La Ayahuasca, patrimonio y acervo cultural de las tribus indígenas de Sudamérica
La ayahuasca o yagé es un brebaje curativo que se obtiene de la cocción de dos plantas amazónicas: la Banisteriopsis caapi y Psychotria viridis (también conocida como chacruna). Empleada durante siglos en la medicina tradicional por tribus indígenas de la Amazonía, posee propiedades psicoactivas que, cuando es tomada bajo la guía y supervisión de un curandero o chamán, puede contribuir a un mayor autoconocimiento y a la mitigación de dificultades emocionales, especialmente en diagnósticos como depresión y adicciones. Su efecto sobre la corteza cerebral y su capacidad para la regeneración de neuronas también es analizado por científicos que estudian sus cualidades para la mejora cognitiva como una posible cura para el Alzheimer.
Su presencia en los pueblos amazónicos es ancestral, donde se le reverencia por sus capacidades y cualidades curativas. Cientos de tribus originarias desperdigadas por toda Sudamérica han contado con la ayahuasca durante siglos, como un aliado que aglutina no solo la vida en la selva y todas sus variables, como son la caza, la guerra, los rituales, sino también donde es vista como una pócima que permite agudizar la percepción de los sentidos, la apreciación de los riesgos, la espiritualidad de seres vivos —fauna y flora, la Tierra— y el poder inconmensurable de los elementos. La ayahuasca es venerada por la mayoría de estas tribus porque también es para ellos una medicina. Pero nada de esto había permitido que este conocimiento llegara al mundo exterior de manera generalizada. Hasta hace poco.
La ayahuasca es un brebaje, una bebida, que solo se obtiene —se prepara— a través de la cocción de dos plantas extensamente encontradas en regiones selváticas de Sudamérica: la liana Banisteriopsis caapi y la chacruna, o psycotria viridis. El resultado es un líquido que contiene dos sustancias psicoactivas muy potentes: Tetrahidroharmina (THH) y Dimetiltriptamina (DMT). Especialistas han mirado con cierta distancia esta sustancia, aunque exista extensa literatura científica que explica el efecto que tiene sobre la corteza cerebral y dos zonas vinculadas a las capacidades cognitivas y conductuales, y la gestión de los recuerdos y emociones: el lóbulo frontal y la amígdala cerebral.
Existen distintas aproximaciones o enfoques, si se quiere, para explicar lo que sucede cuando la ayahuasca ingresa en el organismo. Uno de estos, obviamente, es el farmacológico, el factor físico-químico y las interacciones entre sustancias y las moléculas. Técnicamente, puede hablarse de que esta sustancia produce alucinaciones y lleva a un estado modificado de consciencia en el que el individuo entra en un estado hiperconsciente, mucho más cercano con sus recuerdos, experiencias y eventos pasados que fueron almacenados en el inconsciente. Pero la ayahuasca también es un potente estimulante, que permite la regeneración de neuronas y la mejora cognitiva, según apuntan nuevos estudios. Por esto es que la ayahuasca está ahora marcando hitos en la experimentación científica, especialmente en la búsqueda de una cura contra el Parkinson y el Alzheimer.
Un estudio reciente, titulado “Compuesto de dimetiltriptamina que se encuentra en el té alucinógeno ayahuasca, regula la neurogénesis del adulto in vitro e in vivo”, y publicado en septiembre de 2020 por la revista ‘Translational Psychiatry’ da cuenta de cómo el DMT influye en la regeneración de neuronas, haciéndolas más activas y permitiendo que depósitos de células madre neurales puedan crear nuevas neuronas, lo que puede conllevar, consecuentemente, a la restitución de neuronas. “La repercusión en el futuro sería conseguir que con este tipo de tratamiento pudiéramos formar concretamente las neuronas que están muriendo con Parkinson y Alzheimer, y así poder detener el avance de la enfermedad”, indicó José Ángel Morales, investigador del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid a la DW Latinoamérica.
“Las enfermedades neurodegenerativas (incluidas Parkinson, Alzheimer, Hungtinton, etc.) y el daño neuronal agudo (como accidente cerebrovascular y lesión cerebral traumática) se caracterizan por una pérdida gradual y selectiva de neuronas en las regiones afectadas del sistema nervioso. Una característica común en estos trastornos es un deterioro en la proliferación de células progenitoras en los nichos neurogénicos. En modelos animales que reproducen las características patológicas de la enfermedad de Alzheimer, se ha descrito una pérdida de capacidad neurogénica (…) Esta disminución también se observa en los cerebros post mortem de los pacientes de Parkinson, lo que sugiere que la pérdida de actividad neurogénica se debe a la pérdida de dopamina, que afecta a los precursores neurales en el adulto. Estos datos respaldan el hecho de que en las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, no solo se produce la degeneración y muerte de las neuronas maduras, sino que también se ve afectado negativamente el proceso de formación de nuevos progenitores neuronales en el cerebro adulto. Según estos datos, la estimulación de poblaciones endógenas de células madre y progenitores neuronales podría ser un enfoque prometedor para mejorar la funcionalidad de algunas de las regiones afectadas por patologías neurodegenerativas. De hecho, la estimulación de la neurogénesis ya ha sido propuesta como una nueva estrategia terapéutica para enfermedades psiquiátricas y neurológicas y varios estudios han reportado que la eficacia clínica de los fármacos antidepresivos está frecuentemente ligada a la capacidad de estos medicamentos para inducir la neurogénesis”
Terapia y curación con Ayahuasca
Pero también está el enfoque tradicionalista, empleado por chamanes, curanderos, especialistas en terapia conductual y curativa con uso de la ayahuasca. Ingrid Tartakowsky López, Magíster en Psicoterapia Clínica de la Universidad de Chile y Directora Área de Psicoterapia e Investigación del Centro Terapéutico Vegetalista Manto Wasi, explica lo que ocurre cuando se ingiere la ayahuasca:
“Cuando se ingiere la ayahuasca, que se prepara a base de la liana y la chacruna se activan dos zonas cerebrales; la zona prefrontal, que tiene que ver con la planificación, el entendimiento, dar sentido, y se activa otra zona, que tiene que ver con la biografía emocional, recuerdos biográficos, que es la amígdala. Lo que ocurre es que se tiene una experiencia de mayor entendimiento y control de las emociones. En términos de la experiencia, como se vive, como se experimenta, ocurre que la persona se conecta con vivencias emocionales, despierta, se vuelve a conectar con su ser, pero otra manera, de una nueva manera”.
Tartakowsky y César «Rumi» dirigen el Centro Manto Wasi, que practica la terapia con ayahuasca. Su visión es mucho más tradicionalista, vegetalista, indigenista, según explican, buscando siempre el apego a la práctica de conocimientos milenarios, transmitidos de generación en generación, y aún practicados en la selva en Perú. Rumi tiene más de 18 años de experiencia en el curanderismo. Ambos explican que aunque hay mucho contenido en Internet, que relatan experiencias fantásticas, viajes mágicos y alucinaciones, la ayahuasca es para el curanderismo, fuerza vital de las plantas, que tienen vida, que poseen espíritu y que contribuyen al alcance de un nivel superior de conocimiento interno, de paz interior, por medio de la visualización y comprensión de las experiencias y cómo estas encajan en la construcción de la personalidad, conducta y madurez emocional.
“Un factor que no está considerado, que se pasa por alto cuando se está hablando solo de su uso terapéutico es también su uso religioso, ritual, como ocurre en Colombia y en Venezuela, donde se emplea de manera muy diferente a como se hace en Perú, que es más medicinal, espiritual. La ayahuasca amplía estos límites de visión y de percepción, de conocimiento espiritual. Cuando se trabaja desde el curanderismo y el vegetalismo, las plantas te van curando, te van sanando. En Brasil se da también en un contexto religioso”, indica Rumi.
Tartakowsky destaca que, aunque el término alucinaciones es psiquiátrico, los seres humanos tenemos distintos niveles de visión, de percepción, con la realidad. Por eso, apunta que los sueños y la imaginación son también distintos niveles de consciencia, y que la ayahuasca solo permite abrir espacios propios en el inconsciente: “Uno no habla de los sueños como alucinaciones. La imaginación no se refiere a que estamos viendo cosas. Tenemos la capacidad de tener visión de distintas maneras. Con la ayahuasca ocurre en la forma de imágenes, pero también como entendimiento. Es como tener una visión amplia de las cosas, pero dándoles otro sentido. Tener imágenes que tienen que ver contigo, no vas a ver cosas que no existen. Todo es creación interna. Puedes tener —quizá— alguna visión de la selva y de animales, pero eso es producto de la planta, no es nada fantástico. La experiencia se trata sobre todo de ti, de quien toma la medicina”.
Rumi considera que la ayahuasca “endereza la vida”, que puede ayudar a otros a resolver males y aflicciones personales, problemas internos, conflictos emocionales e incluso algunas formas de adicciones. Pero es franco: la ayahuasca no es una solución mágica, requiere compromiso, trabajo y esfuerzo personal para someterse a un proceso en el que el individuo va a enfrentarse consigo mismo, sus experiencias y recuerdos, particularmente aquellos dolorosos, que son origen de traumas: “Podría curar gran parte de los problemas emocionales. No es que cura todo. Cada medicina tiene su espacio. Habría que diferenciar en términos de que hay un beneficio que es diferente. Dejar algunos vicios. Pero si no haces más, esos condicionamientos podrían volver. La curación requiere sacrificios”.
La ayahuasca también tiene sus contraindicaciones. No es para todos. Y no está recomendada para aquellos que padecen diagnósticos psiquiátricos como la esquizofrenia. Tartakowsky explica que Manto Wasi tiene mecanismos estrictos de selección de pacientes y de filtros para quienes quieren ingerir la ayahuasca.
“Puede ayudar para depresión, ansiedad, angustia, adicciones, problemas alimenticios, problemas de relaciones. Pero es también una medicina que es de alto impacto. Ella va a trabajar contigo. Te va plantear temas, te va a llevar, te va a presentar cosas difíciles. No es para todo el mundo, porque no todos están dispuestos a mirarse por dentro. Un punto de exclusión son las contraindicaciones con medicamentos, hay algunos que no se pueden combinar con la ayahuasca. Hay otros que tienen que ver con patologías como esquizofrenia, que es un tipo de psicosis, y que implica no poder distinguir qué es real y qué no. Están confusos, angustiados, cuando una persona está psicótica no hay distinciones o límites. ¿Pasó algo? ¿Cuándo pasó?. Dar una medicina que te lleva a ampliar más y entender más a una persona que no puede discernir puede ser muy complicado”, precisa.
Riqueza cultural y patrimonial
La ayahuasca ha sido decretada patrimonio inmaterial de Perú, donde es extenso su uso, especialmente en la región de Iquitos, en el corazón de la selva amazónica peruana. Pero además es sacramento en algunas iglesias brasileñas que practican ritos que orbitan entre el cristianismo, el vegetalismo y el sincretismo.
Los rituales con ayahuasca varían muchísimo, pero los vinculados al curanderismo o vegetalismo, son generalmente ceremonias en las que los practicantes se someten a una preparación que implica dieta con restricción de carnes y grasas, abstinencia de alcohol o de prácticas sexuales, y consumo de sustancias psicoactivas. Una vez en el ritual son guiados por un chamán o curandero, que ejecuta un “ícaro” o canto chamánico durante varias horas, a través de las cuales pueden hacerse una o varias tomas del brebaje. En algunas ocasiones los practicantes entran en una especie de trance, en los que también son frecuentes los vómitos, aunque este proceso es conocido como “la purga” y es interpretado como la limpieza del organismo.
No existen estudios científicos que demuestren la toxicidad o adicción a la ayahuasca. Y aunque el DMT sea una sustancia controlada en la mayor parte del mundo, la ayahuasca y otras plantas que lo contienen no están consideradas como drogas ni están fiscalizadas, tal como reza la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes:
“Ninguna planta (ni materiales vegetales) que contengan DMT se encuentran actualmente fiscalizados de acuerdo a la Convención sobre sustancias psicotrópicas de 1971. Por consiguiente, los preparados (ej. decocciones) elaborados a partir de estas plantas, incluyendo a la ayahuasca, no están bajo fiscalización internacional y, por lo tanto, no están sujetos a ningún artículo dentro de la Convención de 1971”.