El cercado más largo del mundo está en el desierto Strzelecki, en Australia. Mide un poco más de 5 mil kilómetros y se creó para separar a los dingos –perros salvajes australianos– de las tierras privadas y el ganado. Ya cumplió un poco más de un siglo y hoy ya se ven las consecuencias de esta medida en el ecosistema de la zona.

Un estudio reciente desarrollado por investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur de Australia identificó, a través de imágenes capturadas por drones, que el lado poblado por dingos tiene cerca de 60 arbustos menos por hectárea en comparación al que no tiene a estos animales. Además, las dunas en el lado sin los perros son 66 centímetros más altas. ¿La razón? Sin un depredador superior como el dingo, los cazadores pequeños, como gatos y zorros, han tomado como presas a pequeños animales: ratones y conejos. Ellos son los que se comen las semillas de los árboles y arbustos. Como consecuencia, en ese lado de la cerca crecen más arbustos que después retienen arena en sus hojas, además este aumento en la vegetación incluso ha afectado el patrón de los vientos y movimiento de la arena, por ende las dunas han crecido más.

Dingo.
Dingo.

A la serie de efectos que ocurren cuando un animal de la parte más alta de la cadena alimenticia desaparece, se le llama cascada trópica. Cuando los grandes depredadores o depredadores tope cazan, son capaces de mantener controladas a las especies que le siguen. Es decir, sin ellos se pierde el equilibrio en el ecosistema existente alterando la flora y fauna del lugar. Un problema que últimamente se ha vuelto más común, sobre todo cuando tomamos en cuenta que para 2014, más del 75% de las 31 especies de carnívoros en el mundo –como leones, lobos o pumas entre otros– ya habían visto disminuida su población.

Nutria marina.
Nutria marina.

Otro estudio realizado por el Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CEIBA) de Argentina, explica el caso de las nutrias en la costa pacífica de Norteamérica. Hace cincuenta años esta especie, depredador tope de la zona, fue muy perseguida por su piel. Esto hizo que la población en esa zona desapareciera y que su alimento, el erizo de mar, aumentara. Como estos se alimentan de algas marinas como el cochayuyo, todo el fondo costero quedó casi limpio de estos bosques de algas esenciales para la cadena alimentaria, ya que son consumidos como alimento por algunas especies de invertebrados y peces además de funcionar muchas veces como refugio de otras.

También pasa que, por su naturaleza, los grandes depredadores tienden a competir con los más pequeños, lo que normalmente termina con la muerte de estos últimos. Aunque no necesariamente se alimentan particularmente de ellos, sino también de herbívoros. Es una lucha de poder. Eso ayuda a mantener la biodiversidad en las zonas en un sistema de regulación del ecosistema que se denomina “hacia abajo”.

Lobo.
Lobo.

Un caso conocido es el de los lobos del Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos. Fueron erradicados de este lugar en los años 20 como consecuencia de la caza, pero los volvieron a introducir en 1995. ¿Qué pasó? Durante la ausencia de los lobos aumentó la población de ciervos y alces. Eso hizo que se redujera la vegetación de la zona. Pero una vez que los lobos volvieron y comenzaron a cazar a estos animales, la zona volvió a poblarse con arboledas que superaron en cinco veces la altura de los últimos seis años y aumentaron los bosques. Con eso, llegaron otras especies como castores, que construyeron represas naturales y así entregaron hogar a nutrias, ratas de río, anfibios y otras especies.

Mientras tanto, en Australia, no hay planes para sacar la cerca que se instaló en 1880. Se seguirá separando al perro salvaje más antiguo del mundo de donde está la mayor parte de la población humana y las grandes poblaciones de ganado, en el sudeste australiano. Pero este caso nos invita a reflexionar qué ocurre cuando un depredador tope desaparece de su ambiente natural…

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