Para muchos José Sarukhán (78) es “el gurú de la ciencia”, para otros el ecólogo con mayores reconocimientos en Latinoamérica, entre los que se cuentan el Premio Nacional Forestal (1979); el Premio de la Academia de la Investigación Científica (1979) –donde además llegó a ser Presidente–; el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el Área de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales (1990) y más recientemente el Premio Tyler, considerado como el Premio Nobel del Medio Ambiente (2017). Lo cierto es que Sarukhán ha dedicado gran parte de su vida a la investigación, la cátedra y especialmente a la ecología, una disciplina que ha desarrollado en profundidad y sobre la cual posee un doctorado obtenido en la Universidad de Gales en el Reino Unido.

Este mes de octubre el biólogo e investigador formó parte de la delegación de destacados investigadores mexicanos que visitaron el país en el marco del Proyecto Chile-México, una instancia que surge a partir del Acuerdo de Asociación Estratégica entre Chile y los Estados Unidos Mexicanos, suscrito el 26 de enero de 2006, y que busca facilitar la transferencia de conocimientos entre ambos países, en este caso, en relación a sus iniciativas relacionadas al medio ambiente y estrategias para combatir el cambio climático.

En Ladera Sur tuvimos la oportunidad de conversar con el destacado ecólogo mexicano, quien desde su fundación en 1992 se desempeña como Coordinador Nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Una institución que hoy es reconocida a nivel mundial por su labor en la generación de información, valoración y protección de los recursos naturales en México y que el mismo Sarukhán fundó por encargo presidencial.

Su experiencia liderando esta iniciativa, forma parte importante de la instancia de transferencia de conocimientos organizada entre ambos países y que, tal como mencionan en el Ministerio del Medio Ambiente, “busca mejorar la aplicación de las políticas nacionales de conservación de la biodiversidad para reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas y sus servicios en un contexto de cambio climático y desarrollo sostenible”.

Selva Lacandona en México ©Gustavo Muñoz
Selva Lacandona en México ©Gustavo Muñoz

México es reconocido a nivel mundial por sus acciones en conservación y uso sustentable de la biodiversidad. ¿Cómo podría parte de esta experiencia favorecer el desarrollo sustentable en Chile?

En algunas áreas nosotros tenemos ya un avance importante en términos de generación de información para tener criterios de manejo sustentable, conservación y uso de la biodiversidad para beneficio del país y para poder tomar decisiones de políticas públicas, etc. Eso es parte de lo que hemos querido expresar y también explicar a nuestros colegas en Chile; cómo lo hemos hecho y lo que hemos aprendido de este proceso, también en lo que se refiere al manejo del sistema de áreas naturales protegidas.

Hay que considerar que ustedes son los únicos que pueden valorar qué tanto de esa experiencia es adaptable o aplicable a Chile, pero ahí está una experiencia de un cuarto de siglo y con datos reales, concretos, con mecanismos conocidos que están publicados y que pueden ser evaluados.

Hoy en Chile se está trabajando en la creación de un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas que en el fondo vendría a liderar toda la gestión de conservación en Chile ¿Qué opinión tiene de este servicio?

A mí me parece que sería muy importante este servicio. Es algo muy similar a lo que la CONABIO ha hecho. Y el propósito de la comisión, de la CONABIO, ha sido exclusivamente generar la mejor información científica para tomar decisiones a nivel gubernamental, pero también tomar decisiones de organizaciones no gubernamentales y, segundo, comunicarlo a la sociedad. Es decir, hacer que la sociedad entienda este trabajo. Eso significa una especie de traducción no de idioma, sino de niveles de entendimiento, desde pequeños que estudian educación básica, hasta los tomadores de decisión más altos en el Gobierno Federal. Eso es lo que nosotros hemos hecho en ese sentido y eso es lo que yo creo que debería tratar de hacer este país.

La existencia de CONABIO en México por ejemplo ha servido para modificar, para generar nuevas leyes e incluso para sentencias de la Suprema Corte de Justicia en el país, que de otra manera no se hubieran dado. Y esto solamente puede ocurrir cuando uno tiene una buena información, un buen conocimiento en el que participa la comunidad académica, que es utilizado por oficiales gubernamentales y luego también es comunicado a la sociedad y hacemos de ella un socio activo digamos.

¿Cuáles diría que son los puntos más relevantes que Chile podría aprender de la experiencia mexicana?

Creo que es absolutamente indispensable y, eso yo creo que es la experiencia más importante que ha habido en México, que todas las áreas de medio ambiente: áreas naturales protegidas, la parte forestal que es la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) en México, toda la parte de pesca, etc., se puso bajo un estamento, bajo una institución ambiental que fue la primera Secretaría de Medio Ambiente en México en 1994.

Eso ha hecho una diferencia gigantesca. Por un lado en la integración del conocimiento y por otro lado en la aplicación de una misma política, una misma visión sobre el uso de expresiones ambientales. Ha dado una gran eficiencia a los esfuerzos de una secretaría que tenía y ha tenido todavía hasta ahora, recursos muy limitados comparados con otras agencias gubernamentales o ministerios. Eso es un paso muy importante, y creo que es un paso que debiera ser realmente observado y analizado en Chile y si es posible realmente tomarlo. Porque esta manera de tener aspectos del área ambiental distribuidos en diferentes ministerios, nunca va a llevar a que las cosas avancen adecuadamente de manera realmente unificada y que haya una real sinergia entre las diferentes áreas de la diversidad biológica. Los bosques son diversidad biológica, la pesca, el manejo de recursos, y debería estar todo en una sola instancia. Eso es lo que nos ha ayudado a tener las bases que han sido buenas para el país y reconocidas fuera de México.

José Sarukhán
José Sarukhán

¿Cuáles han sido para ustedes los principales obstáculos a sobrepasar en la conservación de ecosistemas en México?

Justamente esta cuestión del aparente conflicto entre producción o desarrollo y conservación, que es una falacia total. Hemos pasado de una época conflictiva con dos ministerios o secretarías que son agricultura y ganadería, que es el desarrollo del campo por llamarlo de alguna manera, y la parte ambiental, que sería la conservación y el manejo sustentable.

Ahora estamos en una situación en que ambas secretarías están trabajando juntas para definir en qué áreas sí se puede desarrollar actividades agrícolas y de qué tipo y en qué áreas no, bajo criterios que son evidentemente de conservación de la diversidad biológica. Es como un acuerdo, una evolución, que no se habría dado si no hubiera habido realmente una unidad de criterios de políticas en el área ambiental.

En qué ejemplos concretos se puede ver esta sinergia…

Acá aprobamos una Ley de Desarrollo Forestal Sustentable que obliga a que todos los subsidios de la secretaría o ministerio de Agricultura tienen que apegarse a criterios de conservación y manejo sustentable en la biodiversidad. Esto es una base gigantesca. Casi no había en otro país y se ha logrado justamente porque hemos ido aceptando a lo largo de este cuarto de siglo o un poco más, las formas de pensar desde áreas que originalmente parecían antagónicas y nunca conciliables.

Un desarrollo consciente

Hace unos días el Panel Intergubernamental de Cambio Climático dio a conocer un informe que establecía que el límite de aumento en la temperatura fijado en el Acuerdo de París de 2ºC no sería suficiente y destacó los beneficios de disminuir el límite del aumento de la temperatura a 1.5ºC. Para José Sarukhán estos resultados no fueron una gran sorpresa, sino más bien una reafirmación de sus convicciones.  “El panorama es que estamos en un problema serio. Prácticamente ningún país está tomando acciones del tamaño e intensidad que se requieren ante los problemas que tenemos enfrente. Y la evidencia empírica que tenemos es enorme”, asegura el ecólogo quien añade que “no hay forma de meternos bajo de la alfombra con la cantidad de evidencia que hay sobre los efectos en el planeta que está teniendo el tipo de desarrollo que estamos sosteniendo en casi todo el mundo”.

¿Qué diría que hace falta para que realmente haya un cambio?

Yo he dicho alguna vez que ninguna generación previa a la nuestra ha tenido tanta información y el problema es que, las que sigan, no van a tener el tiempo de actuar. Por eso es tan importante que la nuestra, con esa información que existe, tomemos decisiones. Pero tiene que ser una cuestión que tiene que salir de la sociedad. No podemos esperar a que haya tres o cuatro mandatarios ilustrados que modifiquen el comportamiento de la gente en el mundo. Tiene que salir de una convicción de cada uno de nosotros que no podemos seguir con estándares de vida y consumos absolutamente frívolos y excesivos de recursos, de alimentos, de energía. Es una responsabilidad moral.

¿Cómo ve el desarrollo de la ecología a nivel Latinoamericano?

Bueno, yo tengo colegas chilenos de primer nivel haciendo investigación ecológica aquí. Hay capacidad, hay inteligencia y hay comprensión de estos problemas, tienen gente de primera y tienen un país con una serie de riquezas ecológicas como pocos países. Tienen todo para desarrollar esto. Hay que impulsar estas cosas, en las universidades, en los institutos, pero lo más importante no es nada más eso. Es usar la información que sus grupos generan, que es lo que hemos hecho en México, para tomar decisiones, para aplicarlos a políticas públicas, para aplicarlos a normas y regulaciones que protejan esa riqueza ecológica que el país tiene.

¿Diría que la ecología es una de las carreras del futuro?

Yo creo que es la carrera del presente absolutamente, para poder tener un buen futuro. Todas estas disciplinas han existido como materia prima desde siempre.  Las hemos inventado o las hemos descubierto cuando los problemas nos indican que ahí hay algo que no hemos conocido y es relativamente nuevo con la ecología. Pero ciertamente tiene una importancia muy grande por una razón sencilla: porque nosotros estamos profundamente involucrados en toda esa problemática ¿no? Las cosas de física, del estado sólido y demás nos quedan muy ajenas, la ecología es absolutamente de interés intrínseco para toda la sociedad y todo el mundo.

¿Cómo ve el desarrollo de la región en temas relacionados a la sustentabilidad y el conocer, aprender a querer y valorar los recursos naturales?

Déjeme decirle que los primeros ejemplos de CONABIOS, digamos, se dieron en América Latina con excepción de Australia que empezó antes que nadie. De hecho CONABIO está inspirado en el modelo australiano. Ya se ha modificado mucho, pero se inspiró hace un cuarto de siglo en éste. Pero México, Costa Rica, Colombia y ahora Brasil más recientemente, son ejemplos de esto. Nos damos cuenta que han sido básicamente, con excepción de Australia, puros países en vías de desarrollo, países sureños, los que más han desarrollado estos conceptos. Algo significa eso. Además son países con una enorme diversidad biológica, pero que también habían tenido la suerte de tener una experiencia y una tradición en el conocimiento de sus recursos naturales de un siglo o un siglo y medio previo a todo esto.

¿Es la creación de la CONABIO su gran legado para el medio ambiente?

Es uno, pero CONABIO empezó con tres personas hace 36 años y la oficina era un Volkswagen. Ahora somos un poco más de trescientos y tenemos un edificio en Ciudad de México. Lo que quiero decir es que ha sido un equipo de trabajo y también ahí he tenido muchísima suerte de encontrar colegas de primerísimo nivel que son los que entre todos hemos construido esto. A mí me tocó  simplemente en su momento dar cuenta de que los planes estaban alineados, aprovechar la ocasión de proponer la existencia de esto y tuvimos un gobierno muy sensible y muy interesado en estos temas. Si los gobiernos no están interesados en estas cosas todo el trabajo se queda en lo académico y no tendría un impacto para toda la sociedad y el país. Eso es lo que ha logrado CONABIO.

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