Kendra Ivelic nació totalmente inmersa en su entorno. Su patio era, y sigue siendo, el Santuario de la Naturaleza Cascada de las Ánimas, en el Cajón del Maipo. Así, en medio del bosque esclerófilo y las montañas, en la precordillera de la zona central de Chile, presenció el surgimiento del Refugio Animal Cascada, un centro de rehabilitación, reintroducción y exhibición de fauna nativa en el corazón de la Región Metropolitana.

Desde los pequeños ojos de una niña, vio cómo, tras la solicitud del Servicio Agrícola Ganadero (SAG) de recibir loros nativos en el santuario, su mamá, Nani Astorga, aceptó cuidarlos e impulsar la creación de un centro de reproducción de estas aves. En ese entonces SAG decomisaba loros nativos, provenientes de tenencia ilegal, y no tenía otro lugar que su misma oficina para albergarlos.

Kendra Ivelic
Kendra Ivelic. Créditos: Refugio Animal Cascada.

“Mi mamá lo llevó adelante porque nadie más podía. Cuidar animales es una cosa de detalle, implica un trabajo de todo el día que, en general, pocos hombres hacen, a no ser que estén dedicados a eso. Ella agarraba el loro al hombro y lo llevaba a trabajar. Lo rehabilitaba a puro amor. Después el loro estaba tranquilo y se iba con los demás loros”, recuerda Kendra.

Desde que se inauguró en 2003, con la madre de Kendra a la cabeza y su hermana, Maicha Bassin como veterinaria, el centro ha podido solo reproducir dos loros. “Todos venían en malas condiciones, del tráfico o tenencia ilegal, entonces realmente necesitaban rehabilitarse, no reproducirse”, agrega Kendra.

Así como ellos, más animales en Chile necesitaban rehabilitarse, en un tiempo en que poco se hablaba de aquello. Existía, oficialmente, el Centro de Rehabilitación de Aves Rapaces (CRAR), el del Comité Nacional Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) y una incipiente iniciativa en Metrenco. Ante la poca oferta, en el Santuario Cascada de las Ánimas empezaron a recibir solicitudes para tratar animales de todo el país. Recibieron, por ejemplo, pudúes desde Puerto Montt o armadillos desde Iquique. Pero la rehabilitación era algo que todavía estaba en exploración y de lo que se sabía poco en Chile.

Rehabilitación de loros choroy. Créditos: Kendra Ivelic.
Rehabilitación de loros choroy. Créditos: Kendra Ivelic.

Más adelante, ante la necesidad de regularizarse y seguir protocolos, Kendra, una joven estudiante de biología, tomó el relevo de su madre. “Seguir las burocracias y las complicaciones legales fue una complicación grande para mi mamá, imagínate que hoy no tiene ni mail ni celular. El centro estuvo a punto de cerrar”, explica Kendra.

A más de 10 años de aquello, el refugio funciona como un centro de rehabilitación, reinserción y exhibición en el Cajón del Maipo. “Es muy único lo que tenemos nosotros, no lo he visto en ninguna parte del mundo”, asegura.

Un centro liderado por mujeres

En 2005, el puma Huilo llegó al refugio. Su llegada se debió a que un zoológico cerraba y tenía tres cachorros de puma. Dos fueron destinados a otro zoológico. El tercero quedó bajo el cuidado de Nani Astorga. “Criar a un cachorro de un mes es muy complejo, sobre todo en esa época, en la que no había ningún estudio (…). Como cualquier cachorro, de cualquier animal, tenía que estar muy cuidado por una madre. Básicamente mi mamá se convirtió en su madre”, relata Kendra.

La familia recibió al puma en su casa, siempre sabiendo que sería un puma que no sería liberado. “Un puma que permanece en cautiverio se trata de una forma muy distinta. Está súper habituado al humano. Hoy si nos pasara eso de nuevo sería muy diferente, no lo trabajaríamos de esa forma, pero en ese momento era lo que sabíamos y funcionó”, explica la bióloga.

Puma en el Refugio Animal Cascada. Créditos Kendra Ivelic.
Puma en el Refugio Animal Cascada. Créditos: Kendra Ivelic.

A sus dos años y medio, ante el riesgo que significaba tener un puma silvestre que seguía instintos fuertes y difíciles de controlar, se le construyó un recinto especial y se tomó la decisión de dejarlo ahí.

Kendra es cuidadosa al contar la historia de Huilo, así como de otros animales que fueron rehabilitados en ese entonces dentro de su hogar, por la inquietud de que cualquier persona quiera tener cachorros salvajes en su hogar. Recalca que, en ese entonces, era la forma que existía para rehabilitarlos como centro, y que, de ninguna manera, las personas deberían tener animales silvestres en el hogar. Además de ser ilegal, se le hace un daño a la fauna.

Huilo. Créditos Kendra Ivelic.
Huilo. Créditos: Kendra Ivelic.

“Es importante ser cuidadosos con esto, en el sentido de que a muchos les puede dar ganas de tener un puma o un zorrito, pero al final están encerrados. Son animales que están encerrados, que no van a tener vida en libertad. Es algo muy egoísta, al no considerar la vida del animal mismo”, dice Kendra.

Con el tiempo, Maqui, el segundo puma de la historia del refugio, llegó al lugar. Justo por ese entonces, el centro estuvo a punto de cerrar y fue ese pequeño cachorro el que motivó a Kendra a tomar la batuta. Si ella no se hacía cargo, el felino sería trasladado a un zoológico. Ella se encargó de actualizar el papeleo legal que le estaban exigiendo, además de seguir los protocolos y condiciones solicitados para una buena rehabilitación.

Kendra Ivelic
Kendra Ivelic. Créditos: Refugio Animal Cascada.

—El centro lo creó tu mamá. Tu hermana es la veterinaria. Tú lo diriges. ¿Siempre ha sido liderado por mujeres? ¿Cómo esto marca huella en su historia?

—Es un centro completamente manejado por mujeres, a pesar de que hay participación de hombres que han sido muy clave. Tenemos encargados de mantención y cuidado. Mi hermano, por ejemplo, es el constructor, arquitecto; mi pareja también es muy rehabilitador. Pero el mando siempre lo hemos llevado las mujeres. Mi mamá lo empezó. Creo que al final la mujer tiene una sensibilidad con el animal muy particular. Bueno, somos muy maternales. Entonces hay como un instinto que es difícil de explicar, pero creo que el femenino dentro de un centro de rehabilitación hace que las cosas sean más suaves. Los animales reaccionan distinto también ante mujeres que ante hombres. Creo que es importante que haya ambos, pero claro, mi madre la empezó y peleó muchísimo para que funcionara (…). Entonces, no sé muy bien por qué, pero creo que la identidad del refugio es femenina. Si es que tú entras, en cada rincón vas a encontrar un detalle que es femenino y es eso lo que nos hace sentir tranquilas en el espacio. De hecho, cuando nos mandan mensajes al refugio o cualquier cosa, hablamos de nosotras.

—¿Cuáles son los detalles que las hacen sentir más cómodas?

Yo creo que tenemos un muy buen ojo en el cómo se está sintiendo un animal en su entorno. Como en general mujeres tendemos a arreglar nuestro entorno para sentirnos cómodas, entonces podemos generar eso para un animal. Esos detalles van desde bellezas sutiles a la ambientación de los recintos, al enriquecimiento mental, al trato del animal. Nuestra voz, nuestro tono un poco más suave, creo que la energía femenina es más suave para un animal. A pesar de que está la sensación de que la manipulación de un animal tiene que ser hecha por un hombre, porque los animales son grandes o son peligrosos, la verdad es que, si es que una mujer conoce las técnicas, los animales, por lo que he visto y he trabajado, se sienten más tranquilos en una energía más suave.

Zorro en el Refugio Animal Cascada. Créditos Kendra Ivelic.
Zorro en el Refugio Animal Cascada. Créditos: Kendra Ivelic.

—¿Con qué luchó tu madre para crear el refugio?

—Tuvo muchos problemas financieros, no había fondos en ninguna parte. Ella trabajaba en Cascada de la Ánimas, entonces iba y sacaba un palito por acá, unas mallas por allá, de lo que sobraban de las construcciones iba armando, porque no había nada de plata y tampoco se consideraba un trabajo muy importante en esa época. Primero, nadie conocía un centro de rehabilitación de animales. Se veía como algo un poco innecesario. Solamente la gente un poco más sensible con naturaleza decía: «Ay, qué lindo». Fue un trabajo muy arduo por demostrar que era algo importante, conseguir los fondos para eso y, en general, conseguir apoyo tanto filosófico, profesional y monetario. Más encima, mi mamá no terminó el colegio, no estudió nada, profesionalmente no tenía un título con qué validarse y con decir: «Yo estoy haciendo esto bien». Entonces, había un montón de luchas de expectativas con la que ella tuvo que lidiar. Por eso, cuando entré yo y mi hermana, que somos las dos tituladas, es más creíble la cosa.

Los aprendizajes de las hembras

Miel es una zorrita que fue encontrada en un campo y sacada de su hábitat natural. Bruja es una gran águila que tiene un daño irreversible en su ala derecha, que le impide volar. Terra es una peuco que fue golpeada a palos por un gallinero. Y Cruela, tiene una impronta irreversible que le impide ser liberada. Cada una con sus historias, se podría decir que son todas cohabitantes del ecosistema del Refugio Animal Cascada, ahora denominadas “embajadoras” para poder ser apadrinadas y así ayudar con ingresos a la rehabilitación y mantención de los animales del centro.

—Dentro de los muchos animales que has trabajado en rehabilitar, muchos son hembras. ¿Qué aprendizajes te han entregado?

—He trabajado más con machos. De las pocas hembras que he cuidado, he tenido a la Mila. La Mila era una halcona peregrina que había perdido el vuelo y yo le recuperé el vuelo a través de cetrería. Logré que ella volara después de mucho tiempo de entrenamiento. Salíamos todas las tardes a volar. Creo que ella es el ave con que más he aprendido de aves. He trabajado con hartos halcones peregrinos, pero ella era suave, tranquila, miraba el cielo y yo creo que veía las corrientes de viento porque tenía una mirada muy particular. En general, las hembras tienen una calma que los machos no tienen. Es como que estuvieran más presentes. Es como que los machos son más etéreos o superficiales. Pero las hembras tienen una cosa de estar más enraizadas.

Mila. Créditos Paula Díaz Levi.
Mila. Créditos: Paula Díaz Levi.

Por otro lado, está todo el trabajo en terreno. Kendra es socia de René Araneda, un destacado productor y director audiovisual de naturaleza chileno, con quien ha podido trabajar en Torres del Paine y sus pumas. “Ahí me ha tocado estar con muchas hembras”, cuenta, “tienen una energía indescriptible, como de estar totalmente presentes en el ambiente en que están. Las veo totalmente enraizadas. Bueno, en general las mujeres son un poco eso, como presencia; raíz”.

—En Torres están en su hábitat y ustedes logran registrar todo eso.

—Hay un trabajo muy importante, que también creo que todo rehabilitador debiese intentar hacer, que es el conocer a la especie que uno está rehabilitando en su ambiente natural. Así uno busca replicar un poquito su entorno en rehabilitación, intenta entender cuál es la conducta que realmente ese animal debiese tener, cómo se mueve, cuánto tiempo pasa comiendo, caminando, volando, o con quién se relaciona. Es muy importante darse el momento de poder estudiar estos animales en la naturaleza para poder hacer una buena rehabilitación. Por eso es que también el trabajo de producción me ha ayudado con la rehabilitación.

Cachorros puma. Créditos: Kendra Ivelic.
Cachorros puma. Créditos: Kendra Ivelic.

La cruzada femenina en la rehabilitación de fauna silvestre

Cuando el Refugio Animal Cascada empezó, se sumaba a una incipiente lista de centros de rehabilitación de fauna nativa que no alcanzaba a llegar a los cinco en el país. Con el esfuerzo de esos primeros y el paso de los años, actualmente cuentan con más de 20 a lo largo de todo el territorio, con una larga lista de desafíos por delante. El año pasado fue la primera vez que se reunieron todos, formando una alianza inédita para agrupar a los centros frente a desafíos técnicos, administrativos y de conservación.

créditos: seminario crfs
Créditos: seminario crfs.

—¿Cómo se ve la presencia de mujeres en el mundo de la rehabilitación?

—En rehabilitación, en general, somos mayoría. La mayoría de los centros tiene casi puras mujeres, o sea, bueno, hay hombres, claramente, pero yo creo que debemos ser un 70% mujeres. La rehabilitación en sí está muy liderada por mujeres. Yo creo que tiene mucho que ver con esto de la dedicación al cuidado diario. Es criar. Hay que criar o dedicarle mucho tiempo a un animal. Y eso en general es muy femenino. Claramente hay hombres que son capísimos en esto. Yo trabajo con muchos hombres que son indispensables en este trabajo, pero en general es una vocación muy femenina.

Por otro lado, frente a los desafíos que enfrentan, Kendra apunta, primero, a que no existe un sistema de rescate de fauna: “A pesar de que el SAG tiene la responsabilidad legal de rescatar a los animales que están impactados, no tiene los recursos para hacerlo. El rescate depende yo diría que un 80% de las personas que se encuentran al animal y que tengan condiciones para agarrar ese animal y llevarlo al centro de rehabilitación”.

Kendra Ivelic
Créditos: Kendra Ivelic.

Luego, está el tema de las complicaciones económicas, ya que todavía hacen falta muchas cosas en los centros. “Tú hablas con cualquier centro y casi siempre están colapsados”, comenta Kendra. Por ejemplo, hay lugares sin lugares de cuarentena o áreas de liberación. “Muchas veces no sirve que tú agarres un animal, lo rehabilites en una clínica, en un centro de rehabilitación, te lo lleves al cerro y lo liberes. Es muy probable que esa liberación sea una situación muy traumática para ese animal y que le cueste mucho adaptarse y que termine muriendo”, agrega Kendra.

Sin embargo, también apunta a que se está “un poco mejor” y que “el mayor desafío realmente es que la rehabilitación deje de existir”. Para esto, la única manera es la educación efectiva. En este contexto, el 95% de los animales que ingresan al refugio lo hacen por un impacto directo o indirecto del humano: atropello, envenenamiento, ataques de perro o gato, enfermedades transmitidas por animales domésticos, choques con ventanas, disparo o tráfico ilegal.

Zorro en el Refugio Animal Cascada
Zorro en el Refugio Animal Cascada. Créditos: Kendra Ivelic.

“Por eso es que nosotros hoy día nos enfocamos mucho, por un lado, en rehabilitar animales, pero, por otro lado, en educar para evitar que los animales sean impactados. ¿Y por qué? Porque también pasa mucho que te llegan un montón de animales y solo un porcentaje sobrevive. Yo realmente gran parte de mi tiempo no soy rehabilitadora, soy facilitadora de muerte. Ayudo a animales a que tengan una mejor muerte”, asegura.

—¿Crees que la gente ahora está un poco más educada o consciente de todas esas cosas?

—Por lo menos están más sensibles. Y creo que más asequibles a cambiar. Pero se requiere de un cambio profundo, se requiere de una experiencia que realmente te haga sentir y te haga querer cambiar. Los humanos, en general, somos seres a los que nos cuesta mucho cambiar comportamientos, estamos muy arraigados a lo que nos gusta y a lo que nos da placer. Entonces, si es que te da mucho placer a ti pasear con tu perro en el cerro, es muy poco probable que dejes de hacerlo, por mucho que te digan que los perros hacen daño. Lo que nosotros intentamos hacer en el centro de exhibición es que la gente conozca a los animales y sus historias particulares. Entonces, ya no es un zorro, es la Miel. Y ya no es un águila, es la Bruja. Te puedes relacionar mejor con una historia más que con un animal. Entonces, al final, cuando sales con tu perro al cerro dices: «Una vez un perro atacó un zorro, le fracturó el cráneo y lo dejó ciego, como al Lycan. Mejor llevo a mi perro al parque”.

Maqui. Créditos Paula Díaz Levi.
Maqui. Créditos: Paula Díaz Levi.

—Eso ustedes lo han visto desde que empezó el centro de exhibición. ¿Cómo ha sido la recepción de la gente?

—Partimos en julio del 2023. Ha sido buenísimo. Yo la verdad estoy muy orgullosa de lo logrado, a pesar de que siempre hay cosas que ir mejorando y vamos a ir haciendo más. Creo que logramos armar un espacio que te permite emocionarte y generar realmente un cambio. Toda la gente que hemos recibido, por lo menos en base a las encuestas, sale muy contenta. Los hacemos pasar por un viaje de emociones a través de la fauna nativa, o sea, desde la sorpresa a la alegría, a la tristeza, unos lloran, otros se emocionan. De a poquito generamos un cambio. Nosotros intentamos siempre explicar que los animales que viven en el centro de exhibición son animales no liberables. Si es que los liberamos, se mueren. Entonces, aquí les damos una segunda oportunidad de vida, pero los transformamos en embajadores. No es un zoológico, no es una vitrina de animales. Aquí si es que el animal quiere mostrarse, se muestra. Está todo con barreras visuales. Tenemos una capacidad de carga muy reducida, son 12 personas máximo en una visita guiada. Es una visita que si la hicieras sola podrías hacerla en 10 minutos, pero la hacemos en 2 horas y media. Porque hay un relato detrás de cada cosa.

—¿Cuál sería tu mensaje para una futura Kendra entusiasta por la rehabilitación?  

Yo creo que como mujeres tenemos mucho poder, tenemos mucho instinto y creo que si es que hay pasión por la naturaleza podemos tener un impacto a distintos niveles. Desde salir con un niño tomado de la mano a mirar aves, a trabajar directamente con fauna, creo que a todo nivel cualquier mujer tiene un impacto más allá de lo que nos esperamos. Al final depende de nosotros mismos querer hacer una diferencia.

—Al final todos somos criaturas instintivas.

Para mí eso ha sido lo más importante de trabajar con animales, recordarme constantemente que soy animal. Se nos olvida. Pero somos todos animales y tenemos un instinto. Al final cuando te abres a entender al otro ser como un igual a ti y lo dejas de ver como un nosotros humanos superiores a ellos, sino que nos permitimos entrar en esa dimensión, aprendemos mucho más y nos damos cuenta de que somos mucho más parte.

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