Jabalíes en Chile: su potencial impacto biológico y los antecedentes de esta especie introducida
El jabalí es una de las especies invasoras más ecológicamente destructivas del mundo y fue introducido por el ser humano en los años 60 en Chile. Debido a su exitosa capacidad de adaptarse a todo tipo de hábitat, su estancia pudiese llegar a significar la llegada de patógenos mortales para los seres vivos, y la falta de estudios científicos sobre estos derivan en un tratamiento débil y desconocido para su control. En una conversación con el Dr. Felipe Hernández, médico veterinario, ecólogo de vida silvestre e investigador postdoctoral de la Universidad Austral, quien ha estudiado el rol del jabalí como reservorio de patógenos infecciosos, registramos los antecedentes mediante estudios realizados en Estados Unidos de esta especie exótica introducida en nuestro país.
El jabalí europeo (Sus scrofa) es un mamífero artiodáctilo (tiene un par de dedos en cada pata) que habita al sur de Chile. Si bien su historia de entrada y distribución actual cuenta con escasa información, los datos recopilados datan que el jabalí silvestre fue introducido en los años 60. Su rango nativo proviene de Euroasia, por tanto, fueron importados directamente desde Alemania para luego cruzar la cordillera de Los Andes desde Argentina hasta la zona de la Araucanía, donde fue traído como pieza de caza y criadero.
En la actualidad, los jabalíes habitan un área de 27.600 km2 en Chile, lo que representa un incremento de 51.6% con respecto al área ocupada en 1990. Su distribución exponencial se debe a escapes de criaderos clandestinos, además de su alta capacidad reproductiva. Los atributos ecológicos de este mamífero invasivo, su valor para la caza y los cambios en el uso del suelo, indican que aumentará su distribución hacia el centro y sur de Chile, lo que afectará la biodiversidad, la agricultura y la ganadería de esta extensa área, como publican Darío Moreira, Felipe Hernández y Karim Abufarhue en el paper Primeros Registros de jabalí euroasiático no nativo Sus scrofa en un ecosistema costero del Bosque Templado del centro-sur de Chile. Dicho estudio fue realizado en áreas de alto valor de conservación pertenecientes a la Forestal Mininco-CMPC.
Los jabalíes se crían en cautividad con fines de producción en todas las regiones de Chile excepto en Arica y Magallanes (INE, 2007). Para 2005, menos de la mitad (47%) de estas granjas de jabalíes estaban registradas oficialmente en el SAG de conformidad con la ley.
Vale destacar, como podrán ver en las fotografías de este artículo, que la mayoría de los jabalíes cuentan con dos colores en su pelaje, pudiendo llegar a significar que podría existir cierta hibridación entre cerdos y jabalíes en Chile, sin embargo la falta de estudios dejan estas teorías en espera. «Las especies invasoras sobreviven bastante bien lo que son las interfaces de un tipo de hábitat donde confluye lo doméstico (ganado doméstico como el cerdo) con lo silvestre, y esas son las instancias donde puede ocurrir la transmisión de enfermedades y procesos de hibridación (…). No tenemos certeza de que sea así mientras no hayan estudios genéticos que permitan dilucidar lo que está pasando, lo vemos desde afuera como estudios fenotípicos», explica el Dr. Felipe Hernández, médico veterinario, ecólogo de vida silvestre, e investigador postdoctoral de la Universidad Austral.
Impactos medioambientales del jabalí
El jabalí es un animal omnívoro, que se puede alimentar prácticamente de todo lo que se encuentre a su alcance, como por ejemplo, fauna nativa, antrópodos, anfibios, e incluso depredar especies vertebradas. A su vez, provocan altos niveles de erosión del suelo por escarbar con sus hocicos el piso, diseminando patógenos que alteran drásticamente la función y salud de los ecosistemas nativos, al igual que la salud pública y animal. El efecto directo del enraizamiento del jabalí es la reducción de la cubierta vegetal, y esta actividad puede reducir hasta en un 80% la cobertura del sotobosque.
Sobre esto Felipe Hernández comenta: «Está revelado que el jabalí se alimenta de fauna silvestre, fauna nativa particularmente. Respecto a especies o vertebrados mayores aún no está reportado oficialmente en Chile, pero no me cabe duda que está dentro de la dieta, como se ha reportado en otros lugares. Incluso puede alimentarse de pudúes, perfectamente, sabiendo de sus hábitos dietarios y lo exitoso como especie de poder adaptarse a múltiples ambientes y condiciones».
Cabe destacar, como se ha mencionado previamente, que la falta de estudios sobre esta especie exótica introducida en Chile hacen que su conocimiento (por tanto sus consecuencias) en el país sea en parte desconocido.
Aunque los jabalíes son omnívoros, la materia vegetal constituye la mayor parte de su dieta. En su área de distribución introducida, la depredación, la destrucción de nidos y hábitats y la competencia por recursos con otros animales son las principales formas en que el jabalí puede afectar a las comunidades de animales nativos. Dependiendo del ecosistema y la temporada, la materia animal puede constituir hasta 30% de la dieta del jabalí. Wilcox y Van Vuren en el paper Wild Pigs as Predators in Oak Woodlands of California plantearon la hipótesis de que la deficiencia de proteínas en el verano y el otoño podría ser un factor importante que influye en las tasas de depredación animal. Sin embargo, el jabalí parece cazar cualquier cosa sin mucha preferencia. Se informa que se alimentan de la meso y macrofauna del suelo, reduciendo su abundancia entre un 40 y un 90%.
“El jabalí es considerado por muchos expertos como una verdadera bomba biológica, siendo capaz de transportar una amplia variedad de patógenos (…) No es para alarmar a nadie, pero el jabalí es reservorio de patógenos causantes de enfermedades que no sólo pudiesen llegar a afectar al ganado doméstico y especies silvestres, sino que también al ser humano, conocidas como enfermedades zoonóticas», señala el Dr. Hernández.
Al ser una especie que ha sabido adaptarse a presiones del medio ambiente, la hace estar expuesta a variedades de patógenos, siendo capaz de transmitir estos a otras especies. Por ejemplo, en relación a la enfermedad de Aujeszky, o pseudorabia (PRV) enfermedad causada por un herpesvirus que es albergado por el jabalí como reservorio natural, se encuentra estudiado que aquellos carnívoros que depredan al jabalí la contraen, llegando a morir, como lobos en Europa, pumas y mapaches en Estados Unidos o el ganado doméstico (los estudios en nuestro país son escasos, por ello es que no existe hasta ahora evidencia científica sistemática sobre mortalidad de especies chilenas debido a infecciones con este virus). Existen otras enfermedades multiespecies que se encuentran -ya sea erradicadas o en vías de erradicación- en el ganado doméstico; sin embargo, no se puede descartar que poblaciones de jabalí silvestre sean aún capaces de mantener circulando patógenos causantes de enfermedades de importancia productiva, como la tuberculosis, brucelosis o triquinelosis.
Ciertamente, se debe contar con un contacto cercano para contraer algunas de estas enfermedades y no todos los patógenos se transmiten de la misma manera; por ejemplo, la pseudorabia requiere un contacto directo de mucosas o mediante vía sexual. En el caso de la tuberculosis, desde la feca del animal (aunque esta es bastante resistente al medio ambiente, puede incluso mantenerse durante años si las condiciones son apropiadas).
Ventajas de la especie en base a estudios norteamericanos
Aunque el escenario del jabalí en Chile pareciera centrarse en sus aspectos negativos y esto se puede deber a la falta de estudios, en otros países como Estados Unidos los jabalíes presentan numerosos beneficios para la naturaleza, dado que pueden ejercer control de poblaciones de roedores, insectos y larvas. Incluso, en la labor de enterramiento de semillas, así como la aireación de la tierra con sus hozadas, lo cual beneficia la tierra. Como todo animal, cuenta con un rol esencial para el ecosistema, y su propagación descontrolada es debida principalmente por la mano antropogénica; su caza y posterior consumo de su carne (que incluso pasa por encima su desconocimiento frente a los patógenos zoonóticos de los cuales el jabalí es reservorio).
Debido a su escaso estudio en Chile, sus ventajas son menos sabidas ante el desconocimiento de la especie, pero estudios científicos en Estados Unidos apuntan a que el jabalí puede ayudar a mantener el componente nativo de la riqueza de especies al crear un hábitat favorecedor mediante sus alteraciones naturales, aminorando, por ejemplo, los efectos de los incendios forestales naturales. También, estudios sugieren que el enraizamiento es beneficioso para la vida silvestre nativa porque las plantas de sucesión temprana se encuentran en sitios enraizados y proporcionan alimento para la vida silvestre que se alimenta de estas especies. De manera similar, se ha argumentado que el jabalí es el equivalente ecológico del oso grizzly (Ursus arctos) regionalmente extinto en California -EE.UU.- donde algún nivel intermedio de forrajeo de bellotas y alteración del enraizamiento puede reemplazar las actividades de los osos grizzly en los ecosistemas de bosques de robles.
Políticas sobre su control
Considerando que el jabalí está estipulado como una especie nociva en la legislación chilena (DL 19473, artículo 6, DS 5), Chile también es parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), para “prevenir la introducción, controlar o erradicar aquellas especies exóticas que amenazan ecosistemas, hábitats y especies” (UNEP / CBD / S BSTTA / 6 / INF / 11).
Hasta el momento, no existe en Chile ninguna política pública sobre su control. Ejemplo de lo que podría trabajarse es lo ocurrido en Brasil: en 1998, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables prohibió la creación de nuevas granjas de jabalí en el país y restringió la transferencia de animales entre granjas, al mismo tiempo que incrementó las condiciones para su mantenimiento seguro y así evitar fugas que pudieran dar lugar a nuevas poblaciones en otras partes del país (IBAMA, 1998). Pero para que ello suceda, primero se debe priorizar los estudios respectivos sobre la especie en Chile.
Considerando que urgen estudios sistemáticos sobre su presencia debido a sus posibles implicancias ecológicas, biológicas y el potencial impacto asociado a esta especie, la falta de ayuda económica para las respectivas investigaciones científicos puede tener graves consecuencias. El único estudio realizado por el Ministerio del Medio Ambiente data del año 2017 y consta de las pérdidas económicas que comprometen las especies exóticas invasoras en nuestro país. El desconocimiento sobre los jabalíes puede ser perjudicial tanto para el ecosistema como para la población y requiere de un compromiso total de las comunidades locales y gubernamentales, en términos de fomento económico para sus estudios y posterior control.