En la Patagonia chilena, los pumas son más que un gran depredador: representan la vitalidad misma de los ecosistemas. Como especie tope, cumplen un rol insustituible al regular a las poblaciones de herbívoros como guanacos y liebres, favoreciendo el crecimiento de la vegetación nativa y el equilibrio general del paisaje. Allí donde los pumas desaparecen, los ecosistemas pierden estabilidad; donde reaparecen, la biodiversidad comienza a recuperarse. Su presencia, sin embargo, no está exenta de tensiones, especialmente en territorios donde conviven con la ganadería y comunidades rurales, que durante décadas los han visto como una amenaza más que como un aliado.

En paralelo, el auge del turismo de naturaleza ha situado al puma en el centro de la atención global. Los registros virales de felinos caminando entre visitantes en Torres del Paine o cruzando senderos frente a grupos de turistas han despertado asombro y admiración, pero también la necesidad urgente de regular cómo se producen estos encuentros. Lo que para algunos es una postal única de la vida silvestre, para otros puede convertirse en un riesgo, tanto para las personas como para los propios animales.

Por lo mismo, en la comuna ya se han dado pasos importantes en esa dirección, con un protocolo pionero que establece distancias mínimas de observación, registros obligatorios para operadores turísticos y la entrega de información clara a los visitantes. Estas medidas marcan la diferencia entre un turismo que amenaza la conservación y otro que se convierte en aliado de la protección de los felinos.

Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.
Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.

En este contexto, los días 3 y 4 de septiembre, Puerto Natales será sede del taller internacional “Rewilding, pumas y turismo en áreas protegidas”, organizado por Fundación Rewilding Chile junto a la Corporación Nacional Forestal y la Municipalidad de Torres del Paine. Esta instancia reunirá a expertos de Chile y del extranjero con el fin de compartir estrategias y aprendizajes sobre cómo fortalecer la coexistencia entre humanos y grandes carnívoros, integrando tanto la ganadería como el turismo y la investigación científica.

Entre los invitados destaca Jim Williams, biólogo estadounidense con más de treinta años de experiencia en Montana, donde ha liderado programas de conservación y manejo de especies tan desafiantes como el lobo, el oso grizzly y el propio puma. Su trabajo ha demostrado que la coexistencia entre comunidades rurales y grandes depredadores no solo es posible, sino que puede convertirse en una oportunidad para revitalizar los ecosistemas y generar beneficios económicos a través del turismo responsable.

Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.
Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.

En Chile ya existen ejemplos alentadores. En el Parque Nacional Patagonia, proyectos impulsados por Tompkins Conservation han probado que los ataques al ganado pueden reducirse drásticamente mediante prácticas como la eliminación de cercos que fragmentaban el hábitat, el monitoreo activo y la incorporación de perros guardianes como el Gran Pirineo. Con estas medidas, la mortalidad de ovejas pasó de decenas al mes a apenas unos pocos casos, mientras que la población de pumas y huemules comenzó a mostrar signos claros de recuperación. Casos como este muestran que el puma no debe entenderse como un riesgo, sino como una pieza esencial en la restauración de los ecosistemas patagónicos.

De esta manera, en la antesala de su participación en el taller, conversamos con Jim Williams para profundizar en su visión sobre los desafíos y oportunidades que plantea la convivencia con estos grandes felinos:

Puma en el Refugio Animal Cascada. Créditos Kendra Ivelic.
Puma en el Refugio Animal Cascada. Créditos Kendra Ivelic.

—¿Cuál ha sido su experiencia principal en la gestión de la coexistencia entre pumas y comunidades rurales?

—He tenido el privilegio de trabajar con comunidades rurales locales por más de tres décadas aquí, en las Montañas Rocosas del Norte, en el estado de Montana, Estados Unidos. Montana colinda con la provincia canadiense de Columbia Británica. Es un estado muy grande, muy rural, con mucha ganadería, principalmente de vacas y ovejas. Yo comencé mi carrera como biólogo de vida silvestre, trabajando con pumas.

Hace ya muchos años fui biólogo de fauna silvestre durante bastante tiempo, hasta que luego pasé a ser el encargado del programa de fauna para el estado de Montana. Dirigir a un grupo de biólogos de fauna no es algo fácil, es un poco como tratar de pastorear gatos, cada uno va por su cuenta.

Más adelante me convertí en director y me jubilé hace unos años en ese cargo. Ahora he hecho la transición hacia la iniciativa Heart of the Rockies. Desde ahí apoyamos a mantener a las familias trabajadoras en sus tierras, produciendo alimentos, y también respaldamos a los fideicomisos de conservación para que esas tierras sigan destinadas a la producción de alimentos y no se conviertan en barrios residenciales, que es un problema muy presente aquí.

Jim en sus diferentes trabajos de conservación. Créditos: Jim Williams.
Jim en sus diferentes trabajos de conservación. Créditos: Jim Williams.

—¿Cómo se diferencia el puma de Montana con el que podemos encontrar aquí en Chile?

—Es una gran pregunta. Particularmente en el lugar al que voy en Torres del Paine, en Puerto Natales, ustedes tienen lo que yo llamo “pumas de Hollywood”. Están a la vista, a campo abierto. Hay muchos fotógrafos, muchos visitantes, incluso cineastas ahora que los captan constantemente. Son pumas famosos y se sienten muy cómodos estando expuestos.

Nuestros pumas, en cambio, desde Brasil hacia el norte —y prácticamente hasta Canadá y Alaska, que es el límite de su distribución— son muy reservados. Suelen estar activos al anochecer, al amanecer o durante la noche, pero no se mueven en pleno día donde los visitantes puedan verlos, disfrutarlos o filmarlos como sucede con los pumas chilenos.

Ustedes realmente tienen pumas de Hollywood. Y son distintos. Sus pumas son un poco más grandes que los nuestros —no mucho, pero sí un poco—. Desde mi perspectiva, además, su rostro es un poco más anguloso, mientras que el de los nuestros es más redondeado. También suelen ser de un color más claro, especialmente en el sur de Argentina y Chile, en la parte más austral del continente. Los nuestros, en cambio, tienden a ser de un tono más café rojizo.

Al final, un puma es un puma. Son muy parecidos en comportamiento, no me malinterpretes. Se comportan casi igual: el tamaño de sus territorios, las densidades poblacionales, son muy similares. Pero sí existen algunas diferencias sutiles.

Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.
Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.
La especie de puma en Montana, como en la mayor parte de Norteamérica, es el puma concoloR. Créditos: Mikelane45.
La especie de puma en Montana, como en la mayor parte de Norteamérica, es el Puma concolor. Créditos: Mikelane45.

—¿Qué le parece más relevante de la situación chilena en comparación con otros lugares donde ha trabajado?

Tanto en Chile como en Montana tenemos parques, grandes parques. Personas de todo el mundo viajan a Montana para visitar Yellowstone o el Parque Nacional de los Glaciares. También tenemos parques estatales, ríos y muchas atracciones. En Chile ocurre lo mismo, especialmente ahora, con nuevos parques, territorios salvajes, aguas limpias y muy poca gente. En ese sentido, somos muy similares en los lugares donde trabajamos.

De hecho, siempre me parece curioso que, aunque toma casi tres días viajar alrededor del mundo desde donde vivo hasta Puerto Natales, o a cualquier lugar del sur de Chile, cuando llego el paisaje luce prácticamente igual. Hay algunas pequeñas diferencias, claro, pero cuando miras las montañas y ves tan poca gente, se siente muy parecido.

La diferencia está en la fauna con la que trabajamos. Aquí también convivimos con osos negros, osos grizzly, lobos y coyotes, que son algo así como un zorro grande. Los lobos son más grandes, viven en manadas y, junto con los pumas, forman parte de la ecuación. Entonces, cuando un productor ganadero cría vacas y enfrenta la posibilidad de perder un animal por un oso, un lobo o un puma, tenemos que trabajar muy de cerca con ellos, ya sea para ayudarles a prevenir un conflicto o para manejar una pérdida.

En este sentido, trabajamos mucho con múltiples carnívoros que pueden atacar al ganado. En Chile, en cambio, eso se limita principalmente a los pumas en el sur, y quizás de vez en cuando al zorro culpeo que pueda depredar un cordero. Pero sobre todo son los pumas.

Es un poco distinto, pero las herramientas que usamos para ayudar a los propietarios de tierras —las estancias, por así decirlo— a mitigar estos impactos son básicamente las mismas. Y justamente de eso voy a hablar y compartir nuestras experiencias con los equipos chilenos durante el taller.

Aplicación de radio en un oso. Créditos: Jim Williams.
Aplicación de radio en un oso. Créditos: Jim Williams.
Puma en la Patagonia chilena. Créditos: Jim Williams.
Puma en la Patagonia chilena. Créditos: Jim Williams.

—¿Qué estrategias considera más efectivas para reducir conflictos entre pumas y privados con ganado?

—Cuando hablamos de estrategias para reducir los conflictos entre pumas y ganaderos, primero debemos separar dos ámbitos. Uno es la seguridad de los pumas frente a las personas, y eso también es un tema en Chile, porque hay mucha gente conviviendo cerca de muchos pumas. Es un tema totalmente diferente y en los parques tenemos protocolos específicos. Por ejemplo, si un puma mata a una oveja o un guanaco cerca de un sendero público, ¿deberíamos intervenir? Podemos señalizar el área para que los visitantes sepan que hay actividad de pumas. Ahora, si se produce un conflicto o un ataque donde un puma hace contacto con un humano, se trata de un proceso completamente distinto, que aquí manejamos de manera estricta. Esto ocurre más frecuentemente con los osos, porque de vez en cuando pueden causar accidentes graves, y tenemos procedimientos específicos para ello.

En cuanto al ganado, la estrategia más efectiva se basa 100% en la confianza: una relación sólida entre los empleados del gobierno, de un parque, de una ONG o de la comunidad, y la estancia o rancho en cuestión. Cuando existe esa confianza, la comunicación funciona y se pueden probar diferentes métodos de mitigación. Por ejemplo, la electricidad es una herramienta muy útil para mantener alejados a los pumas y hay varias formas de usarla para reducir conflictos. También se emplean perros guardianes de ganado, que ya son comunes, y hay nuevas técnicas que se están aplicando.

Un ejemplo interesante es el “range riding”, que consiste en un cuidador que recorre los campos con el ganado. Originalmente inventado en España, se usa en Chile y Argentina. El “range rider” combina los conocimientos de un gaucho y de un biólogo: registra dónde están los animales, identifica los problemas y se mueve con el rebaño para ayudar al ganadero a convivir con los pumas en lugar de eliminarlos, buscando una coexistencia más armónica.

Esta técnica no solo se aplica a los pumas, sino también a lobos y osos. Además, hay herramientas tecnológicas, como drones, que pueden ser útiles para monitorear la fauna y prevenir conflictos. En general, muchas de las técnicas desarrolladas para osos o lobos podrían adaptarse para trabajar con pumas en Chile.

Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.
Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.
Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.
Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.

—¿Qué errores frecuentes observa en el manejo del ganado frente a la presencia de pumas?

—Es un tema complicado porque la mayoría de los ranchos trabajan con márgenes financieros muy ajustados; cualquier pérdida es significativa para el ganadero. No se trata tanto de “errores”, sino de cómo un rancho puede operar de manera rentable y, al mismo tiempo, convivir con los pumas.

Una cosa que he observado en Argentina y Chile, según la experiencia de colegas y mi tiempo allí, es que a veces un rancho elimina todos los pumas de la propiedad para prevenir conflictos. Esa es una opción, pero no la única. Aquí, lo que hacemos con osos, lobos o pumas es identificar al animal que ha causado el problema, atraparlo o capturarlo, y solo entonces removerlo, en lugar de matar a todos los pumas. Hay muchos pasos intermedios, y todo depende del ganadero, de la estancia y de la familia, de lo que ellos estén dispuestos a tolerar.

Existen diferentes opciones y se pueden experimentar estrategias; a veces funcionan y otras veces, incluso después de intentarlo, puede que terminen matando al puma. Pero vale la pena intentarlo, porque la mayoría de los pumas prefieren cazar presas silvestres, como los guanacos y probablemente liebres europeas en tu zona. Hay tanta abundancia de guanacos que la presión sobre el ganado puede ser menor.

Otro factor importante es la cercanía del rancho a un parque, donde hay más pumas, versus lugares donde los pumas han sido eliminados durante décadas, más alejados del parque. La experiencia de un rancho con pumas problemáticos depende mucho de cuántos pumas hay alrededor. Además, los pumas jóvenes tienden a dispersarse grandes distancias; incluso un rancho lejano a un parque puede recibir la visita de un puma.

La especie de puma en Montana, como en la mayor parte de Norteamérica, es el puma concoloR. Créditos: Slowmotiongli.
La especie de puma en Montana, como en la mayor parte de Norteamérica, es el Puma concolor. Créditos: Slowmotiongli.

—¿Existen prácticas específicas que puedan implementarse en estancias para prevenir ataques sin recurrir a la caza?

En Montana existe la caza legal de pumas, muy regulada, pero lo que hemos observado es que cazar pumas no resuelve el conflicto con el ganado. Para reducir realmente el riesgo, casi tendrías que eliminar toda la población de pumas, lo cual no es viable.

Lo que sí funciona es remover únicamente a los pumas problemáticos, o a un oso, un oso grizzly o una manada de lobos que cause problemas. Así, las demás manadas o los otros animales que no atacan ganado pueden seguir viviendo sin inconvenientes. Por eso tratamos de enfocar la caza —ya sea a través de permisos gubernamentales o de los propios empleados del rancho si tienen autoridad— únicamente sobre el animal que está causando el daño, y no sobre toda la población.

Esto varía cada año según el tipo de ganado que tengas, su ubicación, las condiciones invernales, la sequía, cuán seco está el terreno y cuántos pumas hay en la zona. Es algo que siempre cambia, y ahí es donde los “range riders” son una herramienta muy útil, porque pueden adaptarse a todas esas variables y ayudar al rancho a manejar los conflictos de manera más efectiva.

La especie de puma en Montana, como en la mayor parte de Norteamérica, es el puma concoloR. Créditos: Mikelane45.
La especie de puma en Montana, como en la mayor parte de Norteamérica, es el Puma concolor. Créditos: Mikelane45.

—En su experiencia, ¿cuáles son las medidas más efectivas para que las personas se protejan si se encuentran con un puma?

—En mi experiencia, una de las medidas más efectivas para protegerse al encontrarse con un puma es la educación. En los parques donde trabajo, usamos señales en los senderos que combinan símbolos y texto, porque no todos los visitantes hablan español o inglés; muchos vienen de lugares como el sudeste asiático. Estas señales indican cómo reaccionar ante un puma y cómo defenderse si es necesario.

El comportamiento frente a un puma es diferente al de un oso. Si un oso grizzly se acerca, debes hacerte el muerto, porque buscan neutralizar amenazas. Los lobos, en cambio, son como perros y evitan a las personas; normalmente huyen. Los pumas, sin embargo, son felinos y depredadores de emboscada, por lo que puedes encontrarte con uno muy cerca. Ante esto, lo primero es no correr, porque su instinto depredador los haría perseguirte, igual que un perro grande. Segundo, si vas con niños pequeños, colócalos en el centro del grupo para protegerlos.

Si un puma te está observando, puede estar habituado o simplemente estar evaluando una presa. La idea es “sacarlo de su trance”: levanta los brazos, grita, hazte ver más grande, y como con un oso, lucha si es necesario. Puedes arrojar tierra, palos o piedras para defenderte. Esto suele hacer que el puma se aleje. Si continúa siguiéndote, eso indica un problema mayor. En casos raros, los pumas pueden atacar a personas, pero esto ocurre muy esporádicamente, aproximadamente cada dos años, y más a menudo cuando hay mucha gente mezclada con pumas en la zona.

En Puerto Natales, la situación es diferente a lugares con mucha población humana como California; aquí hay pocos habitantes y la probabilidad de un encuentro es menor, aunque aumenta en temporada alta de visitantes. Lo fundamental es: si ves un puma, no corras, haz ruido, hazte ver más grande, protege a los niños, y si intenta atacar, defiéndete con todo lo que tengas. Esta reacción es distinta de la que se tendría frente a un oso, porque con un oso correrías un gran riesgo de ser derribado.

Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.
Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos: AGAMI Stock.
Subespecie Puma concolor puma en Torres del Paine, Chile. Créditos:

—¿Cómo puede el turismo de naturaleza contribuir a la conservación de los pumas?

—El turismo de naturaleza puede jugar un papel muy importante en la conservación de los pumas. Yo vivo en un pueblo llamado Whitefish, que sería algo similar a Vail, un centro de esquí junto a un gran parque. Algo parecido ocurre con Torres del Paine o el Parque Patagónico: todos estos parques representan un verdadero “tesoro turístico” para las comunidades locales.

Al principio, los visitantes llegan y compran gasolina, comida, ropa, souvenirs o bebidas. Ese dinero se reinvierte en las tiendas y negocios locales, generando un ciclo económico que se expande con el tiempo. En Montana, por ejemplo, muchas áreas que antes se dedicaban a la ganadería y la madera ahora dependen de los visitantes y del turismo,lo que se llama una “economía recreativa”.

Este tipo de economía genera un incentivo para que las comunidades acepten y protejan a los animales que los turistas quieren ver, como los pumas. Algunos rancheros ahora toleran la presencia de un oso grizzly porque quieren ofrecer tours o actividades de observación de fauna, y creo que algo similar está ocurriendo en tu zona.

Eso sí, debe existir un incentivo económico para convivir con los impactos negativos que pueda traer la fauna. Si ese incentivo existe, la conservación se convierte en un beneficio directo de la economía turística del parque. Según mi experiencia, este modelo tiene un enorme potencial para crecer y fortalecerse en la región.

Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.
Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.
Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.
Torres del Paine. Créditos: Marek Piwnicki.

—¿Qué medidas se deben tomar para que la observación de fauna no interfiera con el comportamiento natural de los pumas?

—Esa es una pregunta más complicada, porque se relaciona con la habituación, que ocurre cuando un animal pierde su miedo natural hacia las personas. Es curioso, porque incluso un oso, un lobo o un ungulado como un alce —que aquí llaman wapití— normalmente huyen de los humanos. En cambio, los pumas cazan de manera distinta: se acercan sigilosamente, acechan y luego emboscan a su presa. No son animales que huyan de la gente, sino que tienden a quedarse observando.

Por esta razón, pueden acostumbrarse a ver personas, especialmente en lugares abiertos donde los visitantes pueden verlos. De repente, se tienen pumas que realmente no sienten miedo, y sus crías aprenden de su madre cómo relacionarse con los humanos. Esto está bien siempre que no lleguen a considerar a una persona como alimento, aunque existe la posibilidad de que suceda en algún momento si aún no ha ocurrido. Por eso es importante estar preparados. La presencia constante de visitantes y fotógrafos requiere que los parques manejen distancias éticas entre humanos y animales. He visto videos en los que hembras de puma caminan entre los fotógrafos; si es decisión del animal, debe respetarse, aunque también se podría usar condicionamiento negativo con guardaparques, balas de goma o perros para mantenerlos a distancia. Esto podría modificar el comportamiento, pero complicaría la observación y la fotografía.

Si ocurre un ataque o un conflicto donde un puma entra en contacto con una persona, los parques pueden usar herramientas para separar a los humanos del animal, aunque esto requiere personal y presupuesto, porque nada es gratuito. Por ahora, parece que todo funciona, pero siempre es prudente prepararse para un escenario donde las cosas no salgan como se espera. Un aspecto serio es qué hacer cuando alguien es atacado, algo que también sucede con los osos. Aquí tenemos un protocolo llamado “equipo de respuesta a ataques de fauna y humanos”, que involucra a guardaparques, biólogos, abogados, forenses y miembros de la comunidad; es un proceso de alta presión y estrés.

Se debe definir claramente quién está a cargo y cómo se investigará el incidente, casi como una escena de crimen, para asegurarse de que se identifique correctamente al animal involucrado y descartar otras posibilidades. Es fundamental tener este proceso establecido para que, si ocurre un ataque, todo esté organizado y nadie se vea sorprendido ni haya confusión. De esta manera, todos saben qué hacer y cómo actuar.

Puma en el Refugio Animal Cascada. Créditos Kendra Ivelic.
Puma en el Refugio Animal Cascada. Créditos Kendra Ivelic.
Cachorros de puma. Créditos: Kendra Ivelic
Cachorros de puma. Créditos: Kendra Ivelic

—¿Cuándo considera necesario el uso de collares GPS o VHF en pumas? ¿Cómo se compara el uso de esta herramienta en Estados Unidos con Chile?

—Es una herramienta fantástica. Si estás haciendo investigación sobre pumas, su uso es muy diferente en áreas con turistas, como en Chile, que es único en el mundo, donde los pumas son visibles. En casi cualquier otro lugar de América del Norte, Central o del Sur, se necesita un collar GPS o VHF para aprender algo significativo sobre estos felinos. Se pueden usar cámaras remotas, lo cual es excelente, pero solo proporcionan fotos. Nosotros llamamos a esto “monitoreo de destino conocido”, y lo usamos para estimaciones de población de osos grizzly, lobos y pumas.

Colocar un radio en un animal es una molestia temporal: se les tranquiliza con un dardo, se los manipula para ponerles el collar, y luego el animal puede seguir viviendo normalmente con él. A veces a los fotógrafos no les gusta porque no se ve natural, pero si tu investigación busca conocer machos, hembras o crías, o estudiar conflictos con ganado, dieta, ecología, tamaño de área de hogar o dispersión juvenil, el collar es indispensable. Por ejemplo, permite saber cuán lejos se desplazan las crías al separarse de su madre, si recorren 100 km o 4.000 km. Con esta tecnología, puedes seguir al puma desde tu oficina mediante la computadora.

El inconveniente principal es el costo y la duración de la batería. Cuanto más frecuentes sean los registros de ubicación, más rápido se agotará la batería. Por ejemplo, si registras una ubicación a la semana, dura mucho tiempo; una vez al día, dura menos; una vez por hora, se agota aún más rápido. Sin embargo, existen soluciones: con perros entrenados se puede localizar al puma para cambiar la batería cuando se desgaste, o se puede usar un espaciador de lona que se degrada naturalmente y se cae del collar. Así, el collar no estará permanentemente en el animal.

En resumen, el uso de collares GPS y VHF es una de las mejores herramientas para realizar investigaciones científicas rigurosas que puedan publicarse en revistas revisadas por pares, mucho más allá de simples observaciones aleatorias.

Oso grizzly con collar de GPS. Créditos: Dougall_Photography.
Oso grizzly con collar de GPS. Créditos: Dougall_Photography.
Puma con collar en Chile. Créditos: SAG.
Puma con collar en Chile. Créditos: SAG.

—¿Cuál considera que es el mayor desafío para la coexistencia de pumas y humanos en áreas rurales y protegidas?

—Bueno, el mayor desafío son las personas. La pregunta es: ¿qué estamos dispuestos a tolerar como seres humanos? Esto incluye también a osos y lobos. Y con respecto a los pumas, hay que recordar que en la mayoría de los lugares nadie sabía que estaban ahí. Ahora, con cámaras trampa, cámaras de seguridad en las puertas de las casas, podemos ver pumas en los porches; siempre estuvieron ahí, pero nadie lo sabía.

Ahora que todo el mundo sabe que los pumas están presentes, ¿estaremos dispuestos a permitir que vivan allí? Tenemos miedo, emociones y valores que a veces son racionales y otras veces irracionales, pero eso es parte de ser humano. Entonces, creo que el mayor desafío es: ¿qué tolerarán las comunidades y, en particular, las familias ganaderas que viven fuera de los parques? La mayoría de la fauna no permanecerá a menos que esas familias quieran coexistir con ella de alguna manera.

No me gusta usar la palabra “tolerancia” porque, para una estancia, suena a obligación. Muchos amantes de la vida silvestre creen que solo hay que tolerar al oso o al puma, pero lo que realmente importa es: ¿cómo podemos ayudar a las familias de las estancias a mitigar los impactos de vivir con pumas? Existen herramientas no letales y algunas letales.

La cuestión es: ¿qué herramientas puede ofrecer la comunidad de conservación de la fauna para que estas familias puedan seguir obteniendo ingresos, mantener sus ranchos y conservarlos en la familia? Porque la alternativa, tanto aquí como allá, es que si no logran sostener su estancia, suelen vender la tierra para desarrollos inmobiliarios y desaparece la vida silvestre. Esto sucede con frecuencia aquí. Por eso debemos trabajar mucho para mantener a las familias ganaderas en sus tierras, ayudarlas, y solo si ellas quieren. Además, suelen estar bastante orgullosas de su trabajo.

Puma Torres del Paine
Puma Torres del Paine. Créditos Benjamín Valenzuela
Jim Williams con su libro Path of the Puma. Créditos: Jim Williams.
Jim Williams con su libro Path of the Puma. Créditos: Jim Williams.
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