Investigación realiza la primera estimación global de puntos calientes para la conservación de la naturaleza del suelo
El estudio, publicado recientemente en la revista Nature, y en el que participaron investigadores del Centro GEMA de la Universidad Mayor, es la primera estimación global de puntos calientes para la conservación del suelo y muestra dónde son más necesarios los esfuerzos para proteger su biodiversidad y los servicios ecosistémicos que proporcionan. En el caso de Chile, el estudio destacó el rol del desierto de Atacama como un sitio de alto endemismo, en donde se pueden registrar comunidades altamente especializadas de organismos y con adaptaciones singulares para tolerar las condiciones extremas del desierto más árido del planeta. Según los doctores Alfaro y Abades, co-autores de esta investigación: “Los suelos del desierto de Atacama albergan comunidades diversas y que cumplen funciones esenciales para la vida en este planeta, además de proveer múltiples servicios, tales como regulación en el ciclo del agua, estabilización de los suelos y el reciclaje de nutrientes. Por esta razón, una prioridad para los próximos años debería ser el promover la implantación de áreas protegidas del norte, tal como se evidencia en la reciente creación del Parque Nacional Desierto Florido”.
Un estudio publicado recientemente en la revista Nature arrojó que la mayor parte de los suelos que mantienen los niveles más altos de biodiversidad y servicios ecosistémicos no cuentan con un nivel adecuado de protección. Se trata de la primera estimación global de puntos calientes para la conservación de la naturaleza del suelo.
La investigación -llevada a cabo por un equipo internacional que incluyó a investigadores del Centro de Genómica, Ecología & Medio Ambiente (GEMA) de la Universidad Mayor- consideró más de 10.000 observaciones de biodiversidad (invertebrados, hongos, protistas, bacterias y arqueas) y de indicadores de servicios ecosistémicos en 615 muestras de suelo de todos los continentes, incluido Chile.
Los científicos evaluaron tres dimensiones ecológicas del suelo: la riqueza de especies, la singularidad de estas especies en cada región y los servicios de ecosistemas que ofrecen, tales como la regulación del ciclo del agua o el almacenamiento de carbono.
Los resultados arrojan que estos indicadores alcanzan su punto máximo en diferentes regiones del mundo. Por ejemplo, los ecosistemas templados mostraron la mayor riqueza local de especies del suelo, mientras que la singularidad de la biodiversidad alcanzó su máximo en los ecosistemas áridos y en los trópicos.
“Cuando se excava en un suelo europeo, en un bosque, se encuentra un gran número de especies en un sitio, y si se examina un bosque diferente a unos pocos kilómetros de distancia, se encontrarán especies similares. En los trópicos y en particular en los ambientes áridos, en cambio, sitios separados por unos pocos kilómetros de distancia presentan comunidades completamente diferentes”, comentó el Dr. Fernando Alfaro, director del Centro GEMA de la Universidad Mayor y uno de los co-autores de esta publicación.
A diferencia de las dos dimensiones de la biodiversidad medidas, los servicios del ecosistema suelen alcanzar su punto máximo en altas latitudes, mayormente asociados a ecosistemas de clima frio.
Los patrones espaciales contrastados en este estudio demuestran lo complejo que es proteger varias características de los suelos a la vez. El Dr. Sebastián Abades, académico de GEMA y también co-autor del estudio, destaca que “cuando se trata de proteger los suelos, probablemente no deberíamos centrarnos en maximizar localmente todas las dimensiones ecológicas del suelo al mismo tiempo, sino más bien en enfoques integrados que enfaticen el potencial local”.
A pesar de estas dificultades, los investigadores fueron capaces de identificar los puntos calientes de los ecosistemas que deberían tener la máxima prioridad para la conservación del suelo a escala global, los cuales se encuentran principalmente en los trópicos, en América del Norte, en el norte de Europa y en Asia.
Panorama en Chile
Este y otros estudios recientes enfatizan sobre el rol de los ecosistemas áridos como sitios de alto endemismo, capaces de cobijar una biodiversidad única en los suelos. Dentro de estos ambientes limitados por agua destacan aquellos como los del desierto de Atacama, en donde se pueden registrar comunidades altamente especializadas de organismos y con adaptaciones singulares para tolerar las condiciones extremas del desierto más árido del planeta.
Según los doctores Alfaro y Abades, “lamentablemente la mayor parte de estos ambientes del norte de Chile se encuentran excluidos de estrategias y políticas de largo plazo que permitan su conservación. Quizás la lógica de que ‘si no se observan plantas y animales superiores no es necesario conservarlos’, nubla la capacidad de gestión de estos sistemas áridos. Los suelos del desierto de Atacama albergan comunidades diversas y que cumplen funciones esenciales para la vida en este planeta, además de proveer múltiples servicios, tales como regulación en el ciclo del agua, estabilización de los suelos y el reciclaje de nutrientes. Por esta razón, una prioridad para los próximos años debería ser el promover la implantación de áreas protegidas del norte, tal como se evidencia en la reciente creación del Parque Nacional Desierto Florido”.