La ciencia en Isla Guafo: descubriendo sus maravillas y amenazas
Su biodiversidad y la poca intervención humana han posicionado a isla Guafo como un verdadero tesoro natural. Su reciente puesta en venta ha preocupado a distintos sectores, incluyendo a científicos que investigan este lugar de gran relevancia para numerosas especies de aves y mamíferos marinos, como ballenas, delfines y chungungos. Por ejemplo, Guafo refugia a la colonia reproductiva más grande en Chile del lobo fino austral, una especie centinela que nos advierte sobre problemas ambientales que ya enfrenta este sitio, como la contaminación por plástico y la crisis climática. El biólogo marino e investigador de Guafo Island Science, Diego Pérez Venegas, nos cuenta en su columna de opinión sobre la ciencia que se desarrolla en la isla, y la urgencia de protegerla de importantes presiones y amenazas.
Isla Guafo, cuyo nombre proviene del mapudungún Wafün, que significa colmillo, es un lugar que considero como el más hermoso del mundo. Su gran biodiversidad, su falta de presencia humana y su increíble colonia de lobo fino austral fue lo que me hizo llegar a ella por primera vez. Sin embargo, desde el primer día que llegué a pisar su costa, supe de que Chile la había vendido, y sus nuevos dueños intentaban sacar ganancias de esta isla prístina, uno de los pocos lugares casi intocables que quedan en el mundo.
Casi 8 años más tarde, veo que las redes sociales explotan de rabia porque vuelven a intentar vender este paraíso, lo que afortunadamente aún no han logrado. Hoy más que nunca, creo que es importante dar a conocer todo lo que hemos aprendido de este lugar, dar a conocer una vez más, pero con más fuerza esta vez, el esfuerzo que grandes científicos por más de una década han hecho para generar información, conocimiento y conciencia sobre la conservación de Isla Guafo, el colmillo solitario que se yergue en el océano para proclamar la frontera de la Patagonia Chilena.
Hace ya 17 años (2003) el Dr. Roberto Schllater de la Universidad Austral de Chile promovió el estudio de aves y mamíferos en la inhóspita y desconocida isla, con el sueño de generar un equipo científico que descubriera un ecosistema aún desconocido y fascinante. Aunque el profesor Schllater haya fallecido, su legado continúa hasta el día de hoy, empezando por quien fuera su estudiante, el Dr. Héctor Pavés (actual docente de la Universidad Santo Tomás). Pavés ayudó a su maestro a promover un equipo de jóvenes científicos multidiciplinarios que ahora lideran diversas líneas de investigación en isla Guafo. Para quienes hemos puesto toda nuestra pasión y amor para descubrir las maravillas de esta isla en pro de su conservación, leer la “voz de la gente” que grita por la justicia ambiental de este hermoso ecosistema nos deleita el corazón.
Isla Guafo se caracteriza no solo por su falta de humanos, sino por tener una increíble biodiversidad de mamíferos marinos, como ballenas jorobada, franca austral, azul, fin, cachalotes, delfines austral, nariz de botella y orcas, chungungos, lobos marinos comunes, fino subantártico y con la lobera reproductiva más grande e importante de Chile de lobo fino austral (Arctocephaus australis australis).
También, posee la colonia reproductiva reportada más grande de fardela negra (Puffinus griseus), la cual convive con varias otras especies, como las fardelas de vientre blanco y negra grande; petreles gigante antártico, gigante subantártico, plateado, moteado y azulado; albatros errantes, real del sur, real del norte, de ceja negra y de frente blanca; y buitres de cabeza roja y negra.
A ellos se suman otras aves, como traros, rayaditos, yuncos de Magallanes, golondrinas de mar, pelícanos, quetru no volador, pingüinos de Humboldt y de Magallanes, cormoranes imperiales, de las rocas y lile, y hasta carancas.
Realmente un paraíso en la tierra.
Me encantaría nombrar incluso las innumerables especies de plantas de la isla, pero aún existen lugares inexplorados en Guafo, por lo que no podemos estar seguros de que más podríamos encontrar. ¿Qué especies han evolucionado en conjunto en este lugar? Especies que hasta el 2020 no han conocido al ser humano.
Sin embargo, la isla se encuentra amenazada por la ambición humana y el “extractivismo”. Con una enorme fuente de carbón mineral en su interior se vuelve un faro para las industrias que anhelan engordar sus bolsillos a costa de la destrucción de bosques y hábitat para muchísimas especies.
No obstante, aun cuando han fracasado en sus intentos de explotarla, la presión antrópica llega tarde o temprano. El Antropoceno está impactando de manera indirecta este lugar, con la sobrepesca que disminuye el recurso alimenticio de las poblaciones naturales de Guafo (aves y mamíferos marinos). Además, el cambio climático impacta la salud de los individuos, alterando sus comportamientos, zonas de alimentación, disponibilidad de alimento y hasta la eficiencia de su sistema inmune. Incluso, la ya muy mencionada “era del plástico” no se queda atrás, matando de uno en uno los individuos de los lobos marinos y aves residentes de la isla.
Actualmente, el equipo científico de isla Guafo se encuentra trabajando en dos grandes líneas de investigación: la salud individual y poblacional de lobo fino austral, y el efecto de la huella humana sobre esta salud.
Proponemos a los lobos marinos como especies centinelas que, al detectar efectos negativos en ellas nos advierten de un problema que afecta también a las especies con las que conviven. También las consideramos como especies paraguas que, al protegerlas a ellas, podemos resguardar a todas las especies con las que conviven en el ecosistema de isla Guafo.
Recientemente, hemos observado que la población de lobo fino austral ingiere microplásticos de manera indirecta en su dieta, ya que sus presas estarían consumiendo plástico y así acumulándose en estos depredadores tope. Aunque esta isla no tiene una fuente directa de contaminación plástica, hemos visto que el desplazamiento de corrientes estaría cumpliendo un rol fundamental en la biodisponibilidad de microplásticos en las tramas tróficas de Guafo, ya que al comparar estos resultados con otras poblaciones de otáridos (lobos marinos) entre Chile y Perú, nos sugiere que la corriente de Humboldt podría estar desplazando y distribuyendo la contaminación humana a lugares apartados de cualquier ciudad.
Así mismo estaría ocurriendo con los enmalles en macroplásticos (como redes de pesca y cuerdas), las que son descartadas por accidente o de manera ilegal por pesquería y buques cargueros, flotando y ahogando a los lobos marinos a su paso. Hemos observado que, aunque los números son pequeños, la mortalidad por enmalle es significativa para la población de lobo fino austral. Especialmente, cuando se trata de la colonia reproductiva más grande de la subespecie chilena (presente desde Isla Guafo a Uruguay), la cual genera nuevos individuos cada año, por lo que los efectos sobre ella repercutirían como un “efecto mariposa” en el resto de las colonias a lo largo del cono sur.
Tristemente este no es el único efecto indirecto que sufre esta población.
Desde 2011, el Dr. Mauricio Seguel – actualmente en la Universidad de Guelph – ha estado investigando cuál es la ecología, historia de vida y efectos que tiene el parásito anquilostoma (Uncinaria sp.) sobre la población de lobo fino austral en isla Guafo. Junto al resto del equipo han observado que este parásito ha co-evolucionado con esta especie, causando mortalidades significativas en los cachorros con una tasa de mortalidad denso dependiente, es decir, a mayor número de individuos en la colonia, mayor el número de muertes de cachorro por año. De esa manera, es un regulador del tamaño poblacional de esta colonia. Un claro ejemplo de coexistencia entre especies, pero una coexistencia frágil.
Recientemente, los datos recopilados sugieren que el cambio climático, mediante el aumento de la temperatura superficial del mar (SST por sus siglas en inglés), estaría afectando de manera indirecta a la eficiencia de los cachorros para combatir la infección del parásito. Por lo tanto, podría aumentar la probabilidad de que estos mueran. Lo que hemos visto es que al aumentar la temperatura superficial del mar afecta la disponibilidad de alimento para las hembras, alterando los patrones de alimentación (lugares donde comen y tiempo que pasan buscando alimento).
Esto afectaría el tiempo que las madres pueden pasar con sus crías y la calidad de leche que les estarían entregando, lo que como una reacción en cascada afectaría el suministro de energía de cada cachorro, el cuál utiliza para activar su sistema inmune. Es decir, al no tener suficiente energía (por la ingesta de leche, que es su único alimento en los primeros meses) no puede utilizar esta para crecer y a su vez combatir la infección por este parásito, aumentando sus probabilidades de morir. En palabras muy simplistas, el cambio climático causado por el ser humano podría ser capaz de afectar negativamente la efectividad del sistema inmune en cachorros de lobo fino austral y, por ende, su supervivencia.
Por estas razones y muchas más que no alcanzo a escribir acá, es importante hacer algo ahora para presionar al gobierno de Chile y tomar cartas en el asunto. No solo promoviendo la ciencia, la cual necesita años de estudios para entender los complejos patrones de la naturaleza y como el ser humano los impacta, sino para conservar estos Hotspots (“puntos calientes” o focos de importancia) de biodiversidad chilena y mundial.
El daño que se podría generar en la isla sería irreparable, afectando a innumerables especies de flora y fauna.