

Como todo hongo, el digüeñe se reproduce por medio de esporas que se dispersan con el viento y trozos de los estromas. Para lograr que infecte un árbol de Nothofagus, es necesario que éste haya sufrido alguna herida natural por quebrazón de ramas, o bien, de manera artificial a causa de nosotros.

Viviana Salazar agrega: “Este género de hongos fructifica durante la primavera y el verano, cuando la temperatura y humedad relativa favorece su crecimiento y cuando los árboles caducifolios del género Nothofagus comienzan a brotar. Es entonces cuando comienzan a emerger los estromas de Cyttaria sobre tumores en las ramas de estos árboles.”

C. espinosae en mano ©Viviana Salazar Vidal
C. espinosae en mano ©Viviana Salazar Vidal

El digüeñe para los pueblos ancestrales

Todas las especies de digüeñes presentes en Chile y Argentina son comestibles y han sido recolectadas y consumidas por los pueblos originarios desde la prehistoria. Esta familia de hongos se encuentra muy arraigada en la gastronomía nacional y es parte importante de la cultura ancestral.

“Originariamente el digüeñe era un alimento propio y autóctono de las comunidades indígenas del sur, desde los Kawéskar hasta Huilliches y Mapuches,  que lo consumían de distintas maneras. Se prepara en algunas partes como ceviche, mientras que más al sur tenemos otra especie, que es la Cyttaria hariotii, que se fermentaba y se podía producir chicha. Pero mayoritariamente, este hongo se consumía fresco, sin embargo, existen algunas especies que se deshidrataban, ya que en el fondo estamos hablando de siete especies que hoy se saben que son comestibles, pero hay algunas que no se recomiendan consumir. Por ejemplo, no se recomienda consumir Cyttaria hookeri ya que puede producir malestar estomacal”, señala Cristian Moreno.

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Bosque juvenil de Nothofagus obliqua (Hualle) ©Viviana Salazar Vidal

Así mismo,  Viviana Salazar añade: “Este hongo era una fuente de alimento para los pueblos ancestrales. Las especies del género Cyttaria han sido recolectadas desde la prehistoria por varias tribus amerindias y usadas como alimento. El pueblo Mapuche conformado originalmente por cazadores, recolectores y agricultores, vivía en un territorio coincidente con los bosques de Nothofagus del centro y sur de Chile, en los cuales recolectaba digüeñes. Otros autores se refieren al  consumo de los digüeñes por etnias que habitaban Tierra  del Fuego, por ejemplo: C. darwinii fue consumido por los Selknam (Onas) y también    era recolectada por los Kawashkar (Alacalufes) y Yámanas. Mientras   que C. hookeri, conocido como “Assuim” o “Uaíaca” en esta zona geográfica, también era recolectado, con un sabor ligeramente amargo en estado fresco, siendo consumido deshidratado.”

Actualmente, solo tres especies son consumidas por la población: Cyttaria berteroi, Cyttaria espinosae y Cyttaria hariotii.

C.-berteroi en Nahuelbuta ©Viviana Salazar Vidal
C.berteroi en Nahuelbuta ©Viviana Salazar Vidal

El digüeñe crece entre los meses de agosto y diciembre, siendo septiembre el mes más propicio para su crecimiento. La recolección tradicional es a mano y en caso de que se encuentren en ramas muy grandes se utilizan palos o distintas herramientas para alcanzar las ramas más lejanas. Lamentablemente, su recolección efectuada con malas prácticas destruye los árboles, ya sea rompiendo las ramas o dejando el tejido expuesto a ser atacado por patógenos.

Para realizar una recolección sustentable es necesario ser consciente de no realizar ninguna práctica que dañe al árbol, no extraer los frutos que no estén maduros, y extraer solo lo que se va a consumir, sin sacar de más. Así indica Cristian Moreno, “Es importante no sacarlos todos. Cuando uno cosecha hongos, sobre todo para alimentarse, busca los que estén más maduros y no saca los demás. Porque en el fondo al sacarlos todos uno está dañando el ciclo del hongo. Y esto va para todos los hongos silvestres que se recolectan, no solo los digüeñes.”

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C.espinosae en Nahuelbuta ©Viviana Salazar Vidal

Propiedades y beneficios de los digüeñes

Los digüeñes son hongos comestibles que poseen un montón de propiedades nutricionales y beneficios para la salud, por lo que se encuentran muy adheridos a la gastronomía nacional y han sido usados por los pueblos ancestrales hace miles de años.

Este hongo es muy bajo en calorías, por lo que se vuelve un muy buen aliado a la hora de bajar de peso. Además, son ricos en fibra y proteínas vegetales, elementos que aportan al fortalecimiento muscular de todo el cuerpo, así como un nivel moderado de hidratos de carbono y grasas. Esto lo convierte en un alimento perfecto para veganos y vegetarianos que quieran diversificar sus ingestas de proteína, así como para personas que presentan cuadros anémicos.

Comparación C.espinosae y C. berteroi ©Viviana Salazar Vidal
Comparación C.espinosae y C. berteroi ©Viviana Salazar Vidal

Asimismo, los digüeñes son ideales para reducir el colesterol gracias a su alto contenido de grasas saludables, y es muy recomendable para mujeres embarazadas, ya que ayuda a la formación exitosa del feto.

Dentro de las vitaminas que poseen, se encuentran todas las del complejo B así como un alto contenido de vitamina E, que favorecen a la piel y a la visión. Mientras que entre los minerales que contiene, se puede resaltar el hierro, el magnesio, el calcio, el fosforo y el potasio. Por ello, su consumo está recomendado para personas que sufren de artritis o de osteoporosis, así como para beneficiar funciones cardiovasculares y del sistema nervioso.

Otra de las propiedades que cabe destacar del digüeñe es que son abundantes en ácido fólico, por lo que tienen propiedades antioxidantes.

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