Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar: la historia y el trabajo de conservación detrás de un recinto reducido a cenizas
En medio de los incendios que azotan a la Región de Valparaíso, se produjo la pérdida casi total del Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar. Asimismo, se lamentó el fallecimiento de cuatro personas que se encontraban al interior del recinto, lo que resultó devastador para la comunidad. A esto se suma el daño irreversible de flora y fauna. En este artículo se ahonda en la historia del recinto, así como en su valor en términos de conservación de especies y biodiversidad.
El Jardín Botánico Nacional se consideraba un verdadero pulmón verde de la ciudad de Viña del Mar, en la Región de Valparaíso. En sus paisajes verdes, paseos únicos y colecciones, este lugar era hogar de unas 1.300 especies de plantas, que maravillaban a las cerca de 200 mil personas que visitaban este lugar al año, y que eran foco de trabajos de conservación y preservación de especies.
Recientemente, este tan querido espacio de la ciudad jardín vivió una tragedia. Todo comenzó el viernes 2 de febrero, cuando se dio la primera alerta sobre los incendios que hasta el día de hoy afectan a la Región de Valparaíso. Estos han dejado a 10.000 hectáreas y 15.000 viviendas reducidas a cenizas. En esta línea, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, cifró en 122 los muertos confirmados, de los cuales solo se han identificado a 32.
El Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar fue uno de los grandes lugares afectados. Este fue arrasado casi en su totalidad, con más de un 90% de su superficie afectada, quedando tan solo 2 hectáreas intactas de las casi 400 que tenía el parque. Este incendio cobró la vida de Patricia Araya, funcionaria del Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar dedicada al área de horticultura, y tres de sus familiares.
«Lo más importante que ha pasado es que perdimos la vida de una funcionaria, y tres personas de su familia, eso fue gravísimo. Es una situación dura, porque la Patricia Araya era encargada de hacer germinar las semillas en el vivero. Estaba de vacaciones en estos días, y junto a ella dos nietos y su madre de 92 años, que no alcanzaron a arrancar de este incendio que fue caótico y que fue muy veloz por lo demás», afirmó Alejandro Peirano, director de Jardín Botánico de Viña del Mar, en un video divulgado en las redes sociales del jardín.
El origen del Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar
En 1917, Pascual Baburizza Šoletić, empresario del salitre, adquirió 404 hectáreas correspondientes al predio El Olivar, ubicado a unos 7 kilómetros de la plaza central de Viña, hacia el oriente del Río Marga Marga. Ese mismo año se inició la creación del jardín botánico. El diseño del recinto estuvo a cargo del paisajista francés George Dubois, el mismo que diseñó el Parque Forestal de Santiago.
Años más tarde, en 1931, el empresario decidió donar el fundo a la Compañía del Salitre de Chile, la que posteriormente transfirió las tierras a la Corporación de Ventas del Salitre y Yodo. En este momento el jardín fue abierto al público bajo el nombre de Parque El Salitre. Se mantuvo así por dos décadas, hasta que en 1951 es traspasado al Estado de Chile, tomando finalmente el nombre de Jardín Botánico Nacional, bajo el cargo del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP).
Desde entonces, entre 1982 y 1991, la administración y cuidado del jardín quedó a cargo de la Corporación Nacional Forestal (CONAF). En 1992 estas responsabilidades fueron traspasadas a la Fundación Jardín Botánico Nacional, como forma de brindarle una mayor autonomía.
«El carácter de parque botánico como tal es bastante reciente, o sea, es de mitad del siglo 20. Eso es interesante porque da cuenta de cómo en Chile se copian y se adaptan estos formatos de instituciones más bien europeas, tales como los jardines botánicos, museos naturales, etcétera.», afirmó Daniela Serra, experta en patrimonio, y profesora del Instituto de Historia y del Centro del Patrimonio Cultural UC.
El jardín siempre se destacó por su flora y fauna, así como por las diversas actividades que se llevaban a cabo en su interior, tales como: ferias, arriendo de bicicletas, senderos, cafeterías, senderos para hacer trekking, parrilladas, entre otras. Otro de sus atractivos era la laguna artificial que se encontraba en su centro, donde se podían observar cerca de 50 especies de aves, así como ejemplares de tortugas de orejas rojas. Estos animales no sufrieron grandes pérdidas en el incendio, como sí lo fue el caso de mamíferos e invertebrados más pequeños.
De acuerdo con información compartida por la misma fundación que lo administra, en el recinto se desarrollaban cuatro ejes de trabajo: educación, investigación, conservación y recreación. Los esfuerzos en educación estaban ligados con el Programa de Educación Ambiental dirigido a estudiantes de párvulos a cuarto medio.
Su trabajo en torno a la preservación de especies
El jardín era un lugar muy especial y único para compartir con la familia, pero también cumplía con un rol importante en materias de conservación. El recinto contaba con una estrategia de conservación integrada, con el fin de contribuir a la preservación de la biodiversidad del territorio chileno. Solo durante 2022 se propagaron y viverizaron 21.527 plantas, correspondientes a 58 especies. Asimismo, se colectaron alrededor de 20.000 semillas en distintos grados de pureza, las cuales fueron utilizadas para los trabajos de propagación. En esta línea, se prepararon alrededor 1.800 esquejes de distintas especies, principalmente ornamentales o exóticas.
«El Jardín Botánico Nacional ha desarrollado una estrategia de conservación integrada, la cual incluye esfuerzos de conservación in situ y ex situ, con el fin de contribuir a la preservación de la biodiversidad del hotspot chileno. Nuestro trabajo de conservación se ve representado por la creación 32 colecciones botánicas de plantas chilenas y exóticas», se lee en la página web del jardín.
Entre estas colecciones se destacaban el Cactario, el Jardín de la Selva Valdiviana, el Invernadero Otto Zoellner, el Rosedal, el Jardín de Palma Chilena, la sección de Plantas medicinales, el vivero, y el Jardín Rapa Nui.
Es en este último donde se encontraba la especie Sophora toromiro, más conocida solo como toromiro. Se trata de un pequeño árbol con hojas compuestas y flores tubulares amarillas similares al copihue, el que podía llegar a medir hasta 3 metros de alto. Es nativo de la isla de Rapa Nui, donde actualmente se encuentra extinto producto de su explotación excesiva para la fabricación de utensilios, así como por la devastación y degradación de su hábitat a raíz de la introducción de ganado europeo en los siglos 18 y 19. Sin poder recuperarse de estos eventos, el último espécimen de toromiro presente en la isla murió en 1960.
«La mejor descripción de un jardín botánico es que es una enciclopedia viva de la biodiversidad, a diferencia quizás de un museo de historia natural por ejemplo, que es como una enciclopedia muerta. Los jardines botánicos permiten de alguna manera tener esta biodiversidad y estudiarla, poder hacer estudios de aclimatación de plantas, recuperar plantas que están a veces en extinción, y hacer el ejercicio de volver a plantarla en los lugares donde se ha ido desapareciendo», explicó Serra.
En la actualidad, el árbol solo se encuentra en algunas colecciones de fundaciones de protección de la naturaleza y colecciones particulares, siendo una de ellas la presente en el jardín botánico, donde se encuentran 149 plantas reproducidas en dos generaciones. Las tres especies originales fueron llevadas desde la isla antes de su extinción, siendo así el jardín uno de los mayores reservorios en el mundo de esta especie.
Pese al nivel de destrucción del incendio que afectó al recinto, Peirano comentó en televisión que, en general, el Jardín Rapa Nui no sufrió grandes daños. En este sentido, también se logró salvar casi en su totalidad el Sector Rosedal, el Cactario, el Invernadero, el Jardín Valdiviano, y el Jardín de la Paz. Además, agregó que solo se produjeron daños menores en la colección de las plantas medicinales y en el vivero.
¿Cómo ayudar en su recuperación?
Las autoridades del parque hicieron un llamado a todos para lograr la reconstrucción del recinto. Por ahora la ayuda solo puede ser económica, mediante donaciones, ya que actualmente es muy peligroso que voluntarios puedan acudir al lugar para ser partícipes de labores de limpieza.
«Nosotros somos verdes, el verde es el color de la esperanza y nosotros no la vamos a perder, sabemos que vamos a recuperar el jardín, pero necesitamos la ayuda de ustedes (…). Nos pueden ayudar con una colaboración monetaria (…). Creo que es lo más fácil, porque nosotros tenemos que ocupar combustible para las motosierras, cadenas de motosierra, y alimentación para nuestra gente. Tenemos funcionarios que perdieron sus casas, por lo cual vamos a tratar de rápidamente recuperarlas y poder habilitarlas», explicó Peirano en el mismo video mencionado anteriormente.
En esta línea, los datos para las donaciones son los siguientes:
Nombre: Fundación Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar
Banco: Banco de Chile
Tipo de cuenta: Cuenta Corriente
Número de cuenta: 00-007-06804-02
RUT: 74.828.100-2
Email: donaciones@jbn.cl
Además, se estimó que la recuperación del recinto llevará al menos dos años en lo que respecta al crecimiento de la vegetación mediana, por lo que en realidad el tiempo que se necesitará para una recuperación total debería superar ese plazo, esto considerando que árboles centenarios se quemaron desde la base.
«Yo creo que es importante también instalar que probablemente será muy difícil que el jardín vuelva a ser como fue antes, y no sé tampoco si ese es el enfoque correcto, sino que hay que pensar en cuál va a ser la utilidad de ese espacio para el futuro, para la ciudad, los habitantes, pero sobre todo también para la ciencia y para ver cómo estos espacios de experimentación con la naturaleza nos ayudan a poder detener un poco el deterioro», comentó Serra al respecto.